Mujeres en la cruz
Por Jean Paul Leon
()
Información de este libro electrónico
Jean Paul Leon
Nacido en un tren en la frontera franco-española 10 años después de que las tropas soviéticas desvelasen lo ocurrido en Auschwitz y marcado notablemente por esos hechos, Jean Paul Leon, de anden en anden, ha dedicado su arte a causas tan emblemáticas como candentes a todo lo largo de su itinerante vida... exponiendo en Nueva York desde los 23 años, escribiendo para Hollywood o diseñando monumentos en Berlín.Al estallar la guerra de Irak, abandonó USA y volvió a recalar en París. Allí, su libro Héritage -que recoge cien óleos y textos propios- fue publicado por MinEdition France en tres lenguas, y prologado por el ex Ministro de Cultura Jack Lang. La recomendación del Museo del Louvre corrió a cargo de la comisaria Mme Boubli. En su trilogía, Unisson, que conjunta tres muy bien engarzadas colecciones de arte sobre las religiones del mediterráneo, Jean Paul Leon hace una llamada urgente al entendimiento y al necesario diálogo entre las gentes de las tres culturas.En “Mujeres en la cruz”, el artista suma su sensibilidad, su pincel y su pluma para plasmar una de sus más profundas convicciones: "Si Dios existiese, sería una mujer... y probablemente negra".
Relacionado con Mujeres en la cruz
Títulos en esta serie (100)
El manifiesto Cóndor Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl hijo del barro Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Sueños de Algodón Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPoesía de Luna y Tango Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRevelaciones de Inteligencia Espiritual TOMO II Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl viaje más largo de mi vida Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHomo Ecosoficus Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCada persona que conoces Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSM@RT? Los más recientes e importantes descubrimientos científicos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCrónicas de Angeath: El despertar de la magia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUna historia abominable Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEscamas de mujer en un mar de silencios Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones¿Por qué tú? Calificación: 5 de 5 estrellas5/5En mi mundo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa voz de la sombra Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesGalería de lo que creas que te haga sentir Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesVEIDA... Una brujita con corazón de farmacéutico Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMemorias sin interés Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa resignación de los cobardes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl silencio de dios Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEllos simplemente me encontraron Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEncuentros con el Ángel Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesYa no vuelan cometas en los Cerros del Viento Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Educación para el siglo XXI: Contextualizada y sin Frontera Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesOre Mor el Imperio Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSer, con todo lo que conlleva Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Timidez Enmudece en las Aulas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Socialdemocracia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa suerte del presidente Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesZanzíbar Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Libros electrónicos relacionados
La ciudad de todos los adioses Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa niña alemana (The German Girl Spanish edition): Novela Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La calle de los muertos Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Formas de estar lejos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos muchachos de la pizzería Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl pueblo de los ahorcados Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa sal Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Guerreros nefastos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn lugar soleado para gente sombría Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El leñador Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRompiendo el silencio Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa migración Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDegenerado Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Sacrificios humanos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La ambivalencia de Eva Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa llave de las estrellas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAngst Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCañandonga, Marañón Y Burundanga: 21 Cuentos Sencillos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUno de los nuestros Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa alegría de la tragedia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLos mejores días Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa vida es un tango Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa lealtad de los delincuentes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesResurrección Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDiario de un muerto (bonus track edition) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa mano afortunada Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNiña oscura y otros relatos de vampiras Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNoticias locales Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTodo está en los detalles Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa memoria donde ardía Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Biografías y memorias para usted
Yo y la energía Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Una vida robada Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Kybalión de Hermes Trismegisto: Las 7 Leyes Universales Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El arte de hacerse pendejo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El misterio Tesla Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El secreto de Selena (Selena's Secret): La reveladora historia detrás su trágica muerte Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Siete hábitos y secretos japoneses para triunfar Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Inteligencia Artificial Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Carlos Slim. Retrato inédito Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El diario de Ana Frank Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los Generales Más Brillantes De La Historia. Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Decisiones difíciles Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los Fundadores: La historia de Paypal y de los emprendedores que crearon Silicon Valley Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Una guía sobre el Arte de Perderse Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Todo lo que no pude decirte Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cautivado por la Alegría Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Una camaradería de confianza: El fruto de la fe continua en las vidas de Charles Spurgeon, George Müller y Hudson Taylor Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Código de Hammurabi Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesComo veo el mundo (Traducido) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Carlos Slim: Los secretos del hombre más rico del mundo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5San Francisco de Asís Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Sabiduría de un pobre Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Biografía De Elon Musk Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La lucha contra el demonio Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Yo, madre de un adicto Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Poemas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5En 90 minutos - Pack Filósofos 2: Nietzsche, Schopenhauer, Marx, Hegel, Kant y Locke Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Lo que no está escrito en mis libros: Memorias Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Escapar para vivir: El viaje de una joven norcoreana hacia la libertad Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Categorías relacionadas
Comentarios para Mujeres en la cruz
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Mujeres en la cruz - Jean Paul Leon
Mujeres en la cruz
JEAN PAUL LEON
Mujeres en la cruz
JEAN PAUL LEON
Esta obra ha sido publicada por su autor a través del servicio de autopublicación de EDITORIAL PLANETA, S.A.U. para su distribución y puesta a disposición del público bajo la marca editorial Universo de Letras, por lo que el autor asume toda la responsabilidad por los contenidos incluidos en la misma.
