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Encubierta: Encubierta, #1
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Libro electrónico157 páginas2 horas

Encubierta: Encubierta, #1

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Información de este libro electrónico

Marlo es una inteligente y brillante abogada que, aburrida de trabajar para otros bufetes, decide montar su propia empresa. Desde ese momento se dedica a proteger los intereses de sus adinerados clientes siempre y cuando estos no incumplan ninguna ley.

Tras conseguir una intachable reputación gracias a su discreción y la eficiencia de sus investigaciones, un multimillonario empresario al que odia, consigue convencerla para que le ayude a buscar a su hija, desaparecida mientras realizaba una travesía junto a sus amigas en el yate familiar.

Con la ayuda de su equipo y en especial de Megan, una de sus investigadoras de la que se ha enamorado perdidamente, emprenden una búsqueda en la que la todas las pistas apuntan a que la chica podría encontrarse en una isla cuya existencia se basa solo en rumores y leyendas de pescadores.
¿Lograrán encontrarla?

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento27 ene 2023
ISBN9798215167199
Encubierta: Encubierta, #1

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    Vista previa del libro

    Encubierta - Mónica Benítez

    Contents

    Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5

    Capítulo 6

    Capítulo 7

    Capítulo 8

    Capítulo 9

    Capítulo 10

    Capítulo 11

    Capítulo 12

    Capítulo 13

    Capítulo 14

    Capítulo 15

    Capítulo 16

    Capítulo 17

    Capítulo 18

    Capítulo 19

    Capítulo 20

    Capítulo 21

    Capítulo 22

    Capítulo 23

    Capítulo 24

    Capítulo 25

    Capítulo 26

    Capítulo 27

    Continúa la historia en Descubierta (libro 2)

    ENCUBIERTA

    LIBRO 1

    MÓNICA BENÍTEZ

    Copyright © 2017 Mónica Benítez

    Todos los derechos reservados

    Todos los derechos reservados. Ninguna sección de este material puede ser reproducida en ninguna forma ni por ningún medio sin la autorización expresa de su autora. Esto incluye, pero no se limita a reimpresiones, extractos, fotocopias, grabación, o cualquier otro medio de reproducción, incluidos medios electrónicos.

    Todos los personajes, situaciones entre ellos y sucesos aparecidos en el libro son totalmente ficticios. Cualquier parecido con personas, vivas o muertas o sucesos es pura coincidencia.

    Safe creative: 17071529554999

    https://monicabenitez.es

    Twitter: @monicabntz

    Instagram: mbenitezlibros

    Capítulo 1

    Megan

    Llegué a las oficinas casi sin aliento, me detuve en el rellano e intenté llenar mis pulmones sin éxito, no entraba todo el aire que necesitaba, así que me vi obligada a sacar el inhalador y metérmelo en la boca. Decidí subir por el ascensor para no forzar más y aproveché para serenarme un poco y observarme en el espejo.

    —Mierda —murmuré en voz baja cuando descubrí que la herida de mi ceja sangraba de nuevo.

    Había salido a correr como cada mañana, sí, corro y soy asmática, pero eso no me supone ningún problema si voy a mi ritmo, sin forzar. Siempre hacía el mismo recorrido por uno de los parques de Barcelona, pero aquella mañana, una raíz apareció de la nada, lo juro, estoy segura de que el día anterior no estaba allí, ese fue el motivo por el que mi pie derecho tropezó con ella y acabé dándome de bruces contra el suelo, abriéndome una pequeña brecha en la ceja con la única piedra que había en el camino.

    Mis dedos se llenaron de sangre en cuanto me palpé, por suerte no soy una persona impresionable o aprensiva, así que, con calma, di por finalizada mi carrera del día y volví a mi apartamento, que se encontraba en el mismo edificio donde trabajaba. Abrí la puerta intentando no tocar nada con la mano manchada de sangre y me metí directamente en la ducha, se me hacía tarde, con la tontería apenas faltaban cinco minutos para mi hora de entrada, así que después de vestirme y peinarme, me puse una tirita de forma rápida y bajé para no llegar tarde al trabajo.

