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El espacio que nos une
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El espacio que nos une

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Si la vida fuera lineal, sin complicaciones, obstáculos o simplemente no pudiéramos sentir nada, como robots cuya finalidad es solo cumplir una función… en este panorama, la vida no tendría sentido.

 

Cuando eres niño, la gente mayor se dedica a educarte, tus padres, tus maestros, los ejemplos diarios del comportamiento de la sociedad van formando tu collage de vida y cuando eres adolescente poco a poco descubres tu independencia y decides si te quedas con los ideales que aprendiste o los cambias. La adolescencia es una etapa muy bonita y a la vez confusa. En esta etapa uno mismo decide entre dejarse llevar por lo que siente o tomar las adversidades para ser una mejor persona cada día. Si el hombre no tuviera ninguna adversidad, jamás se movería del lugar en donde está.

 

El espacio que nos une nace de estas adversidades, de estas experiencias iniciáticas en el amor. El amor y el desamor son ese combustible que conforman esta novela de largo aliento, en la que el lector encontrará un motivo para reflexionar sobre sus propias adversidades, sobre su propio corazón errante y dolorido.

 

 

 

 

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 abr 2024
ISBN9798224266371
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    El espacio que nos une - Jorge E. Torres

    INTRODUCCIÓN

    Si la vida fuera lineal, sin complicaciones, obstáculos o simplemente no pudiéramos sentir nada, como robots cuya finalidad es solo cumplir una función… en este panorama, la vida no tendría sentido y nada no sería divertido.

    A veces, de acuerdo con el ambiente en el que creces se moldea tu forma de comportarte en la sociedad. La educación que te inculcan tus padres es lo que poco a poco construye tus ideales y dicha educación no es que esté bien o mal, simplemente uno como padre hace lo mejor que puede para que su hijo se desarrolle lo más eficazmente posible.

    Sin embargo, algo que sí marcará la diferencia es cómo le enseñas la palabra amor, cómo se lo demuestras y cómo lo transmite a los demás; de la misma manera, si uno mismo está dispuesto a recibirlo y transmitirlo, como dice la frase: No puedes dar lo que no tienes o en este caso, no puedes dar lo que no conoces.

    Cuando eres niño, la gente mayor se dedica a educarte, tus padres, tus maestros, los ejemplos diarios del comportamiento de la sociedad van formando tu collage de vida y cuando eres adolescente poco a poco descubres tu independencia y decides si te quedas con los ideales que aprendiste o los cambias. La adolescencia es una etapa muy bonita y a la vez confusa, no me gustaría utilizar la palabra difícil; sin embargo, para mí fue un poco difícil, hubo momentos en los que me sentí perdido, nuevas emociones comenzaron a atacarme y las carencias del pasado me estaban pasando factura. En esta etapa uno mismo decide entre dejarse llevar por lo que siente o tomar las adversidades para ser una mejor persona cada día. Si el hombre no tuviera ninguna adversidad, jamás se movería del lugar en donde está.

    Decidí lo segundo, tenía tanto qué crecer y no me quedaría parado. Es cuando la vida te dice que todo lo tiene planeado y te da las herramientas que necesitas, ¿cómo?, no sé, solo aparecen. Fue en ese momento cuando descubrí la lectura de reflexión, como los libros de desarrollo personal que me inculcaron nuevos ideales y estaba ansioso por aplicar; todo ello representó una energía de bienestar, de aprender más y ¿por qué no transmitirlo?

    Un día, al estar a la deriva pensando en el pasado y darme cuenta de la maravillosa persona en la que me convertí, agradecí las adversidades que viví, de esta forma puedo conducirte al camino en el que hoy me encuentro.

    Los culpables no existen y los problemas jamás desaparecen.

    Quiero agradecer a mis padres por la manera en que me educaron, por el apoyo que me brindaron, aunque a veces me hubiera gustado que fueran de otra manera, tal vez que jamás hubieran faltado a alguna actividad escolar y no ser el único niño sin pareja para participar; es triste, sin embargo, uno como padre tal vez no asiste a esos eventos por tanta carga de trabajo, ¿para qué?, para dar a los hijos una mejor calidad de vida y eso sí se agradece.

