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El maestro y la virgen
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El maestro y la virgen
Libro electrónico83 páginas1 hora

El maestro y la virgen

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Un hombre mayor, una estudiante joven, una atracción irresistible.

Mis mejores amigas y yo hicimos un pacto en el último mes de la secundaria:
Ninguna iba a llegar virgen a la universidad.
La única incógnita era,
¿A quién escogeríamos?
Yo sabía perfectamente a quién.
A mi maestro, el señor Parker.

Puede que me haya graduado,
pero sigo siendo su alumna.
El señor Parker ya no me va a enseñar nada del libro de texto aburrido de educación cívica.
Él es mandón.
Él es exigente.
Él es mucho mayor que yo.
Y está abriendo mis ojos,
enseñándome lo placentera que puede ser…
la rendición. 
IdiomaEspañol
EditorialJessa James
Fecha de lanzamiento25 sept 2018
ISBN9788829515875
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    El maestro y la virgen - Jessa James

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    1

    Jane


    ¿Quién?, decía la nota.

    Volteé hacia la derecha y vi los ojos verdes y curiosos de mi amiga Anne. Ella elevó una ceja, en silencio. No podíamos hablar en clase, pero yo supe de inmediato lo que estaba preguntando. No necesitábamos más palabras. No para esto.

    ¿Con quién planeaba perder mi virginidad?.

    Anne, yo y otras ocho chicas de la última clase hicimos un pacto para perder nuestra virginidad antes de que terminara el verano. La graduación sería la semana siguiente, así que teníamos aún un par de meses para hacerlo antes de ir a la universidad. Todas teníamos dieciocho, sentíamos que ya debíamos haberlo hecho, pero era casi imposible encontrar buenos chicos siendo alumnas de una escuela de solo mujeres. Sin embargo, nosotras queríamos ir a la universidad con alguna experiencia.

    Yo no quería ser la última virgen en nuestro grupo, pero no me preocupaba demasiado. No tenía que encontrar a un chico que me gustara. No tenía que pretender estar enamorada o perseguir a un extraño en el centro comercial. Sabía exactamente con quién me quería desnudar. Quería que el señor Parker tomara mi virginidad. Quería que mi maestro me quitara la virginidad.

    El señor Parker era solo unos años mayor que yo y no era flaco y raro como los chicos de mi edad. No, él era todo un hombre.

    Mientras lo veía todos los días para mi clase cívica del gobierno de los Estados Unidos, dudaba que me conociera. Era una más de sus muchas estudiantes. Una joven mujer en un mar interminable de cabellos largos y labios con brillo sabor a cereza. Existía en un océano de caqui y cuadros, a causa de un uniforme demasiado conservador de la escuela. Debajo utilizaba un sujetador de encaje y unas diminutas bragas que combinaban y que usaba los días que tenía clases con el señor Parker.

    Antes de cada clase, iba al baño y me quitaba el sujetador. Amaba cómo el algodón rozaba mis pezones sensibles y esperaba que él notara mis duras puntas que ansiaban su tacto.

    El señor Parker era hermoso y educado, su duro trasero y hombros amplios hacían que mi cuerpo inocente se retorciese. No quería ser inocente, no cuando estaba cerca de él. Quería ser traviesa, pero dudaba que él me notara.

    Sin embargo, yo lo noté a él. Cada centímetro de su cuerpo musculoso.

    Sí, yo me iba a entregar a él. No tenía idea cómo, pero iba a suceder.

    Era atractivo, con un cabello oscuro demasiado largo para las reglas de una escuela privada. Usaba una corbata para complacer al director, pero el nudo siempre estaba suelto, como si no tuviera tiempo para alistarse completamente. Me la pasaba la mayor parte de la clase fantaseando con todas las formas en que podía atarme con esa larga corbata de tela y convertirme en una verdadera mujer.

    —Señoritas, sé que es el último día de clases antes de los exámenes, así que vamos a hacer un repaso de lo que vendrá en el examen final. Las universidades todavía se fijan en las calificaciones. —Su voz grave me hacía temblar y no podía dejar de mirar los músculos en su cuello. Quería saborearlo. Era raro, pero no podía dejar de imaginarme besándolo… por todos lados.

    No me preocupaba por el examen final. Iba a sacar una A en esta clase, porque era la única clase donde siempre prestaba atención. ¿Cómo podría no mirar al señor Parker por una hora entera? Si las otras chicas pensaban que estaba babeando por el maestro, ¿qué importaba? Ellas también babeaban. No podía sacar mis ojos de los músculos flexionados de sus antebrazos cuando él se enroscaba hacia arriba las mangas de su camisa para escribir en el pizarrón. Yo siempre tenía que volver a revisar y leer lo que había escrito. No podía dejar de mirar sus manos tampoco.

    Incluso, hasta Molly parecía hipnotizada cuando él se movía y yo estaba casi segura de que era lesbiana. Él era así de caliente, pero ninguna de las otras chicas lo tendrían. No. Si iba a tener a una de nosotras, si iba a tomar una vagina joven y virgen, entonces iba a ser la mía.

    Me pasé todo el año observando su trasero mientras caminaba dando la clase. Estudié las venas de sus manos mientras escribía en el pizarrón. Estudié su boca y me imaginé cómo se sentirían esos labios con los míos. Cuando sonaba la campana al final de la clase, me iba con mis bragas mojadas y mis pezones duros.

    Su clase era la mejor parte de mi día. Incluso levantaba mi mano para contestar preguntas y me pavoneaba cuando él me sonreía si respondía correctamente. Quería complacerlo, otra cosa que también era rara para mí, pues yo no era de complacer a la gente, pero ¿por el señor Parker? Bueno, no estaba segura hasta donde podría llegar, pero quería descubrirlo.

    Con la nota de Anne en mi mano, lo miré desde mi asiento en la tercera fila. Él intentaba lucir severo, pero, probablemente, estuviera igual de listo que nosotras para acabar el ciclo, por el verano. La escuela era pequeña, una de esas escuelas para padres ricos que querían una educación privilegiada para sus hijas consentidas. Sí, siempre nos molestaban con el estereotipo de que éramos unas chicas mimadas, locas y con problemas. Sin embargo, fue la escuela la que me alejó de chicos de mi edad, que era lo que hubieran querido mis padres, pero el plan falló, pues me

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