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Crimen En El High School
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Libro electrónico200 páginas3 horas

Crimen En El High School

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CRIMEN EN EL HIGH SCHOOL
Una mañana en un High School aparece en los jardines un estudiante muerto, como pólvora encendida corren los rumores, que si se suicidó, que si fue una sobredosis y otros muchos, pero un grupo de seis estudiantes consideran que se trata de un asesinato y comienzan a investigar por su cuenta y se ven envueltos en una aventura peligrosa entonces…
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento13 ene 2022
ISBN9781506539720
Crimen En El High School
Autor

Lazaro O. Garrido

Ciudadano Norteamericano nacido en Cuba, reside en Miami y es Licenciado en Ciencias Sociales. Tiene publicados y a la venta en Amazon los libros: El Apátrida, Contando te Cuento, La Invasión de los Verdes, Aventura en Tasquen, Chapulín ( el pequeño navegante), Deportado, Isabel, Misterios del Calendario, Remembranza, M’Bindas el africano, El Tigre y el Pájaro Azul (en inglés y en español), Cuentos Callejeros, Pesadilla, Crimen en el High School, Tres en un Zapato, Y ahora ponemos a su disposición:

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    Crimen En El High School - Lazaro O. Garrido

    Copyright © 2022 por Lázaro O. Garrido.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coin-cidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido uti-lizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 13/01/2022

    Palibrio

    1663 Liberty Drive, Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    ÍNDICE

    ACLARACION NECESARIA

    CRIMEN EN EL HIGH SCHOOL

    A

    AURORA, LAZARO, NATACHA, LIDICE

    GARRIDO LEON

    ACLARACION NECESARIA

    Los nombres, los personajes, las historias que se cuentan, así como toda la trama de la novela son puramente ficticias, por lo que cualquier similitud con la realidad será coincidencia.

    CRIMEN EN EL HIGH SCHOOL

    En ese Agosto, como cada año, comenzaron las clases en el High School, por lo que el reencuentro de alumnos que se acompañaban, en muchos casos, desde la primaria, el encuentro con profesores, amigos, e incluso con la propia instalación escolar, de la cual conocían cada rincón, en mucho de los cuales algo había sucedido cosas pequeñas: haber conocido a una muchacha, una conversación con un profesor, un encuentro con un familiar que le venía a recoger, cosas de esas que se acumulaba en la mente de esa juventud, que se tiene solamente una vez en la vida y que más tarde se acumulan en los recuerdos como momentos agradables, que te acompañarán hasta el final de los días, como todo lo que sucede en este mundo, que es único e irrepetible, como el agua que alguna vez nos mojó en el mar, y continuó con su constante ondular, el aire que rosó nuestro rostro y continuó moviendo plantas, para muchas veces convertirse en tormentas arrolladoras que arrasaron con todo a su paso, para después regresar a esa calma que generalmente la caracteriza, o la niñez acabada de abandonar y que aún se encontraba en sus recuerdos recientes.

    Todo esto, más las emociones de las recién concluidas vacaciones, propiciaban para todo el alumnado, que llegaba a su escuela, con uniformes nuevos e impecables, un sentimiento de alegría y satisfacción, que resultaría verdaderamente inolvidable para muchos.

    Claro esto no era igual para todos, muchos como Alex Coto, recién mudado para la zona, que llegaba por primera ocasión al centro docente, donde no conocía ni a una sola persona y se encontraba de pronto en aquella inmensa escuela, que le resultaba ajena completamente, porque ahora vivía en un barrio, que también le resultaba completamente desconocido, por eso quizás en ese momento el sentimiento era más bien de nostalgia por su antigua escuela, sus compañeros de clases, sus profesores, el equipo donde hacía años participaba como nadador, y con el cual había participado en múltiples competencias, lo cual, unido a su participación en un grupo de danza y sus interpretaciones de rap, en espectáculos efectuados durante los cinco largos años, pasados el aquel centro docente, lo hicieron allá convertirse en alguien popular, conocido, querido por todos, por lo que el ambiente del lugar le resultaba agradable y placentero y ahora aquí se sentía raro, diferente y solitario.

