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El Bastón
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Libro electrónico185 páginas2 horas

El Bastón

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Rolando y Fernanda dos jvenes recin casados, se ven envueltos en un torbellino de aventuras y peligros que tienen que ir sorteando, al enfrentarse contra un poderoso

individuo que reclama un extrao bastn que Rolando ha encontrado. Este hombre poderoso, llega a controlar una importante organizacin, de la cual hace un coto de poder

en la que ha corrompido a miembros de la propia organizacin y les permite hacer toda clase de abusos; que van desde orgas alcoholismo drogadiccin y degeneres

sexuales que admiten asesinatos mutilaciones y pederastia. Fernanda cae secuestra_da por este individuo y Rolando lucha por salvar a su mujer. Todo esto en la excelente

narrativa del autor, como siempre: gil, emocionante y divertida. Otras publicaciones del autor: Nia de Tijuana,Rogelio y Otilia;De fantasmas y algo ms, La

huida y Sueo de vida.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento7 dic 2010
ISBN9781617642920
El Bastón
Autor

Javier Duhart

ARQUITECTO DE PROFESIÓN, ESCRITOR POR CONTAGIO, PINTOR POR AÑADIDURA Y POETA, ESTOS CALIFICATIVOS SON LO PRIMERO QUE SE PUEDE DECIR DEL ESCRITOR JAVIER DUHART QUIEN EN EFECTO HACE SUS ESTUDIOS EN LA U.N.A.M. DE DONDE OBTIENE SU LICENCIATURA DE LA FACULTAD DE ARQUITECTURA... EL CONTACTO CON AMIGOS ESCRITORES DE LA TALLA DE JOSE AGUSTÍN Y DE RENE AVILES FABILA DESDE MUY JOVEN, LE HAN CONTAGIADO EL AMOR POR LAS LETRAS. MANTENIENDO A LA INQUIETUD QUE SIEMPRE TUVO POR ESCRIBIR INICIANDO SU CARRERA DE ESCRITOR EN EL AÑO DE 2005. -"SIEMPRE SUPE QUE TENÍA LA CHISPA PARA CONTAR HISTORIAS PORQUE NO DECIRLO" -DECLARA EL PROPIO AUTOR- ESTO ME HA LLEGADO COMO UN PLUS, UN PREMIO POR ALGO QUE HICE BIEN, LAS LETRAS ME SATISFACEN POR COMPLETO, ESCRIBO A DIARIO. A LA FECHA CUENTA YA CON 23 LIBROS PUBLICADOS: SUEÑO DE VIDA, NIÑA DE TIJUANA, NOVELA QUE SE ESTA PREPARANDO PARA HACERSE PELÍCULA. ROGELIO Y OTILIA, EL BASTÓN, LA HUIDA, EL ESTUDIO, LOS MUCHACHOS DE ATLIXCO I LOS MUCHACHOS DE ATLIXCO II, LOS MUCHACHOS DE ATLIXCO III. AÑOS DE JUVENTUD, CUENTOS QUE CUENTO, QUE TE CUENTO, DOSIS DE GOZOS Y LAMENTOS (POESÍA) PARTE 1, POESÍA 2, POEMAS CON ALMA SENCILLA (TOMO,1,2,3,4,5,6,7,8,9) SIMPLES PALABRAS QUE ENCANTAN,

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    El Bastón - Javier Duhart

    Copyright © 2010 por Javier Duhart.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso:   2010940254

    ISBN:             Tapa Dura                      978-1-6176-4291-3

                           Tapa Blanda                   978-1-6176-4290-6

                          Libro Electrónico            978-1-6176-4292-0

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o son usados de manera ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, acontecimientos, o lugares es pura coincidencia.

    Este Libro fue impreso en los Estados Unidos de América.

