El Gafe De Embajadores
Por José Gurpegui
()
Información de este libro electrónico
Un agente de seguros, es utilizado por los vecinos del inmueble donde vive para vengarse entre ellos, trasmitiéndose el mal fario del protagonista a través de las pólizas de seguro que les contrata.
La acción transcurre en el Madrid de la postguerra, está narrada en tono satirico y donde no falta el humor, negro, por supuesto
José Gurpegui
José Gurpegui Illarramendi (San Sebastián - Gipuzkoa) es un escritor independiente autor de numerosas novelas. Si bien sus actividades creativas, como el cine, la fotografía y la escritura narrativa comenzaron en su juventud, no es hasta comienzos de este siglo, cuando, sumándose al auge de los medios digitales de comunicación, publica sus trabajos literarios cuyo estilo satírico, se manifiesta plenamente a través de los protagonistas de sus novelas.
Lee más de José Gurpegui
En cuanto llegues escríbeme Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMi Querida Ministra Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa gata de Beirut Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Extraño Viaje De Un Dedo Erecto Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Camarote De La Armadora Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMatalaspenas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesComplot en el Egeo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Barón alquilado Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPortobelo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesVer París y morir Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Muerto Del Faro Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNostalgia Derrochada Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Ovillo De Ariadna Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTres Periquitos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDelirio fatuo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAl servicio de Yvette Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Clan Oxford Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Hotel De Las Salamandras Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Mayordomo De Mayfair Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos crímenes del servicio de habitaciones Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa maldición del Tumi Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSecuencia inversa Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl "negro" de la pluma blanca Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Encanto De Nicasia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Relacionado con El Gafe De Embajadores
Libros electrónicos relacionados
Los delatores: Los esclavos de París I Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa caza del turista Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El perseguidor Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos mil y un sueños en las noches de insomnio Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesArabella (traducido) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHermann y Dorotea Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El ángel de Sodoma Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Decencia Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El secreto de Puerto Madame Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCrimen y castigo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl invierno del desaliento Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesJuego de corsarios Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Almas errantes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos siete locos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTriple juego en Cuba Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesJuntacadáveres Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl anticuario Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos perífericos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLas huellas de lo que fuimos: Historias unidas por el viento Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHuéspedes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLas impuras Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa posada Jamaica Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cuentos dramáticos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa verdadera historia del bucicarlos Vengador Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUna cristiana Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa reina de las muñecas y otras historias Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAverno verano Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesA cara o cruz Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesObras - Coleccion de Joris-Karl Huysmans Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHijo de una noche Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Humor y sátira para usted
Orgullo, prejuicio… y otras formas de joderte la vida. Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Maestro del Sexo: Cómo dar orgasmos inolvidables e infalibles y a satisfacerla en la cama como todo un guru del sexo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Manual para mandar a la Chingada: ¡Qué bonita chingadera! Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las mejores frases y citas célebres Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Literatura infantil Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Stand up: Técnicas, ideas y recursos para armar tu rutina de comedia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Anxious People \ Gente ansiosa (Spanish edition) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Trabalenguas divertidos para niños aburridos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5301 Chistes Cortos y Muy Buenos, Volumen 2 Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Divertidos chistes para niños Calificación: 2 de 5 estrellas2/5111 Chistes Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los mejores chistes cortos Calificación: 3 de 5 estrellas3/5301 Chistes cortos y muy buenos Calificación: 4 de 5 estrellas4/550 Chistes que te dejarán indiferente Calificación: 2 de 5 estrellas2/51200 Chistes para partirse: La colección de chistes definitiva Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Ceniza en la boca Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Libro De Los Piropos: Piropos Y Halagos Bonitos, Picantes, Originales Y Atrevidos Para Seducir Y Divertirte Con Tu Pareja Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesObras - Coleccion de Oscar Wilde Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Libro Negro Del Hombre Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Dignos de ser humanos: Una nueva perspectiva histórica de la humanidad Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La experiencia de leer Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Los 365 Mejores Chistes ¡Para Sonreir Cada Día del Año! Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El gran libro de los chistes Calificación: 1 de 5 estrellas1/5La Biblia según Dios Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La muerte es mi oficio Calificación: 4 de 5 estrellas4/5ellas hablan Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La enfermedad de escribir Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Disrupción: Mi desventura en la burbuja de las startups Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos mejores refranes de la lengua castellana Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Categorías relacionadas
Comentarios para El Gafe De Embajadores
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
El Gafe De Embajadores - José Gurpegui
El Gafe de Embajadores
José Gurpegui
Copyright © 2011, 2013 José Gurpegui Illarramendi
Todos los derechos reservados
Portada: Zizahori
Los personajes y nombres citados en esta novela corresponden a la ficción literaria. De existir coincidencias con la realidad, deberá entenderse como fruto de la casualidad. Asimismo, las referencias históricas, literarias o cinematográficas o de cualquier otra índole, fueron utilizadas únicamente para contextualizar las narraciones, dentro de los periodos de tiempo en que se desarrollan.
