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Hemopiral
Hemopiral
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Libro electrónico623 páginas8 horas

Hemopiral

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Información de este libro electrónico

-estas plenamente convencido de que soy yo la indicada?
-aun ves la mariposa mientras estoy dormido?
-Cmo es que sabes acerca de ella?-cuestion impresionada de que l tuviera conocimiento de su existencia
-ha emanado de m. Naci del sentimiento que inspiraste el primer da en que te vi materialmente
-hablas en serio?-pregunt incrdula de lo que el caballero acababa de pronunciar
-podra una mariposa vivir en invierno? Y lo ms importante podra consistir de sangre pura si su origen no fuera meramente sobrenatural?
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento15 ene 2013
ISBN9781463349332
Hemopiral
Autor

Mayela Cervantes

Nace un 22 de Junio del año 1995 en la capital del estado de Coahuila, México. Descubrió que le gustaba la literatura por una simple tarea de secundaria, pero fue hasta entonces, que cursaba el bachillerato en el Ateneo Fuente, institución emblemática de su ciudad, que nació la idea de cambiar los cuentos cortos y el amor inocente por historias largas y con una trama más profunda, ahí surgió “Hemopiral”. Actualmente cursa la carrera de Ingeniería en Sistemas Computacionales en el Instituto Tecnológico de Saltillo, donde combina las letras con el lenguaje de programación.

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    Hemopiral - Mayela Cervantes

    Copyright © 2013 por Mayela Cervantes.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:      2013900447

    ISBN:                Tapa Blanda                                                      978-1-4633-4934-9

                              Libro Electrónico                                              978-1-4633-4933-2

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

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    431971

    Índice

    Dedicatoria

    Primer encuentro

    El centro comercial

    Notas

    Disfraces

    Fiesta en Wonderland para enamorados

    Recuerda que yo te recuerdo a cada instante…

    Presentación

    ¿Tienes algo que hacer esta noche?

    Añicos de porcelana

    Un beso es demasiado…

    ¿Te quieres casar conmigo?

    Escena de un fervor aberrante

    Primera noche

    Memorias de Demian

    Aceptación: la primera vez

    Tú eres mi sangre…

    Dime que me amas

    Sótano: supermercado

    Consecuencia de la visita

    Cocinar con ajo

    Aura

    Promesa

    Infusión de verbena

    Nuevos amigos

    Reencuentro en el bar

    ¿No estarás embarazada?

    Día de visitas

    Medidas mayores

    Por nuestro bebé

    Mejor suerte para la próxima, príncipe encantador

    Menstrual

    Memorias de Aura

    Musa de sueños diurnos

    La visita de Alexandre

    Eliminar recuerdos

    Estilos de antaño y piedras natalicias

    Lacoste

    Historias

    Paciente

    Recuento

    ¿Celosa?

    Bailemos sobre el hielo

    Añicos de madera y flujo carmesí

    Navidad

    Princesa

    Sangrando

    Lágrima cristalina

    Vodka, Martini, música disco…

    Inesperado

    Ángel de media noche

    Previo a la boda

    Dedicatoria

    A Dios, porque estoy plenamente segura que el brindó este don y me ha regalado un sinfín de carismas más, y por él la mayoría de mis sueños se han visto materializados

    A mis padres que podría jurar que de ellos he heredado tan descomunal imaginación y por estar a mi lado a cada paso que doy…los amo

    A Renata a la cual desvelé muchas noches por relatarle mis ideas y por ser, aunque a veces lo niegue, un incondicional apoyo

    A mis amigos, a cada uno de ellos que nunca dejaron que cayera en desanimo, pero en especial a Diana por levantar mi ego y aguantar mi falta de razón por años. A Valeria por ser, quizá, la única persona que aparte de mi sabe el trasfondo de esta historia.

    A él, pues si nunca hubiese visto sus ojos Demian no existiría, porque gracias a él y al soñar en que pudiera existir para su persona nació Hemopiral.

    Para todos aquellos que creyeron en mí y para quien lea esta novela, para aquellas personas enamoradas que sueñan con el ideal de amor eterno y verdadero, que están en la búsqueda del hombre o la mujer adecuada. Para quien ve en las pupilas de aquel el mundo entero aunque sea invisible para esa persona…

    Para el amor.

    Para toda la vida se repite una y otra vez en su cabeza. Frente a ella, un papel y la boca del juez que no para de hablar. A su lado, tomándole la mano, el que se supone que debería ser el amor de su vida…

    1.

    Primer encuentro

    -buenos días –dijo la mamá abriendo las cortinas que revestían con sus encajes rosados la ventana. Apenas unos rayos de sol alcanzaban a filtrarse por el vidrio, rompiendo las gotas de agua condensada que se quedaron adheridos a él. Si la intensidad del brillo del astro mayor hubiese sido mayor, hubiera creado un efecto arcoíris

    -buenos días, mami –dijo entreabriendo los ojos, aun somnolientos y añorando cinco minutos más de sueño

    -¿Cómo amaneció la niña más bonita de la casa? –acarició su cabeza con dulzura, palpando los risos despeinados que se escaparon de la liga elástica

    -excelente ¿Qué hay de desayunar?

    -hot cakes y chocolate caliente…-el menú del almuerzo provocó que en la cara de la joven se dibujara una sonrisa estirando sus preciosos labios carentes de maquillaje a esa hora de la mañana.

