¿Y Ahora Qué?

Por Floriana Rodríguez

Basado en hechos reales relatados a través de cartas por una niña de 13 años, a una amiga que se va a Nueva York. Es el proceso del triunfo de la Revolución Cubana en el año 1959; durando esta correspondencia hasta 1965. Trata sobre el impacto que esto produjo en ella; visto a través de sus ojos y el cambio que se va operando en ella; con el transcurso del tiempo hasta que llega el momento de preguntarse: ¿y ahora qué? Y toma su decisión.

• Idioma: Español
• Editorial: Page Publishing, Inc.
• Fecha de lanzamiento: 3 jun 2020
• ISBN: 9781643343549

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Carta #1

La Habana, 11 de agosto de 1959.

Querida Elvira:

Espero que al recibo de esta carta, te encuentres bien; en unión de tus padres y hermanas. Yo me he pasado una gripe tremenda.

Te diré que Goyito, siempre me daba tu dirección pero con la misma rapidez que me la daba, la perdía. Pero hoy le estaba escribiendo a Livia, la argentina ¿Te acuerdas de ella? Ella sí se acuerda de ti y me dijo te mandara recuerdos de su parte cuando te escribiera pues ya te los estoy mandando. Si quieres escribirle, dímelo y te mando su dirección. ¿Qué me dices de lo que hablan los americanos por allá de Fidel? ¿Todavía siguen pensando que él y la revolución, son comunistas? Dímelo, pues si es así, voy para allá y les parto la Siquitrilla. Oye perdona que te haya tachado la línea anterior, pero me dijeron que no se podía poner porque, nadie fuera de Cuba, se podía enterar. Hoy, Fidel, hablará por televisión. Y ya sabes, que cada vez que habla todo el mundo lo escucha.

El día que renunció a su cargo de primer ministro, hubo tal huelga de 10 a 11, ningún vehículo se veía. A cada cual donde le cogiera esa hora, se paraba. Las guaguas paradas en medio de la calle y los choferes se bajaban; los campesinos todos, en las calles con sus machetes; los carros, todo lo mismo, de mudanzas, de leche. Se paraban atravesados para que las máquinas nos pasaran. Se pararon las motocicletas, figúrate, todo el mundo estaba botado para la calle y yo, que vivo aquí mismo, en 23, también salí a la calle. Los puestos no despachaban y los comercios, cerraron todos. En fin, fue una cosa emocionante de ver. Lo único que circulaba, era un carro Alto parlante, hablando y tocando el himno para que Fidel volviera a ocupar su cargo. Había también, otro carro sacando películas, en 23, de los carros atravesados y de los guajiros. Impidiendo el paso de alguna máquina con apuros. Yo salí en un noticiero de esos. Te diré que la gente decía que en muchos años, nunca se había visto ni se vería otra cosa igual; que tanta gente acatara y estuviera pendiente, solamente, de la palabra de