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Travestiario
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Libro electrónico150 páginas2 horas

Travestiario

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Travestiario es un viaje por la historia del travestismo español de la mano de quince ilustres artistas del transformismo y el cabaret, cuyos testimonios en primera persona nos descubren lo que el maquillaje y el pelucón suelen ocultar.

De los oscuros años de la criminalización y la clandestinidad hasta el tiempo presente, donde cuentan con miles de seguidores online y pueden desarrollar sus carreras más allá de los locales de ocio nocturno -en la industria musical, la televisión o las artes visuales- estas artistas de varias generaciones han sido protagonistas del cambio de percepción de las realidades LGBT+ en España movidas por una pasión -el espectáculo- y un compromiso inquebrantable con el público y con una forma de entretenimiento que les exige cada noche crear una ilusión escénica a base de humor, talento y algo de mala leche.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 may 2020
ISBN9788412159660
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    Travestiario - Donacio Cejas

    TRAVESTIARIO

    © Donacio Cejas. 2018

    © Ediciones Hidroavión. 2018 

    Entrevisatas e ilustraciones

    Donacio Cejas

    Editado por 

    Ediciones Hidroavión

    www.edicioneshidroavion.com

    ISBN:978-84-121596-6-0

    Depósito legal: A 249-2018

    Ejemplar digital autoridazo por Ediciones Hidroavión.

    Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni parcialmente y en su totalidad. De igual forma no podrá ser registrada y/o transmitida por un sistema de recuperación de información bajo ningún concepto, sea éste electrónico, mecánico, por grabación, por fotocopia u otros medios sin el permiso explícito y por escrito del propietario de los derechos de autor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de un delito contra la propiedad intelectual.

    Dedicado a Spiros,

    mi compañero de viaje hacia Ítaca.

     Prólogo

    Por Valeria Vegas

    Este Travestiario que tienes entre las manos es, además de necesario, todo un manual de estilo, carácter y actitud bajo el recorrido vital de multitud de estrellas. Muy complicadas ellas, pero buenas personas. A algunas las tengo incluso por amigas, y esa amistad no resta además un ápice de la admiración que siento hacia todas ellas. ¿Por qué? Pues sencillamente porque tienen la esencia de la trupera, lo llevan en su ADN y eso las hace igual de válidas sobre una alfombra roja que actuando encima de un cajón de cervezas. Se trata de un don que no lo tiene cualquiera. Algunas incluso tienen para un libro por sí solas, porque vaya historietas me conozco de un par de ellas. Lo que ocurre que hoy en día el tema de los libros anda como el cabaret, muy malamente. Digamos que ya no está en uso, por eso todas las que aquí se reúnen (junto a aquellas que no están incluidas) tienen doble mérito. 

    Hace mucho tiempo que España dejó de ser un país de cabarets, cuando antaño los había por doquier. Psicosis y Andonegy pueden dar fe de ello. Sus nombres, al igual que el de Paco España, requieren una genuflexión cada vez que se les cite. Tomen nota. Han vivido la brutal evolución (¿o deberíamos decir involución?) del mundo del espectáculo, del puro directo, del cartel a pie de calle, del zapato de salón a la plataforma. Como otras muchas, han recorrido desde el club más colorido de Galicia hasta el antro más inhóspito de Murcia. Han vivido por igual las mejorías de las carreteras y de los contratos, a la vez que experimentaban cambios en un público entregado a modas y modos. Todavía conozco un par de locales que adornan sus paredes con posters de Paco España y Yeda Brown, junto a luminarias como Sara Montiel o Rocío Jurado. De bien nacida es ser agradecida. Lo mismo que ocurre muchas veces en el camerino de La Terremoto de Alcorcón, que acaba adornado con fotos de Merche Mar y otras vedettes a las que rinde devoción, quizás porque Pepa la instruye bien o porque tiene algo esencial en cualquier buena travesti: background

    Hace ya mucho tiempo que se perdió el concepto del transformista, y me da bastante pena. Creo que porque para que ese tipo de espectáculo prospere es necesario un público instruido culturalmente y hoy en día resulta bastante difícil que un alto número de gente pueda apreciar una caracterización de Liza Minnelli con sus respectivas canciones. Fíjense que no me he ido a citar a Juanita Reina, que sería ponerlo aún más complicado. Porque no estoy hablando de la burda imitación, sino de todo un arte con el que en un par de ocasiones he llegado a creerme que tenía delante a Cher y a Concha Velasco. Si me pongo a recapitular hasta me acuerdo del primer show de travesti que vi. Tendría unos siete años y ocurrió en las fiestas de un pueblo del interior de Alicante. Cuando acabó el Pena, penita, pena, el presentador aclaró que no se trataba de Lola Flores sino de un caballero. Aquello me dejó un poco tocada y estuve al día siguiente tremendamente pesada preguntándole a mi familia que si realmente aquello era un señor, si se trataba de una broma, o es que La Faraona era así… en fin, un lío fascinante que imagino que debió asemejarse a un guión de Muchachada Nui. 

