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Tres En Un Zapato
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Libro electrónico280 páginas4 horas

Tres En Un Zapato

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TRES EN UN ZAPATO
Una historia de ficción que cuenta las peripecias de tres cubanos, que salen huyendo de Cuba en un barco ruso, disfrazados de mono y gorilas, llegan a Argelia, por causas ajenas a su voluntad, en Melilla bailan de forma exótica en un club, por casualidad llegan a Colombia, donde cambian el rumbo de sus vidas, allí forman parte de los Servicios de Inteligencia y entonces…
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento12 nov 2021
ISBN9781506539164
Tres En Un Zapato
Autor

Lazaro O. Garrido

Ciudadano Norteamericano nacido en Cuba, reside en Miami y es Licenciado en Ciencias Sociales. Tiene publicados y a la venta en Amazon los libros: El Apátrida, Contando te Cuento, La Invasión de los Verdes, Aventura en Tasquen, Chapulín ( el pequeño navegante), Deportado, Isabel, Misterios del Calendario, Remembranza, M’Bindas el africano, El Tigre y el Pájaro Azul (en inglés y en español), Cuentos Callejeros, Pesadilla, Crimen en el High School, Tres en un Zapato, Y ahora ponemos a su disposición:

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    Tres En Un Zapato - Lazaro O. Garrido

    Copyright © 2021 por Lázaro O. Garrido.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 12/11/2021

    Palibrio

    1663 Liberty Drive, Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    837443

    A

    KAIDAN A. HARNANDEZ GARRIDO

    Y

    ALEJANDRO COTO GARRIDO

    ÍNDICE

    ACLARACION NECESARIA

    TRES EN UN ZAPATO

    ACLARACION NECESARIA

    Los nombres, los personajes, las historias que se cuentan, así como toda la trama de la novela son puramente ficticias, por lo que cualquier similitud con la realidad será coincidencia.

    TRES EN UN ZAPATO

    Un cubano que no sabía que inventar para escapar del comunismo en Cuba, conoció, a través de un amigo, a otro, que era empleado en labores de cuidados de los animales por el circo de Moscú, que estaba haciendo presentaciones en la isla, y lo fue a visitar para ver si se podía escapar, cuando el circo concluyera sus presentaciones en la Habana, y regresara a Rusia, habló con el hombre, que le dijo:

    —Te puedo ayudar, pero te costará mil dólares, que debes entregarme el día en que te introduzca en el circo y debes conseguirte un disfraz de mono y traerlo ese día, para que te lo pongas al momento de entrarte, esto que te digo es imprescindible, porque de otra forma no me será posible ayudarte.

    Te aclaro, que si te sorprenden una vez que te encuentre dentro de la instalación del circo, será responsabilidad totalmente tuya.

    —Yo estoy de acuerdo —respondió el futuro fugado— ¿Cuándo es que puedo venir para meterme en el circo?

    —Bueno… le respondió el empleado del circo— el circo parte para Moscú el próximo lunes, así que el domingo, después de la función que termina a las 12 de la noche, me ves en la parte trasera del circo, con tus mil dólares y con tu disfraz de mono y después solamente tienes que esperar dentro de la jaula donde te meteré, y donde permanecerás hasta que se desmonte todo el andamiaje, trasladen la mudada al barco que lo transportará y parta el circo, rumbo a algún puerto de Rusia.

    Ese domingo a la hora fijada se presentó el hombre ante el empleado del circo, le entregó los mil dólares, quién con su disfraz de mono lo metió en una jaula, de las que se encontraban listas para llevar al barco que zarparía a la mañana siguiente.

    A las dos de la madrugada de ese mismo día, el disfrazado de mono sintió un ruido en la puerta de entrada de la jaula y con horror pudo ver como otro empleado metía en la jaula un par de gorilas, entonces comenzó a gritar:

    — ¡Auxilio, auxilio, sáquenme de aquí!

    Entonces uno de los gorilas se le acercó y en voz baja, le dijo:

    —Oye, comemierda, cállate que nos vas a joder la existencia y sobre todo la posibilidad de salir de este infierno que tenemos por país, y te advierto que los únicos perjudicados no seremos nosotros, tú también te verás en serios problemas.

    El hombre, que se encontraba disfrazado de mono, mucho más calmado, y en voz baja, dijo:

    —Ah, coño, que susto me han hecho pasar— yo me llamo Roberto y como ustedes estoy aquí para ver si logro, aunque sea como un cabrón mono, salir de Cuba, para comenzar una nueva vida en otro país.

