Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Amigos Años De Juventud: Novela
Amigos Años De Juventud: Novela
Amigos Años De Juventud: Novela
Libro electrónico207 páginas2 horas

Amigos Años De Juventud: Novela

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Volviendo a lo de la fiesta que ligamos estuvo de lujo com y beb hasta hartarme.
. . Dieron de lo bueno,
probaste los canaps de cangrejo?
Claro y beb champaa en cantidades industriales, tu estuviste bailando como trompo,
te vi, te luciste con la nia que estabas, te segua bien los pasos asegur.
Verdad?... nada ms le fall uno de alto grado de dificultad con doble vuelta en mortal
hacia atrs cayendo en splt y se me fue de hocico al piso, ni las manos meti, se
revent la boquita, Tuve que estar curndola a puro besito ardiente, para parar
la hemorragia.
Sangr mucho?
Solo al principio, luego se le coci la herida con la champaa.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento6 mar 2014
ISBN9781463376925
Amigos Años De Juventud: Novela
Autor

Javier Duhart

ARQUITECTO DE PROFESIÓN, ESCRITOR POR CONTAGIO, PINTOR POR AÑADIDURA Y POETA, ESTOS CALIFICATIVOS SON LO PRIMERO QUE SE PUEDE DECIR DEL ESCRITOR JAVIER DUHART QUIEN EN EFECTO HACE SUS ESTUDIOS EN LA U.N.A.M. DE DONDE OBTIENE SU LICENCIATURA DE LA FACULTAD DE ARQUITECTURA... EL CONTACTO CON AMIGOS ESCRITORES DE LA TALLA DE JOSE AGUSTÍN Y DE RENE AVILES FABILA DESDE MUY JOVEN, LE HAN CONTAGIADO EL AMOR POR LAS LETRAS. MANTENIENDO A LA INQUIETUD QUE SIEMPRE TUVO POR ESCRIBIR INICIANDO SU CARRERA DE ESCRITOR EN EL AÑO DE 2005. -"SIEMPRE SUPE QUE TENÍA LA CHISPA PARA CONTAR HISTORIAS PORQUE NO DECIRLO" -DECLARA EL PROPIO AUTOR- ESTO ME HA LLEGADO COMO UN PLUS, UN PREMIO POR ALGO QUE HICE BIEN, LAS LETRAS ME SATISFACEN POR COMPLETO, ESCRIBO A DIARIO. A LA FECHA CUENTA YA CON 23 LIBROS PUBLICADOS: SUEÑO DE VIDA, NIÑA DE TIJUANA, NOVELA QUE SE ESTA PREPARANDO PARA HACERSE PELÍCULA. ROGELIO Y OTILIA, EL BASTÓN, LA HUIDA, EL ESTUDIO, LOS MUCHACHOS DE ATLIXCO I LOS MUCHACHOS DE ATLIXCO II, LOS MUCHACHOS DE ATLIXCO III. AÑOS DE JUVENTUD, CUENTOS QUE CUENTO, QUE TE CUENTO, DOSIS DE GOZOS Y LAMENTOS (POESÍA) PARTE 1, POESÍA 2, POEMAS CON ALMA SENCILLA (TOMO,1,2,3,4,5,6,7,8,9) SIMPLES PALABRAS QUE ENCANTAN,

Lee más de Javier Duhart

Relacionado con Amigos Años De Juventud

Libros electrónicos relacionados

Ficción general para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Amigos Años De Juventud

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Amigos Años De Juventud - Javier Duhart

    Copyright © 2014 por Javier Duhart.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2014900558

    ISBN:   Tapa Dura               978-1-4633-7691-8

                 Tapa Blanda             978-1-4633-7693-2

                 Libro Electrónico    978-1-4633-7692-5

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 05/06/2014

    Para realizar pedidos de este libro, contacte con:

    Palibrio LLC

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Gratis desde EE. UU. al 877.407.5847