    También quiero agradecer a esos compañeros que en alguna etapa de mi vida escolar me hicieron la vida imposible, porque me obligaron a encontrar una solución a dicho problema, tarde, pero la encontré y aquí es a donde quiero llegar, a la conclusión de que todo lo vivido o las adversidades que tuve en el pasado me llevaron a ser quien soy actualmente. Estoy orgulloso de mí, porque no creo que exista un culpable de algo que sentí que me faltó, al final yo decido si lo encuentro y los problemas o situaciones complicadas son las que nos obligan a avanzar.

    Gracias a esa adversidad nace el material para crear esta novela, mi primera novela ficticia basada en mis experiencias personales; por ejemplo, gracias al rechazo de esa joven que conocí cuando iba en tercero de secundaria fue que descubrí mi pasión por escribir, comencé con minirrelatos y después, con el pasar de los años, extendí la cantidad de letras, pero ¿quién era el combustible para todos mis escritos? Ellas.

    A lo largo de mi vida conocí personas maravillosas, que fueron mi inspiración para escribir dichos escritos, algunos los viví de forma personal, otros me los contaron y otros los escribí gracias a mi observación e imaginación; distintas situaciones nacieron de 10 años de escritos (debo admitir que en alguna etapa de mi vida yo también les hice lo mismo y, sí, la vida se suele vengar). En fin, gracias a esas mujeres que, metafóricamente, me rompieron el corazón y jugaron con mis sentimientos.

    El espacio que nos une es una novela que recopila todos mis escritos, introducidos en un relato imaginario basado en mi vida y que explican el porqué de cada uno de ellos. Todos los personajes nacen de mi imaginación y si alguno se parece a alguien que conoces de la vida real, incluso a ti, es mera coincidencia.

    Querido lector, gracias por comprar esta novela, ya que fue escrita con mucho amor y sinceridad, espero que la disfrutes y la termines, ya que la culminación de esta novela fue un sueño para mí. Nuevamente, ¡gracias!

    1. YO

    ¿Quién eres? Soy yo, soy mis ideas y la armonía de levedad de las emociones.

    Joed Toga, mi querido amigo, es el momento de contar tu historia, ¿quién eres?, ¿quién fuiste? No puedo decir ¿quién serás?, solo sé que aspirarás a muchas cosas siempre y cuando dejes atrás tus miedos y recuerdos innecesarios, te recomiendo que nunca dejes de correr ni de sonreír.

    Joed nació el 11 de noviembre de 1994, en un hospital de la Ciudad de México. Su primer recuerdo fue la luz y posteriormente conoció la oscuridad. La infancia fue una etapa algo curvosa, ¿cómo le explicas a un niño que no todo puede ser color azul? Fue ahí cuando la vida le enseñó que a veces sus días fueron color café, específicamente en algún recuerdo del preescolar.

    Se llamaba Luis y le insistía a Joed que podía volar, solo que no contaba con el tremendo amor que el suelo le tenía, lamentablemente no era recíproco. Luis le tomaba un pie y lo impulsaba por todo el patio, Joed decía: ¡Para ya, creo que jamás podré volar! y el poseído de felicidad decía: ¡No me importa! Y no dejaba de correr, su motor fue algo llamado sufrimiento. Podría describir que, años después, este acto sería considerado bullying.

    Tiempo después, fue transferido a otro preescolar particular por medio de una de sus tías que trabajaba en dicho lugar. Ahí, con tan solo 5 años, Joed conoció a Rocío y a Lourdes, desde la perspectiva de un niño de dicha edad, eran unas niñas muy bonitas. Rocío tenía piel clara, ojos color marrón, nariz mediana y unos hermosos chinos; Lourdes parecía que era lo contrario en algunas similitudes, era morena, ojos color café y su pelo era lacio.

    Joed conoció esas niñas un 7 de enero de 1999, un día después de Reyes, era un día un poco frío, típico de la estación de invierno. Como cada mañana su tía Sofía pasaba por él a su casa para llevarlo al preescolar y le decía: Vamos, mi niño, es tiempo de irnos, ya vamos tarde. Antes de llegar a la escuela pasaban por unas antiguas vías del tren, a Joed le gustaba esquivar cada peldaño que la conformaba y, sin darse cuenta, llegaban a su destino.