    -¡hermanita! –gritó Alfonso abrazando las piernas de la muchacha con sus diminutos brazos, estrechándola como si en vez de una noche, fueran días sin verse

    -¿Cómo estas, pequeño? –dijo rozando su mejilla con sus delicados dedos femeninos donde las uñas eran adornadas con un coqueto barniz rosa palo y unas pequeñas incrustaciones de estrellas brillantes en los extremos

    -no tan guapo como tu… -y una ingenua sonrisa se dejó ver, enteramente dedicada hacia su hermana

    -no te creo…-dijo Beny tirando de uno de los mechones de su ondulante y bruno cabello. La miró de nuevo, inspeccionando sus bonitos ojos, con un poco de delineador y rímel oscureciendo mas sus pestañas, con un toque de rubor enfatizando sus mejillas y un tono de labial intermedio entre rosáceo y carmín, reluciente entre sus labios carnosos. Muy en su interior tenia presente que contaba con una hermana muy guapa, así que haciendo a un lado el afán de molestarla, concluyó -te ves muy bien ¿Por qué tan arreglada?

    -siempre me arreglo para ir a la escuela –dijo acomodándose el suéter ajustado de rayas azules y rosas que se había puesto esa mañana. Cualquiera que viera su atuendo y el decorado de su habitación concluiría que este ultimo tono seria su favorito, pero el purpura ocupaba ese espacio

    -eso me hace pensar que tienes novio…–expuso con una picara mueca y le dirigió un codazo

    -no…-aunque dos o tres de sus compañeros la pretendían, no se arreglaba para hacerse lucir más entre ellos, era más por simple vanidad y el sentirse satisfecha por la belleza que se reflejaba en el espejo

    -¡que si!

    -¡que no! –puesto a que de esos tres no le interesaba ninguno

    -ya, niños, siéntense a la mesa –tomaron los tenedores y con algo de hambre comieron lo que estaba dentro de los platos, y aun con el sabor dulce en la boca, dijo a su madre:

    -te quedaron riquísimos…como nunca –elogió el platillo y la dama sintió haber cumplido a la perfección su papel de progenitora

    -gracias. Pongan sus cosas en el coche…ya es hora de irnos…

    -hola. Buenos días…

    -buenos días, profesora ¿Cómo está? –dijo mientras se sentaba en su lugar, la tercer butaca, en una de las filas próximas al escritorio

    -algo atareada. Tengo muchos exámenes que revisar –la miró, desviándose un momento de su trabajo. La muchacha observó la gran pila de pruebas que estaba sobre la mesa, la expresión facial, tipo jaqueca de la catedrática y otro montón de trabajos especiales. La actitud de servicio deseó salir al exterior, y con timidez le preguntó:

    -si quiere…yo le ayudo

    -¡ay que linda! Te agradecería mucho si lo hicieras-percibió como un enorme peso se le quitaba de encima y veía más cerca la posibilidad de ese día si acudir a almorzar el sándwich de pollo que tanto le gustaba

    -muy bien. Usted solo diga cuando empiezo –dijo cambiando su lugar al primer asiento

    -mira, aquí están las respuestas…-comenzó. Las hojas grapadas sumaban más de cien. Tachas y aciertos en tonalidad roja se impregnaban en el papel. Después de revisar algunos, los resultados se grabaron en la mente y ya no tuvo necesidad de visualizara el test resuelto. Una ráfaga de aire olor a cítricos llegó a su nariz e hizo que con su agradable aroma se sembrara la duda del donde de su procedencia. Volteó la vista hacia arriba. Un muchacho alto, de piel color piñón, y cabello chocolate acaparó su atención:

    -hola, ma –dijo dándole un beso en la mejilla a la profesora

    -hola, amor ¿Qué haces aquí?

    -se te olvidó algo en la casa

    -si… ¿Qué? –dijo tratando de hacer memoria en otro numero de papeleos que pudieran haber pasado desapercibidos ante su tan ajetreada mente

    -las cosas para la práctica…

    -¡es cierto! –dijo apoyando la palma contra su cabeza. Un dolor punzante le sobrevino, pero este se calmó al ver resuelto el problema –que bueno que las trajiste. Muchas gracias ¿Dónde están?

    -en el carro. Pero no puedo con todas yo solo

    -ahorita voy a ayudarte, solo termino de explicar un tema, rapidísimo…

    -yo voy –dijo interviniendo. Los ojos del chico se tornaron hacia ella y sus pupilas brillaron como quien tiene frente a si a un foco cegador. El tiempo pareció detenerse un poco en el lucido rostro de la joven y en el interior de ella, su corazón al sentir la mirada oliva del muchacho. Los colores comenzaron a subírsele a la cabeza enmarcándole más los pómulos

    -¿en serio? Es que no quiero causarte molestias-tanteó a la amabilidad la docente

    -no lo son. Me gusta ayudar –solo que esta vez no sabía si era el mero espíritu de solidaridad, o el interés que tenía de estar un poco más cerca del hijo de la maestra

    -eres muy linda. Gracias

    -vamos…-dijo el chico con una sonrisa. Salieron del aula y comenzaron a caminar rumbo al estacionamiento de la escuela. Quería entablar una conversación con ella, pero cualquier cosa le resultaba estúpido comentarle a una persona que ni siquiera sabía su nombre. eso es se dijo -¿Cómo te llamas?

    -Aura ¿tu? –pronunció tratando de no mirarlo a los ojos. Apenas lo había visto y ya producía una especie de nerviosismo en ella

    -Max. Con que estas estudiando psicología –cosa más idiota no pudiste haberle dicho se dijo en su mente

    -sí. ¿Tú qué? –que manera más conveniente de continuar con una conversación

    -economía. Este es el coche –y se detuvieron frente a uno pequeño, color naranja metálico en un aseo impecable

    -¿es tuyo?