    Gratis desde México al 01.800.288.2243

    Gratis desde España al 900.866.949

    Desde otro país al +1.812.671.9757

    Fax: 01.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    521743

    ÍNDICE

    Prologo

    Capítulo I

    Capítulo II

    Capítulo III

    Capítulo IV

    Capítulo V

    Capítulo VI

    Capítulo VII

    Capítulo VIII

    Capítulo IX

    Capítulo X

    Para René Avilés Fabíla

    Amigo entrañable

    Prologo

    Esta historia se desarrolla envuelta en una gama de colores azules. No me pregunten porque azules, no lo se. Rojos hubieran sido, si se tratara de acontecimientos graves, reprobables. Verdes, inmaduros, tranquilos, intrascendentes, quizá. Decidí entonces azules; muchos lo relacionan con la tristeza, yo no. Yo creo que subrayar algo de color azul, es elegancia, distinción, atrevimiento, audacia, seguridad, lealtad. Pero también será: arrogancia, prepotencia, abuso, engaño, alevosía y ventaja. El color azul es un fondo, un respaldo, una base; pero también es subrayar hacer notar, algo que no estuvo bien. Todo depende del tono. El color azul es un color primario, que mezclado con otros se obtienen nuevos y diferentes tonos: con el amarillo verdes en una gama infinita. Tiene poder para irse en degradé utilizando el blanco, así podrá ir del tono mas definido y oscuro, casi negro, hasta los más sutiles y claros azules cercanos al blanco.

    Yo he pensado en que las acciones los procederes las aventuras y acontecimientos que hemos realizado mi amigo y yo, se han visto envueltas en gamas de color azul y alguna que otra en otro tono; resultado de haber mezclado nuestras azules acciones, con acciones de terceros de color distinto. Hay azules que compensan o disculpan cualquier cosa. Y otros que las reprueban. Así es la vida misma.

    Al comenzar a escribir esta novela pensé en que las aventuras que corrimos mi gran amigo y yo estuvieron siempre envueltas en algún tono de azul,(como ya he dicho) incluso las que yo protagonicé lo estuvieron. Lo pienso así, porque cuando me recibí de arquitecto; ese esplendido día, me coloque mi traje azul; uno de los dos únicos trajes que por aquellas fechas tenía. Me miré en el espejo y me dije: nadie podrá impedir que en esta ocasión todo me salga a pedir de boca. Lo dije convencido de pasar mi examen profesional sin ningún percance, el color azul del traje que me envolvía, me daba un extra de seguridad, al tiempo que me hacia lucir como todo un arquitecto, un arquitecto azul ó dicho ya de plano un autentico príncipe, un príncipe azul. No, no me tachen de ególatra, soy un hombre sencillo, pero un arquitecto debe lucir como príncipe, lo que acabo de decir, lo dije convencido, pero lo he dicho sencillamente, como es. Pienso que los arquitectos como yo, nos distinguimos de alguna manera, del resto de los mortales. Vamos por la vida con el ánimo de corregir la manera de vivir de quienes creen en nosotros. Pienso que la manera de cómo vives, tiene mucho que ver con la manera de cómo eres. Una persona que vive en una casa en caos, es sin duda una persona caótica. No así, la persona que vive en una casa en orden, con un proyecto adecuado, donde están todas las cosas en su lugar y hay un lugar para cada cosa. Esta persona será juiciosa, tranquila, con capacidad para ordenar sus ideas y transmitirlas con claridad.

    Pero no quiero desviarme de lo que aquí nos ocupa, y esto es lo que vivimos mi querido amigo René y yo, envueltos en gamas de azules.

    Desde muy jovencitos… niños. Nos conocimos a la edad de 6 años y ahora que estoy recordando,… recuerdo aventuras que se me antojan realmente, muy arriesgadas, pero en aquel entonces nada nos atemorizaba, estábamos convencidos de que todo lo podíamos. No hubo, (que yo recuerde) algo o alguien que impidiera, que nosotros lográramos lo que nos proponíamos. Así tuviéramos que subir el tono de nuestro proceder a un azul más oscuro.

