Funeral y otros cuentos

Por Giovanni Orozco

Los once cuentos que componen este libro exploran situaciones existenciales a las que se enfrenta todo ser humano en su vida cotidiana, como la pérdida de la vida personal ante el trabajo, las pasionales consecuencias de un efecto mariposa (aquí representado por el vuelo de un zancudo) o cómo el vacío ciega a un hombre consumido por la monotonía. Se trata de una lectura entretenida y mediada por un autor que sabe conectarse con sus lectores.
Funerales y otros cuentos, de Giovanni Orozco, forma parte de la colección Voluta, la cual consiste en obras latinoamericanas actuales de poesía, prosa y teatro cuya calidad literaria es respaldada por la editorial Cazam Ah.

• Idioma: Español
• Editorial: Editorial Cazam Ah
• Fecha de lanzamiento: 5 dic 2023
• ISBN: 9789929724556

Giovanni Orozco

Nació en la Ciudad de Guatemala en 1983. Graduado en Ingeniería Electrónica en la Universidad del valle de Guatemala. Desde joven tuvo interés por la escritura; inició con un simple diario, donde colocaba las historias inspiradas en las situaciones que vivía. Más tarde, la inspiración se centró en la cotidianidad del ser humano y sus vivencias; ante todo, intenta plasmar situaciones que parecían comunes, pero que al analizarlas resultaban complejas al abordar temas, como la muerte, la monotonía de la vida y lo difícil de sobrellevar las relaciones amorosas.Actualmente trabaja como ingeniero en telecomunicaciones y dedica su tiempo a criar a su hija de tres años, a su hogar y a crear historias.

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Editorial Cazam Ah

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Guatemala, Centroamérica

Colección Voluta

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La colección Voluta está compuesta por obras literarias latinoamericanas y contemporáneas que la editorial Cazam Ah promueve y respalda.

Equipo: Giovanni Orozco (autor), Javier Martínez (director de la

colección y editor), Byron Quiñónez (corrector), Luis Villacinda (diseño

de portada), Gladys Claudio (diagramación).

Está prohibida, bajo amparo de las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento analógico o digital; así como su distribución por alquiler o préstamo públicos.

Editorial Cazam Ah

Guatemala, 2023

Impreso en Guatemala

ISBN: 9789929724556

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Giovanni Orozco

Funeral y otros cuentos

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Índice

Funeral

Aniversario

Zancudo

Blanco

Lluvia sobre un rosal

El gato

Un café

Promesas

Natalia

Vacíos

Doña Isabel

Sobre el autor

Para Krisna, que siempre pensó que podría alcanzar mis sueños, e Isabella, que me mostró que tenía razón.

mini-color

Funeral y otros cuentos • Giovanni Orozco

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Funeral

No fue sin un poderoso esfuerzo que logré llegar a la funeraria donde sería el velorio de mi madre. Me recibió la pálida sonrisa de una de las encargadas del lugar. Después de un protocolo de pésames, apretones de manos y abrazos aguados, me condujo a una salita de espera. El olor a café quemado y desinfectante de limón me abofeteó al nomás entrar. Me senté en un mullido sillón de cuerina, con la cabeza entre las manos, calculando las horas que tenía sin dormir y la dimensión del vacío que me esperaba al regresar a casa con mi padre.

Una taza de café apareció frente mí, era la mano temblorosa de la señora de la funeraria. Levanté la vista para agradecerle y me encontré con unos cálidos ojos cafés y una sonrisa ensayada, perfeccionada para aliviar el duelo. Luego, tomé la taza con ambas manos para calentarme los dedos y me la acerqué a la nariz para disfrutar el humo amargo que emanaba. Ella se sentó en la mesita de centro, muy elegante con las rodillas juntas y la espalada recta, sin arrugar su lustroso traje azul marino. Empezó a dar indicaciones de los trámites que se debían realizar y a enlistar los pagos que se debían hacer mientras yo asentía sin entender nada. Cuando por fin se desbordó mi tolerancia puse la taza de café en la mesita y, con un gesto de desagrado, saqué mi billetera del bolsillo de mi pantalón y le entregué mi tarjeta de crédito.

—¡Llévesela! —ladré sin querer—Y tráigame lo que sea que tengo que firmar.

Un empleadito sin rostro entró ligero por la puerta, tomó la tarjeta y se la llevó al instante. Ella tomó mi taza de café y le dio un buen sorbo.

—Este café es terrible —me dijo.

Luego, se desabotonó el saco y se sentó a mi lado. Tenía un aroma agradable, dulce como madera fresca. Me tomó la mano con destreza entre las suyas y me miró a los ojos. Todo en ella era apacible, su entera presencia caía como un bálsamo en la herida fresca de la muerte. Con un nudo en la garganta, me atreví a dar las gracias y añadí:

—¿Hay algo más triste que un funeral?

Ella sonrió y negó moviendo la cabeza de un lado a otro. Sus aretes se agitaron y destellaron chispitas de plata. Entonces, añadió:

—Toda mi vida he estado en velorios —empezó a decir con un tono de voz que adormecía los sentidos, como un violín en la oscuridad— Desde que soy pequeña, mi familia ha estado en el negocio de la funeraria… un poco más de 40 años. He visto toda clase de funerales. Desde los más solemnes a los más sencillos, y todos son tristes. Aunque nunca falta el personaje que intenta y logra dar ánimo a los asistentes, la muerte casi siempre trae consigo mucho dolor.

Me dejó intrigado el «casi» en su oración. Ella lo notó con su mirada entrenada para destapar todas las emociones. Se rió un poco nerviosa y se acomodó en el sillón. Por reflejo la imité y me puse cómodo, y ella empezó a contar su historia.

—Le digo «casi siempre» porque hubo una vez un funeral alegre, así como lo oye, alguien una vez hizo aquí una fiesta. El difunto se llamaba José Fernando Montez. Entre los miles de nombres que olvido a diario, este siempre lo voy a recordar. Un día llegó a la funeraria un señor de mediana edad, o tal vez con algunos años ya sobre la avanzada. Su escasa cabellera blanca lo hacía parecer un anciano. Era menudo pero fornido, su tez morena enrojecida por el sol que recibía a diario por ser mensajero, según me dejó saber de inmediato. Dijo que había fallecido un buen amigo suyo y que quería hacer los arreglos para su funeral. Nos explicó con mucha seriedad que no había cuerpo, ya que lamentablemente no se había podido recuperar nada de él en el accidente en el que había fallecido. Todo