    -sí. Mis papás me lo regalaron de cumple diecinueve…porque tengo diecinueve –menso se dijo a si mismo

    -está muy bonito –en instancia lo más próximo que se escapó de sus labios rosados que el joven no podía dejar de observar a cada palabra pronunciada y embelesarse con el sutil destello que reflejaba el brillo labial en contra del sol de otoño

    -un poco…–sonrió dejando al descubierto cada uno de sus preciosos y perfectos dientes carentes de otro color que no fuera el purísimo blanco. Su mueca eran angelical, la dama lo notó y expresó yéndose un momento, navegando en ese rostro tan agradable-Tu ayúdame con estas bolsas –dijo abriendo la cajuela y dándole dos-¿puedes con ellas?

    -creo que si…-las tomó, y sus pieles rozaron sutilmente. Como que si la energía que emanaran fuese demasiada, en sus manos cosquilleó un ardor tibio. Planearon el regreso, y mientras lo hicieron continuaron dialogando en cosas mundanas, referentes a su carrera, estando muy, muy lejanos a lo que realmente requerían saber, si el otro contaba con pareja, si aceptaría la chica una cita si él se la pidiese…Volvieron a el aula y depositaron en el ajetreado escritorio los objetos aumentando el desorden y disminuyendo el espacio para trabajar. Volteó ligeramente y le regaló una tenue sonrisa, que la hizo derretirse como lo hace una bola de helado de chocolate bajo el calor del verano. Sin pensar, e instintivamente le correspondió:

    -bueno, Aura, fue un gusto conocerte –miró detenidamente su rostro, como queriendo memorizar sus rasgos uno por uno, tal como si fuese de suma importancia recordar aquella cara. Podía acercársele y despedirse con un beso en la mejilla, pero no confiaba en el control de sus nervios en ese momento. Prefirió la lejanía

    -igual –dile algo mas, dile algo mas… pronunció su cabeza que ansiaba asegurar no pasar desapercibida a tan magnífico ejemplar masculino–cuídate… –comenzó a caminar hacia la puerta. Sus ojos lo siguieron.Max sintió la necesidad de observarla una vez mas y volteó antes de salir por completó al exterior. Sonrió de nuevo y se llenó con el gesto de la muchacha. Era como si diminutas campañas tintinearan en el ambiente sirviéndole de soundtrack a su primer encuentro. Ella suspiró. La profesora lo notó y emitió una risita:

    -ay Aura… ¿ya están?

    -si –dijo entregándole la pila de pruebas en las manos donde cada una ya contaba con una calificación aprobatoria o fallida, dependiendo el caso

    -muchas gracias –retornó hasta su pupitre donde sus amigas ya la esperaban con expresiones pícaramente indiscretas

    -es guapísimo

    -demasiado…-contestó aun con la imagen del chico en su cabeza revoloteándole el estomago a su hermoso recuerdo

    -¿Cómo se llama?

    -Max –dijo sonriendo al pronunciar aquel nombre que sería muy importante para ella desde aquel momento

    -¿y bien…? ¿Te gustó?

    -algo…

    -no te hagas –y dirigió un débil codazo indoloro

    -bueno…mucho…-sonrió aun mas y a su mente llegó la orden que le enviaba el corazón tienes que volverlo a ver.

    Volvió a casa y para variar estaba sola. Su madre en el trabajo, los niños en la escuela e Irene apoyando en el asilo de ancianos de donde era voluntaria. Se sentó en el sillón esponjoso y al ver la fotografía que estaba en la mesa de centro le dieron ganas de llorar. mi muñequita le decía papá cada vez que llegaba del trabajo cuanto te quiero… ¡te adoro! Pronunciaba una y otra vez al cargarla entre sus masculinos brazos eres mi más grande tesoro…. Fue su héroe por años, antes de descubrir el suceso que tanto quebrantaría a su familia. Evocó todas las lagrimas y sollozos que dio su madre en la frialdad de su habitación y hasta como había repercutido en ella la pasionalidad de su progenitor. Volvió a concentrarse el tosco rostro en la imagen y una sensación indescriptible se apoderó de ella:

    -¡Cuánto te odio! - y en un arrebato de coraje dejó caer el portarretratos al suelo, fragmentándose en un millón de piezas de vidrio. Miró el reloj. Ya eran las tres. Tomó una manzana de la mesa y salió de la casa con rumbo al grupo de baile.

    Brincos, giros, coreografías. Terminaron, y con el cielo coloreándose de azul marino comenzó a caminar para tomar el autobús que la llevaría de regreso a su hogar. Alguien en el otro lado de la acera la observaba detenidamente, y guardaba su imagen moviéndose sobre el asfalto en un extraño corazón. Se mantuvo quieto, mirándola en la débil luz de una farola. Pasó el trasporte y ella ingresó a él. La vio esfumarse entre las luminarias de los coches y la llegada de la noche que lo despertó de su sueño diurno.

    Estaba ansiosa por llegar a su hogar, no sabiendo si era por la necesidad de llenar su estomago con algo más que una manzana, o de ver a su familia reunida a la mesa y reencontrarse con ellos de nuevo

    -¡Aura! –gritó Alfonso al verla cruzar la puerta blanca con el débil rechinido que emitía

    -hola, amor… ¿Cómo te fue? –dijo agachándose hasta él para abrazarlo y darle un beso en su diminuta mejilla

    -muy bien. La profesora me regaló una estrellita –y apuntó a su frente donde se había adherido una estampa del signo en dorado

    -felicidades, cariño –dijo sonriéndole risueñamente y estrechando su manita en la suya -¿Dónde está Beny?