    —Yo me llamo Alejandro, pero me dicen Dro y el otro gorila se llama Daniel y le dicen Dany.

    Dany, le tendió su pata de gorila, y le dijo:

    —Mucho gusto, espero que todo salga bien y podamos embarcarnos en el buque del circo, que según nos dijeron zarpará mañana mismo para Rusia y los tres se acostaron a dormir en el piso de la jaula.

    A las seis de la mañana, sintieron como los transportaban en la cama de un camión hasta llegar al puerto, donde con una grúa los montaron en el barco de bandera rusa y dos horas más tarde sintieron como la embarcación comenzaba a moverse y escuchaban el sonido del silbato de la embarcación anunciando que salía del puerto.

    En ese momento se percataron que se encontraban en una de las bodegas del barco, donde se encontraban la mayoría de los animales, Dro, mirando a sus compañeros polizones, dijo:

    —Creo que debemos esperar hasta que sea de noche, para salir de ésta bodega donde estamos, porque aquí nos vamos a morir de calor, hambre y de sed y buscar un mejor lugar donde meternos y botar los disfraces que están del carajo.

    Así lo hicieron y aproximadamente a las dos de la madrugada salieron a la cubierta del barco, que se encontraba totalmente desierta, dieron un recorrido y llegaron a la conclusión de que el mejor lugar para esconderse por el día, era uno de los botes de salvamento que se encontraba junto a otros suspendidos en el aire.

    —Tengo tremenda hambre y mucha sed—dijo Dany, un joven de unos 23 años, alto, fornido y de pelo crespo rubio.

    —Yo también estoy partido del hambre y ya no soporto la sed—dijo Dro, un joven de 22 años, muy parecido a su primo Dany, pero trigueño de pelo.

    —Ya somos tres —dijo Roberto, un negro alto y de buen aspecto—pero no se preocupen, que yo, que estoy disfrazado de mono, me voy a meter en la cocina, donde no debe haber nadie a esta hora, para ver qué puedo rapiñar para comer y traer agua suficiente para todo el día de mañana.

    Roberto salió caminando pegado a las paredes internas de la embarcación, hasta que descubrió la cocina, que se encontraba en el centro de la nave, un piso por debajo de la cubierta, entró y registró las cazuelas y encontró suficiente comida y agua, para comer y llevarse para tener que comer durante el siguiente día.

    Al segundo día Roberto repitió la operación de introducirse en la cocina vestido de mono, pero fue detectado por un oficial de la embarcación, que de inmediato informó al capitán, quién le dijo:

    —Vamos a dispararle con un fusil una inyección anestésica para capturarlo y llevarlo para su jaula, el oficial buscó el fusil y esperó a que el mono saliera de la cocina y le disparó, cayendo al instante Roberto al suelo inconsciente.

    Cuando el oficial ruso se acercó para recoger al supuesto mono se encontró con que se trataba de un hombre disfrazado.

    —Hay que llevarlo para la enfermería —dijo el capitán, cuando le informaron de lo sucedido— es muy posible que un ser humano no resista una inyección que es para animales, puede perfectamente producirle un paro cardiaco, lo que le costaría la vida.

    Entre tres marinos llevaron cargado a Roberto, ahora despojado de su disfraz, para la enfermería, donde fue atendido por el médico de la tripulación, que le inyectó un antídoto y posteriormente le administró de inmediato un suero.

    Dany y Dro desde su escondite sintieron la algarabía y el movimiento de personas por la cubierta del barco, y Dro dijo:

    —Algo está pasando allá afuera, no sé porque, pero creo que sorprendieron al negro, así que vamos a tener que aguantar como unos caballos el hambre y la sed, porque si salimos ahora, estaremos perdidos.

    Dos horas después Roberto recuperó el conocimiento y se vio rodeado de un grupo de oficiales rusos, que le hablaban en su idioma que él no entendía y así se los hizo saber utilizando la mímica.

    Entonces uno de los oficiales le hizo una seña con la mano, como queriéndole decir que se esperara y al rato le trajeron a un hombre vestido de cocinero, que en perfecto español, le dijo:

    —Soy español y el cocinero del barco, el capitán quiere saber qué haces tú en este barco, disfrazado de mono.

    Roberto muy asustado le respondió:

    —Estoy de polizón, me disfrace para poder entrar al barco, estoy huyendo de mi país, para buscar en otro una forma mejor de vivir.

