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Detrás de su sonrisa
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Libro electrónico270 páginas3 horas

Detrás de su sonrisa

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Información de este libro electrónico

¿Qué harías si un ex novio se niega a recibir un “no” como respuesta? Moya cree que Martyn, de forma eventual, comprenderá, pero su intención es otra.

Tres semanas después, Moya decide encontrarse con su hermana mayor, Evie, en un picnic, y se entera de que ha conocido al amor de su vida. El único problema es que este, es Martyn.

Casi al momento, Moya se encuentra en una dura prueba; tiene que lidiar con el adversario que ama los juegos mentales siniestros mientras muestra una sonrisa torcida.

Cuando el tiempo pasa, las batallas mentales contra Martyn llegan a tal punto que se vuelven físicas. Un conflicto del cual una sola persona podrá alejarse… con vida.  

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 mar 2016
ISBN9781507134047
Detrás de su sonrisa

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    Detrás de su sonrisa - Faith Mortimer

    Detrás de su sonrisa

    Por

    Faith Mortimer

    ––––––––

    Un thriller de misterio y suspenso perteneciente a la serie Dark Minds

    De la autora de Best Sellers como

    En la pendiente del demonio

    La villa del asesino

    Y Las semillas del tiempo

    Sobre la autora:

    Faith Mortimer nació en Manchester, Inglaterra y estudió en Singapur, Malaya y  en Hampshire, Inglaterra. Calificada como una enfermera registrada y luego cambió de carrera para supervisar un gran número de compañías relacionadas con los viajes y los deportes.

    Faith está casada y tiene una familia. Una vez que sus hijos llegaron a la universidad decidió unírseles para tomar un grado de ciencias. Obtuvo un grado en Honores de Ciencia en el 2005 y cree que la dedicación y la resistencia para lograrlo, al tener también un trabajo a tiempo completo, le dieron la confianza para terminar de escribir su primera novela.

    Hasta ahora lleva escritas y publicadas catorce novelas y un volumen de historias cortas. Todas se encuentran disponibles como eBooks y en libros de bolsillos en tus favoritas tiendas de libros online.

    Para más información sobre Faith y sus escritos, por favor síguenos en Facebook:

    www.facebook.com/FaithMortimer.Author

    http://twitter.com/FaithMortimer

    Sitio Web: www.faithmortimerauthor.com

    ¡Allí Faith escribe un blog sobre todo tipo de cosas!

    Detrás de su sonrisa

    Por

    Faith Mortimer

    ––––––––

    Copyright © Faith Mortimer 2014

    El derecho que tiene Faith Mortimer para identificarse a sí misma como la autora de este trabajo de ficción ha sido aseverado en concordancia con las secciones 77 y 78 del Acto de patentes, diseños y derechos de copia de 1988.

    Todos los derechos reservados

    Ninguna reproducción, copia o transmisión de esta publicación puede hacerse sin antes tener  los permisos pertinentes.

    Este es un trabajo de ficción. Todos los nombres, personajes, lugares e incidentes provienen de la imaginación del escritor.

    Cualquier parecido a alguna persona real, viva o muerta, es meramente coincidencia.

    ISBN-13: 978-1503296992

    ISBN-10: 1503296997

    ––––––––

    Agradecimientos

    Muchas gracias a mi editora, Catherine, y a mi esposo Chris por aquella ayuda y paciencia invaluable.

    Detrás de su sonrisa

    Faith Mortimer

    Capítulo I

    Sabía que era algo tonto, pero la necesidad crecía mientras cruzaba la calle y avanzaba media milla de pavimento hasta el parque y mi pista de carrera. Los bloques del suelo estaban equitativamente separados y, por ensayo y error, me di cuenta que era posible completar la distancia total sin pisar ninguna de las líneas. Si la gente hubiera notado lo que pasaba por mi mente en aquel momento, hubieran sacudido su cabeza mientras pensaban que padecía TOC. Pero habrían estado completamente equivocados. Sí, era una persona muy quisquillosa al momento de ordenar y perfeccionar las cosas, pero eso solo era una forma de entretenimiento, un recuerdo de mi niñez cuando mis hermanas y yo plagábamos al vecindario con nuestros, muchas veces, alborotados y, a veces, irritantes juegos.

