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La Fierritos
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La Fierritos
Libro electrónico247 páginas3 horas

La Fierritos

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Novela familiar, que comienza en Soto del Barco Asturias España, en el año 1897. Donde nace Faustino Fierro, padre de la protagonista, Amada fierro. “La Fierritos”
La familia de don Agapito Trueba y la familia de don Deogracias Alonso, se unen por una coincidencia.
La infancia difícil de Amada Fierro en la Ciudad de México comparada con la hermosa infancia de Agapito Trueba en Arredondo España y en Montbason, Francia, al final se encuentra en México.
Tienen muchos años felices desde 1950 hasta 1976.
Llega el año de 1976, con una grave crisis en México, que afecta tanto al negocio de Agapito, como a su matrimonio con Amada.
La novela termina con una tragedia que deben superar todos los familiares de “La Fierritos”.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento7 jun 2020
ISBN9781506532653
La Fierritos
Autor

Javier Lombana Fierro

Javier Lombana Fierro. Escritor tertuliano. Escribe en su blog sus tertulias semanales en www.guantesdegamuza.wordpress.com. Agnóstico, social demócrata, panbolero aficionado de los Pumas y del Real Madrid. Lector de biografías. Le gusta la música de los Doors, Beatles, Pink Floyd, Chava Flores y los Churumbeles de España.

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    La Fierritos - Javier Lombana Fierro

    Copyright © 2020 por Javier Lombana Fierro.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 10/07/2020

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    ÍNDICE

    Dedicatoria

    Agradecimiento

    1     Faustino Fierro

    2     Agapito Trueba Abascal

    3     Boda De Pilar Y Faustino Y Su Pimer Año En España

    4     Se casan Agapito Trueba Abascal con Leonor Pardo. Y nacen sus 5 hijos

    5     Van por la Pilar a Soto del Barco

    6     Primeros años de la Fierritos

    7     Hospital psiquiátrico

    8     Estalla la guerra civil Española y La vida en Arredondo

    9     Montbazon

    10   Infancia de la Fierritos

    11   Llegan a México los Trueba

    12   Se conocen Amada y Agapito

    13   Comienza el matrimonio de Amada y de Agapito

    14   Los años felices de la Fierritos. De 1951 a 1957

    15   Los años felices de la Fierritos. De 1958 a 1967

    16   Los años felices de la Fierritos

    17   Crisis del País

    18   Crisis matrimonial

    19   Llega la tragedia

    DEDICATORIA

    Novela en la que cuento muchas mentiras,

    para narrar algunas verdades.

    Se la dedico a mis 5 hermanos.

    Compañeros de vida en esta historia.

    AGRADECIMIENTO

    Quiero agradecer de manera muy especial a mi sobrina

    Carmen Lombana Torras. Que me ayudo con la edición

    y la corrección de estilo. Una gran profesional.

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    CAPÍTULO 1

    Faustino Fierro

    Corrían los últimos meses de finales de 1897 cuando en una pequeña aldea de Asturias, llamada Soto del Barco a las espaldas del río Nalón.

    En un caserón encima de la montaña a lado del camino que llevaba hasta la entrada de Cudillero, pueblo pesquero que bajando lentamente podías llegar hasta la lonja en donde se comercializaba la pesca de todos los días.

    En esa casa de Soto del Barco, desde el baño trasero de la recámara que se encontraba en la planta superior se podía observar el nacimiento del Río Nalón y al fondo el pueblo de Las Arenas.

    Justo en ese caserón en la planta baja nacía el décimo hijo de la pareja de cuñados que al quedar viudos se unieron en matrimonio y sacaron adelante a 20 hijos.

    Los 20 llevaron los mismos apellidos, Fierro González.

    El que se casaron dos hermanos Fierro con dos hermanas González era una situación muy común en esas épocas en esas pequeñas aldeas Asturianas en el norte de España.

    Cada pareja tuvo su familia y como eran muy fértiles las González pues se llenaron de hijos, siempre estaban embarazadas.

    Fue en el último parto de la mayor de las González, Jacoba, que dando a luz a su décimo hijo murió, el niño nació y lo nombraron Fernando Fierro González.