    Joed estaba muy feliz porque llevaba consigo unos juguetes denominados Pokémon, caricatura típica de esa época y podría jugar con ellos a la hora del recreo. Cuando llegó el momento de que todos los niños podían salir a jugar, Joed estaba emocionado de jugar con sus nuevos juguetes; en el proceso, dos niñas se le acercaron para observar cómo jugaba:

    ⸺¡Hola, niño! Me llamo Rocío y ella es mi amiga Lourdes. ¿Podemos jugar contigo?

    ⸺Mmm, sí…sí, claro ⸺contestó Joed sorprendido y nervioso ante su presencia.

    ⸺¿Me prestas tus juguetes? ⸺dijo Rocío y él se los brindó.

    A partir de ese momento en que se conocieron, los tres jugaron todos los días y, con el pasar del tiempo, su amistad comenzó a transformarse. Un día, Rocío le dijo a Joed: Sabes, me gustas mucho, ¿quieres ser mi novio?. Joed se sintió confundido y no sabía que se podía querer a tan temprana edad y solamente por curiosidad, sin sentir nada por ella, él aceptó solo que no contaba con que Lourdes también lo quería.

    Joed, con el pasar de los días, quiso mucho a Rocío, jugaban mucho, se abrazaban, se querían y Lourdes también quería a Joed, pero él la rechazaba porque solo tenía ojos para Rocío.

    Lourdes hacía todo lo posible para estar a su lado. En un festival de primavera, Joed se vistió de rey y ella de reina, se pasearon durante una hora por las calles de la comunidad y a pesar de que él tenía a Lourdes a 10 centímetros de separación, su mirada estaba enfocada a tres metros observando cómo bailaba una niña vestida de flor, era Rocío.

    El último recuerdo que Joed tiene de ellas o solo de Rocío es cuando, días antes de la clausura del ciclo escolar, ella le pidió un beso en la mejilla, bajo la mesa, estaban escondidos los dos: Dame un beso, por favor, le dijo Rocío e inseguro Joed le contestó: Ahorita.

    Ella salió corriendo y llorando. A la hora de la salida fue a abrazar a su papá, quien no se explicaba el motivo del llanto de su hija. Joed, mirándola de lejos y triste al saber que él fue el culpable, vio cómo se iba, aun siendo consolada por su papá.

    Aproximadamente cinco años después, Joed se enteró de que después de salir del preescolar, Rocío se fue a vivir a Estados unidos, donde contrajo una enfermedad y falleció; eso se lo contó su tía Sofía, en ese momento él se sintió muy triste y se arrepintió de no haberle dado ese último beso.

    Después de la noticia a él le gustaría encontrarse con Lourdes, un anhelo que lleva cultivando desde hace 15 años.

    Después del preescolar siguió la primaria, Joed tenía que hacerse a la idea de ya no ver más a Rocío y solo tenía ese último recuerdo de lo que fue de ella. Era un nuevo comienzo y con todo el optimismo del mundo, Joed sabía que le iría muy bien en esta nueva etapa; sin embargo, esta etapa pintaría color amarillo y a veces rojo.

    Cada ciclo escolar Joed se enamoraba de alguien y cada día le atormentaba si decirle la verdad o no; por ejemplo, cuando iba en segundo año conoció a Paola, ella era un poco alta en comparación de las demás niñas, tenía ojos color marrón y un cabello tan largo que le llegaba a la cintura; sin embargo, para acortarlo, su mamá le hacía una trenza.

    Paola fue su primer amor platónico, jamás Joed le dirigió la palabra, solo le gustaba admirarla de lejos, verla sonreír y su parte favorita era ver cómo se alejaba, con la esperanza de volverla a ver mañana. Este encanto solo duraba un año o lo que correspondía a un ciclo escolar, ya que cada año cambiaban a todos a diferentes grupos.

    Si ella fue su primer amor, cómo olvidar con quién dio su primer beso…

    Marzo 2002

    Era un día nublado, la noche anterior había llovido, la hora de entrada era a las 7 am y ese día, a causa de la neblina, Joed llegó con una chamarra muy grande que duplicaba el tamaño de su cuerpo. A las 10 am comenzó a salir el sol y a hacer calor, era tiempo de liberarse de aquella armadura tan estorbosa.