    Terminé de trabajar temprano aquella tarde y, como una pequeña entusiasmada por un viaje a algún lugar emocionante, me fui directo a casa, lancé la ropa del trabajo al cesto de la ropa sucia y me puse todo lo necesario para salir a correr. Tenía una media maratón el próximo mes y, semana a semana, había estado mejorando mi tiempo para alcanzar mi meta. Hasta ahora, había sido parte de varias corridas nacionales y otras maratones alrededor del país, y  cada vez lo hacía mejor. Mi mejor tiempo estaba bajo una hora y media, pero sabía que podría llegar a lograrlo en menos de ochenta minutos.

    Casi siempre corro en pasto cuando tengo que entrenar porque sé que correr tanto sobre concreto y asfalto podría llevarme a una fractura expuesta y, en mi profesión, habría sido muy tonta en dejar que eso sucediera. Un poco misterioso, la verdad: ahí estaba, una terapista holística de cuerpos y experta en masajes, que adoraba correr a pesar de saber los efectos a largo plazo que eso conllevaba.

    Pero como dije, correr era algo que tenía que hacer, no sufría de TOC, es más esa descripción calzaba mucho mejor para otra persona. Quizá era tiempo de que se marchara, la vida era muy corta para gastarla en participaciones ordinarias.

    Corrí y corrí, aceleré, reduje velocidad, hice un sprint y me fui trotando a casa, toda sudorosa pero sintiéndome bien y muy eufórica. Mi cuerpo estaba lleno de endorfinas ¿Quién necesita bebidas o drogas para sentirse tan positivo y energizado?

    Luego de un prolongado encanto de nubes oscuras y llovizna, aquella tarde había sido hermosa. Un viento otoñal se escabullía entre los árboles, y hacía que soltaran hojas de cobre y oro. Mi semana había estado muy ocupada, mi libreta completamente llena, y los pensamientos de pasar una tarde sola, con un baño suntuoso, una copa o dos de Chablis y una cena en bata mientras veía una película parecían ser el cielo.

    Cuando llegue a la puerta de mi departamento en la planta baja, eché una ojeada rápida. No parecía haber nadie oculto en el vecindario así que hurgué dentro de la alacena y saqué mis llaves que estaban debajo de una piedra. Una vez dentro me quité las zapatillas, cerré la puerta y caminé a pies pelados todo el camino hasta la cocina. Me corría un riachuelo de sudor entre los pechos y moría por un vaso de agua, y hubiera seguido derecho hasta la sala de estar si no hubiera sido por una débil risita que fue captada por mis oídos. Me quedé parada frente a la puerta cerrada. ¿Había escuchado algo o acaso fue mi imaginación?

    De inmediato pensé que eran ladrones así que busque algo duro y pesado para poder defenderme. Pensé que el horrible jarrón de flores secas que me había regalado la tía Edith serviría. Con el corazón latiéndome muy fuerte abrí la puerta unos centímetros, y allí estaba. En persona, con la cabeza gacha, completamente absorto en mi laptop. Noté que tenía un vaso de mi Chablis a mano, cerca del mouse. ¡Maldita sea!

    Martyn debió haber sentido mi presencia pues echó un vistazo y comenzó a bajar la pantalla. 

    -Moya.- Se paró con un movimiento fluido. – Hola, cariño, has llegado temprano.- Se acercó a mi antes de darme tiempo para responder, puso sus manos en mis hombros y me besó en los labios.

    Se hizo hacia atrás para observar mi cara.

    -Mmmm, salado. Muy sensual, me gusta. ¿Te apetece un vaso de vino? Creo que he empezado sin ti... bueno probablemente necesitemos otra botella para abrir luego.

    Lo miré. Martyn era innegablemente bello: alto, delgado, y el oscuro cabello le caía de forma muy seductora frente a los ojos. Junto con sus prominentes pómulos, podría haber pasado desapercibido como italiano o alguna otra etnia latina.  Pero a penas lo conocía. Tampoco le había dejado cuidando mi departamento. ¿Qué le importaba a la hora que llegue a casa? Esperen... ¿Cómo había entrado él a mi casa?

    -¿Qué haces aquí?- Hice que sacara las manos de mis hombros y di un paso atrás.

    Me dirigió una sonrisa perezosa.

    -Quise llegar temprano y sorprenderte. Entré porque sé dónde dejas tus llaves. Deberías tener más cuidado, ya sabes... las dejas donde cualquiera puede encontrarlas. Da gracias a dios que soy yo el que entró.