    Al poco tiempo muere Toribio, de un infarto, el menor de los papás Fierro y en el pueblo se quedan viudos por un lado Félix el mayor de los Fierro y por el otro Prudencia, la menor de las González.

    Deciden unirse en matrimonio para cuidar y criar a su manada y siguió la mata dando hasta el nacimiento del más pequeño de los 20 hijos Fierro al cual lo llamaron y bautizaron con el nombre de FAUSTINO.

    Así fue como nació un 28 de octubre de 1898, nuestro personaje Faustino Fierro González, el benjamín de los Fierro.

    Eran tantos con el mismo apellido que ni en el pueblo sabían quiénes eran hermanos y quienes eran primos. Algunos de los mayores no conocían a los menores y enterándose meses después del nacimiento de Faustino situación lógica pues algunos hermanos habían emigrado a Cuba y otros a México.

    Faustino creció en Soto del Barco una aldea típica asturiana. Su casa tenía su panera, tenían sus 4 puercos, que vivían en la parte inferior de la panera junto con las tres vacas que ordeñaban todos los días.

    El padre trabajaba en la lonja de Cudillero y su hermano al morir le había dejado su sociedad en la lonja de Las Arenas por lo que cada día les iba mejor, pues comercializaban y aprendían el oficio y así sustentaban a su extensa familia, aunque para esos primeros años de Faustino, de los 20 hermanos solo estaban la mitad en casa la otra mitad ya eran independientes o habían emigrado a las Américas.

    Faustino tuvo una niñez acomodada y fue avanzando en el colegio de Soto del Barco. Demostró habilidad en la lectura, siempre destacó en el dominio de las letras, desde muy pequeño no tenía faltas de ortografía, para Faustino el lenguaje era una parte de su naturaleza.

    En el colegio del pueblo se estudiaba la escuela primaria elemental de los 4 a los 12 años.

    Había dos grandes salones en donde cursaban de cuarto de primaria a sexto en el salón mayor y en el salón más pequeño hasta tercero.

    Había dos maestros uno por cada salón y mezclados los chavales de diferentes edades iban aprendiendo cada uno a su ritmo.

    Los maestros eran gente muy preparada y en esas épocas eran muy reconocidos socialmente El ser maestro te daba un distintivo ante la sociedad. Aunque la paga era más bien escasa.

    Los profesores que tuvo Faustino en esos 6 años en Soto del Barco fueron catedráticos que marcaron a todos los chavales y que les enseñaron no solo la gramática y las matemáticas básicas sino también el reconocer la naturaleza en sus alrededores, desde distinguir un árbol de higos y un algarrobo hasta analizar una mariposa o un lobo que en esas épocas de invierno se dejaban ver con mucha frecuencia.

    Los profesores don Benigno y don Avelino fueron toda una institución para la aldea de Soto Del Barco y siempre serán recordados como unos amantes de su profesión llevando la vocación de enseñar como buenos maestros así como tantos otros en esas épocas de la España de principios del siglo XX.

    Pasó la primera década de su infancia jugando por el pueblo, cruzaba la carretera y bajaba hasta la panera nueva, que se encontraba llena de maíces luego despacio seguía el camino polvoriento hasta llegar a la plaza central del pueblo, en donde además de una pequeña parroquia se encontraba un salón de usos múltiples que se usaba de teatro ocasionalmente.

    Enfrente a lado de la iglesia estaba la escuela que en realidad era simplemente dos cuartos abiertos con pupitres y un pizarrón negro de gran tamaño en cada salón.

    A un lado de la escuela se encontraba una Bolera en donde los días de fiesta se celebraban los tradicionales torneos de bolos, tanto asturianos como Montañeses.

    Y siempre que se cruzaba por la bolera se veían ancianos ya sea jugando, ya sea cantando:

    "YO VOY A LA BOLERA NUEVA, NO VOY POR JUGAR

    LOS BOLOS, VOY POR VER A MI MORENA",

    Al fondo había un escampado en donde jugaban los niños a la guerra o con una pelota, corrían para un lado y para el otro.