    Alex se sacudió de esos pensamientos y se dirigió a paso lento al aula del 12 grado, para comenzar de esa manera, su último año de High School.

    Conversando sobre el tema del inicio del curso escolar, y de su entrada a una nueva escuela, unos días antes, su madre le había explicado que las amistades en este mundo son generalmente coyunturales, que a lo largo de la vida uno se va encontrando con personas, que de cierta forma, por simpatía, por gustos comunes, o circunstancias determinadas, se establece con una, o más personas, relaciones, que de alguna manera se pueden calificar de amistad, muchas de ellas son transitorias, duran el tiempo que se comparte en un vecindario, lugar de estudios, de trabajo, o cualquier otra actividad, otras duran años, porque por coincidencias de distinto tipo se permanece vinculado a esa persona, acrecentándose los lazos de amistad, pocas duran toda la vida, esas son realmente las verdaderas, porque tienen que superar el tiempo, los cambios necesarios que se producen en la vida de cada cual, más los imprevistos, como mudadas a otros estados, o incluso otros países.

    En fin, es algo mucho más complejo de lo que uno piensa, por lo pronto te aconsejo, le había dicho en forma sentenciosa su madre, que quién se acerque a ti para brindarte su amistad, le respondas con la misma franqueza, y compartas los momentos agradables que siempre se producen entre personas que se estiman, duren el tiempo que duren, esas relaciones.

    No pasó más de una semana para que Alex comenzara a hacer ambiente en su nuevo centro escolar, con el primero que estableció relaciones fue con Kaidan Al, un joven oriundo de Georgia, se habían sentado a la misma mesa para almorzar, alguien llamó por su nombre a Kaidan y a Alex le resultó conocido el nombre, que por demás no es común, por lo que sin esperar mucho, Alex le dijo:

    —Conocí por internet a alguien con tu mismo nombre, en muchas ocasiones participamos juntos en juegos electrónicos, generalmente integrábamos el mismo equipo, muchas veces nos sorprendió la madrugada empeñados en los encantos de un juego, venciendo a nuestros enemigos, con investigaciones a veces increíbles, que nos llevaban a encontrar a los delincuentes, pero aquel vive o vivía, porque hace tiempo que no contactamos, en Georgia.

    —¿Cómo te llamas? le preguntó Kaidan, mirando a Alex detenidamente con sus ojos achinados a través de los cristales de sus gafas de marco oscuro.

    —Alex, Alex Coto.

    —¡Si claro! me acuerdo bien, soy el mismo Kaidan con el que jugaste en actividades investigativas en múltiples ocasiones, como dices, nací y viví hasta hace unos meses en Georgia, pero a mi padre le ofrecieron un puesto de trabajo mejor, aquí en la Florida, y prácticamente acabamos de mudarnos, sabes, me siento raro, aquí las cosas son distintas que allá, es cierto que el clima es mucho más agradable, pero te puedes imaginar, que con el cambio he perdido todas mis amistades, y junto con ellos la forma de vivir en un ambiente en el cual he permanecido por años, allá además de haber nacido y ser el lugar donde me he criado, tengo amigos, me conozco cada rincón donde pasear y divertirme y ahora ya ves, a casi un mes de mudarme acabo de comenzar el curso escolar en esta zona, y eres la primera persona con la cual intercambio unas palabras.

    —Aunque no lo creas, a mí me sucede lo mismo, acabo de mudarme, claro vivía aquí mismo en la Florida, pero de todas formas el cambio me ha resultado como a ti, poco agradable.

    Kaidan le tendió la mano en tono de amistad, y con una amplia sonrisa reflejada en el rostro, le dijo:

    —Pues ya somos compañeros de desventura, te he visto otras veces, porque estamos en la misma clase, pero si no recuerdo mal tu nombre de guerra para los juegos era algo así como Dro ¿O me equivoco?

    —Mucho gusto en conocerte en persona —dijo Alex, mientras estrechaba la mano a su nuevo y único conocido, por el momento, en aquel centro docente— y sí tienes razón, mi nombre de guerra en los juegos es Dro.