    El capitán a través del cocinero, le dijo:

    —Bien, te mantendrás trabajando en la cocina hasta que lleguemos a Rusia, y allá las autoridades competentes decidirán que harán contigo definitivamente, te pondremos una cama en la cocina, de donde no podrás salir hasta que lleguemos a nuestro país—y se retiró.

    Roberto fue llevado a la cocina por el cocinero y lo primero que hizo fue comer y tomar agua.

    El cocinero mirándolo risueño, le dijo:

    —Tremenda hambre que tenías, ahora duerme que mañana comienzas a trabajar de ayudante conmigo.

    Al momento entraron dos marinos que colocaron la cama en una esquina de la cocina y Roberto se acostó a dormir.

    A partir de ese día Roberto, por la madrugada le llevaba comida y agua a Dany y Dro y muchas veces se pasaba un rato conversando con ellos en voz baja, escondido en el bote con ellos.

    Después de dos semanas de viaje, durante los cuales se mantuvieron con la misma rutina y todo iba bien, hasta que una madrugada, en el momento en que Roberto se encontraba en el bote, sintieron un estruendo:

    Dro que había escuchado el ruido, en voz muy baja, dijo:

    —Qué carajo fue eso.

    Roberto lo miró en medio de la oscuridad, y le respondió:

    —No debemos movernos de nuestro escondite, porque algo ha pasado seguramente y lo más lógico es que toda la tripulación se encuentre en cubierta.

    —Sí—, ratificó Dro—creo que no debemos ni hablar—por lo que permanecieron callados; mientras escuchaban un ir y venir de personas por la cubierta, hasta que sintieron que abrían la cubierta del bote donde se encontraban y un marino que los vio, en ruso les dijo:

    —пожалуйста, кто ты (¿por favor, quienes son ustedes?)

    Dro, que no entendió lo que le había dicho el ruso, mientras se tocaba el pecho con su índice, le respondió;

    —Yo no soy pachalusta, me llamo Dro.

    El ruso también tocándose el pecho con su índice le respondió

    —меня зовут игорь (yo me llamo Igor)

    Dany, tocando al ruso por el pecho le dijo:

    —Tú Igor, yo Dany.

    Entonces llegaron otros rusos y sin pronunciar palabras se montaron en el bote y lo dejaron caer al agua y una vez allí arrancaron el motor fuera de borda y salieron a toda velocidad, sin prestar atención a los cubanos.

    —¿Qué carajo está pasando? —dijo Roberto.

    —No tengo la menor idea —respondió Dro— parece que el barco continúa su viaje y que estos cuatro rusos, como nosotros, se están fugando y lo están logrando, no puedo pensar en que se trate de otra cosa, porque distingo al barco que navega sin problemas.

    Dany, con expresión alarmada en el rostro, dijo:

    —Y… nosotros no sabemos qué sucederá a partir de ahora y sin poder entendernos con ellos para preguntarles, ahora sí que estamos bien jodidos.

    Los rusos sacaron un par de botellas de vodka y comenzaron a beber y a brindar y les pasaron una botella a los cubanos, que se dieron un trago cada uno, y entonces Roberto mirando indistintamente a sus amigos, dijo:

    —No cabe duda alguna, estos cabrones, como nosotros se están fugando y todo parece indicar que en el barco ni se han enterado, o algo pasó que nunca sabremos, porque el estruendo que sentimos pudo ser cualquier cosa, una bomba, una rotura, cualquiera sabe qué carajo fue, pero ahora no sabemos para dónde vamos.

    —Es posible que hasta nos beneficiemos—, dijo Dany— porque en Rusia cualquiera sabe lo que hubiera sucedido, lo más probable es que nos hubieran devuelto a Cuba, les recomiendo que no beban demasiado, porque sería el colmo que perdiéramos el control, en una situación como en la que nos encontramos.

    Los rusos sacaron comida y les bridaron, era un pan con algo dentro que los cubanos no conocían, pero que les supo a gloria cuando lo probaron.

    Tras ocho horas de navegación comenzaron a ver tierra a la distancia y uno de los rusos señalando, dijo:

    —Gibraltar, señaló para un lado y dijo: Hispania y luego señaló para el otro y dijo: Marroko.

    —Parece—, dijo Roberto, con rostro alegre— por lo que he entendido, nos ha dicho que estamos llegando al Estrecho de Gibraltar y nos está señalando que de un lado está España y del otro Marruecos.