    Pero lo que hacía diferente a Faustino de los demás niños y niñas de su edad es que a él lo que más le gustaba era leer.

    Y muchas veces mientras sus compañeros corrían por el escampado a él se le veía leyendo sentado a la orilla de la bolera. Incluso le ayudaba a don Benigno a corregir las faltas de ortografía que tenían sus compañeros.

    Así estuvo hasta cumplir los nueve años y ya entrando a su primer década, descubrió otra afición que le inculco don Avelino el profesor, el tomar un pedazo de madera, un pedazo de rama gruesa de algún árbol y con una navaja de Albacete que le había obsequiado Don Avelino, tallar y limpiar la vara hasta dejarla limpia y uniforme para después poco a poco darle formas diferentes de figuras geométricas al principio y poco a poco fue aprendiendo a hacer figuras más complicadas como un árbol o la cara de un gochu.

    Esta afición lo marcaría de por vida, por lo que a Faustino se le podía ver horas y horas debajo de la bolera ya sea leyendo o tallando la rama de algún árbol.

    Sin embargo nuestro estimado Benjamín Fierro se fue convirtiendo en un ser muy anti social, veía a sus compañeros muy limitados intelectualmente.

    Tanto libro leía que esto ocasionó que creciera de manera desmedida su soberbia al grado que para Faustino todas las personas eran unas tontas, no valía la pena convivir ni socializar con tales seres que eran más torpes que las mulas del pueblo.

    Y claro, con esa soberbia lo que lograba era cada día estar más solo, hasta sus profesores preferían solo recomendarle uno que otro libro que entablar alguna plática y evitar lo más posible cualquier comunicación con el joven precoz.

    Por supuesto no tardó Faustino en incluir dentro de su prejuicio a sus dos maestros que tanto habían influido en él durante su niñez. Para Faustino en definitiva tanto don Benigno como don Avelino eran un par de tontos.

    Pero previo a cumplir los 16 años, el padre que se desesperaba de ver a su hijo raro, que en lugar de estar corriendo y dando lata como cualquier chaval de su edad este se encerraba en su cuarto a leer y solo salía para comer sin apenas saludar terminaba y se volvía a su aposento a seguir leyendo.

    Hasta que un buen día su padre le dijo:

    .- Faustino vas a cumplir 16 años y no puede estar de vago, al día siguiente de tu cumpleaños te voy a necesitar en la lonja y tendrás que ayudarnos, aprenderás un oficio de utilidad, pues para vagos y mantenidos no estamos dispuestos ni tu madre ni yo.

    El Sr. Fierro, padre de Faustino estando metido de lleno en las lonjas tanto de Cudillero como de Las Arenas, se percató de un gran negocio siendo testaferro de materiales que empezaban a escasear en la península y poco a poco se fue conectando con ese mundillo ilegal pero de muy altos rendimientos hasta llegar a traficar armas para algunos frentes de distintos bandos durante la primera guerra mundial.

    Esto lo hizo con mucha precaución y sin avaricia, pero en definitiva fue aprendiendo el camino y el oficio de testaferro y de traficante de armas y víveres para la gente en conflictos bélicos.

    El pensaba que situaciones y actividades tan delicadas las tenía que hacer con gente de su entera confianza, y quien mejor que sus hijos para irles enseñarles este oficio tan productivo aunque ilegal.

    A la larga, su familia y algunos de sus hijos en especial Idelfonso, seguro lograrían tener grandes fortuna pues las utilidades eran tan grandes como los riesgos que llevaba.

    Por eso pensó que era momento de ir incorporando a su benjamín Faustino, que siendo tan leído y tan listo, seguro sabría y sería de gran utilidad para tan serios y difíciles menesteres.

    Los hermanos mayores de Faustino que se habían quedado en España, Idelfonso Fierro y Álvaro Fierro, fueron poco a poco ordenando la riqueza que generaba el negocio del padre en el que ellos participaban directamente a sabiendas que en el futuro todo eso sería de ellos.