    Capítulo I

    —Corre Javo, corre, (ese soy yo) corre que nos pisan los talones —me gritó mi amigo, que me llevaba cierta ventaja, más veloz que yo, se me adelantaba, cada vez que escapábamos corriendo de algo ó alguien, como era el caso. Corríamos del taxista que nos trajo de regreso a casa, después de asistir a una fiesta a la que no fuimos invitados, allá por el rumbo de San Ángel, rumbo de clase alta, que conserva residencias al estilo colonial mexicano y dentro de ellas las familias adineradas de abolengo en México. Voltee para hacer contacto visual con el encolerizado chofer y si, ya lo vi muy cerca de nosotros, entonces de plano me paré y le hice varios dribles, dando tiempo así a que René se pusiera a salvo. El chofer insistía en lograr apresarme y yo lo burlaba con facilidad, haciendo inútiles sus esfuerzos por asirme, hasta que el hombre, desesperado, sacó un desarmador con intención de arrojármelo para herirme, hacerme daño, entonces aceleré ya rumbo al paso a desnivel por el cual siempre acostumbrábamos huir; es este paso, el que corresponde a la parada de la colonia Villa de Cortés, la colonia donde nosotros vivimos. Cruce con rapidez el paso subterráneo, es como todos los que han dejado a lo largo de la calzada de Tlalpan en cada una de las paradas del metro que corre del centro, hasta Coapa, al sur de la ciudad. Al salir encontré a René esperando a que yo saliera, nos reímos y ya solo contemplamos al taxista que regresaba a su auto mentándonos la madre a señas y a viva voz.

    —No debes arriesgarte tanto, pudo haberte herido con el fierro que sacó—observó René

    — ¿Alcanzaste a ver cuando sacó el desarmador?…

    —Bueno no distinguí que era, solo vi que sacó algo,… un fierro, pensé, tal ves un cuchillo y tú todavía toreándolo.

    —Si, se presto para unos pases y eso fue lo que le enojó más; pero bueno, ¿nos echamos unos cócteles?…

    —Si; pero deja reponerme, la carrera me abrió el apetito. Mira que comí como pelón de hospicio en la fiestecita que ligamos. —aseguro René, pero de inmediato dijo—perdón no quise hacer alusión a tu periodo de interno en la correccional.

    —No hombre, ni te preocupes, no me afecta en lo más mínimo. —René se refería a mí transcurrir por la correccional. Periodo de dos años en el que cursé el quinto y sexto de primaria. (Más adelante contaré algo de lo que me sucedió en aquel tiempo)—. Volviendo a lo de la fiesta que ligamos estuvo de lujo, yo comí y bebí hasta hartarme. Dieron de lo bueno, ¿probaste los canapés de cangrejo?

    —Claro y bebí champaña en cantidades industriales, tu estuviste bailando como trompo, te vi, te luciste con la niña que estabas, te seguía bien los pasos —aseguró.

    ¿Verdad?… nada más le falló uno de alto grado de dificultad con doble vuelta en mortal hacia atrás cayendo en splít y se me fue de hocico al piso, ni las manos metió, se reventó la boquita,… tuve que estar curándola a puro besito ardiente, para parar la hemorragia.

    — ¿Sangró mucho?

    —Solo al principio, luego se le coció la herida con la champaña.

    —Claro… Bueno a los cócteles ¿no?…

    —Si, Vayamos.

    —Pero…, al puesto que está en el parque, el de acá ya nos conoce —sugirió René.

    Nos fuimos al puesto del parque y quedamos que de ahí, cada quien para su casa, ya sin detenernos en la carrera. Vivimos en la misma cuadra, su casa está frente de la mía y viceversa. Nos merendamos dos dobles de camarón con pulpo y sendas pepsicolotas de a litro que hasta me regurgito el estomago en la graciosa huida.

    Bueno así es como René y yo, por aquel lejano tiempo, conseguíamos a toda prisa lo que necesitábamos, es decir obteníamos lo deseado y a correr; método que aprendí en la correccional, nacido del deseo por algo y la carencia del recurso para obtenerlo. Pero estoy hablando ya de cuando cursábamos el último año de la secundaria y hay más, muchas más, aventuras en este periodo de tiempo; Solo que tengo que ir por partes y en orden. (Actualmente vivo en orden) Así que empezaré desde el principio, por lo menos trataré, porque hay tantos recuerdos que vienen a la mente; infinidad de acontecimientos y anécdotas de aquellas nuestras azules correrías de juventud.

    Llegué a la colonia a los seis años de edad, estaba por cumplir los siete en mayo y estábamos en marzo. Los de la mudanza bajaban nuestras cosas de un enorme camión y las iban introduciendo en la casa nueva. Yo me auto erigí como cuidador de las pertenencias de la familia, así que permanecí atento a que se bajara todo, de pronto me dí cuenta que otro niño observaba las maniobras desde la puerta de una casa frente a la mía, habló con alguien que se encontraba dentro de su casa y cruzó la calle para venir directo hacia mí.