    Sí es así, estamos hechos, porque España sería una gran cosa para nosotros, solamente de saber que se habla nuestro idioma, ya es suficiente para sentirse alegre.

    Pronto sabrían que no era así, porque los rusos entraron por el estrecho de Gibraltar y se dirigieron a Argelia, donde atracaron en un puerto y de inmediato fueron detenidos por las autoridades migratorias y conducidos a una instalación penitenciaria para estos fines, donde le pusieron un traductor de idioma ruso, para que los interrogaran.

    —Ahora sí que estamos jodidos —dijo Dro—como carajo nos vamos a entender con esta gente.

    Fue Igor, quién los sacó de apuros, porque le informó a las autoridades mediante el traductor, que tres de sus acompañantes eran de origen cubano, que se habían metido de polizones en el barco en el cual navegaban, entonces le localizaron un traductor en español, quién les preguntó:

    —¿Qué hacen ustedes en Argelia?

    Fue Dany quién le explico toda la odisea que habían padecido por abandonar el territorio de Cuba y la intención de los tres en llegar a España.

    —Eso es algo que hay que tramitar con el consulado español —, le respondió el oficial que los entrevistaba a través del traductor— y puede ser un trámite difícil y largo de lograr, por lo que tendrán que permanecer retenidos hasta que se resuelva el problema.

    Fue Roberto el que respondió por todos, al decir:

    —Nosotros no tenemos otra alternativa, que no sea la de esperar.

    Entonces fueron conducidos a una celda donde solamente se encontraban ellos, le sirvieron comida y pronto pudieron bañarse y descansar.

    A los rusos no los vieron más, ni supieron de ellos.

    Una semana después, una mañana, fueron conducidos a la jefatura de la prisión donde se encontraban y allí, el jefe, a través del traductor, les dijo:

    —El trámite con el consulado español se demora demasiado y no tenemos causa para mantenerlos aquí, por lo que les voy a entregar un permiso, para que permanezcan en el país, hasta tanto puedan resolver una entrevista con el cónsul español.

    —El problema—dijo Roberto hablando por todos—es el idioma ¿cómo nos la vamos a arreglar para vivir aquí sin poder comunicarnos?

    El traductor con expresión bondadosa, les dijo:

    —Conozco a un cubano que vive aquí, desde que las tropas de ustedes combatieron en nuestro país en la guerra contra Marruecos, que está casado con una argelina y tiene un negocio de renta de camellos, que si hablo con él, seguramente los puede ayudar.

    —Eso sería un alivio en nuestra situación —dijo Dro, mientras Roberto y Dany movían sus cabezas en señal de aprobación.

    Entonces el traductor, con rostro complaciente, les dijo:

    —Yo termino de trabajar a las tres de la tarde, para lo cual solamente falta menos de una hora y ustedes están libres, así que a las tres en punto me pueden acompañar, para llevarlos, para que hablen con el cubano de los camellos.

    Esa tarde fueron a visitar al cubano de los camellos, que vivía en una zona céntrica de Argel, la capital.

    El hombre era un negro, alto y fuerte, ya mayor de cincuenta años, pero de buen aspecto y saludable, que los recibió con una amplia sonrisa y dándoles la mano, les dijo:

    —Mucho Gusto, me llamo Juan y mi apellido es Izaqui, soy de la Habana, exactamente de Guanabacoa, donde nací y me crie, y a donde nunca más he regresado, vine como soldado de las tropas cubanas para combatir contra Marruecos en el año 64, me enamoré aquí, y me quedé cuando las tropas cubanas se retiraron y…

    ¿Ustedes de qué parte de Cuba son?

    —Yo soy de la Habana vieja—dijo Roberto.

    —Nosotros somos primos, él es Daniel, pero le dicen Dany y yo soy Alejandro, pero me dicen Dro, somos de San Miguel del Padrón, que debes conocer porque se encuentra muy cerca de Guanabacoa.

    —No saben cuánto me alegra ver gente de mi tierra— dijo Juan— ¿pero qué hacen ustedes en Argel?

    Roberto le contó y Juan sonriente, les dijo:

    —Trabajo conmigo tienen, tengo más de 15 camellos y pienso comprar otro tanto, por esa razón tendré necesidad de tener ayuda para mantenerlos y atenderlos, cosa que pueden perfectamente hacer ustedes, no será mucho lo que les pueda pagar, pero un techo donde dormir y comida todos los días no les va a faltar nunca.

