Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Pesadilla
Pesadilla
Pesadilla
Libro electrónico199 páginas3 horas

Pesadilla

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Pesadilla
Una novela de ficción, en la que una persona comete un delito que se agrava y es enviado a una Cárcel Correccional, y posteriormente aun Centro de Rehabilitación; en la prisión conoce y comparte con asesinos, ladrones y delincuentes de todo tipo y también como las pandillas, algunas enemigas en la calle, forman una organización, que con sus reglas y coordinaciones en el transcurso del tiempo, logran un control casi absoluto, de la instalación penitenciaria.
Llena de historias donde se puede conocer de boca de sus ejecutores, sobre sus vidas plagadas de delitos y errores que harán pensar al lector.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento23 feb 2021
ISBN9781506536330
Pesadilla
Autor

Lazaro O. Garrido

Ciudadano Norteamericano nacido en Cuba, reside en Miami y es Licenciado en Ciencias Sociales. Tiene publicados y a la venta en Amazon los libros: El Apátrida, Contando te Cuento, La Invasión de los Verdes, Aventura en Tasquen, Chapulín ( el pequeño navegante), Deportado, Isabel, Misterios del Calendario, Remembranza, M’Bindas el africano, El Tigre y el Pájaro Azul (en inglés y en español), Cuentos Callejeros, Pesadilla, Crimen en el High School, Tres en un Zapato, Y ahora ponemos a su disposición:

Lee más de Lazaro O. Garrido

Relacionado con Pesadilla

Libros electrónicos relacionados

Ficción general para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Pesadilla

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Pesadilla - Lazaro O. Garrido

    Copyright © 2021 por Lázaro O. Garrido.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o son usados de manera ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, acontecimientos, o lugares es pura coincidencia.

    Fecha de revisión: 19/02/2021

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    826822

    CONTENIDOS

    Aclaración Necesaria

    Prólogo

    Pesadilla

    ACLARACIÓN NECESARIA

    Los nombres, los personajes, las historias que se cuentan, así como toda la trama de la novela son puramente ficticias, por lo que cualquier similitud con la realidad será coincidencia.

    El Autor

    PRÓLOGO

    Pesadilla es una novela de ficción, en la que una persona comete un delito que se agrava por el hecho de por causas ajenas a su voluntad no se entera de las citaciones a juicio y es enviado a una cárcel correccional, donde debe esperar a la celebración de su juicio y allí conoce y comparte con asesinos, ladrones y delincuentes de todo tipo y también como las pandillas, algunas enemigas en la calle forman una organización con la que en el transcurso del tiempo logran un control casi absoluta, de la instalación penitenciaria, con sus reglas y coordinaciones.

    Posteriormente, una vez celebrado su juicio el personaje principal como parte de su condena es enviado a un Centro de Rehabilitación, donde puede conocer de boca de sus ejecutores, sobre sus vidas plagadas de delitos y errores que harán pensar al lector.

    Lázaro O. Garrido

    PESADILLA

    El avión comenzó a perder altura, rumbo al Aeropuerto Internacional de Miami, mientras que el capitán anunciaba que comenzaban a volar sobre el territorio de Estados Unidos.

    Este anuncio fue como una explosión entre los pasajeros, la inmensa mayoría personas que abandonaban Cuba definitivamente, para buscar nuevos horizontes en Estados Unidos de América.

    El ambiente entre los pasajeros se transformó, como por arte de magia, y una alegría desbordante recorrió toda la nave aérea, unos gritaban, otros reían, algunos bridaban.

    Una joven, por cierto muy atractiva, comenzó a bailar por el pasillo de la nave aérea mientras gritaba a todo pecho:

    —Adiós a los apagones

    Y todos los pasajeros respondían:

    —Adiós

    —Adiós al hambre

    Y todos los pasajeros respondían:

    —Adiós

    —Adiós a la miseria

    Y todos los pasajeros respondían:

    —Adiós

    —Adiós a la vieja del C.D.R.

    Y todos los pasajeros respondían:

    —Adiós

    —Adiós a los salarios de miseria.

    Y todos los pasajeros respondían:

    —Adiós

    —Adiós a la opresión

    Y todos los pasajeros respondían:

    —Adiós

    —Adiós al comunismo

    Y todos los pasajeros respondían:

    —Adiós

    —Adiós a la tiranía

    Y todos los pasajeros respondían:

    —Adiós

    Así se mantuvieron hasta que el capitán anunció por los altavoces, que en breve aterrizaría en el Aeropuerto Internacional de Miami, por lo que debían permanecer sentados, en sus respectivos asientos, y con los cinturones abrochados.