    La hora del receso era las 11:30 am, como todos los días su amigo Mateo esperaba a Joed para salir a jugar.

    ⸺¡Hola! ¿Ya vas a salir para jugar? ⸺dijo Mateo.

    ⸺¡Sí, vamos! ⸺respondió Joed y se dirigieron al patio.

    ⸺¿Trajiste tus tazos para jugar?

    ⸺¡Sí, aquí los traigo! ⸺respondió Joed y jugaron un rato.

    De repente pasó corriendo Lucía y le dio un ligero manotazo en la nuca a Mateo.

    ⸺¡A que no me atrapas! ⸺dijo Lucía.

    Mateo se levantó rápido y animó a su amigo para que fueran. Lucía era muy amiga de Mateo y por eso tenía dicha confianza; ella era una niña muy amigable, le gustaba hacer amigos y desde el punto de vista de Joed no era fea, mucho menos con el peinado que siempre traía: una cola de caballo.

    Los tres niños jugaron a corretearse por todo el patio, cuando de pronto sonó el timbre que daba fin al receso. El salón de Joed estaba en el segundo piso, tenía que subir unas escaleras y antes de subirlas Mateo retó a Joed a darle un beso en la boca a Lucía; Joed se sintió confundido, pero no quiso demostrar cobardía, así que aceptó el reto.

    Cuando Lucía comenzó a subir las escaleras, Joed la llamó, ella volteó, él le puso la mano en la boca y la besó. Ella no dijo nada y se volteó para seguir subiendo.

    ⸺Vi que hiciste trampa, eso no cuenta ⸺le susurró Mateo.

    ⸺Vale, lo volveré a intentar ⸺le respondió Joed.

    Diez escalones antes de terminar de subir las escaleras, la volvió a llamar.

    ⸺¡Hey, Lucía, espera!

    ⸺¿Qué pasa, Joed?

    Y él, sin pensar, la volvió a besar, pero esta vez no puso la mano. Ambos se quedaron sorprendidos y rápidamente Joed huyó al salón, pensó que ella lo tomaría mal y le dejaría de hablar.

    No fue así, solo que, al pasar de los días, cuando Lucía necesitaba algo, se lo pedía a Joed y si él no aceptaba, lo chantajeaba diciéndole: ¡Vamos, hazlo! si no le voy a decir a la maestra que me besaste. Claro que Joed no quería meterse en problemas, así que obedecía. Con el pasar del tiempo, Lucía olvidó el acontecimiento, pero Joed jamás olvidaría cuando dio su primer beso.

    A veces piensas que molestando a la que te gusta, te hará caso; sin embargo, es un error, al final te terminará odiándote. Algo parecido le sucedió a Joed cuando iba en su último año de primaria, ella se llamaba Isabel.

    Junio 2006

    Un mes para terminar el ciclo escolar, un mes para decirle adiós a la primaria, buenos y malos recuerdos; era tiempo de dejarlos en el olvido y más, dejar en el olvido a Isabel, estaba enamorado de ella, pero ella estaba enamorada del mejor amigo de Joed, Mateo.

    Isabel era delgada, piel morena, cabello que le llegaba hasta los hombros, boca pequeña, simplemente era ella… Y era compañera del transporte escolar de Joed, este transporte pasaba por las mañanas a cada casa por los niños para llevarlos a la escuela; primero pasaba por José, después por Joed e Isabel era la quinta persona a la que recogía, posteriormente pasaba por mi amigo Mateo y sus primas, al último, para llegar directo a la escuela, pasaba por Rosa e Isela, las amigas de Isabel.

    Por las mañanas todos los niños se comportaban, sin embargo, en la tarde al salir de clases, todos los niños parecían muy hiperactivos, Isela y Rosa molestaban a Isabel diciéndole que cuándo se casaría con Mateo, Joed se unía al juego, aunque en el fondo de su corazón estaba enamorado de ella.