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del autor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).
© JEAN PAUL LEON, 2020
Diseño de la cubierta: Equipo de diseño de Universo de Letras
Imagen de cubierta: ©Jean Paul Leon
www.universodeletras.com
Primera edición: 2020
ISBN: 9788418034459
ISBN eBook: 9788418035821
Dedicado, sin excepción,
a todas las mujeres del mundo
y en particular, a mi abuela...
la de Udine, a mi madre...
la de Niza y a mi señora esposa...
la de Nueva York.
J.P.L.
Mujeres en la cruz es una concatenación de relatos rebozados en semen, sudor y lágrimas… historias en las que escuchamos las voces de personas que comparten el denominador común de haber sufrido la violencia machista en su más variopinta, virulenta y viscosa brutalidad. Un ama de casa, una secretaria, una monja, un futbolista famoso, una niña, una sobrina de un tío queridísimo, una señora de la limpieza, una periodista, la vecina de enfrente, una novia fotogénica, una turista veraniega, una hija de su padre, una trabajadora emigrante… todo ello sin hacer particular hincapié en temas tan condicionantes como la nacionalidad, la raza o la clase social.
Estas líneas no cabalgan necesariamente a lomos de la atiborrada y nauseabunda crónica de sucesos, ni forman parte del paseo ensangrentado por los diarios televidentes, que no son videntes sino, por repetidos y triviales, se hacen bochornosos y evidentes. In mente, percutiendo, estadísticas alucinantes, historias truculentas, imágenes gráficas, noticias dictadas a cuchilladas, y seres humanos desplegando el otro lado de la moneda: su habitual e incomprehensible alto grado de inhumanidad.
Mujeres en la cruz es la disección de un cáncer familiar, doméstico, habitual, laboral, masivo, a través del cual la sociedad muerde el polvo encontrándose irremediablemente abocada a un exterminio gradual y colectivo, que en el feminicidio ha encontrado el filo cortante del ultimátum que se debate entre la continuidad de la especie y el absurdo existencial.
Los secuestros de Boko Haram se convirtieron en una tremenda llamada de atención en todo el mundo, pero las tragedias, ni empezaron, ni terminaron ahí. La trata de personas, la esclavitud laboral y sexual... son plagas mundiales. Este libro, en su condición poliédrica, refleja claramente el daño que se está haciendo, desde los tiempos más ancestrales hasta la más inminente actualidad. El sistema de valores que nos rige sigue haciendo de la mujer víctima propiciatoria. Ya es hora de cambiar esos valores.
Louisa Onuoha,
Museos Nacionales de Nigeria.
Presidente ICOM Nigeria
Ophelia Leon,
Presidente ICMEMO
Mujeres en la cruz forma parte del proyecto ART FOCUS ON WOMEN’S RIGHTS
Testigo ocular
Yo tenía 6 años, casi 7. Mi hermana, 2 y medio. Mi madre acababa de cumplir los 32 en septiembre. Corría diciembre de 1961. Era una noche negra y desolada, todavía fresca, más que fría, perpetuada con mármol negro en la recámara de mi memoria.
Nosotros tres íbamos en un ruidoso, maloliente y medio destartalado tren hacia París donde mis abuelos esperaban muertos de frío en un andén de la Gare d´Austerlitz. Alrededor nuestro, ni un sólo pasajero daba señales de vida. A pocos kilómetros de la frontera, antes de echar el pie a tierra para cambiar de trenes entre la Renfe y la SNCF, dos tipos con corte de pelo militar y malos modos entraron en la desnudez patibularia de nuestro compartimento. Uno de los dos empujó a mi hermana y de un bofetón la sacó al pasillo. Agarrándome por el cuello del abrigo, hizo lo propio conmigo. Mientras, el otro comenzaba a sacudirle reveses a mi madre. Encerrados dentro, los dos fulanos comenzaron a violarla brutalmente. A través del cristal, llorando, dando patadas en la puerta, intentando mantener a mi hermana al margen, yo presencié una escena horripilante que me llenó de impotencia. A todas luces, aquel incidente a mí también me marcó de por vida.
Cuando mi madre murió de cáncer muchos años después, sus palabras finales no fueron en torno a la niña que sufrió el nazismo en carnes propias durante la II Guerra Mundial, no, ella no paraba de describir amargamente lo que pasó aquella noche infausta de 1961.