    Después conoció a las primas un par de jóvenes que regaban alegría por donde pasaban, de unos dieciséis años, que cursaban el onceno grado, eran primas en la vida real, una, Natalia, trigueña, de rostro y facciones finas y agradables, de ojos casi achinados que le daban un toque de belleza a su semblante, era más bien introvertida, callada, dedicada y estudiosa.

    La prima, Giselle, también bonita de cara, y ojos expresivos, era un poco más delgada, pero tal vez su principal atractivo, era su carácter jovial, extrovertida, simpática, y dicharachera, pudiera parecer difícil de comprender que dos personas tan distintas, pudieran confraternizar de la forma en que lo hacían Giselle y Natalia, pues en la práctica eran más que primas, hermanas. Cada una por su lado tenía su personalidad pero al unirse para confraternizar hacían un conjunto armonioso que atraía y agradaba a cuantos las trataban.

    A ellas las conoció en un cambio de aula, o más bien en un pasillo mientras cambiaban de aula, él para recibir clases de matemáticas y ellas que concluían la suya.

    Fue Giselle la que hizo un comentario con Alex, al decirle:

    —Me encantan las matemáticas, siempre fui buena con ellas.

    —A mí me sucede lo mismo —respondió Alex, sin dejar de caminar, me encantan, cosa que considero una fortuna, porque en la práctica no se puede mover uno sin emplearla, desde las cosas más simples hasta las complejas llevan siempre una suma, una resta, una división o una multiplicación, sin tener en cuenta aspectos mucho más complejos como la geometría y los cálculos algebraicos y otros.

    —Mucho gusto, soy Giselle y ella es Natalia, mi prima.

    Alex hizo una inclinación de cabeza, que fue correspondida por Natalia y Giselle, mientras ya arribaban al aula donde recibirían sus clases, se despidió, diciendo:

    —Nos ha sido un placer conocerte y espero que nos veamos a menudo.

    Al medio día, del siguiente día, después de almorzar, Alex se acercó a una mesa en el área de recreación, donde dos jóvenes jugaban ping pong, al momento de colocarse detrás de uno de los jugadores, el que se encontraba al frente hizo un potente remate, que no pudo ser detenido por el jugador detrás del cual se encontraba y se le escapó la bola, que certeramente fue agarrada al vuelo por Alex con su mano izquierda, lo que sorprendió de manera agradable al muchacho, que interrumpiendo el juego por unos instantes, se viró hacia él, y con expresión radiante en el rostro, le dijo:

    —Eres verdaderamente rápido con tus manos, agarraste la bola, que iba a buena velocidad en el aire, de una forma que me ha dejado verdaderamente sorprendido.

    Bueno, primero debo presentarme, soy Daniel y si no recuerdo mal estamos en el mismo año, y grupo.

    —Sí, ya te había visto en el aula, mi nombre es Alex, y lo que puede explicar la rapidez al alcanzar la bola, es que practiqué mucho tiempo en un equipo como jardinero central, jugando a la pelota y ya sabes cómo es eso, casi por reflejo las agarro al vuelo.

    —Y ¿Continúas practicando la pelota? —preguntó Daniel.

    —No, cambié de deporte hace unos años, y ahora practico natación, pero ya sabes, siempre se quedan las mañas.

    —Es verdaderamente una lástima, —dijo Daniel, ya listo para continuar su juego— porque con la vista y la agilidad que tienes, debes haber sido muy bueno en eso de la pelota.

    Ernesto, que era el contrincante de Daniel, antes de efectuar su tiro, levantó su raqueta, y mirando con cierta admiración a Alex, comentó:

    —Sí que fue sorprendente la agarrada que diste a la pelota— mi nombre es Ernesto, y podrás recordar que también asisto a las mismas clases que tú.

    Unos segundos más tarde, sonaba el timbre anunciando la reanudación de las clases, y los tres jóvenes abandonaron el salón de juegos, dirigiéndose a su aula, y mientras caminaban por un pasillo hablaban amenamente.

    Todo iba marchando normalmente hasta aquella funesta mañana, en la cual al llegar el alumnado al recinto escolar, se encontraron la entrada, y el área de parqueo bloqueadas por unas tiras amarillas prohibiendo el paso, con varios carros patrulleros de la policía, mientras varios de sus agentes impedían el paso rumbo a una ambulancia, en la cual colocaban una camilla cubierta con un forro negro, donde todo parecía indicar trasladaban un cadáver.