El AUTOR
Contents
Title Page
Copyright
Epigraph
El foso del ascensor
El barrio
El estigma
El levantamiento
La catarsis
El espejo
Lacón con grelos
Sentencia
El foso del ascensor
R
ovira llegó agotado al portal de su casa sobre las siete y media de la tarde. El termómetro de la farmacia de la esquina presagiaba una calurosa noche de ventanas abiertas, sábanas sudadas y murmullos callejeros que seguramente le impedirían conciliar el sueño.
El día había sido duro. Sostenía con la mano empapada de sudor la inseparable cartera de cuero, asida con cinchas y hebillas de latón desgastado por el trajín diario. Cada vez le costaba más patear las calles. El asma no le dejaba en paz, era una especie de círculo malévolo; cuando fracasaba en una venta se desmoralizaba, aparecían sus achaques y estos a su vez, le producían un gran desánimo acentuando aún más sus crisis. Solamente se libraba cuando conseguía un nuevo cliente, pero no duraba mucho la tregua que le concedía su precaria salud. Además del asma, padecía de cálculos allá donde podían sedimentarse. Lo mismo sufría cólicos vesiculares que nefríticos y para completar el cuadro de molestias, cuando cambiaba el tiempo aparecían los dolores producidos por su úlcera.
Aguantaba estoicamente la carga de sus cuarenta y pico años de achaques, decidido a seguir vendiendo seguros. Era un buen agente, el mejor de La Precavida Bilbilitana de Seguros y Reaseguros; la «Preca» como él la llamaba.
Mientras esperaba al ascensor, se confortaba ante la perspectiva de verse en pocos minutos liberado del maldito traje, de la corbata, y la camisa empapada de sudor. Se imaginaba en su pequeña terraza, relajado, en pijama, con un porrón de vino y un bocadillo de queso de Cabrales contemplando el caer del día y acompañado por el trinar de las golondrinas.
Estaba decidido a llevar su soltería de compañera durante el resto de sus días. La idea del matrimonio le horrorizaba; era demasiada responsabilidad. El simple pensamiento de que alguien pudiera compartir con él su taciturna existencia, colmada de padecimientos y angustias, le estremecía. Por otro lado, su escaso atractivo personal tampoco le iba a favorecer demasiado en la búsqueda de una compañera, por lo que sobrellevaba su vida solitaria con resignación y sin el horizonte de la felicidad en su triste panorama.
Pasaron unos minutos y comenzó a impacientarse. El ascensor no llegaba; estaba parado en alguno de los pisos altos. Debería haber sido enviado por el último usuario y en éste, como en muchos otros casos, no había sido así. Era demasiado frecuente soportar la mala educación o la mala leche, quien sabe, de algún vecino que, a sabiendas de la obligación de enviar de vuelta el aparato, era capaz de fastidiar al resto de la comunidad dejando las puertas mal cerradas, para impedir que fuese puesto en funcionamiento desde abajo.
Pulsó inútilmente el botón de llamada varias veces sin conseguir que retornase. Aquellos viejos ascensores cuyo camarín discurría por el hueco de la escalera compartiendo espacio con su propio contrapeso, entre forjados con alegorías y remates florales de hierro, tenían su propia liturgia de uso: no se permitía bajar montado en él, y no era por una cuestión de comodidad innecesaria, si no por una razón técnica relacionada con motores y contrapesos, que ocasionaba el bloqueo del aparato cuando la velocidad de descenso, incrementada por el peso de un supuesto viajero, era anormalmente rápida.
Vivía en el cuarto piso, pero en realidad era un sexto si contamos el entresuelo y el principal. La escalada hasta su piso era notable sobre todo para un achacoso como él. Cuando no le quedaba más remedio que subir a pie, lo hacía en varias etapas para recuperar el resuello, pero en esta ocasión el calor era insoportable, el aire irrespirable y además sentía mareos y aturdimiento, no estaba para demasiados trotes y optó por insistir una y otra vez, a voces, cada vez más dramáticas, que enviaran el maldito ascensor.
Se quejó a la portera, pero esta simplemente se limitó a refunfuñar sin levantarse de su silla y continuó con su labor de ganchillo. Rovira, exasperado, siguió reclamando a gritos el envío con la esperanza de que alguien, en los pisos altos, lo oyese y atendiera su dramática demanda.
Transcurrieron cinco minutos, y entonces fue cuando escuchó en lo alto el ruido metálico de las puertas de uno de los pisos. Calculó que procedía del quinto y miró por el hueco hacia arriba esperando ver el descenso del aparato, pero todo continuaba igual. El ascensor no retornó y cuando comenzó a resignarse ante la posibilidad de que tuviera que subir a pie, presenció algo que iría a cambiar su vida: por el hueco, cayó un enorme bulto que pasó ante sus ojos como una exhalación, yendo a parar al foso oscuro y grasiento del ascensor.
La portera dejo su ganchillo y salió de la garita gritando asustada, ambos