    -en la cocina. Adivina lo que hizo Irene de cenar…

    -¿Qué estás haciendo? –dijo abrazándola por uno de los costados y recargando su cabeza en contra de hombro

    -gorditas de carne molida…tus favoritas

    -pues si saben igual que como huelen, deben de estar riquísimas

    -anda, siéntate. Debes de tener mucha hambre

    -la verdad sí. El profesor ni nos dejó descansar. Hasta débil estoy –dijo sobando sus piernas exhaustas con las yemas de sus dedos y dejándose caer en la silla del pequeño antecomedor

    -bueno, para que repongas fuerzas –dijo poniendo frente a ella un plato con dos piezas y una taza de café con leche al lado. Mordió una y la sensación en el paladar hizo que pronunciara en voz muy fuerte -¡están buenísimas! –y la cara de Irene se frunció en una enorme sonrisa por el elogio

    -mira lo que te compramos entre todos –dijo Beny dándole en las manos un paquete envuelto en papel de regalo y un enorme moño purpura ciñendo el paquete

    -¿y esto? –preguntó mientras lo giraba, tratando de adivinar su contenido

    -es tu regalo de cumpleaños. No te lo habíamos dado porque se tardaron en terminarlo, pero tenlo aquí…entre los tres lo compramos… Esperamos que te guste

    -tengan por seguro que así va a ser –rompió la envoltura, con cuidado y delicadeza. Lo retiró y de ella salió un gran cuaderno que decía Aura en letras brillosas. Estaba forrado color de rosa y con dibujos de estrellas destellantes en los extremos, diminutas, medianas, y grandes, arqueando su nombre

    -te falta esto…-dijo Alfonso dándole una cajita dorada. La abrió y sacó de ella una cadena con una llave en forma de corazón. Supuso su función y la introdujo en el candado que custodiaba el interior del libro. Se oyó un clic y el cerrojo cedió. Lo retiró y las pastas se abrieron de par en par. mi diario decía en la página principal, adornada con otros dibujos y un poco de diamantina fucsia –es para que escribas todo lo que te pasa, porque como nosotros somos niños no nos lo quieres decir –lo miró con ternura e hizo lo mismo con Irene y Benito. Observó de nuevo el presente y las ganas de llorar pararon en que los ojos se le pusieron vidriosos

    -me da mucho gusto que hayan mandado hacer algo tan especial para mi…muchas gracias –se acercó a ellos y los abrazó con todas las fuerzas que cabían en su ser –ahora, si no les molesta, lo voy a estrenar.

    Querido diario:

    Hoy te he recibido como regalo de cumpleaños…atrasado. Pero vaya que valió la pena. Nunca había pensado en escribir un diario, puesto que se me hace un poco monótono y ridículo, pero contigo es diferente. Estas súper bonito y te mandaron hacer especialmente para mí. Bueno, me presento. Me llamo Aura Carlota Arellano Zaldívar, pero soy simplemente Aura, eso de Carlota no me gusta mucho pues me resulta más formal. Desde ahora serás mi confidente y en tus páginas solo vendrán cosas que solo tú y yo sabremos, tal vez no serás el típico diario relatado desde el amanecer hasta el anochecer, pues quiero que en tus paginas solo contenga cosas relevantes, sucesos que estoy segura que sean trascendentales en mi vida. Siempre tuve la idea de tener algo en donde guardar materialmente todos mis recuerdos, creo que tú eres perfecto para eso, y como no puedes hablar, supongo que serás como una tumba. Empecemos…

    Quiero contarte que hoy conocí al hijo de la maestra Alma. Se llama Max y está guapísimo…si tu sintieras, si tu vieras te podrías dar cuenta de que es como mandado a hacer por mí: alto, un poco fornido, de un cabello castaño espectacular ondeado como las olas del mar pero lacio como un torrente de lluvia, sutiles sus ojos, no sé exactamente qué color, pero son preciosos. Su sonrisa es divina, cada diente color luna llena, perfectamente alineado. Unos labios hermosos, en conclusión, un hombre simplemente perfecto. El muchacho del que cualquiera se pudiera enamorar…

    Se envolvió en las cobijas y cerró los ojos. Minutos después sintió cuando su madre entró al cuarto y estampó en sus mejillas lápiz labial café, impregnado a olor de oficina.

    Alguien, muy lejos de ahí, la recordaba a cada segundo, imaginando el olor de su cabello, el aroma de su piel, la textura de sus labios, y el sabor de liquido vital. La había encontrado, esta vez era la adecuada. Abrió el puño y de la palma de su mano emanó una pequeña mariposa roja.

    2.

    El centro comercial

    -están padrísimos los pantalones que me compré –dijo Mony con varias bolsas en las manos, provenientes de varias tiendas del centro comercial costeadas con la nueva tarjeta de crédito que le había dado papá

    -la verdad se te ven muy bien…-expresó jugueteando entre sus dedos la bolsa de papel coloreado de verde con la adquisición de ese día

    -ni que decir del suéter que te compraste…te queda muy bien el color rojo

    -sí. Te ves lindísima…bueno, tu siempre…-externó tiernamente Vivi

    -¿en serio lo creen?

    -completa y absolutamente

    -pero… ¿sabes quien también se ve súper guapo de rojo?

    -¿Quién…?

    -Max…mira, ahí viene –lo vio aproximarse a ellas acompañado de otros dos muchachos. Y tal como lo había dicho su amiga, con una camisa manga larga, escocesa, con cuadros rojos. Su corazón se aceleró e hizo que la sangre se le subiese a las mejillas, tintándolas de completo rosada, desentonando con el clima fresco que se dejaba sentir esa tarde de octubre. Quiso pasar de largo y fingir no haberse percatado de su presencia, ocupando su vista hacia los aparadores que ya exhibían moda otoño invierno. Se clavó en uno en específico, evitando al caballero que ya despedía su aroma a cítricos característico, pero él, movido por un raro sentimiento de necesidad, se acercó a ella y la nombró:

    -Aura –Su estomago comenzó a temblar y apoyó su palma en contra de él, deseando minimizarlo-¿Cómo estás?

