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El armario de acero: Amores clandestinos en la Rusia actual
El armario de acero: Amores clandestinos en la Rusia actual
El armario de acero: Amores clandestinos en la Rusia actual
Libro electrónico232 páginas2 horas

El armario de acero: Amores clandestinos en la Rusia actual

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El armario de acero es una oportunidad única para descubrir a un extraordinario grupo de escritores rusos, la mayor parte inéditos en español, que utilizan su libertad creativa para reivindicar las distintas maneras de amar y sentir. Desde maestros del relato breve como Margarita Meklina hasta magníficos poetas como Dmitry Kuzmin, pasando por el cotizado artista Slava Mogutin, todos los autores han cedido sus textos para manifestar su rechazo a la ley contra la propaganda homosexual dictada por Vladimir Putin en el año 2013. Este recorrido por la novísima poesía y narrativa rusa ofrece la posibilidad de disfrutar con una escritura audaz y moderna, en la que literatura y compromiso se dan la mano. Un conjunto de relatos y poemas en la mejor tradición de la literatura rusa del siglo XX. Un libro sorprendente, transgresor y dotado de una incuestionable capacidad de provocación.
IdiomaEspañol
EditorialDos Bigotes
Fecha de lanzamiento24 oct 2016
ISBN9788494618352
El armario de acero: Amores clandestinos en la Rusia actual

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    El armario de acero - Margarita Meklina

    2014

    Aleksander Anasevich

    Nació en 1971 y en la actualidad vive en la ciudad rusa de Vorónezh, cuna del premio nobel de literatura Iván Bunin. Además de su labor como poeta y dramaturgo, colabora como periodista en diversos diarios regionales. Junto a Aleksander Ilianen, Vadim Kalinin y Slava Mogutin formó parte de la comunidad de autores gais creada en los años noventa en torno a las revistas Vavilon y Risk, ambas editadas por Dmitry Kuzmin. Anasevich ha publicado poesía, cuentos, obras de teatro y narrativa, y es autor de seis libros. En las ediciones de 1999 y 2001, fue finalista al premio Andréi Bely, el galardón literario independiente más antiguo de la Rusia contemporánea, en la categoría de Poesía.

    La polla

    (Soñaban las vírgenes) Ay, si las pollas volasen como los pájaros.

    LYUBOCHKA. No me gustan las pollas grandes, me hacen daño.

    SVETA. Nunca chupo pollas y si las chupo, vomito.

    LENA. Nunca he visto una polla, en la vida real, me refiero. Solo en el cine y en las revistas.

    IRA. Las pollas huelen muy mal.

    NASTIA. Me gustaría tener polla para mear de pie.

    MARINA. La primera persona que me habló de una polla fue mi madre, para que supiese lo que era y no me asustase.

    TANYA. Mi amigo tiene la polla torcida, eso me gusta. No me imagino una polla recta, la polla tiene que estar torcida.

    LIDA. Comedme la polla, la polla

    la polla

    la polla.

    (Era verano, fin de curso, los chavales meaban en el agua desde el puente, un poquito más y el sol hubiese salido)

    LYUBOCHKA. Todos los hombres tienen polla, incluso el presidente.

    GALYA. Tengo una polla muy artística, la compré en una tienda por cien rublos.

    LIDA. Yo chupé una polla una vez. Una vez una, una vez otra…

    IRA. Yo chupé una polla.

    LIDA. Tú no has chupado ninguna porque nadie te lo ha pedido.

    (En la isla Vasilievsky, vivía una vieja que tenía un reloj Luis XIV. Siempre estaba asustada: de repente vendrán, lo robarán y me matarán. Envió una carta a su sobrino: llévate el reloj. Cuando este llegó, la mujer le dijo: todavía no te lo doy. Así sucedió unas cuantas veces más. De pronto, ella enfermó y, por última vez, escribió: Vanya, sobrino amado, ven. Y el joven le respondió con esta nota: vete a la mierda. Los guerreros, como tú sabes, no se andan con rodeos, te sueltan la verdad de sopetón)

    Misha amaba su polla. Misha recordaba su polla.

    IGOR. (Piensa). Qué raro, ¿por qué mi polla estará enferma?

    IGOR. He cogido una infección. Al principio me salió un grano pequeño y rojo, y luego se me hinchó toda la polla.

    OLEG. El chico siempre tenía la polla empalmada. Es una enfermedad. Los médicos no podían ayudarle y uno le confesó: no puedo recetarte nada, solo puedo envidiarte.

    ANDREI. Yo trabajaba entonces en una ambulancia. Un día, nos llamó un viejo de noventa años. Su hija nos abrió la puerta y exclamó: todo el día está tocándose la polla, hagan algo. Y qué podíamos hacer… Nos pusimos a reír y nos llevamos las manos a la cabeza. El viejo tenía noventa años, y nosotros, aquí, con veinticinco…

    DIMA. Parece ser que era una loca de remate, pero aún así la echaron del hospital. De verdad que estaba ida. Se acercó a un policía, le agarró la polla, le miró a los ojos y él no pudo hacer nada, y todos los que pasaban por allí se quedaban mirando, qué vergüenza…

    LERA. Hoy he desayunado dos tomates y un huevo.