    Mi mirada se alejó de la suya y pude ver que no había tenido tiempo para apagar mi laptop, aún seguía encendida. Fui hacia ella y, antes de preguntar, ya sabía lo que había estado leyendo, y sentí que la sangre me hervía. Estaba en la mitad de la escritura de una novela, pero no de cualquier tipo: estaba levemente basada en mi vida y la de mis tres hermanas. Había comenzado como un ejercicio catártico pero luego se fue haciendo más y más grande el regocijo de escribir y, aunque no se lo había contado a nadie, esperaba poder publicarla algún día.

    -¡Eso es privado! – Dije mientras me giraba para confrontarlo.- Has estado leyendo algo confidencial ¿Cómo te atreves?

    Tuvo el coraje para encogerse de hombros y sonreír.

    -No sé, simplemente quería buscar algo en la web, pero dejaste el archivo abierto y no pude resistirme.- Lo miré con rabia y él levanto las manos.- Ok, ok, comprendo. Lo siento, no debería haberlo hecho. Pero solo fui yo, no deberíamos tener secretos entre nosotros. Leer eso fue... interesante. Es sobre ti ¿Verdad? ¿O me equivoco?- Llevó una de sus manos hacia mi mejilla y pasó uno de sus dedos por mi labio bajo.

    -No debiste haber tocado mi laptop.- Me alejé de él y bajé la pantalla.

    -Pero cariño, quiero saber todo sobre ti, y esto ha saciado mi apetito. Nunca me había dado cuenta de...- Vio la rabia en mis ojos y volvió a sonreír.- Prometo no volver a hacerlo, al menos sin preguntar antes, ¿bueno?-

    No podía mirarlo. Mis pensamientos estaban todos grabados en esa laptop, mis pensamientos más íntimos. Me retorcí en mi interior. Habían quedado algunas cosas sin decir, pero si quería seguir adelante con mi novela, debía omitir algunas otras para que nadie saliera herido.

    -De todas formas está bastante buena, deberías intentar escribir una novela. Siempre he querido escribir algo, estoy seguro que tengo un libro en mi interior.

    Me alejé del escritorio y lo miré apenas escuchando lo que decía. Su voz era irritante, como un mosquito persistentemente molestando en la oscuridad. Luego me di cuenta de eso, luego de haber salido con él durante semanas. Todo tomó forma en mi mente. Nadie tenía el derecho de invadir mi espacio, traspasar mi propiedad ni leer mis cosas y ser agravante. Además era bastante aburrido, no sé cómo no había pensado en eso.

    -Lo lamento, Martyn, pero quiero que te vayas.

    -Pero cariño, recién llegué. Creí que disfrutaríamos una buena tarde juntos. Mira, si es por lo de tu laptop, de verdad lo siento. ¿Qué más puedo decir o hacer?

    -No, no es solo eso.- Me detuve y solté un suspiro.- No creo que funcione lo... nuestro.

    Esperaba que mi mirada no pareciera dudosa cuando lo miré detenidamente, y por un segundo su expresión engatusadora no cambió. Entonces él levantó su mano para apoyarla en mi hombro y yo me alejé de su lado.

    -Moya...- Dijo en tono mimado.

    -Martyn, no creo que debamos seguir.

    -Eso no es lo que realmente quieres.

    -Es lo que quiero.- Dije mientras asentía.

    -Moya, estas cansada. Mira, acabas de terminar una rutina de corridas. Te dije el otro día que estabas sobrepasándote, y con el trabajo también. ¿Qué importa cuánto tiempo te tome correr una tonta media maratón?

    -Me importa a mí. No quiero hablar sobre esto otra vez ni tampoco llegar a una discusión. Y no bromeo, por favor vete antes de que alguno de los dos lo lamente.

    -Moya...- Su voz cambio a un tono casi encantador. – Si fueras mayor diría que te está tocando la menopausia. No, eso es demasiado desagradable. Se honesta, solo estás cansada y enojada. Entre nosotros hay algo bueno, sería de locos tirarlo a la basura. Hemos sido felices juntos...-

    Me le quedé mirándolo y me di cuenta que tenía la boca abierta en una mueca de sorpresa. La cerré de inmediato.

    -¿Qué?