    -bien… ¿y tu…? –dijo un poco nerviosa y tratando desahogarlo jugueteando con el cierre de su suéter perlado que se ceñía a la perfección en las curvas de su cuerpo de diosa griega

    -igual…bueno, no tan guapo como tú –al recordar que Ponchito le decía igual, se le escapó una pequeña risa -¿Qué…?-cuestionó tratándose de explicarse el porqué de la reacción

    -es que así me dice mi hermanito. Miren, ellas son Vivi y Mony

    -mucho gusto. Mis amigos, Daniel y Marco –todos se dieron la mano y respondieron la presentación con un simple hola -¿Quieren ir a tomar algo? –dijo buscando la excusa perfecta para no despedirse tan deprisa

    -¿ustedes invitan?

    -claro. ¿Qué se les antoja?

    -¡una nieve! –respondió Vivi. La voltearon a ver de una manera extraña. Estaban en otoño –bueno, un chocolate…-caminaron hasta el local donde los preparaban. Los cuatro entraron, pero ellos se quedaron afuera, esperando sentados en una pequeña mesa del lugar destinado para una cafetería. Deseaban gozar ese pequeño instante de privacidad al máximo

    -¿Cómo te fue en el examen de mi mamá? –dijo tratando de encontrar una entrada para la platica

    -saqué 98

    -¡cerebrito! –dijo tocando su hombro, el cual sintió extrañamente cálido. Un lindo hormigueo rodeó el cuerpo de la muchacha al contacto

    -obvio no…

    -claro que si…he visto los exámenes de mi mamá y están súper pesados

    -no tanto, si estudias te va bien. ¿Se porta igual como mamá que como maestra?

    -peor…-y volteó los ojos hacia arriba para enfatizar la respuesta

    -tu mamá no es mala…

    -dejemos de hablar de ella ¿de acuerdo? –asintió con la cabeza. No supo que decir, pero su corazón palpitante le ordenó a su boca que pronunciara

    -oye, en la academia donde estudio baile van a ser una fiesta de disfraces de halloween, y me preguntaba si tu… -no terminó de decir la frase, de hecho le pareció increíble estarlo haciendo a pesar del tremendo nerviosismo que él provocaba en su persona

    -¿si quiero ir contigo allá?

    -exactamente, digo, tú y tus amigos

    -nos encantaría ir –dijo sonriente -Apunta mi numero y nos ponemos de acuerdo. Préstame tu cel…-tomó el aparato y tecleó los dígitos guardándolos en la memoria del aparato–aquí está

    -ahora sonríe

    -¿para qué?

    -para poner tu foto al contacto –dirigió la cámara hacia él, y con una bonita sonrisa se quedó grabado en la pantalla del teléfono, como engolándolo con su hermosura

    -aquí está su chocolate –dijo Daniel con dos vasos en la mano con un par de respectivos popotes para ingerirlo. Se unieron a la mesa y como de costumbre hacia las nuevas amistades trataron de encontrar un tema de conversación

    -Aura, ¿y cómo se conocieron tu y Max? –preguntó Daniel

    - en la escuela. El fue al salón, y le ayudé con algunas cosas

    -ah, sí. Acuérdate que ya nos había contado –dijo Marco para Daniel indiscretamente, no pensando que llenaban de vergüenza a su fraterno

    -entonces… ¿ella es la chava que nos contaste?

    -si…-el rostro le cambió de color y tubo ganas de callar a sus amigos, pero no hizo más que bajar la mirada. Mony notó la reacción, y con una picara sonrisa le preguntó:

    -¿y qué les contaste de mi amiga?

    -pues que es una chava muy bonita y que me gustaría conocerla mejor –todos empezaron a hacer escándalo en torno al comentario, y sus mejillas se tornaron rosas. El corazón comenzó a latir rápido y vio hacia el suelo pues la mirada que recibió de ella lo puso nervioso –Aura nos invitó a una fiesta –expuso tratando de evitar más el borlote y como una rápida escapatoria para su vergüenza

    -¿Cuándo es?

    -en Halloween. Es con disfraz –puntualizó Aura dándole un sorbo a la leche con cocoa. El sabor realmente le encantó, pero no notaba lo más dulce de la noche en la bebida, si no en los preciosos iris de Maximiliano que evitaban su contacto directo

    -¡tengo una idea! –dijo Marco –que tal si lo hacemos como una cita

    -¿una cita? ¡Va! Tú con Vivi, yo con Mony y Max con Aura –dijo planteando las parejas de forma que todos salieran ganando. No se lo habían dicho, pero era más que evidente que ellos también se habían interesado en las chicas, y viceversa

    -nos encanta la idea –dijeron a coro las amigas

    -¿de qué te vas a vestir, guapa? –le preguntó Daniel a Mony regalándole una sonrisa para que se ablandara ante él

    -de princesa-respondió cortantemente, aunque el solo hecho de imaginarse ser la pareja de aquel le entusiasmaba enormemente

    -pues ya encontraste a tu príncipe

    -¿y tú, Vivi? –indagó Marco un poco más ingenuo

    -aun no sé, no he comprado el disfraz

    -bueno, podemos aprovechar e ir a comprarlo juntos… ¿Qué te parece?

    -muy bien

    -nosotros también podemos ir con ellos –le dijo Max encontrando la escusa perfecta para estar con ella una vez más. Cualquier oportunidad la aprovecharía como si fuera la última-¿o ya tienes disfraz?