    Pepe Calvo, haciendo abstracción del bullicio imperante, pegó su cabeza a la ventanilla y pudo ver como a sus pies, se deslizaba una hermosa ciudad, con altos edificios, grandes parqueos, industrias y centros comerciales, avenidas inmensas, con sus puentes unos sobre otro, cruzándose y de esa bella forma, anunciar la moderna arquitectura y el desarrollo tecnológico de aquella gran ciudad, llena de autos y vehículos de todo tipo y color por todas partes, y sus canales que además de dar colorido y belleza a la ciudad, forman parte del sistema de drenaje de la gran urbe.

    A la derecha el inmenso mar, que ahora lo separaba de la querida tierra, donde había nacido, pasado su niñez, su juventud y donde quedaban sus seres más queridos, y un pasado que ahora comenzaba a formar parte de sus recuerdos.

    Sabía por experiencia propia, que la vida es una toma constante de decisiones, que el ser humano se pasa toda su existencia con opciones frente a las cuales debe enfrentarse de una forma o de otra, a veces son decisiones pequeñas, otras trascendentales como aquella que dejar su vida en Cuba, para emprender una nueva en un inmenso país, con hábitos y costumbres distintas, con otro idioma, y un sistema de gobierno lleno de libertades democráticas y de oportunidades, que sin duda alguna le permitiría crecer en todos los ámbitos de la vida, por algo le llamaban el país de las oportunidades.

    El avión se deslizó por la pista hasta llegar a las proximidades de la instalación del aeropuerto, colocándose frente a un gran tubo, por el cual debían salir los pasajeros.

    Al aeropuerto lo fueron a recibir Carlos el Bizco y Ernesto el Negro, que al verlo lo abrazaron y en tono efusivo por la alegría, el Negro dijo:

    —Mi, hermano pensé que nunca más nos veríamos, que tu seguirías tu camino y nosotros el nuestro, pero ya ves, aquí estas y nuevamente la vida nos une para caminar por ella un tramo más, en esta ocasión en el país más poderoso del mundo.

    —Así de impredecible es la existencia humana—dijo Pepe— lo importante es que estoy aquí, dispuesto a emprender una nueva vida y a luchar para salir adelante.

    El Bizco, tirándole un llavero con una llave, le gritó:

    —Agarra.

    Pepe tomo el llavero en el aire, y preguntó:

    —Qué carajo es esto?

    El Bizco, riendo a carcajadas, respondió:

    —Son las llaves de tu primer carro en Estados Unidos.

    El Negro, poniéndole la mano sobre el hombro y mirándolo a la cara, como para ver su expresión, dijo

    —Allá, en nuestra casa te lo tenemos parqueado, te va a gustar, tiene solamente dos años de uso, es un buen carrito.

    Al momento de salir por una de las puertas del majestuoso aeropuerto, el Bizco, mirando fijamente a Pepe, le dijo:

    Has llegado a Estados Unidos el10 de Enero del año 2000, sé perfectamente que es una fecha tan memorable, que nunca la olvidarás, pero se trata del primer mes de un nuevo siglo, por lo que tu estancia aquí irá con el siglo XXI, siempre he pensado que no todos tienen la oportunidad de vivir en dos siglos, que es un privilegio que solamente tienen las personas que, como nosotros, nacimos en la segunda mitad de uno de ellos, porque son muy pocas las personas de este mundo que sobrepasan los 100 años de edad, la inmensa mayoría deja de existir antes.

    Además en nuestro caso veremos y viviremos, no solo un nuevo siglo, sino también un nuevo milenio, cosas que no es difícil, sino imposible, para generaciones y generaciones de seres humanos.

    —Te debo decir que no había pensado en eso, —dijo Pepe, al momento de llegar al parqueo donde los esperaba un lujoso auto deportivo, en el que abría la puerta el Negro.

    Con el Bizco al timón comenzaron a moverse por las calles y avenidas de la ciudad.

    La mañana era fresca y soleada, como suelen ser en esta temporada en el Sur de la Florida.