    Para ordenar copias adicionales de este libro, contactar:

    Palibrio

    1-877-407-5847

    www.Palibrio.com

    ordenes@palibrio.com

    321519

    Contents

    CAPITULO I

    CAPITULO II

    CAPITULO III

    CAPITULO IV

    CAPITULO V

    CAPITULO VI

    CAPITULO VII

    CAPITULO VIII

    CAPITULO IX

    A mi mujer quien me

    llenó de amor, de ternura

    y me alentó a escribir

    A g r a d e c i é n d o l e

    Su constante apoyo su

    perfume, la sedosidad de

    su pelo, la tersura de su

    piel y su modo de pensar

    CAPITULO I

    Ya lo hago por costumbre, todos los días madrugo, incluso los domingos y días festivos. A eso de las cinco o cinco y media me levanto. El pasado viernes no fue la excepción. Salí para hacer un poco de ejercicio como también se me ha hecho un hábito. Fue entonces que lo vi salir de un coche que paso muy veloz, rebotó en el pavimento varias veces hasta que quedó a mis pies.

    —Parece un articulo caro,—le decía a mi mujer mientras le mostraba el objeto—es muy raro. Lo recogí y les grité alzándolo lo más que pude para que pudieran verlo y se detuvieran, pero no me vieron o no les importó y siguieron en su alocada carrera. Entonces corrí tras ellos haciéndoles señas y gritando para poder entregárselos, medio pararon el auto, yo creí que me habían visto, pero aminoraron la velocidad solo para arrojar a un infeliz hombre que cayo como fardo, pesadamente, dio varias vueltas sobre el arroyo de la calle y finalmente, quedo inmóvil. El auto siguió su camino y se perdió al dar vuelta en la esquina siguiente.

    ¿Qué? ¿Arrojaron a un hombre? . . .

    Si Fer a un hombre a quien golpearon hasta que lo dieron por muerto y lo arrojaron del auto.

    ¡Que barbaridad!, ¿que hiciste tú? . . .

    Pues yo estaba petrificado al ver eso, pero luego pensé en ayudar al caído, si es que estaba con vida, me acerqué, pero solo para constatar que ya no había nada que hacer.

    ¿Estaba muerto? . . .

    Si.

    ¿Si? . . . ¿Y decidiste traer el bastón como recuerdo? . . .

    Pues si, lo traje . . .

    Que no te das cuenta que nos compromete. ¿te vio alguien?

    Pues de verme yo creo que si, porque había gente. A esas horas me encuentro con varios que salen a correr, recuerdo que saludé a dos jovencitas y a unos cuantos corredores también jóvenes como yo.

    ¿Y que?, ¿Qué hicieron ellos? . . .

    Pues dos que tres se quedaron viendo al sujeto que aventaron del carro, yo tomé el bastón y me vine para acá.

    ¡Ah pero que imprudencia!

    ¿Bueno que es lo que hice mal?,!míralo! . . . ¿tu lo hubieras dejado? Es un bastón muy fino, está tallado a mano debe ser una pieza de colección y de mucho valor.

    Fernanda mi mujer, miraba con curiosidad al extraño bastón y movía la cabeza negativamente reprobando el que lo hubiera traído a casa. Lo deje en el piso del recibidor. Mide aproximadamente 80 cms. de largo, está hecho de madera maciza muy dura, posiblemente roble o machiche, tendrá de 5 a 7 cms de diámetro y presenta un tallado muy extraño. Yo me encontraba bañado en sudor como todos los días después del ejercicio.

    Está pesado—preguntó, finalmente, acercándose al objeto.

    Vaya que lo está, apenas pude llegar con él a cuestas,—le dije bromeando—no, no te creas, pesa lo normal de un bastón de madera.

    A, sí, ¿cual es el peso normal de un bastón de madera, según tú?

    Pues lo que pesa este.

    Que mamoncito estas ¿no? . . .

    ¿Por qué?, solo te estoy contestando lo que me preguntas, pero, mira, ven, ayúdame a ponerlo sobre la mesa, vamos a revisarlo.

    ¡Espera, traeré guantes de hule, tengo varios pares en la cocina.

    ¿Guantes? . . .

    Si, hay que tener mucho cuidado esta muy raro, puede estar contaminado, además no queremos dejar nuestras huellas podría comprometernos, ¿dices que arrojaron también a un pobre hombre?—dejó hecha la pregunta y se ausentó para ir por los guantes.