    Faustino joven de 16 años, lo pusieron a trabajar en la lonja de Cudillero, tenía que estar de madrugada a más tardar a las 5 am sentado en la caja y registrando en una libreta los kilogramos que entraban de las distintas especies marinas, así como la salida de las mismas y los precios y así poder controlar los ingresos diarios por las ventas que se ejecutaban.

    Era una tarea relativamente fácil pero que requería de mucha disciplina y orden.

    Para Faustino eso de tener que llegar antes de las 5 am era un martirio y de hecho nunca lo logro, el día que más temprano se le vio llegar eran las 6.15 de la mañana y de mal humor.

    Por eso mismo, siempre hubo otro empleado llamado Juan Manuel Pradillo quien seguía llevando los controles además de las tareas nuevas que le habían asignado pues Faustino llevaría el control de la libreta, cosa que nunca hizo.

    La salida del trabajo era como a las 14 o 15 horas. Y la gran carga de trabajo se terminaba realmente como a las 11 o 12 del día. Por lo que a las 13 horas se turnaban para comer un bocadillo, y ya después ordenar los papeles, contestar las llamadas y poco más. Ese tiempo de poco trabajo Faustino lo aprovechaba para leer un libro o leer otro, que siempre llevaba al trabajo.

    Nunca dejaba de leer, ni cuando tenía que ayudar a Juan Manuel a llenar la libretita, él de mal humor apuntaba mientras seguía ojeando su lectura.

    Félix, el Padre de Faustino se desesperaba al ver el nulo interés de su benjamín por los que aceres del negocio, sin embargo pensaba que algún día se daría cuenta de que esto sería su futuro y al igual que sus hermanos se percataría de que podrían formar un gran patrimonio.

    Pero una tarde, sonó el teléfono (que sólo sonaba muy rara vez) y siempre para alguna urgencia.

    Faustino contestó y la llamada era de la lonja de Las Arenas, que pedían una ayuda muy urgente pues, el hijo de una de las empleadas de más confianza de la lonja doña Martina, le urgía le llevaran un medicamento que le parara la hemorragia que sufría su hijo y que con dicha medicina se le controlaba, siempre tenía a la mano su medicina doña Martina pero esta vez sucedió algo inesperado y faltaba más de esa fundamental medicina y quedó tranquila pues en Cudillero la tenían y era cuestión de un par de horas quizás tres para que llegara y así no habría más problema.

    Faustino vio la oportunidad de salir temprano y se ofreció a llevar a las Arenas dicho medicamento, le llevaría máximo una hora y media el transbordo de un lugar al otro.

    Tomó la medicina y se fue rumbo a su destino, pero al llegar a la parada de Soto del Barco, decidió que le daba mucha flojera seguir hasta las Arenas y después regresar otra vez a su casa, por lo que se bajó y se dirigió a su casa y se puso a leer echado en su cama y diciendo mañana a eso de las 10 am le llevo la medicina a las Arenas y así ya no voy a Cudillero, grandísimo plan del holgazán y mas que irresponsable Faustino.

    La tragedia sucedió y como la medicina no llegó, el hijo de Martina se puso muy mal y lo internaron en el sanatorio cerca de las 5 am. El Hijo de Doña Martina estuvo enfermo más de cuatro meses y nunca más recuperó su salud.

    Este hecho fue suficiente para que su padre tomara riendas en el asunto y por supuesto lo dejó sin trabajo y sin paga alguna y le exigió que se metiera a estudiar una carrera universitaria.

    Faustino primero intentó convencer a su padre que él quería estudiar, Literatura Inglesa o meterse a un taller de pintura o escultura.

    .-Tú estás loco de remate le contestó y le dijo que estudiaría Contabilidad que es lo que necesitaba aprender para ayudar a sus hermanos en un futuro con sus negocios.

    Y sin preguntarle más lo metió a un internado de mucho prestigio y muy caro cerca de León, en donde los padres Benedictinos tenían fama de ser muy estrictos y exigentes. Seguro era lo que necesitaba Faustino y sin más preámbulo lo inscribieron en dicho internado.

    Recién cumplidos sus 17 años nuestro personaje empezaría su siguiente aventura estudiando las artes de la contabilidad y aprendiendo el balance de Luca Pacholí, padre

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