    También es cierto que bien entrados los noventa muchas de esas artistas querían brillar con su propia identidad, sin necesidad (ni ganas) de imitar a sus ídolas. Es lógico que La Prohibida irrumpiese con esa fuerza que hasta hoy continúa, porque aquella mezcla de Sara Montiel y la Poison Ivy de los Cramps, no se había visto antes, y era tan solo la semilla de un árbol que tenía mucho que crecer. Había llegado la hora de nutrirse de referencias y agitarlas como en una coctelera. Exactamente lo mismo que se percibe de Supremme Deluxe, que me evoca por igual Broadway que el mítico Gay Club. Y ahí está su magia, que sin haber pisado ambos sitios, los lleva en la sangre y puede jugar por igual con un cuplé que con una melodía dance. De ahí a la cultura de club tan solo hay un paso, con Sansano, Glenda Galore y Rita Gollanes como claros exponentes que vienen a demostrar que hasta el mismo siglo XXI ya quedó muy lejos. Todo ello amenizado con las sesiones de Las Juanettes, que no me voy a callar, son mis DJs favoritas. Reconozco que este atrevido posicionamiento requiere de una explicación. Solo ellas se atreven a mezclar a Susana Estrada con el último hit de la temporada, y de ahí te pinchan el Pavo Real de El Puma con la de reggaetón del momento. Y se quedan tan tranquilas (porque frescas ya van). En fin, lo que ya dije hace unas cuantas líneas: cuestión de background

    Con todas ellas ocurre como con las vedettes, que además las hay cómicas. Es decir, además de una Norma Duval o Tania Doris, también están todas esas a las que el público no se puede resistir a aplaudir, véase Lina Morgan, Esperanza Roy o La Maña. O lo que vendría a ser en esta liga Vivian Caoba, Yogurinha Borova y Nagore Gore. Van más allá del costumbrismo y a veces hasta el surrealismo se les queda corto. Son rápidas de lengua, largas de pierna y aptas para cualquier plaza. Lo mismo que Deborah Ombres y Kika Lorace, que han saboreado el lado mediático adaptándose a todo tipo de escenarios. Una desde los mass media y la otra como acontecimiento viral, se han colado en los hogares de los españoles para demostrar que lo de ellas y sus compañeras es cuestión de mucho arte. 

    Finalmente, gracias Donacio por llevar a cabo esta recopilación de estrellas, que aunque son muy disciplinadas imagino que habrá sido como intentar domar a un tigre blanco. Ya te digo yo que este libro no es un libro al uso, es todo un teatro de variedades portátil que sirve a su vez como tributo a todas ellas, a sus canciones, a su público y a los locales por donde han pasado. Mi más profunda admiración. 

    Me quiero despedir con una frase de señora, para mantener ese sentido del humor del que todas las aquí presentes hacen gala, y de paso continuar retomando aquello del background. No puedo concluir este prólogo sin hacer alusión a aquella frase de Becky del Páramo en Tacones Lejanos: No son mala gente, pero llevan una vida muy sórdida.

    Siempre vuestra, Valeria Vegas. 

    Introducción 

    MAQUILLADAS A TRAVÉS DE LOS SIGLOS:

    HISTORIA RESUMIDÍSIMA DEL TRAVESTISMO

    Tacón de vértigo y maquillaje de infarto, el transformista es una quimera cuyo reino es el espectáculo y la noche, una ilusión escénica que subvierte los roles establecidos de género y que ha sido considerada a través del tiempo un ataque a la moral, un peligro social y... ¡una irresistible forma de entretenimiento!

    Llevando al límite las características asociadas a la mujer arquetípica, el travesti-drag-transformista aparece en el escenario como una suerte de mujer superlativa filtrada por la mirada masculina (habitualmente homosexual) que no trata tanto de reproducirla fidedignamente sino de crearla (1) ; el travestismo puede ser entendido, bajo esta mirada, como la ciencia ficción de la feminidad.

    Para dotar de contexto a los testimonios que componen este libro, vale la pena trazar de forma sucinta el camino que lleva de la skenè del teatro de Epidauro al lypsinch for your life de RuPaul, poniendo el foco en el travestismo escénico, su aparición, su desarrollo y su llegada a España.

    DEL TEATRO GRIEGO A LAS PANTOMIME DAMES

    Muchos siglos antes de ganar Eurovisión, en Grecia ya andaban ellas inventando cosas muy locas como el yogur o la democracia y se conoce que para matar las tardes les dio por sacarse de la manga (bueno, del refajo de la clámide) una cosa llamada teatro clásico que ha tenido un éxito tan grande que sigue existiendo veinticinco siglos después; ya entonces alguna espabilada clásica vio en aquello la excusa perfecta para ponerse el peplo de sus amigas y una careta de Troyana (o de Medea, si les tiraba el rollo drama queen) y esto era considerado de lo más normal no solo porque fueran dos o tres actores los que tuvieran que interpretar todos los papeles en una función, pasando de las máscaras masculinas a las femeninas sin solución de continuidad (2), sino porque la mujer era considerada una especie de ser incapaz subordinado al hombre y por lo tanto no podía dedicarse de ninguna manera al respetable arte del teatro. 

    Esta cosa loquísima de tener actores masculinos interpretando papeles femeninos debió gustar mucho porque siguió ocurriendo in saecula saeculorum tanto en la dramaturgia occidental europea como en las tradiciones orientales de la Ópera de Pekín o el teatro japonés del kabuki, que prohíbe la presencia femenina desde 1612 y la sustituye por actores travestidos conocidos como onnagata a veces en espectáculos picantones conocidos como wakashu kabuki

    Como en España ha gustado un mamoneo de toda la vida, el teatro de nuestro Golden Century está repleto de comedias de enredo donde el travestismo como artificio

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