    En lo que Fer se fue a la cocina pensé en el cuerpo que arrojaron del auto. Yo lo había registrado y no había encontrado nada que lo identificara, lo que si pude constatar, es que el sujeto presentaba huellas de haber sido golpeado sin piedad. Esperé a que mi mujer trajera los guantes que nos pusimos, e inmediatamente colocamos el bastón, (o lo que esto sea) sobre la mesa de servicio a la que Fernanda puso previamente unos periódico sobre los cuales y entre los dos subimos el objeto, como si este pesara demasiado y lo colocamos sobre la mesa con sumo cuidado como si se tratara de un objeto delicado.

    Bueno, ¿que estamos haciendo Fer? Esto no es nada que merezca tanta delicadeza,—le dije a mi mujer que estaba muy atenta a lo que pudiera hacer con el bastón. Ella solo siguió atenta. Lo contemplamos por un rato, hasta que decidí moverlo para un lado y para otro, buscándole significado a los grabados que contenía. Mostraba: cruces, calaveras, huesos, escaleras, compases y herramientas: martillos, hoces, escuadras, y más, que se entrelazaban en un buen trabajo de tallado sobre la superficie de madera.

    Mira aquí parece haber una unión,—le hice ver a mi mujer, al notar entre los grabados cierta abertura apenas perceptible, entonces trate de desprender las partes en que supuse se dividía el bastón

    ¿Lo vas a abrir? . . .

    ¡Claro!

    Pero no es nuestro.

    Ahora ya lo es, lo encontré, no tiene ni destinatario ni remitente. Es nuestro. Además es necesario abrirlo y saber que contiene, quizá dentro esté algo que nos diga a quien pertenece.

    ¡Espera Rolando!, (ese soy yo) mejor así como está, llevémoslo con las autoridades, puede ser algo peligroso.

    ¡Ay si tú!, ¡una bomba! ¿no? . . .

    ¡Pues no lo se! Pero puede ser algo que nos comprometa.

    Bueno si encontramos algo que nos comprometa entonces lo llevaremos con las autoridades como dices.—me fui al cuarto de triques en donde están las pocas herramientas que tenemos. Pensé traer un desarmador con el que haría palanca para abrir el objeto. Fue entonces que oí los gritos de mi mujer llamándome desesperadamente.

    ¡Rolando, Rolando! ¡Corre, ven, me atacan! . . .

    Corrí de regreso al recibidor. Dos sujetos con pasamontañas encañonaban a mi mujer.

    Esperen, que quieren yo solo encontré este bastón y lo he traído aquí, pero si ustedes son . . .—Fui interrumpido por la detonación de una pistola al tiempo que sentí un pinchazo caliente en mi hombro izquierdo. El impacto no me hizo caer, pero yo me tiré al piso solo para darme tiempo de reaccionar, Y reaccione. Como movido por un potente resorte regresé a la posición vertical y corrí hacia el segundo piso por las escaleras donde a mi veloz paso zumbaron cerca de mi cabeza un par de plomazos más que alcanzo a disparar el encapuchado impaciente por acabar conmigo. No me detuve hasta estar en mi habitación. Sin pensarlo ni por un segundo me fui al guardarropa, donde ha reposado por años mi pistola mágnum 44. La extraje con rapidez del cajón bajo los calcetines, retiré el seguro y abrí el cilindro, solo para confirmar que se encontraba descargada, ahora corrí a mi escritorio, de uno de sus cajones saqué las balas 44 expansivas, vacié la cajita sobre el escritorio y coloque en el cilindro algunas sin llegar a llenarlo, los segundos contaban, recogí un puño de las balas que guardé en la bolsa del pantalón y me dispuse a vender cara mi vida, era obvio que la intención era liquidarme de inmediato, pero ¿Por qué? Ni siquiera sabemos que contiene el mendigo palo ese. Y a mi mujer, ¿porque no le dispararon al verla como a mí? . . . Oí pasos apresurados llegar hasta estar justo frente a la puerta de mi habitación yo esperé precisamente detrás de esta. Intempestivamente se abrió y yo quedé tras ella con la mágnum preparada en la mano. A través de la pequeña abertura que se da, al abrir la puerta entre esta y el marco pude verlo. Con una mano tenía a mi mujer asida del cuello y con la otra sostenía una metralleta recortada que no pude identificar, porque en ese instante la hizo accionar barriendo con potentes ráfagas toda la habitación, buscando con ello liquidarme. Cuando la potente arma dejó de rugir, avanzó unos pasos quedando de espaldas a mí. Confieso que yo había entrado en pánico. El otro sujeto entró también y volteo justo a mirarme yo sostenía la pistola con ambas manos y el cañón de esta quedó frente a sus ojos que explotaron al tiempo que accioné la potente mágnum por un segundo lo vi proyectarse hasta caer pesadamente al piso, mientras que el otro volteaba solo para recibir un golpe con el cañón de la pistola en plena frente. Cayó sin sentido como tocado por un rayo, mi mujer cayó también pues a pesar de haberlo privado con el golpe, este no la soltó, tuve que apartar el potente brazo del individuo de alrededor de su cuello para por fin liberarla.