    IGOR. Mi hermano tiene la polla más pequeña que yo. Yo la tengo más grande y gorda.

    LENA. Yo iba andando, él se giró y se sacó la polla. Me asusté y me puse a gritar, él salió corriendo y después, durante toda la noche, veía su polla en sueños.

    IRA. Ya lo sabes, Galia es tonta, por una polla vendería hasta a su madre.

    Un hombre tenía una polla inmensa y nadie quería acostarse con él. Fue al hospital y rogó que le ayudaran. Allí le contestaron: de acuerdo, le ingresaremos. Por la noche salió al pasillo. La señora de la limpieza estaba fregando el suelo, él se sacó la polla y se la folló, y la mujer le dijo…

    LIZA. Había un soldado, de apellido Goborov, que tenía la polla más grande que jamás he visto. Una vez, Goborov se folló a una mujer en el garaje. Ella comenzó a gritar y tuvieron que llamar a una ambulancia porque él le había provocado un desgarro. Nunca más se volvió a acercar a ninguna mujer, era un buen hombre y no quería hacerle daño a nadie. Lyusa durmió con él unas cuantas veces, pero no pasó nada y, desde entonces, todas se volvieron locas por él. Como no era de por aquí, después de la mili se marchó, unos dicen que a Kalmukia, otros que a Koma, yo no lo recuerdo.

    GOSHA. Aquel año, hice un viaje de negocios para cerrar un acuerdo y dormí en un albergue. En la cama de al lado, un joven de Kirguistán no paraba de pajearse bajo las sábanas y no me dejaba dormir. El tío estaba sucio y me dio asco. Aún así, me picó la curiosidad y le pedí que me enseñara la polla. Él me la enseñó y nada, era una polla normal, pequeña.

    SERAFINA. Leí en el periódico que una loca se comió la polla de su novio.

    LENA. Vi en una película que una mujer le cortó la polla a su amante y se paseó con ella por toda la ciudad; no sé si luego se la comió, no me acuerdo. En otra película del mismo director, una mujer dormía con un chimpancé y yo esperaba que sacaran la polla del animal, pero vaya decepción, esas escenas las habían eliminado.

    (Cuando salió el sol, me entraron ganas de dormir, pero empezaba una nueva vida y durante esos minutos de calor, aunque los ojos se cierren, hay que aguantar, aguantar, aguantar)

    IGOR. Estuve en una sauna, aunque me daba vergüenza y tenía miedo de que se me pusiera dura. Alguno presumía porque tenía la polla grande y dejaba a todos con la boca abierta cuando pasaba, o cuando salíamos a fumar a la calle, con las toallas bien ceñidas. Pero a mí no se me levantaba.

    MISHA. Una vez fui a una sauna y un viejo, de unos cuarenta años, quiso darme un masaje. Luego me agarró la polla y me dijo: ¡qué grande la tienes!

    (No sé cómo comportarme en algunas situaciones. Los oscuros demonios de mi alma, lo que más temo, solo puedo expresarlos sobre el papel, aunque nadie los vaya a publicar. Me enfado con todos, no como, solo fumo y bebo agua. Esto comenzó cuando me diagnosticaron el VIH, de casualidad, cuando fui al hospital con diarrea, una diarrea normal, porque creía que había tomado algo que me había sentado mal, y después, un análisis de sangre, y después, parecía que todos se habían vuelto locos, pero no quiero hablar de esto, me quiero ir de este país, ¿me ayudas? ¿Me llevas contigo? No hace falta que sea lejos, a cualquier otro lugar)

    KATYA. No sé por qué Igor es tan grosero conmigo, parece que le escuece la polla.

    RAYA. En las películas porno los hombres tienen pollas enormes. Me gustan las pelis de Jeff Striker, y no solo porque su polla sea grande, sino porque tiene unos ojos tristes y penetrantes. Debe de estar muy solo, yo le podría ayudar.

    IGOR. Cuando estábamos en el campo, todos los chavales nos medíamos la polla con una cinta métrica, a ver quién la tenía más larga y gorda. La mía era la más grande.

    LYUCYA. Habíamos bebido un poco, un vino bueno de Moldavia. Después, él se sacó la polla y me miró a los ojos. Yo me arrodillé, me la quería meter en la boca, pero me di cuenta de que me había manipulado y me sentí tan mal que le vomité en la polla.

    (No he contado a nadie que tengo sida, me escondo y no comprenden por qué me da tanto miedo el sexo, digo que estoy cansado, que estoy en una época difícil, que tengo muchas cosas en la cabeza. Luego comenzaron los rumores, me llamaban, me amenazaban, decían que iban a matarme, que era un pervertido, yo que nunca le he hecho nada malo a nadie. Después vi ‘Jeffrey’, que tiene un final feliz y pensé que quizá había alguna esperanza, pero una amiga me dijo: en América es distinto, aquí todo está podrido, cada uno mira por lo suyo y les da igual a quién humillar, contra quién dirigir su odio)

    Un artista se pintó la polla de varios colores, se pajeó y se fotografió con una cámara automática. Luego montó una exposición, y aunque la entrada era muy cara, a la gente no le importó e incluso algunos fueron varias veces. Él les contaba siempre la misma historia: un admirador quería ser mi modelo, pero le vi la polla y la tenía muy fea, la mía en cambio es bonita; en fin, como alguien dijo, no todo el mundo está dotado para ser una obra de arte.