    En cuanto entré me metí en los servicios para asegurar que todo seguía bien en mi ceja, pero no lo estaba, seguía sangrando. Me quité la tirita y volví a echarme agua cuando una voz me sobresaltó.

    —Joder, Megan, ¿qué coño te ha pasado?

    A través del espejo descubrí a mi compañera y también amiga, Carmen, que me miraba con asombro y una mezcla de intriga mientras yo intentaba sin éxito detener la hemorragia.

    —Me he caído cuando estaba corriendo, es un rasguño de nada, pero joder, no para de sangrar —me quejé.

    —Déjame ver, anda —exigió haciéndome girar hacia ella.

    Carmen retiró el trozo de papel que yo acababa de colocar en mi dolorida ceja e hice una mueca cuando lo usó para limpiar la sangre de alrededor de la herida.

    —A mí no me parece solo un rasguño —comentó torciendo el gesto—, ¿de verdad te has caído?

    —Sí.

    —Eres gilipollas —murmuró sin poder contener la risa.

    —Gracias —contesté irónica—, he intentado parar el golpe con los brazos, pero no he podido evitar darme en la cara con una piedra.

    Carmen negó con la cabeza como si yo fuese un caso perdido, en las casi dos semanas que llevaba trabajando allí, era la segunda vez que aparecía con un golpe, mi afición a la montaña, de vez en cuando me costaba algún dolor que otro.

    —Con la sangre no veo bien el corte, deberíamos ir al hospital, quizá necesites puntos —explicó encogiéndose de hombros.

    La observé un segundo, sorprendida por lo fácil que me había resultado hacerme amiga de ella, tenía clarísimo que no era gracias a mí, siempre había sido una persona muy reservada y algo tímida, refugiada en mi fachada de tía dura y quizá algo chulesca, me costaba horrores conectar con las personas y muchísimo más dejar que se acercaran, tal vez se debía a que me había criado sin padre y con una madre que me daba el mismo cariño que me podía dar una planta mustia y seca.

    Si había conectado con Carmen, sin duda había sido por ella, gracias a su carácter alegre por naturaleza, por su necesidad de comunicación con las personas y por toda esa aura de buen rollo que envolvía su personalidad. Supongo que también tenía algo que ver el hecho de que a mí me habían contratado para apoyar su departamento, hacíamos el mismo trabajo, ocho horas en un despacho trabajando codo con codo.

    Recuerdo que el primer día salió a recibirme a recepción, se suponía que debía hacerlo la jefa, Marlo Diclán, una reputada e implacable abogada de Barcelona que había creado una empresa llamada Serviclán, que además de la defensa jurídica, proporcionaba seguridad y discreción a clientes con mucho poder adquisitivo.

    Marlo se encontraba de viaje cuando yo comencé, así que ella se ha ocupado de mí hasta ahora. En cuestión de unas horas ya sabía que Carmen salía con el jefe de seguridad de la empresa, Mike, un guaperas que además era la mano derecha de Marlo. Él la había acompañado en su viaje.

    Carmen se ocupó de enseñarme con orgullo quien era su novio a través de fotografías, tenía treinta y seis años y debo reconocer que resultaba atractivo con aquel pelo rubio grisáceo, sus ojos claros y una barba de tres o cuatro días le daban un aspecto muy interesante. Ambos hacían muy buena pareja, Carmen poseía unos rasgos latinos muy pronunciados, era morena, con el pelo largo ondulado y ojos marrones, su expresión siempre alegre compensaba con creces la aparente seriedad de su novio.

    También solía hablarme mucho de Marlo, gracias a su relación con Mike se habían hecho amigas, la describía como una mujer cojonuda (palabras textuales de Carmen) pero con mucho carácter, entusiasta, carismática, muy segura de sí misma e implacable en los juzgados. También decía que era una persona directa que no se andaba con rodeos y a la que le encantaban los retos. Desde el primer momento tuve la impresión de que Carmen en cierto modo admiraba a Marlo.

