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El Tigre Y El Pájaro Azul
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El Tigre Y El Pájaro Azul
Libro electrónico78 páginas1 hora

El Tigre Y El Pájaro Azul

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EL TIGRE Y EL PÁJARO AZUL (en español).
Una novela para jóvenes y niños, que se desarrolla en un ambiente primitivo, en una aldea de un lejano país, a la cual un terrible tigre azota, destruyendo y matando a su paso a cuanto ser vivo se encuentra. Intervienen Dioses, surgidos desde las entrañas mismas de la tierra, envían uno con forma de Pájaro Azul, para que ayude a resolver los problemas de los moradores, entonces…
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento22 feb 2022
ISBN9781506540146
El Tigre Y El Pájaro Azul
Autor

Lazaro O. Garrido

Ciudadano Norteamericano nacido en Cuba, reside en Miami y es Licenciado en Ciencias Sociales. Tiene publicados y a la venta en Amazon los libros: El Apátrida, Contando te Cuento, La Invasión de los Verdes, Aventura en Tasquen, Chapulín ( el pequeño navegante), Deportado, Isabel, Misterios del Calendario, Remembranza, M’Bindas el africano, El Tigre y el Pájaro Azul (en inglés y en español), Cuentos Callejeros, Pesadilla, Crimen en el High School, Tres en un Zapato, Y ahora ponemos a su disposición:

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    El Tigre Y El Pájaro Azul - Lazaro O. Garrido

    Copyright © 2022 por Lázaro O. Garrido.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 16/02/2022

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    840345

    A

    DANIEL, IMMANUEL GABRIEL

    GARRIDO HERNANDEZ

    Sobre la

    aldea de los Sula reinaba el más profundo silencio; el Dios Sol aún no dejaba ver sus primeros rayos, por lo que todos descansaban; recuperándose, luego de un día de duro bregar.

    Fue entonces cuando se produjo aquel ataque frenético, violento, y agresivo del tigre; que aprovechando la quietud de la madrugada irrumpió de forma agresiva en la aldea, matando a diestra y siniestra a los moradores de las primeras chozas donde entró; los que produjeron una algarabía de gritos y lamentaciones, que pronto despertó a todos los nativos.

    El primero en salir a la explanada donde el felino comía de los despojos humanos acabados de cazar; fue Janko Sula, el hijo del cacique, quien con valentía se enfrentó al animal lanza en mano, pero el poderoso tigre, de tres metros de largo y más de 250 kilogramos de peso, se abalanzó sobre él y de un primer zarpazo hizo volar de las manos del joven su arma, para después arremeter contra él y matarle; ante el terrible espectáculo un grupo de cazadores de la aldea salieron a enfrentarse al animal, que por instinto se retiró del lugar, dejando tras de sí muerte; pánico y desolación.

    El primero en acercarse al cuerpo sin vida del hijo del cacique fue Blune Sula, el más viejo de la aldea, el que conversaba con los espíritus; quien pronto tuvo a su lado a Mabulu Sula, gran jefe de la tribu y unos minutos más tarde todos los vecinos en forma de semicírculo detrás de su jefe.

    Blune Sula, con expresión de inmensa tristeza en el rostro, se puso de rodillas, inclinó su frente hasta hacerla tocar el suelo, con los brazos extendidos, y dijo:

    — ¡Que la piedad de los dioses se vierta sobre nosotros; él hijo del cacique ha muerto!

    Mientras, Mabulo Sula, el gran cacique, se dirigía al mismo centro de la multitud y con voz grave, decía:

    —Tigre asesino, no sólo mató a Janko Sula, también destino de aldea.

    Mis fuerzas comienzan abandonar el cuerpo, un día no lejano cruzaré las tierras desconocidas, del más allá del agua y la tierra; ahora no hay quién sustituya a Gran Jefe, por morir mi primer y único hijo varón.

    Espero que los dioses nos den sabiduría para encontrar el camino a la verdad.

    Una cosa haremos, en adelante, cuatro guerreros velarán por nuestro sueño; para que nunca más, por el tiempo de los tiempos, se repita un acto tan terrible como éste.

    —Que así sea— dijo Blune Sula, el que habla con los espíritus, quién se puso de rodillas y se inclinó hasta tocar con la frente el suelo, extendió los brazos y comenzó a rezar.

    Todos los vecinos de la aldea asumieron la misma posición; y pronto un ligero murmullo de voces retumbó en el silencio de la mañana, elevándose hasta las alturas.

    Pasaron los meses, el tigre continuaba al asecho, en cada ocasión que algún morador de la aldea se alejaba de sus contornos se ponía en peligro de muerte y muchos fueron los que pagaron con sus vidas, simplemente por dar un pequeño paseo por los bosques cercanos.

    En cada oportunidad que salió una partida de cazadores, no logró su objetivo y muchas veces el tigre asesino, como comenzó a llamársele, los agredió y cobró con sus vidas la osadía.

    Una mañana al momento de aparecer sobre las montañas cercanas la imagen del sol, anunciando un nuevo día; se movió la tierra estremeciendo por un momento las chozas de adobe y paja de manera tan violenta, que rápidamente todos se despertaron.

    El primero en salir y colocarse en el mismo centro de la explanada de la aldea fue Blune Sula; el más viejo de todos, el que conversaba con los espíritus, quien pronto tuvo a su lado a Mabulo Sula, gran jefe de la tribu y unos segundos más tarde, todos los vecinos se congregaban en forma de semicírculo detrás de su jefe; observando en silencio y detenidamente hacía las montañas cercanas.

    Otro breve temblor sacudió suavemente los contornos, seguido de una estruendosa explosión, que hizo brotar desde lo alto de la montaña volcánica una gran nube de humo y ceniza; que de inmediato hizo a todos arrodillarse y comenzar aquella oración, que corrió entre la multitud para sonar como un murmullo de agua que corre loma abajo; mientras Mabulo Sula se dirigía al mismo centro de los congregados y con los brazos extendidos al cielo, dejaba escuchar su voz de trueno para decir:

    —Cuando montaña fuma al amanecer, los dioses se congregan para hacer designios, valorar acontecimientos, tomar grandes e importantes decisiones; o expresar su indignación por faltas cometidas por los moradores de estas tierras.

    Oremos para que no se trate de esto último, y que la paz y la prosperidad caminen por nuestro suelo, haciendo que tengamos buenas cosechas; mucha lluvia, buena caza y la desaparición del monstruoso tigre que nos mata y nos acecha.

    —Así sea — dijo con voz de trueno Blune Sula desde su posición arrodillada, inclinando su cabeza hasta hacerla chocar con el suelo con los brazos extendidos, actitud que fue seguida de inmediato por todos; con la excepción

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