    Kostia dibujó un cactus con forma de polla en un plato y me lo regaló.

    A Roma le avergonzaba su polla porque no se le levantaba y el médico no le dio ninguna solución. Roma tenía solo veinticinco años y toda la vida por delante, aunque yo creo que así se libró de muchos problemas.

    IRA. En la residencia de estudiantes se le acercó un tipo un poco enclenque. Él se desnudó y ella se empezó a reír, le dio una patada en los huevos, tiró su ropa por la ventana y le echó a la calle. Unos chavalillos que estaban abajo se llevaron sus cosas y él tuvo que marcharse de allí con la polla al aire.

    LERA. Me acosté con un negro muy atractivo, aunque su polla me daba un poco de asco, parecía un insecto. La verdad es que no era del todo negro, más bien era árabe.

    TANYA. Una amiga me contó que se la folló un negro con una polla tan grande que se pasó tres semanas mirándose por debajo de la falda. Pensaba que algo se le había quedado dentro.

    (Ayer me llegó un mail: «Cabrón, ¿por qué no te mueres? Vete de esta ciudad». Alguien tiene mi correo electrónico, pero no se lo he dado a ningún extraño, así que algún amigo, que me pone buena cara, disimula y me compadece, me ha enviado este mensaje, pero yo no he hecho nada, solo he cambiado mi dirección. Qué pena que no me pueda marchar, no porque no tenga dinero, sino porque me da miedo, a dónde voy a ir, quién me va a esperar allí donde nadie me necesita)

    MASHA. Para mí, una polla de plástico siempre ha sido un misterio y me sorprendió cuando vi una por primera vez, de casualidad, y no sabía lo que era. Pero mira, es algo muy cómodo y, según dicen, muy higiénico.

    Luego hablaron durante mucho tiempo de los castrados, pero nadie llegó al fondo de la cuestión, a sus causas históricas e ideológicas. La ausencia de polla, la paradoja de la propia negación de la polla, era todo lo que les preocupaba y la conversación les hacía ser penosamente aburridos y simples.

    Los castrados fueron una excusa para abordar temas más intelectuales y salieron a relucir Farinelli il castrato, los Chicos del Coro, los Padres de la Iglesia y muchos personajes del mundo del cine. Clark respiró aliviado, porque era un defensor de la moral y lo políticamente correcto.

    (Creo que tengo derecho a transcribir este texto, aunque a alguno le choque o le provoque indiferencia, como me dijo Lenya después de leer a Vasili Belov. Me da pena el autor, le debió faltar algo en su vida, creo que cualquiera que lea sus estrofas les dará el mismo sentido y estará en lo cierto, porque yo, en estos momentos, echo de menos muchas cosas, sobre todo de mí mismo, de lo que soy, de lo que era antes de la enfermedad)

    (Una rara sensación invade a aquel que no puede hacer frente a su secreto, y se vuelve todavía más extraña cuando ese secreto, de forma involuntaria, llega a oídos de desconocidos. He recibido nuevas amenazas, ya no me voy a molestar en cambiar de dirección, al final todos se acabarán enterando de mis miserias. Ayer por la noche, cuando salí a dar un paseo, me persiguieron dos hombres, uno llevaba una máscara de Drácula y el otro, una de un cerdo furioso, me pareció ver que también tenían hachas, esperaron a que cayera en sus manos, yo di el primer paso, agresivo, para que me descuartizaran, para limpiar sus conciencias, pero el primer golpe nunca es el último —no todos los golpes, aunque cobardes, se dan por la espalda—. Dices que los golpes no pueden ser recibidos con regocijo, pero te equivocas, como me equivocaba yo antes)

    (Hay que amar y respetar a los asesinos a pesar de lo que hacen, justo lo que tú no puedes hacer, aunque lo deseas, y a veces este sentimiento conlleva otros de venganza, ira y locura, y te sacuden en algún lugar del corazón, y yo quisiera coger un hacha o un revólver para acabar con todo de una vez, para no temblar, pero después sobrevivo a ese estado, se pasa, y luego no me acuerdo de nada. Dicen que son estos deseos no realizados los que producen cáncer, así como la energía mística del asesinato nunca desaparece; si no eres asesinado, eres tú quien te matas a ti mismo, desde el rincón más vulnerable de tu alma)

    LIZA. Mi hermano pequeño me preguntó: ¿dónde tienen los peces la polla? Y yo le respondí: ¿dónde has aprendido esa palabra? Y él me contestó: mi amigo Antosha me la enseñó en el parque.

    Ya ha quedado claro que he escrito esta historia sobre pollas para que leas lo que he puesto entre paréntesis, ha sido una trampa, un engaño, leerás sobre pollas, te reirás, te ofenderás

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