    ¿Te lastimó, estás bien? . . .

    Mi mujer solo movía su cabeza y frotaba su cuello, tratando de recuperarse, finalmente, fue regresando a la normalidad.

    Por poco me ahoga, pero ya estoy bien: ¿Quienes son estos? ¿que quieren? ¿porque te han disparado?, ¿porque quieren matarte, ó matarnos? Te dije que esto podía ser peligroso! Te han herido!—gritó al ver mi hombro que presentaba un leve sangrado.

    No es gran cosa la bala ha entrado y salido sin tocar hueso y seguro de calibre ligero, porque no hizo mayor daño que esta perforación de lado a lado de mi hombro.

    Aún así habrá que curarte, vayamos a algún hospital.

    Espera solo límpiame la herida y véndala fuertemente, tenemos que ser precavidos estos no deben de haber venido solos.

    Entonces que vamos a hacer, no podemos esperar a que se presenten más de estos asesinos. Además este solo está privado va a reaccionar en cualquier momento.

    Tienes razón debo quitarle el arma, sostén la pistola.—Le dije al tiempo que le entregué la mágnum. Mi mujer cogió el arma con ambas manos y quedó observando mientras yo me agaché a tratar de abrir la mano que encontré cerrada como una pinza de acero alrededor de la cacha y gatillo de la metralleta. Jalé fuertemente los dedos y en ese momento el tipo reaccionó. Violento se vino contra mí. Corpulento como era me dominó con facilidad poniéndome de espalda en el piso mientras que el quedó sentado sobre mí, entonces sin más colocolo la metralleta apuntándome directo a la cabeza. Sentí que era el fin de mi vida, sabía que iba a disparar de inmediato cerré los ojos por instinto y escuché la detonación del arma al tiempo que sentí un baño de sangre sobre la cara, mientras recibí el pesado cuerpo del sujeto que caía sobre mí. Entonces cobré conciencia de lo que pasó: mi mujer disparó oportunamente salvando mi vida. ¡Si! Había accionado la potente mágnum directo a la cabeza del asesino, fue así como al recibir el impacto salpicó sobre mi cara la sangre del agresor. Con dificultad hice a un lado el cuerpo inerte y me puse de pie. Mi mujer se había quedado inmóvil todavía con la pistola humeando en las manos. Me puse junto a ella y le quité con suavidad el arma. Ella solo volteo a verme con una expresión de incredulidad y asombro. Fue acercándose hacia mí hasta que nos fundimos en un abrazo.

    Ven Fernanda, ven—le dije y la conduje a la cama donde la hice sentar—no debes preocuparte hiciste lo debido, me has salvado la vida, de no haber disparado el tipo me mata, ¿comprendes? . . .

    No, no comprendo nada, he matado a un hombre, tú a otro y ¿dices que no debo preocuparme? . . .

    Así es, pero lo hemos hecho en defensa de nuestra vida, no tuvimos más remedio y ahora tenemos que actuar con rapidez e inteligencia.

    Pues lo más inteligente es hablarle a la policía.—dijo esto y tomó el auricular que tenemos sobre el buró.

    No, espera . . .

    ¿Esperar? . . .

    Si, estoy observando por la ventana y creo que los dos encapuchados venían solos, no hay nadie en la calle deben de haber venido en uno de esos coches que están estacionados en la acera de enfrente. Déjame averiguar eso.

    ¿Averiguarlo? . . . ¿pero como? . . .

    Alguno de los dos tendrá las llaves del carro—le decía a mi mujer mientras buscaba en los bolsillos del que había sido victima del disparo de Fernanda, pero después de registrarlo quité la metralleta que

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