    —Hola… me llamo René y tú…

    —Javier, ¿vives en esa casa?… pregunté señalando la casa de donde salió.

    —Si, ¿tú vas a vivir aquí?

    —Tengo 6…. ¿cuantos años tienes tú?

    —También 6, ya va ser mi cumpleaños.

    —Dicen mi madre que mis amigos deben de ser más o menos de mi edad.

    —Y eso, ¿Por qué?…

    —Porque tendremos cosas en común.

    —Claro, comenzando por la edad —dijo René riendo y yo reí de su ingenio.

    En ese momento salió mi madre buscándome

    —Donde te me escondes muchachito—exclamó al verme riendo con mi nuevo amigo—y que será tan divertido que los veo muy risueños…

    —Es que mi amigo René y yo tenemos mucho en común.

    —¿Si? ¿Qué será?

    —Seis años de edad madre —dije y René y yo reímos francamente.

    —Vaya veo que están muy simples, dime ¿quien es tu amigo?

    —Se llama René y vive allí enfrente—señalé la casa de mi amigo.

    —A, que bien,… ¿porque no le muestras tu nueva casa a René?

    — Ese día René conoció mi casa y a mis hermanos: Miguel Ángel, dos años mayor que yo, Julieta dos menor que yo y a Silvia a quien le llevo cuatro años; también ya estaba por allí Horacio prácticamente recién nacido. Más tarde nacieron: Constantino, Raúl y Lila, para hacer un total de ocho hermanos, incluyéndome.

    Con excepción De Miguel Ángel y Constantino, quienes aparecen en algunas de mis andanzas; el resto de mis hermanos no me acompañaron en ninguna. Pero era oportunidad para mencionarlos y hacer notar la numerosa familia de donde vengo.

    Bien, ese fue el primer contacto entre René y yo. Una breve platica de niños ingeniosos y la presentación de mi casa y mis hermanos.

    A diferencia de mi numerosa familia René solo contaba con su mamá y una hermana recién nacida. Las cosas en su casa marchaban muy en orden, pues la mamá de mi amigo, era una persona que supo educarlos bien. Su casa era una casa en orden, donde había reglas y límites muy bien establecidos, que René, respetaba. Tiempos para el aseo de la propia casa, tiempo para estar en familia, tiempo para el estudio, tiempo para jugar.

    Así las cosas nos empezamos a reunir para jugar y platicar y tengo que decir que desde aquel lejano tiempo azul muy claro de la niñez; a diferencia de otros niños, nosotros jugábamos a inventar historias y personajes ficticios que surgían de la imaginación y la fantasía, recuerdo que los enfrentábamos a situaciones de extremo peligro de las cuales lográbamos sacarlos ilesos, a veces; pero con el esfuerzo supremo de los personajes. En ocasiones tenían que vencer a feroces bestias con fauces y garras tremendas, con solo el poder y la fuerza de sus mentes poderosas, pero que a veces les fallaba y eran devorados; así que teníamos las dos posibilidades de terminar el juego. Una triunfando los personajes poderosos y la otra devorados con todo y poderes. Bueno, fueron historias que nos divirtieron mucho; pero también andábamos en bicicleta, para arriba y para abajo por todas las calles de la colonia. De pronto llegó la televisión y las calles quedaron vacías de niños que antes las poblaban jugando a las carreteritas con cochecitos, o al futbol, o una, dos, tres, por mí, ó al burro castigado, incluso jovencitos se retiraron de las calles para irse a clavar en una silla o sillón para ver por horas y horas la televisión; nosotros no. Preferimos seguir inventando nuestras propias historias y así trascurrió buena parte de nuestra niñez, porque a pesar de que yo fui abruptamente cambiado de un colegio de paga a una escuela correccional, que me marco en muchos aspectos. La amistad con René no se alteró y fue el único amigo que conservé.

    Sucedió inesperadamente yo había cursado los cuatro primeros años de la primaria en el Colegio Cristóbal Colón. A mi hermano mayor y a mí nos tocó la etapa en que alcanzaba para cubrir colegiaturas de escuelas caras. La rebeldía y desacuerdo con las normas que me

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1