    Para la inmensa mayoría de los alumnos era la primera ocasión en que se encontraban de frente con la muerte, ese misterio que nos acompaña desde el primer día de nuestra existencia, algo de lo que comúnmente no hablamos, de lo cual casi nunca los padres hablan a los hijos, algo que es como un tabú, pero que todos sabemos que está ahí y que más tarde o más temprano tendremos que enfrentarla y con ese enfrentamiento llegar al final de nuestra existencia, pero siempre, invariablemente, por suerte, o más bien por un mecanismo psicológico de carácter instintivo, todos nos dedicamos a vivir, enfrentado cada día de nuestra existencia en la lucha por logros, disfrutando de alegrías, soportando tristezas y amarguras, cultivando amigos, amando, o siendo amados, sin detenernos a pensar en el final de nuestra existencia.

    La palabra muerte está vinculada inexorablemente a infinidad de sentimientos del ser humano, los que van a una guerra prácticamente las llevan en sus mochilas, saben que se enfrentaran a peligros que pueden poner fin a sus vidas, en el fragor del combate ven caer a compañeros a su lado y comprueban de manera espantosa la realidad en la que se encuentran, su tarea en esa contienda es matar o morir.

    Los que esperan en un pabellón de la muerte a ser ejecutados, piensan en ella cada minuto de lo que les queda de vida, quizás esa sea la mayor tortura de tal condena, que seguramente les obliga a valorar cada hecho, cada suceso, cada acontecimiento, sobre todo los errores garrafales que lo llevó a enfrentar tal situación.

    El enfermo terminal, no sólo piensa en la propia muerte, sino que en su desesperación es acompañado, la mayoría de las veces, por familiares y amigos que ven al ser querido en sus últimos momentos de existencia, sin poder hacer nada al respecto.

    Es muy probable, que también sea el último pensamiento de quien sufre un mortal accidente.

    Como se sabe es también un recurso, que si bien es repudiable, es utilizado en momentos de desesperación, por muchos que prefieren morir antes de soportar el problema de que padecen, sea este de salud, moral o sentimental.

    Pronto el centro docente se convirtió en un hervidero, corrieron como pólvora encendida los comentarios entre alumnos y profesores, desbocándose la fantasía juvenil en toda su magnitud, se hablaba por algunos de un tiroteo en horas de la madrugada de los custodios contra un grupo de bandidos que habían intentado entrar a robar en la escuela, donde había perecido uno de los custodios nocturnos, otros decían que le había dado un infarto a un profesor al momento de llegar a sus labores diarias, y que había perecido al instante, algunos opinaban que un joven que padecía de ataques epilépticos no había soportado el último de ellos y había caído sin vida en el lugar de los hechos y otros muchos comentarios circularon en breve tiempo por todo el centro docente, por lo que para detener aquella avalancha de criterios y calmar al alumnado, hicieron necesario que la dirección del plantel, escribiera una nota, que de cierta manera brindara con su lectura a través de cada profesor, antes del comienzo de su clase, una explicación de lo acontecido a todo el alumnado.

    La explicación brindada fue que un joven de onceno grado nombrado Dayron Ziur no había llegado el día anterior a su residencia, y que los padres preocupados, habían notificado la desaparición a las autoridades, las que después de hacer indagaciones por toda la ciudad, habían inspeccionado las áreas circundantes a la escuela, y le habían encontrado muerto en los jardines.

    Esa tarde al concluir las clases, Alex se asomó a la cinta amarilla colocada por la policía en el lugar donde fue descubierto el cadáver de Dayron, observó el área, escudriño puntos específicos que consideró de interés, hizo algunas anotaciones en una pequeña libreta, se agachó y observó detenidamente el piso y fue siguiendo, lo que para él representaba una huella marcada en el pavimento, hasta llegar a la entrada principal de la escuela, donde perdió el rastro, todo esto lo anotó también en su libreta.

    Al día siguiente, se levantó muy temprano con la intención

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