    -Piensa en esos fantásticos días... y noches que hemos tenido.

    -Dos semanas, dos y media, como mucho, y sólo hemos dormido juntos un par de veces.

    -¿A quién le importan los números? Cada vez la pasábamos mejor.

    No pude creer lo que oía. De pronto me sentí cansada y desanimada sobre la ridícula conversación. Martyn parecía estar viviendo un sueño, toda la relación que llevábamos la había sacado de las proporciones reales. Era algo  casual, nos conocimos a través de un contacto de trabajo y él termino invitándome a salir. No me importó mucho, era alguien con quien había salido un par de veces y, de pronto, luego de beber mucho terminamos durmiendo juntos. Pensar sobre eso no me hacía sentir muy bien.

    -De todas formas,-  continuó – quería saber si te interesaba un fin de semana fuera de la ciudad. Unos amigos tienen una casa en Conrwall y tiene piezas de más. Podemos confirmar esta noche antes de que alguien nos quite el lugar.

    Parpadeé y sacudí la cabeza. Realmente estaba intentándolo.

    -Acabo de decir que no quiero verte más, así que difícilmente querría pasar un fin de semana fuera contigo.

    -No creo que sea eso lo que de verdad pienses. Un fin de semana fuera nos dará más tiempo para pasar juntos.

    Reí.

    -¡No! Dije que no, y estoy perfectamente lucida. Gracias.

    Martyn se pasó la lengua por el labio de arriba mientras procesaba mis palabras y su voz sonó tensa cuando respondió.

    -No le veo la gracia...-

    Dejé de reír y me quedé  silencio. Su cara parecía haberse recogido, y sus labios formaban una mueca. Se me pararon los pelos de la nuca, esta vez era yo quien debía disculparme.

    -Lo siento, no me reía de ti.

    -Espero que no. A todo esto, ¿sabía tu familia que te acostabas con el esposo de Evie? ¿Tu cuñado?

    -¿Qué acabas de decir?- Las palabras apenas salieron de mi garganta.

    -Lo que escuchaste. Oh, no lo dices de forma explícita en la novela, pero cualquier idiota puede notarlo.

    La sangre me corría helada por las venas.

    -No dormía con...- Me detuve cuando noté que no tenía que seguir discutiendo con aquel imbécil.

    -Vete, solo vete.

    -No es lo que quieres, Moya.

    -Es lo que quiero, ahora sal de aquí.

    Se acercó a mí, tenía los ojos oscuros y pude sentir su aliento cruzando mi cara.

    -Tú eres la que pierde, cariño.

    Después de que se fuera puse el cerrojo a la puerta, lancé la copa de vino vacía a la basura y me serví un vaso lleno. Mil emociones corrían a través de mi cuerpo, sentía que temblaba y quería vomitar.

    Que tipo más extraño. Hice una estimación rápida: habíamos pasado casi tres semanas juntos, sin contar las veces que lo vi por un tratamiento a su hombro malo. Era muy poco tiempo como para pensar que era una relación. Tuvimos sexo dos veces. Me estremecí. La primera vez había bebido mucho y la segunda... bueno, no puedo decir mucho de esa vez excepto que no fue muy sorprendente.

    Conocí a Martyn la primera vez cuando fui a bucear con un grupo de gente con la que había obtenido mi certificado de la Asociación Profesional de Instructores de buceo. Me fijé en él cuando nos estábamos cambiando y le pregunté a Patrick, uno de los miembros del grupo, acaso lo conocía. Aparentemente Martyn había entrenado con otro grupo antes que nosotros y había ido para refrescar la memoria, así que se nos había unido. Hablamos en la comida y cuando preguntó que hacía por la vida, Patrick lo puso completamente al día. Lo recuerdo diciendo que Martyn y yo seguíamos casi la misma línea de trabajo, yo ayudaba a curar heridas usando una técnica holística que incluía masajes, y él era un enfermero calificado. Casi parecido, supuse, los dos ayudábamos a que la gente se mejorara.

    Unos días después recibí una llamada telefónica, era Martyn y me explico lo mucho que le dolía su hombro luego de un día de buceo. Creía que era por haber levantado los tanques de oxígeno hasta la camioneta del club.