    Sí les interesa se pueden quedar, que lo primero que debemos hacer es acondicionar como una habitación decente una de las caballerizas, para que puedan instalarse y vivir cómodamente.

    Pronto comenzaron a trabajar en la adaptación de la habitación donde vivirían, que una vez terminada resultó de buen tamaño, como para tener cada uno su cama y un baño, donde bañarse y hacer sus necesidades, más una pequeña cocina donde hacer café y tener agua fría.

    Terminado el lugar comenzaron sus labores cotidianas atendiendo los camellos y los fines de semana Juan o uno de sus dos hijos, ya pasados de los 30 años, los sacaban a pasear por lugares de interés en distintos lugares de Argelia.

    En el primer paseo, Améd, el hijo mayor de Izaqui, les dijo:

    —La cultura de Argelia es muy variada, rica y antigua, cada ciudad y oasis tiene su interés particular, hoy los voy a llevar a la meseta, el valle M’Zab, la Gourara, el hoggar y la Saoura, lugares que seguramente les encantarán.

    Hicieron la visita y quedaron encantados, pero no entendían nada del idioma a no ser alguien que les hablara en francés, de lo que simplemente se hacían una idea de lo que le estaban hablando, después supieron que existe en el país una gran influencia francesa, porque durante muchos años fueron colonia de aquel país y que una buena parte de la población es bilingüe, comprendieron entonces que el arte de alguna forma reflejaba las diversas épocas vividas por los argelinos.

    Una noche, mientras dormían, sintieron un ruido en los establos donde descansaban los camellos y Dany que fue el primero en escuchar, despertó a sus amigos y en voz baja, les dijo:

    —Algo está pasando con los camellos, siento un ruido extraño.

    —Vamos a averiguar qué está sucediendo— dijo Dro.

    Agarraron unos tridentes de los que utilizaban para cargar la hierba de los camellos y salieron de su habitación y se encontraron a dos hombres que se estaban robando los camellos.

    Sin pensarlo dos veces Roberto, tridente en mano, seguido por Dro y Dany arremetieron contra los ladrones y tras una pelea, que concluyó a golpes, redujeron a los asaltante a los que amarraron de pies y manos a una de las barandas de la caballeriza y fueron a despertar a Izaqui, que junto a sus dos hijos se presentaron al lugar y llamaron a la policía, pero la algarabía de la captura de los ladrones despertó a los vecinos y pronto se formó un gran grupo de personas que querían linchar a los ladrones, mientras que Izaqui y sus hijos trataban de impedirlo, por suerte para los asaltantes llegó la policía que tras controlar la manifestación de personas, se llevó detenidos a los ladrones.

    Una semana después Izaqui fue citado a la unidad de policía donde lo felicitaron, porque gracias a la detención de aquellos hombres, se había desactivado toda una banda de ladrones dedicados al robo de camellos, que posteriormente trasladaban al Norte del país y los vendían a los campesinos como animales de tiro para convertirlos en camellos de arado.

    Finalmente el oficial de policía que lo atendió, le dijo:

    —Hay una recompensa de diez mil dólares, que se ofreció por un grupo de ganaderos a quién bridara alguna información que ayudara a la captura de ésta banda, que puede cobrar cuando usted quiera.

    Izaqui, sonriente le respondió:

    —Realmente quienes capturaron a los ladrones fueron tres de mis empleados, que son los que deben recibir esa recompensa.

    Izaqui habló con ellos a su regreso de la policía, y al día siguiente junto con Izaqui, se presentaron en la Estación de la policía donde les entregaron sus diez mil dólares

    Cuando recibieron el dinero de la recompensa, se sentaron a conversar los tres amigos y Dany dijo:

    —Yo no sé ustedes, pero yo me siento incomodo en este país, el idioma, siempre será una gran barrera, escapamos un poco con el francés que muchos hablan, pero me siento permanentemente incómodo.

    —Tal parece que casi nadie compra pan en este país, porque les hablas y te responden yo no compro pan, dijo Dro—y lo que sucede es que en francés

    yo no comprendo es algo así como se dice.

    —Yo personalmente no creo que este sea un buen lugar para quedarnos y emprender una nueva vida—dijo Dany, aún risueño por lo dicho por su primo y compañero de aventura.

    Roberto, pensativo, dijo:

    —Ya llevamos tres meses en este lugar y nada ha cambiado en nuestras vidas, camellos, camellos y más camellos.

    —Creo que debemos

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