La llegada al mundo del escritor José Saramago estuvo marcada por dos hechos, tan curiosos como significativos, que él mismo narra en su autobiografía: “Mis padres se llamaban José de Sousa y María da Piedade. José de Sousa también habría sido mi nombre si el funcionario del registro civil, por iniciativa propia, no hubiera agregado el apodo por el que se conocía a la familia de mi padre en el pueblo: Saramago (cabe aclarar que el saramago es una planta herbácea espontánea, cuyas hojas, en aquellos tiempos -de necesidad-, servían de alimento en la cocina de los pobres). Sólo cuando tenía siete años, al momento de que tuve que presentar un documento de identidad en la escuela primaria, se supo que mi nombre completo era José de Sousa Saramago… Sin embargo, éste no fue el único problema de identidad que tuve que enfrentar en la cuna. Aunque vine al mundo el 16 de noviembre de 1922, mis documentos oficiales señalan que nací dos días después, el 18. Fue gracias a este pequeño fraude que la familia escapó al pago de la multa por falta de declaración de nacimiento, dentro del plazo legal”.
EL NIÑO QUE FUE
Los primeros dos años de vida del pequeño José Saramago transcurrieron en su natal Azinhaga,