    Yo era muy cuidadosa al momento de elegir a mis clientes, generalmente, y la mayoría de las veces, ellos llegaban por referencias de sus amigos. Y, como Martyn conocía a Patrick, creí que tratarlo estaría bien. Su hombro se curó luego de cuatro consultas, y como agradecimiento, Martyn me llevó a cenar. Luego de eso, nos vimos otras veces, pero no era el tipo de relación que él creía.

    Luego del vino, me tomé un largo y calmado baño, agradeciéndole a las estrellas que me había librado de aquel tipo.

    Capitulo II

    Tres semanas después casi había olvidado a Martyn. Digo casi, porque lo había hecho hasta que recibí un mensaje suyo. Al menos asumí que era él, porque no reconocí el número, y estaba cansada y a punto de dormirme cuando lo leí. El mensaje llego muy tarde, una noche, y lo leí luego de pensarlo dos veces. Era un mensaje corto: Adoraba hacerte reír. Sólo eso, nada más. Ninguna disculpa o petición para volver a verme. Moví la cabeza con desconfianza. Realmente sabía cómo hacer una tormenta en un vaso de agua, era un estúpido. Lo ignoré.

    Mis citas diarias estaban casi llenas; mi nombre realmente estaba haciendo ruido entre mis clientes, y el tiempo libre que tenía lo gastaba en el gimnasio o cortando el césped en nuestro parque local. La maratón era el domingo siguiente y me sentía con confianza porque había entrenado lo suficiente como para dar lo mejor de mí.

    Mi amiga Faye estaba a punto de volver de Bruselas y esperaba que pudiéramos retomar nuestra amistad. Habíamos crecido juntas. Fuimos a las mismas escuelas, tuvimos citas compartidas y prácticamente vivimos como hermanas hasta que se fue a estudiar a la universidad para calificarse como traductora. Ahora tenía un trabajo de planta en Bruselas, trabajaba para Comisión Europea, y por eso nuestro tiempo juntas se había disminuido. No solo trabajaba fuera del país, también tenía un novio a tiempo completo que quería casarse con ella la próxima primavera. Obviamente no me molestaba que Simón nos quitara el tiempo que teníamos para pasar juntas, pero Faye insistía en que al menos debíamos tener una noche de chicas una vez a la semana cuando estuviera en casa.

    Tenía una hermana pequeña, Kate, pero tenía un trabajo de gran altura en Nueva York y no teníamos idea de cuando volvería. Faye creía que la navidad la había persuadido con las brillantes luces y los caros puntos candentes de manhattan. Esperaba que tuviera razón, aunque pasábamos la mayor parte del tiempo juntas, sabía que Faye la extrañaba.

    Sabía que se pondría en contacto conmigo apenas volviera a Inglaterra, y aquella tarde, cuando el teléfono sonó, asumí que era ella.

    Miré a mi teléfono y vi que era mi hermana mayor, Evie. Casi aprecié no haberla visto ni hablado con ella durante algunas semanas por haber estado tan ocupada. Aunque su llamada no sería para darme una reprimenda por haberla olvidado a ella ni al resto de mi familia. No era que pudiera decirme mucho, pues ella era una cabeza de chorlito la mayor parte del tiempo. Siempre me he preguntado cómo fue que haya conseguido un trabajo como enfermera.

    -Hola, Evie. ¿Cómo estás?

    -Bien, Gracias. ¿Tú?

    -Sí, bien. Creí que eras Faye, la verdad, ya que puede volver en cualquier momento. ¿Has visto a Mamá?

    -Ayer, y antes de que preguntes, está bien. Igual de despistada que siempre y pasa demasiado tiempo leyendo The Daily Mail, pero supongo que no le hará daño si no comienza a creer toda la mierda que publican.

    Las dos nos reímos. Mamá sí que era despistada, famosa por devorarse los periódicos todos los días y a veces nos contaba algunas de las historias tontas que encontraba.

    Parecía que Evie estaba de buenas ese día. Las dos nos llevábamos bien, incluso aunque teníamos una gran diferencia de edad. Rara vez nos veíamos la cara además de cuando íbamos a casa de nuestra madre o en alguna ocasión en casa de Ángela, nuestra hermana menor. Evie era una enfermera a medio tiempo en el hospital local y siempre la consideré como una mandona. No podía ser fácil ser la mayor de cuatro hermanas y una enfermera. La llamada de Evie me recordó lo que Martyn me había dicho antes de largarse y sentí que se

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