    -aun no –menospreciando el que tenía en casa en forma de dinosaurio con motas verdes

    -ok. Entonces después nos llamamos para ponernos de acuerdo. Vivi, Mony, fue un gusto conocerlas –dijo dándoles la mano –Aura, me encantó volverte a ver…en serio –y se inclinó a besar su mejilla. Pudo sentir sus labios cálidos sobre la piel y los dos se conmovieron de dicho suceso. Por un momento sintieron estar soñando, pero la música de fondo del centro comercial y las voces de los demás asistentes les indicaron que vivían la realidad

    -a mi también…nos vemos luego –quería tomarlo de la mano y evitar que se fuera, pero no lo hizo y contuvo las ganas infinitas de besarlo en los labios

    -adiós, bonitas –dijeron sus acompañantes y se disolvieron entre la gente. No pudieron evitar seguirlos con la vista hasta que se perdieron en las puertas automáticas. Suspiraron:

    -¡tenemos una cita con esos bombones! –gritó Mony apretando sus manos con emoción.

    Llegó a casa. Las luces de la sala estaban apagadas, y aunque no podía ver muy bien, fue apoyada por la incandescencia que emitía el televisor. Los hermanos estaban viendo una película de dibujos animados. Lo supo solo por el sonido de dicha programación

    -hola –dijo rompiendo su concentración

    -hola –respondieron a coro, aunque los infantes no la voltearon a ver, embelesados por el aparato hipnótico

    -¿quieres de cenar? –cuestionó rápidamente Irene como un mero impulso hacia lo que siempre hacia al verla llegar

    -gracias, pero comí algo en el mall –una enorme sonrisa se dibujó en su rostro

    -¿Por qué tan contenta?

    -por Max –dijo evocando en su mente la imagen del muchacho, tan perfecto como si fuese real

    -¿Max…?

    -si…es un chico fantástico –y jugueteó entre sus dedos un mechón de su bruno cabello

    -pues si es así, espero conocerlo pronto

    -como mi novio…claro está. Que tengas una linda noche –dijo besando su mejilla y abrasándola con fuerza –hasta mañana, enanos

    -hasta mañana –le respondieron, aun sin desviar la atención del televisor

    -que duermas bien…

    -igualmente –y tomó el pasamanos de las escaleras. Comenzó el ascenso y a cada paso que daba, la imagen de Max volvía y sentía como, si en vez de azulejo, fuesen nubes lo que estaba pisando.

    Querido diario:

    Hoy nos topamos a Max en el centro comercial. Conocimos a sus amigos y ellos conocieron a las mías. No sé de donde saqué fuerzas para proponérselo, pero… ¡vamos a ir juntos a la fiesta de Halloween! ¡No lo puedo creer! Tenemos una cita. Imagínate…los dos bailando un merengue o una salsa o mejor aún, una balada: él ciñendo mi cintura y yo sus hombros… Ansío tanto que llegue ese día. Pero me conformo con salir de nuevo con él a comprar nuestro disfraz. Escusa ideal para vernos con más proximidad. No dejo de pensar en él. Es que es tan lindo, tan guapo… ¡niño perfecto!

    Después de concluir el relato, sacó de la bolsa del pantalón la etiqueta que momentos antes había desprendido del envase de chocolate y lo adherido a una de las hojas con pegamento en barra. Con una marcador celeste, puso como pie de página la fecha y el motivo del porque estaba ahí. Notó que aun tenía bálsamo de color en los labios, y estampó un beso contra el libro. Lo miró unos instantes y colocó el candado, guardándolo bajo la esponjada almohada donde solía dormir.

    La mariposa carmín se posó sobre la cabecera. El día entero había estado con ella, más la emoción y la profunda alegría que tenían presa a Aura la privaron de ver a aquel hermoso lepidóptero, carente en esa época del año.

    Lejos de ahí, y en la penumbra de una glacial habitación, alguien acariciaba la cabeza de un enorme husky, que después de una larga espera en la acera frente al parque, se cansó de esperar, y fue a casa, con la esperanza de ver otro día a la chica de cabello negro y mejillas rosadas.

    3.

    Notas

    -te envió esto mi hijo-dijo la profesora entregándole una hoja de papel doblada por la mitad. Su corazón se aceleró fuertemente, tratando de imaginar lo que podría contener dicho papel. Abrió la nota y comenzó a leer:

    Hola, bonita. Hubiera querido verte en persona, pero ahora no tengo tiempo. Estoy en exámenes. Me hubiera gustado hablarte por celular, pero se me olvidó pedirte tu numero, así que te mandé esto con mi mamá. Respecto a lo de la fiesta, nos vemos el viernes en el mismo lugar. Me gustaría que te vistieras de sirena, pero está haciendo frio…estoy ansioso porque termine la semana. Pd. Mis amigos andan tras tus amigas, y siendo sincero, yo de ti…perdón, no quise sonar tan lanzado, pero es la verdad. Maximiliano.

    Dibujó una enorme sonrisa y dirigió el recado hacia atrás, con la intención que lo leyeran sus amigas. Mony y Vivi lo ojearon, y al procesar el último renglón rieron mesuradamente. Al terminar la clase, Aura dio a la maestra un sobre azul:

    -¿me haría favor de entregárselo a Max?

    -claro que si, nuera…-lo tomó y las dos sonrieron tenuemente.