Grabado en el fondo más pétreo de mi corazón, guardado en la caja fuerte, todavía hoy resuena en mis oídos el trauma extra que supuso la arenga amenazante de mi madre: —Y tú, ni pío. Ya sabes, oír, ver y callar. No digas una sola palabra a nadie. Ni a los abuelos, y menos aún a papá.
Amanda, poco antes de merendar
Mi papá y mi mamá se fueron sin previo aviso. Como de costumbre. Él a su despacho y ella de compras con la panda de amigotas que se ha echado para rellenar el vacío y el exceso de tiempo libre. A mí me dejaron sola en casa con la yaya que está sorda como una tapia y no se mueve del sofá de cuero ni aunque desde la escalera griten fuego. Con la tele puesta, la yaya, como es mayor, roncaba y resoplaba como un oso polar en pleno periodo de hibernación. Lo mejor, dejarla en paz.
Yo me bajé al parque, a jugar un rato con las niñas de mi colegio. Pero qué despiste, se me olvidó que Marta tenía piano, Sandra esgrima y Carolina, hala, nada que te nada en la piscina. Yo me llamo Amanda, como mi abuela y saltar a la comba es lo que más me gusta en esta vida. «El cocherito, leré, me dijo anoche, leré, que si quería, leré, montar en coche, leré. Y yo le dije, leré, con gran salero, leré. No quiero coche, leré, que me mareo.»
Aquella era una tarde desierta, una tarde de siesta triste, fría y desapacible. Unos niños muy malos que yo no conocía de nada irrumpieron en la zona de columpios pegándole patadas a un balón deshinchado y medio roto. Quitándose los cigarrillos de los labios, exigieron que me fuera detrás de un árbol y me pusiera allí a hacer pis. Yo no tenía ganas. Seguro que lo que querían era verme con el culete al aire y las bragas por los tobillos. Con un palo, me sacudieron dos veces en la espalda y me dejaron saber que si lo hacía, me dejarían en paz. Yo me eché a llorar. Muerta de miedo, busqué el árbol más gordo e hice, vuelta de espaldas, sin mirarles, lo que me pedían. Con los cigarrillos encendidos, entre los tres se proponían hacer un concurso. El que fuera capaz de darme con la lumbre ahí mismo, ganaba. Yo eché a correr como una loca. No me importaba lo que me hicieran. Salté por encima de la verja verde, me raspé los muslos con el cemento duro, cuarteado, y ya fuera del parque, le pedí ayuda a un señor muy alto que miraba nerviosamente a los dos lados de la calle, envuelto en una cochambrosa gabardina gris y tocado con un sombrero de ala ancha. Jadeante, le pedí que me acompañase hasta mi portal. Su mano, sudorosa, me apretaba con fuerza, pero terco, desoyó mis demandas y, a empujones, me metió directamente, maniatada, en el capó de un coche mugriento. Con la boca sellada por un esparadrapo azul muy pegajoso, el tipo pisó el acelerador y allá que nos fuimos como alma que lleva el diablo. En las curvas, yo sentía la brusquedad de los meneos y aterrorizada, envuelta en un mar de lágrimas, temí no volver a ver la luz del día o que me fueran a vender a una de esas infames redes de traficantes de niños.
A partir de ahí, ya no recuerdo mucho. Tan sólo que un señor mayor, de traje, muy gordo y con los dedos llenos de anillos, se fumaba un puro enorme delante de mí. Me echaba el humo encima. Yo tosía y él me daba caramelos de fresa y me ofrecía una especie de gaseosa dulce y fría que no me gustó nada. Aquella oficina se parecía mucho al despacho de mi papá, pero con muchos más libros viejos y un montón de fotos en las paredes en las que se veían mujeres desnudas y niñas pequeñas posando junto a angelitos color de rosa. Sobre una piel de tigre grandísima que había en el suelo, el gordo del puro se me echó encima. Me dolió mucho. Tanto que prefiero no recordarlo.
Han pasado un montón de años. Yo ya no bajo más al parque ni le digo una sola palabra a la psicóloga, a la yaya, a papá o a mamá. A todos ellos les odio por igual.
¡¡Puta!!
Esta vez me pegó muy duro. En ocasiones precedentes se le fue menos la mano o yo fui capaz de cubrirme mejor la cara con los codos y los puños cerrados. Si hubiese tenido un cuchillo cerca se lo hubiese clavado en el corazón, pero como no lo tenía, de nada habría servido responder a la agresión con un pinchazo largo, profundo, digno de propinarle la muerte a quien tanto se ha querido en un pasado que hoy me parece tan borroso, tan remoto; tan acuarela de color.
Desde que está en el paro y desde que le han dictaminado diabetes, Enrique ha cambiado. Bebe más, piensa menos y al levantar