    La primera impresión de Pepe fue muy buena, Miami le pareció una ciudad hermosa, limpia, ordenada, llena de movimiento y vida, con cierto aire marino en su ambiente, quizás como la zona de Varadero en Cuba o tal vez un poco menos, pero sin dudas con su ambiente playero, cosa que era lógico, por encontrarse muy próxima al mar.

    Pepe pensó, que siempre había considerado la primera impresión que uno se hace a primera vista de cualquier cosa, cómo algo importante, para cualquier cambio en la vida, porque quizás había algo de instintivo, en su interior que le decía que aquello que tenía frente a sí, como ahora esta ciudad, era bueno y positivo.

    Entonces, como si continuara sumido en sus pensamientos, dijo:

    —Ahora ya saben, a luchar, lo primero que tengo que hacer es conseguir un lugar donde vivir.

    El Bizco, sin dejar de prestar atención al tráfico, le respondió:

    —Por eso no te preocupes, puedes vivir en nuestra casa el tiempo que necesites.

    El auto conducido por el Bizco entro en amplio parqueo frente a una bella casa de dos plantas, y el Negro señalando para la edificación, dijo:

    —Aquí esta nuestra casa y a partir de hoy la tuya.

    —Tremenda casa—dijo Pepe, deben pagar una renta tremenda por ella.

    Ni un centavo—respondió el Negro, —porque es propia, si te impresiona por fuera ya la verás por dentro, tiene cinco cuartos, tres baños, una hermosa cocina y una tremenda sala, además un buen patio con árboles frutales y una gran piscina, pero bájate, para que te acomodes en tu habitación, que después nos iremos de compras, porque si nos hiciste caso, debes traer solamente la ropa que traes puesta.

    Esa tarde fueron a un Centro comercial nombrado Dolphing Mall, que impresionó a Pepe por su tamaño, porque estaba compuesto por una gran cantidad de edificaciones, con un amplio parqueo, lleno de carros de todos los tipos y colores y personas caminando por todas partes, mirando y comprando

    Esto es más grande que muchos pueblos en Cuba —dijo Pepe al verlo—el famoso Encanto de la Habana al lado de esto parecería una quincalla o una tiendecita de pueblo de campo, aquí deben vender lo decible y lo indecible, tiene un parqueo tan grande y lleno de autos, que si se te olvida donde dejaste el tuyo, te puedes pasar una semana buscándolo.

    Entrando en una tienda y en otra compraron pantalones, camisas, zapatos, un reloj y artículos de higiene personal, y el Bizco entró a un banco y sacó una tarjeta de crédito de 2000 dólares que entregó a Pepe, y le dijo:

    —Ahí tienes es una tarjeta que podrás utilizar en todo el territorio de Estados Unidos, mientras le quede dinero.

    Esa tarde, mientras se encontraban sentados alrededor de la piscina, bebiendo y comiendo, Pepe, mirando atenta e indistintamente, al Negro y al Bizco, dijo:

    —Me da pena tanto gasto y tantas atenciones de ustedes.

    El bizco, después de darse un largo trago de una cerveza, se puso de pie frente a Pepe, y le dijo:

    —No jodas Pepe, si no fuera por ti, nosotros no estaríamos aquí disfrutando de las bondades de este gran país, y nuestras vidas en Cuba sería miserable, ganando salarios de subsistencia, en una casucha en un barrio periférico de la ciudad, viviendo como la gran mayoría del pueblo de Cuba, con lo mínimo indispensable para subsistir, pensando cada mañana qué carajo comerás y como te buscaras unos pesos, para sobrevivir un día más.

    —Tú nos conseguiste trabajo como cantineros en el Comodoro, donde por primera vez tuvimos contacto oficial con extranjeros y acceso a propinas en dólares y para colmo nos abastecías de cigarros, tabacos, bebidas y hasta drogas, que vendíamos por nuestra cuenta, lo que nos producía entradas de dinero con las que nunca ni habíamos soñado.

    —Nunca se me olvida —dijo el Bizco—como entrabas hasta dos botellas de licor en un preservativo, y el resto de los productos a través de mujeres que las entraban entre sus piernas.

    Y por otra parte te hiciste prácticamente el dueño del lugar, porque los guardias y una buena parte del personal administrativo, te ayudaban a cambio de dinero, en tus aventuras de abastecimiento, no había un solo empleado que no te conociera por tu nombre.