    Alrededor de las dos y media de la tarde la nota llegó a las manos de Max, que al ver que estaba adornado con un corazón comenzó a temblar:

    De acuerdo. Nos vemos allá es día. Y concuerdo con lo tuyo…nosotras también de ustedes .aunque suene también de irreverente. Eres un chico muy lindo. Demasiado, diría yo –respiró hondo y exhalo al ver esta afirmación de la letra de Aura. Vaya que le sorprendía la contestación - Cuídate, guapo –no tardó en guardarlo en el buró de su habitación, mientras esbozaba una gigantesca sonrisa, e imaginaba que aquellas palabras habían salido del corazón de la chica más bonita del planeta.

    -hola –dijo entrando en el salón de baile, con tanta alegría que parecía resplandecer y emanar por sus ojos chocolate

    -hola ¿quieres un poco de uvas? –y puso frente a ella una bolsa trasparente que lograba albergar alrededor de unos trescientos gramos, en tonalidades purpuras y rojas formando

    -claro –resguardó en su palma alrededor de seis. Las depositó en su boca y sintió como reventaban al masticarlas, con los jugos dulces saltando en sus papilas. Eran deliciosas

    -oye Aura, mi mamá no va a venir por mí hoy… ¿puedo irme contigo a esperar al autobús?

    -¿no tomas una ruta distinta? –pronunció apretando una de las esferas con los dientes

    -sí, pero podemos esperar nuestro camión juntas…

    -a ensayar, chicas, tenemos mucho que hacer…-dijo el profesor tomando fugazmente el hombro de la muchacha. Lo volteó a ver y le resultó chistoso como se movía entre su pants demasiado ajustado. Recordó la primera vez que acudió a tomar clase y lo vio, con el cabello rubio arreglado con gel, esa musculatura que debería ser el producto de horas en el gimnasio, esa cara de ensueño y esa gracia en sus movimientos. Recordó las expresiones orales, corporales y faciales cuando lo trataba y que el caballero en ocasiones se había equivocado en la coreografía cuando sentía la mirada inocentemente acosadora de Aura. El instructor Antonio dirigió la mirada hacia ella y sonrió. Le correspondió, no por el hecho de seguir sintiendo lo mismo por él, si no porque le causaba risa lo que antiguamente le provocaba, antes de que apareciera Max. El ensayo dio inicio y se repasó la misma coreografía del día anterior. Terminaron y salieron del salón, percatándose de que la penumbra comenzaba a apoderarse del día. Caminaron por la banqueta mientras Yadira buscaba un tema para conversar

    -¿Cómo se llama tu novio?

    -no tengo

    -yo pensaba que sí. Como siempre estás muy contenta, y siendo una chava súper linda no tendrías motivos para no tener

    -pues creo que no falta mucho…-recordó a Max y no pudo hacer más que sonreír al evocarlo por milésima ocasión en aquel día

    -¿Por qué? –cuestionó un poco curiosa pero sin caer en lo entrometida

    -porque hay alguien que…-al sentir que alguien la observaba viró la vista hacia la izquierda, y al ver de donde procedía ese mirar tan profundo su cuerpo tembló con un extraño escalofrío, como si estuviera frente a un espectro o aparición. Se quedó muda unos segundos, caminando con los pies casi pesándole una tonelada y la vista ida en aquel que seguía mirándola

    -¿Qué pasa? –preguntó Yadira notando su extrañeza

    -nada –y sus ojos no se pudieron despegar de aquel hombre que estaba al otro lado de la acera

    -¡que precioso perro! –Dijo apuntando al que permanecía al lado del joven –me encantan los de esa raza… ¿acaso no está divino?

    -no…me da miedo –y al percibir que esa mirada tan penetrante no se despegaba de ella, hecha un manojo de nervios inexplicables, le susurró–Yadi, camina más rápido –y la velocidad de su andar se aceleró, la del chico también. Llegaron a la parada del bus. El joven se detuvo frente a ellas, mirándolas en todo momento. De hecho, solo a Aura:

    -¡qué suerte! Ya viene el mío –exclamó al percatarse de que el autobús que venía en camino era el adecuado para su destino

    -Yadi, no te vayas…por favor no me dejes sola –murmuró con voz algo temblorosa, sintiendo frio aunque su suéter era más que abrigador

    -lo siento, pero tengo mucha tarea que hacer –e ignorando la frase de Aura, subió al trasporte. Los segundos fueron pasando, convirtiéndose en una eternidad y con ellos se intensificaba el oscuro del otoño. Él aun seguía frente a ella, inmóvil, y el perro quieto, mirándola con sus ojos grises. El nerviosismo de ella aumentó, al grado de que sus piernas titiritaban. Él, llenándose de su imagen cálida, bajo la luz de la luna y del alumbrado público, podía oler su exquisito perfume a vainilla. Quedó maravillado por las formas de su rostro, y por su cabello azabache, aun notable entre las sombras. Observó tendidamente sus labios, rosados y carnosos hechos aun más apetecibles por el brillo labial. Sus ojos, iris cocoa, embellecidos por un poco de rímel en sus largas pestañas, eran preciosos. Suspiró:

    -es divina-dijo a su canido acompañante. ahí viene el autobús pensó ella, y con un sentimiento de alivio ingresó al vehículo, plagado de personas. –adiós, musa de mis sueños –pronunció despacio.

    4.