    Por otra parte, Mateo no estaba interesado en Isabel, incluso le era indiferente; sin embargo, él conocía el secreto de su amigo y Joed estaba completamente seguro de que jamás lo revelaría. Hasta esa tarde de junio en que la verdad le cayó como balde de agua muy helada… Todo comenzó con el respectivo regreso a nuestras casas, nos subimos al transporte, el ambiente era de risas y abundaba un aroma a comida chatarra, Isela y Rosa le decían a Isabel las típicas frases de: Uy, Mateo, mi amor, ¿cuándo me vas a hacer caso?, Isabel se sonrojaba y Joed, que seguía el juego, le decía: ¡Lástima!, mi amigo no te quiere, pobrecita y ella se enojaba con Joed, después peleaban un poco.

    El transporte se puso en marcha, dejó a cada niño en su casa y justamente cuando llegó el turno de Mateo, Rosa empujó a Isabel hacia fuera y le dijo: Ándale, quédate a vivir de una vez con tu futuro esposo. Ella no salió completamente, alcanzó a sostenerse de los extremos de cada puerta, el chofer no se dio cuenta y arrancó. Isabel estaba a punto de resbalar y caer, cuando le pidió a Joed que la ayudara, pero él, en una actitud muy indiferente, se volteó, no la ayudó y ella resbaló, al mismo tiempo que el chofer se percató de la caída y se detuvo para que volviera a subir la niña.

    Isabel se raspó la rodilla y enojada le dijo a Joed: ¡Tú antes me gustabas!, pero cuando empezaste a molestarme, te odié. Mateo un día me confesó que yo te gustaba, pero ya era muy tarde, era más mi odio por ti de lo que sentí al principio. Al terminar de decir estas palabras, justamente llegó a la parada de su casa y se fue.

    Joed quedó sorprendido, sintió un piquete de abeja en medio del corazón y mucha culpa porque sabía que había actuado mal. A partir de ese acontecimiento, él jamás volvió a tomar ese transporte y prefirió irse en otro, hasta que terminó el ciclo escolar.

    Actuó mal y de los errores se aprende para ser una mejor persona, ya tendría otra oportunidad en el siguiente nivel escolar.

    2. SECUNDARIA

    Puedes contar quién fuiste, pero lo importante es preguntarte ¿quién eres en la actualidad?

    ¿Qué tan fácil es no enamorarse? Amar es algo natural, es un sentimiento que te pertenece desde el momento en que comienzas a respirar.

    ¿Qué tan viable es amar a alguien y callar ese sentimiento? ¿Por qué el amor tiene un concepto diferente en la mente de cada persona? Aun cuando desees guardarte lo que sientes por alguien, tus acciones delatarán tus verdaderos sentimientos. Por tanto, solo queda dejar que el amor fluya.

    La secundaria una etapa muy bonita, se dice que aquí comienzan las transformaciones tanto físicas como mentales, comienzas a sentirte más independiente, ya nadie toma decisiones por ti, tú debes comenzar a tomarlas y asumir las consecuencias de ellas.

    Tendrás un nuevo uniforme, conocerás gente nueva, aparentarás valentía para que los demás no se burlen de ti, encontrarás gente buena y también habrá personas que quieran hacerte la vida imposible; en fin, tendrás que sobrellavar las cosas lo mejor que puedas.

    Durante el primer año de secundaria me ocurrió lo normal en la vida de un adolescente, comenzaron los temas del amor. Cuando tenía trece años y cursaba el segundo año, llegó Salma, la chica nueva, ella era alta, de pelo largo, delgada y un poco tímida (quizá porque era nueva). Ella me gustaba y cuando tomábamos clase de computación en otra área de la escuela, solía aventarme al suelo y deslizarme para que ella me viera y hacerla reír, me gustaba verla sonreír. Tiempo después, ella me consideró un verdadero tonto y en ese momento aprendí una lección de vida: jamás vas a conquistar a alguien haciendo tonterías, con el tiempo perderás valor frente a esa persona. En fin, después le confesé que me gustaba lógicamente yo no. Aquello ya no importaría, porque tiempo después conocí a Rosario.

    Desolada (9 febrero 2011)

    Te quiero como un perro que nunca te abandona,

    te necesito como el pez que añora el agua

    cuando no está en ella.

    Te extraño más de noche que de día,

    lo intangible te comienza a sustituir

    y las melodías de los no amargados

    construyen un

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