    —Después, —dijo el Negro—cuando levantamos presión y abrimos nuestro propio restaurante, Una Paladar, como le decimos allá, nos abastecías de langostas, camarones, cangrejos, caguamas, carne de cerdo y de res, arroz, frijoles y todo lo que necesitábamos y te pedíamos.

    Y para completar nos llenabas el lugar de extranjeros acompañados de jineteras, que gastaban a las dos manos en nuestro negocio.

    Nunca supimos de donde sacabas todos aquellos productos considerados de alto nivel, que son tan difíciles de adquirir en nuestro país.

    Entre nosotros nos referíamos a ti como Pepe Midas, porque como el Rey del cuento, todo lo que tocabas lo convertías no en oro, sino en dólares.

    Por otro, lado comenzamos a tener relaciones con personajes extranjeros, en su mayoría diplomáticos, cosa que nos permitió contactar al cónsul de México, quién por 3000 dólares cada uno, nos realizó toda la documentación, incluía las visas, para salir rumbo al país de los aztecas y de allí trasladarnos a la frontera para cruzar a Estados Unidos, todo limpiamente, y sin dificultades de ningún tipo.

    —Bueno…bueno, —dijo Pepe riendo a carcajadas—no me apabullen; yo allá aprendí a vivir mi tiempo, en un país que se hunde cada día más en la corrupción y el desgobierno, logré en este sentido llegar tan lejos, como sacar productos de grandes unidades militares que me vendían los propios jefes de las mismas, como de almacenes de Empresas Estatales que igualmente pagaba a sus directivos.

    Llegué a tal punto en mis actividades de negocios, que un día lo pensé detenidamente, y arribé a la conclusión, de que por ese camino solamente llegaría a la prisión, sino al fusilamiento, por eso no lo pensé dos veces abandoné el país.

    —Ahora entiendo—dijo en Negro— como alguien como tú, que vivías tan bien allá, decidieras dejarlo todo para empezar de nuevo en otro país, donde si bien se prospera, lo es a base de esfuerzo y grandes sacrificios.

    Pero bueno, nosotros nos alegramos de tenerte cerca y tener la oportunidad de ayudarte en lo que nos sea posible, pero cambiando de tema, esta noche nos vamos de parranda a una discoteca, en la que te tenemos una sorpresa agradable para ti.

    —De qué se trata—preguntó Pepe intrigado.

    —Si te decimos dejará de ser una sorpresa —dijo el Bizco, con una amplia sonrisa.

    Esa noche llegaron a la discoteca, donde de inmediato los mandaron a pasar, los sentaron en una mesa preferencial y una vez sentados, sin pedir nada, le pusieron sobre la mesa un par de botellas de bebida.

    Pepe, observando el trato que estaban recibiendo en el lugar, mirando intrigado a sus amigos, dijo:

    —Parece que ustedes son asiduos a este lugar, porque desde que llegamos la atención me parece extremadamente buena, se pudiera decir que especial, muy especial.

    —Verdad que tú te las llevas todas—dijo el Bizco— no es que somos solamente asiduos, sino que acá mi amigo y yo, somos los dueños de este centro nocturno.

    —No entiendo —dijo Pepe, con una leve sonrisa en los labios.

    —¿Qué no entiendes? —preguntó el Negro.

    —Si es algo que no puedo saber, respondió Pepe—no me dicen, pero lo que no entiendo es como ustedes que llevan tres años en este país, tienen autos del último año, una tremenda residencia y ahora me entero que son propietarios de esta discoteca, que debe valer miles de dólares.

    El Negro, mirándolo directamente a los ojos, dijo:

    —Para ti, no tenemos secretos, o quizás tenemos tantos, que uno más no hará la diferencia.

    Como sabes nuestro servicio militar en Cuba lo hicimos en la marina de guerra, donde inicialmente pasamos un curso para pilotos de las lanchas rápidas soviéticas PK, allí en aquel curso nos conocimos acá y yo y desde entonces hemos mantenido una amistad de esas que duran toda la vida.

    Durante los tres años del servicio militar estuvimos en varias unidades, participamos en varios entrenamientos, operaciones y misiones, por lo que nos convertimos en verdaderos especialistas en navegación en este tipo de embarcación.

    Bueno, pues al mes de estar aquí, nos tropezamos con un antiguo militar cubano que fuera nuestro jefe, y conocía de nuestras habilidades, que nos propuso que trabajáramos para él, en el traslado de embarcaciones cargadas de drogas, desde un punto en los cayos, hasta

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1