    Disfraces

    Ya era viernes. Él esperaba impaciente en una de las bancas del mall. Tenían algunos días sin verse y la necesidad de extrañarse se empeoraba pensando que eran años. Miró el reloj. Cinco minutos de retraso

    -¿y qué tal si no llegan? –dijo tronando los dedos de la mano con nerviosismo y un enorme puñado de ansias

    -no seas exagerado. Ni siquiera es tarde, y si faltan, pues ellas se lo pierden…-subió la mirada e hizo un gesto facial de desaprobación hacia lo que su amigo había pronunciado –ahí vienen –clavó los ojos hacia la puerta y la vio ingresar como un ángel adentrándose en los mares de sus sueños. No sonrió, pues estaba embelesado con cada movimiento de la chica. Desde su parpadear, hasta su cabello ondulante flotando en la gravedad de la tierra. Sus pasos. Sus miradas se cruzaron y sus corazones comenzaron a latir rápidamente. La sangre subió hasta sus mejillas coloreándolas de leve rosado. Se toparon frente a frente saciando la necesidad un poco

    -hola…-dijo Aura concentrándose gravemente en los rasgos del joven

    -hola –se detuvieron a observarse unos segundos, cuando Marco y Vivi soltaron la risa ante el obvio congelamiento amoroso de sus amigos:

    -¿ya…? ¿Nos vamos?-caminaron hacia la tienda y en el trascurso comentaron las cosas que les había pasado en el día, desde la escuela, que habían comido y cosas por el estilo. Se detuvieron y miraron el aparador lleno de distintas vestimentas. Monstros, hadas, princesas… Entraron al establecimiento. Ahí los recibió una mujer, algo regordeta que sostenía una diadema que se encontraba forrando con un listón blanco

    -buenas tardes chicos ¿les puedo ayudar en algo?-cuestionó amablemente observando como ellos veían la mercancía

    -pues sí. Estamos buscando algo especial para nosotros –pronunció alzando la vista, examinando las paredes que estaban plagadas de accesorios para armar un ser fantástico

    -¿algo en especial?

    -realmente no –expuso Viviana -¿nos podría recomendar algo?-la mujer los observó rápidamente

    -Ya sé lo que te quedaría bien. Vamos a la bodega –caminaron hacia la parte de atrás de la tienda y la vieron rebuscar entre unas bolsas negras que colgaban de ganchos, todos perfectamente alineados en una especie de closet. Dio con él –a ti te queda este –dijo dándole en las manos un disfraz de tinkerbell. Sin más, entró al probador y después de unos minutos regresó con él calzado

    -¿y bien…como me queda? –dijo aun acomodándose las alas de tul que le resultaban un poco incomodas pues el elástico era ajustado

    -te ves muy bonita. Concuerda con tu cabello rubio-comentó Marco-ya se dé que me vestiré… ¿tiene uno de Peter Pan?

    -claro…-buscó entre los vestuarios, y al instante que se lo dio al muchacho este fue directo al vestidor.

    -¿Qué me queda a mi? –cuestionó Max a la vendedora, que después de de observarlo de arriba abajo, desde su pose, hasta la gesticulación del rostro, concluyó:

    -de vampiro

    -¿vampiro…?-respondió un poco incrédulo pues eso no estaba en su ideal

    -sí. Con los rasgos de tu cara y él porte que tienes fácil podrías encarnar a uno de ellos

    -puede ser… –dijo tratando de visualizarse caracterizado de esa manera, que de principio no hubiese catalogado como una opción, si no, ir vestido de superhéroe

    -Ahora mismo te lo busco –comenzó a caminar, y retrocediendo, preguntó a la muchacha -¿y tu…?

    -aun no lo sé ¿Qué me recomendaría?

    -ya que estamos en eso ¿qué te parecería de vampiresa?…-no tuvo ni tiempo de expresar su desacuerdo a la vendedora, pues en un segundo fue por cada uno de los trajes –mídanselo. Yo te voy a ayudar, tiene corsé –a la par ingresaron a los probadores –cuando termines de ponerte la primer parte me avisas –dijo en voz tan alta para que pudiera escucharla.

    Sacó el vestido de su funda protectora, y colgándolo de un gancho comenzó a observarlo. Sin duda era bonito. Largo, de mangas ajustadas y hecho de seda color cereza. El corsé tenia aplicaciones en negro, formando remolinos y formas indescriptibles. Se despojó de sus ropas, dejándolas caer, con cuidado, en un banco que estaba esquinado. Se puso el traje, con cierta dificultad por la composición y llamó a la encargada –respira –dijo antes de jalar los hilos que lo sostenía. Inhaló aire y sintió como la prenda se ceñía a su cuerpo impidiéndole en pequeña medida la respiración. Fue directo a un enorme espejo que tenía enfrente. Se miró detenidamente, todos ponían sus ojos sobre ella -¿Qué te parece? –cuestionó arreglando el nudo trasero con un lindo moño

    -me gusta, lo único malo es que está muy escotado –dijo tratando de estirar la tela hacia arriba, como para cubrir los senos que, evidentemente quedaban un poco al descubierto

    -y que te resalta todo con el corsé…que envidia –dijo Viviana deseando que la naturaleza hubiese sido más benigna con ella en una talla mayor de busto

    -no se… ¿ustedes que opinan? ¿No enseño demasiado? –dijo refiriéndose a los chicos

    -se te ve de lujo –dijo Marco, aun sin caer en la morbosidad, pero si en un cierto grado de fascinación. Y al ver que Max estaba estático mirando a Aura agregó –mejor ni le preguntes a él, es obvio que está en la baba contigo –su amigo correspondió con un fuerte codazo

    -te ves hermosa…-sus ojos oliva resplandecieron como joyas -llévalo, sirve y vamos iguales a la fiesta…

    Querido diario: hoy me la pasé estupendo. Ya compramos nuestros disfraces: Mony y Daniel van a ir de príncipes, Vivi y Marco de campanita y Peter Pan. Max y yo vamos a ir de vampiros. Hubieras visto lo guapo que se veía con sus pantalones ajustados, su chaleco con motivos dorados, una enorme capa negra con interior rojo y sus botas hasta las rodillas… ¡guapísimo! seria genial que pudiera vivir una eternidad a su lado, encarnar en serio nuestros personajes.

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