El sitio de mi recreo FERNANDO SOTO*
Me llamo Adrián, tengo 14 años y últimamente me masturbo a menudo. Digo masturbar por no herir la sensibilidad de alguien que esté leyendo esto, pero lo que quiero decir es que me hago pajas compulsivamente. Me encierro en los lavabos del instituto y ahí sucede, libero toda la ansiedad y el nerviosismo que tengo en ese momento. La razón se llama Nerea, una compañera un curso por encima del mío. Me vuelve loco. Cuando me encuentro con ella, pierdo el control, me excito y acabo teniendo una erección; vamos, que me empalmo. Imaginaos la situación: no es fácil, una mezcla de sufrimiento y placer. O como lo llama mi tío Iñaki, el fisioterapeuta: “Dolivio”. Mi única salida es huir, descargar de mi cuerpo esta sensación. Es un impulso, algo que me lleva, como cuando una ola te revuelca en la orilla o como cuando no puedes desconectarte del y te dan las tantas de la madrugada. Podría parar, decirle que de mi instituto, donde realmente puedo amarla a mi manera.
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