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Romance Entre Bandidos
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Libro electrónico52 páginas35 minutos

Romance Entre Bandidos

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Cuentos eróticos solo para adultos que no tengan miedo a mojarse


Esta recopilación de relatos cortos cuentos cargados de erotismo llega para generar más orgasmos que las mejores profesionales del amor.
Encontrarás fantasías hechas realidad, la mezcla entre una novela romántica, una novela negra y una novela erótica; mezclada con dosis de humor y presentada en forma de pequeñas historias de sexo duro y salvaje que no te dejarán indiferentes.
Hazte ya con tu ejemplar y disfrútalo.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento16 ene 2023
ISBN9798215884522
Romance Entre Bandidos

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    Romance Entre Bandidos - Jorge Fernández Vital

    Los primeros millones

    Camariñas (Galicia), verano de 2001

    —Dime, mi amor —dije contestando el teléfono.

    —¿Puedes quedar?

    —Ven por casa.

    —Nos vemos en media hora.

    Puntual sonó el timbre, ¿debería haberle dado ya un juego de llaves?

    Le abrí, subió, me dio un beso en la entrada, y tras el protocolario cómo estás y puesta al día en asuntos de la semana, familia, amigos...  Me pidió que subiese el volumen de la música, sonaba un rapero local hablando sobre traficar droga, por lo que pensé que no era tan buena idea hacer que escuchasen los vecinos ese tipo de mensaje, y cambié por una canción de Karol G, a Angie le encantaba su música y sonrió al escucharla. Se me acercó más y casi al oído me susurró:

    —Tengo un chivatazo para un palo que flipas. Con ese palo la hacemos de una.

    La miré con cara de: cuéntame más, y tras un breve silencio en el que ella aumentaba la tensión, continuó:

    —El Ricardo va a recoger una cantidad importante este martes en la noche, tengo a alguien que me puede avisar justo cuando salga para el piso franco que usará para guardar la mercancía, irá solo en la moto a rebosar, varios quilos de blanca sin cortar.

    Yo también empecé a sonreír, feliz, darle el palo a Ricardo me apetecía más que un dulce a un niño. Ese cabrón no podía caerme peor.

    —Cunde —le dije.

    —Sí. Y lo mejor es que ya tengo comprador, nos pagarán el gramo a cinco mil pesetas esa misma noche, todavía no hay sitio de encuentro para evitar chivatazos, pero yo lo decidiré el mismo día, será donde queramos.

    —Eso está hecho, mi amor. ¡A celebrar!

    Nos dimos a las drogas y el sexo, el hedonismo, vivíamos para el placer. No esnifábamos cocaína, eso es para guiris y yonquis, lo que hacíamos era fumar la mejor marihuana que podías encontrar y beber botellas caras de güisqui, vino o cerveza.

    En el fondo nos cuidábamos, pero nos gustaba el exceso. ¿A quién no?

    Perdíamos la noción del tiempo. Daba igual. Nuestro trabajo, nuestra vida, era así: libre. Quizás hasta libertina en algunos momentos.

    Éramos anarquistas pragmáticos, el tipo de persona que no obedece ni a su propia conciencia. Éramos jóvenes.

    Y llegó el día del golpe.

    El plan era sencillo, íbamos nosotros dos solos en el BMW con la matrícula falsa y lo atropellábamos, le quitábamos la mochila con la farlopa y le dábamos un par de ostias para que tardase en levantarse.

    Al que iba a comprarlo ya le había dicho dónde tenía que estar esperando y en principio pasaríamos por ese sitio en cuanto tuviésemos el material.

    Pero...

    Recibimos el aviso y fuimos al callejón en el que pensábamos tirarlo, pero el muy cabrón nos esquivó, iba con una moto de cross a más velocidad de la que esperábamos, di un giró en U (íbamos a encontrarlo de frente) más ruidoso de lo que me hubiese gustado a

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