    —¿Me estás escuchando, Megan? —preguntó colocando los brazos en jarra mientras yo abandonaba mis propios pensamientos para centrarme en ella.

    —¿Eh? —pregunté aturdida.

    —Joder, me fascina esa facilidad tuya para desconectarte, en serio —gruñó—, te decía que deberías ir a urgencias para que le echen un vistazo a ese corte, no me gusta.

    —Lo que necesito es que me pongas una tirita, tenemos trabajo y no voy a perder toda la mañana en urgencias por un arañazo —lo dije tan seria que hasta yo me sorprendí.

    Capítulo 2

    Marlo

    Recién llegada de mi viaje, pasaba por delante de los baños cuando oí la conversación entre Carmen y la que supuse que debía ser la chica nueva, Megan, ya que no reconocí su voz. Todavía no había tenido la oportunidad de conocerla, así que descubrir el motivo por el que Carmen la invitaba a hacer una visita al hospital me pareció una buena excusa para entrar y presentarme, y de paso saludar a mi amiga.

    —Buenos días —saludé desde la puerta sin poder evitar una sonrisa.

    —Hola —contestó Carmen con su habitual alegría contagiosa—. ¿Ya habéis vuelto?

    Megan, que quedaba oculta por el cuerpo de Carmen, estiró la cabeza hacia un lado con una mezcla entre curiosidad y timidez dibujada en el rostro, la vi asomar lentamente por encima del hombro de Carmen y tuve que morderme la lengua para evitar sonreír ante aquel gesto. Se quedó observándome embobada, no fue capaz de disimular su cara de asombro y reconozco que me hizo sentir especial. No sé muy bien el motivo, pero desvié la mirada hacia el espejo para mirarme un instante, y quizá por la forma de observarme de aquella chica a la que no parecía importarle que su ceja sangrara, me gustó más de lo habitual la imagen que me devolvió el espejo.

    Aquella mañana mi pelo negro ondulado caía por delante de mis hombros, dejando cubierta parte de la camisa blanca que llevaba parcialmente remangada. Un par de botones desabrochados invitaban a mirar un escote de curvas marcadas, no llamaba la atención en exceso, pero tampoco pasaba desapercibido. Acompañé la camisa con una falda de tubo negra que me llegaba a las rodillas y unos zapatos de tacón semi descubiertos. No solía llevar joyas, no me gustaban, así que los únicos adornos que lucía mi cuerpo eran un reloj en mi muñeca izquierda y unos pendientes de plata.

    Aparté la vista enseguida y la clavé con decisión en Megan, quien abrió la boca para coger aire y rápidamente bajó la mirada con gesto aturdido, lo que despertó mi curiosidad sobre ella de forma inmediata.

    —Hemos llegado a primera hora ¿No has visto a Mike? Ha entrado conmigo —contesté dirigiéndome a Carmen.

    —No, acabo de llegar.

    —¿Esta es Marlo Diclán?

    Megan le preguntó a Carmen en voz muy baja, pero, aun así, pude oírla y media sonrisa se formó en mis labios ante su curiosidad por mí.

    —Sí —contestó Carmen—. Marlo, te presento a Megan, tu nuevo fichaje.

    Por fin se hizo a un lado y dejó a Megan completamente al descubierto bajo mi atenta mirada. Podría decir que era todo lo contrario a mí, mientras que yo me consideraba de apariencia seria y elegante, ella vestía de forma informal, quizá incluso algo excesivo para el trabajo que tenía. Llevaba unos vaqueros rotos de color azul oscuro y una camiseta de manga corta que se ajustaba muy bien a su cuerpo. Media melena castaña caía sobre su lado izquierdo, mientras que la parte lateral derecha de su cabeza estaba rapada. Lucía un piercing por debajo del labio inferior y algunos tatuajes adornaban sus brazos.

    No era el tipo de mujer en el

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