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Cara De Prócer: Cuentos Y Relatos
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Cara De Prócer: Cuentos Y Relatos
Libro electrónico179 páginas2 horas

Cara De Prócer: Cuentos Y Relatos

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Palabras, acciones, escenas se despliegan por aqu y ms all en Cara de Prcer, un libro de cuentos y relatos que lnea a lnea construye su lugar.

Tramas que marcan momentos de la vida. Impensados, comunes, ajenos, irreversibles.

Ni ms ni menos que el delineado del paso de hombres y mujeres que viven dentro de cada historia.

As los relatos: El caballo de Troya, y Extraa lluvia, se dirimen en las fronteras de lo fantstico y cotidiano. Tomografa computada, exhibe desde un realismo crudo cuan frgil y hasta pattico se puede ser en el decurso de un problema de salud. Es Macao grr, una historia que nos acerca los desatinos a los que se puede arribar, simple y llanamente por seguir la ruta del azar, la seduccin del juego. Nadie se dispone a perder, aunque simule lo contrario.

Escenas, personajes, lugares, amores y humores

Nada escapa a la pluma de Roberto Luis Guzmn.

Marta Rosa Mutti
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento24 oct 2012
ISBN9781463339982
Cara De Prócer: Cuentos Y Relatos
Autor

Roberto Luis Guzmán

Roberto Luis Guzmán nacido en Tandil, abogado, buscador infatigable de ese algo más que ofrece las experiencias de la vida, hoy, hoy se muestra como un buen narrador de historias. Un oficio mucho más antiguo que la escritura, que el papel y que la imprenta y que ahora nos entrega en este libro nuevo para disfrutar el placer de la lectura. Por Yuyú Guzmán. Autora de nueve libros sobre Estancias Argentinas, productora de un programa de televisión sobre Estancias Argentinas, que se difunde por Canal Rural.

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    Cara De Prócer - Roberto Luis Guzmán

    Prologo

    Un libro constituye sin lugar para la controversia, un espacio único y plural. Esta afirmación puede parecer y lo es: un antitesis, sin embargo la reunión de los opuestos mencionados, significa que cada libro tiene su mirada y un destino, y que este huye de las manos del autor en el momento en que lo deja ser, salir al mundo, ser visto y escuchado por otros.

    Cara de Prócer, es un libro que asoma cuentos y relatos que se dan cita en alguna esquina asombrada, en una ventana solitaria, o una mano que entre sacudones y chirridos lo sostiene durante un viaje en subte, y por que no en una tarde solariega, quizá brumosa, en la que se busca compañía.

    Historias de todos que se entrecruzan y en las que se puede ver a veces, un cierto reflejo de acciones propias. Circunstancias diferentes pero parecidas a algunos de los momentos que nos tocan vivir.

    Roberto Luis Guzmán ha dispuesto en estas paginas hilos que construyen de modo sencillo y ágil; mundos pequeños, cercanos en donde se muestran hechos y episodios cuyos protagonistas toman independencia y cuerpo, para girar hacia quien se atreva a la lectura., atraerlo y comprometerlo en el juego ficcional.

    Cada lector hará su elección y su observancia. Se llevara más o menos en el transcurso de las paginas, todo dependerá a del juego que se desate a través de su lectura para atrapar su atención, hecho de que el autor ha cuidado en rigor de que ha escrito en función de mostraremos que la realidad, es una metamorfosis constante y nosotros solo seguimos su espirar.

    Por Marta Rosa Mutti.

    Escritora y periodista. Docente especializada en Lengua y Literatura.

    El caballo de Troya

    By Roberto Luis Guzmán

    -Estoy de acuerdo -dijo María José a sus amigas en medio de una reunión para definir el viaje-, yo también voto por Las Cataratas. Es cierto que vamos a tener más posibilidades de pasarla mejor que en los otros lugares propuestos.

    Ese era el voto que faltaba para formar mayoría y así decidir donde ir de viaje ese año festejando el décimo aniversario de haberse recibido en la secundaria. -Al fin exclamaron todas, hace dos horas que estamos deliberando y ya tenemos decidido el lugar -. La reunión continuó por otras dos horas recordando lo bien que lo habían pasado en el colegio riéndose con las memorias de Fernández el profesor exigente y de las ocurrencias que implementaron para sortearlo. Entre otras estratagemas con las minifaldas que portaban. Como si fuera el arma secreta que lo distraía bastante y otras ocurrencias por el estilo.

    Viajaron en abril por que en esa época del año no hace mucho calor estaban en un buen hotel en Puerto Iguazú. El primer día caminaron entre las pasarelas asombrándose con la diversidad de los saltos. Grandes o pequeños cada cual con su encanto con la exuberancia de la vegetación con mil verdes distintos y flores tropícales de todos los colores. También se asombraron y se divirtieron con los coatíes que caminan graciosamente con sus colas paradas entre los turistas.

    -Cuidado con ese que te va a sacar la galletita, -le gritó una de sus amigas a María José.

    A la noche tenían prevista una salida ir a bailar pero estaban muertas de cansancio y cenaron en el hotel. Mientras estaban eligiendo qué comer del lunch, Alicia se acercó a María José.

    -¿Viste como te mira ese tipo?-, -le dijo.

    -¡No!, cual.-.

    -No te des vuelta, disimulá. Ese flaco alto que está en la mesa de los salados. Justo detrás mío.

    María José hizo como que iba a elegir otro plato, se dio vuelta con toda naturalidad hacia la otra mesa y lo tuvo a su entera disposición.

    -¿El de saco?.

    -No, el de camisa naranja. No te ha sacado la vista de encima desde que estamos en el comedor.

    -Vamos a nuestra mesa a ver que hace.

    María José y Alicia fueron a la mesa con su grupo. Y mientas escudriñaban al flaco alto. Él eligió su plato de entrada y caminó hasta otra mesa, antes de sentarse miró para ubicarla.

    -Ves lo que te digo, te ha marcado todo el tiempo él tiene claro donde nos sentamos. Esta bueno el flaco ¿no te parece?.-

    -No se, ni le había prestado atención, si vos no me decís no me doy cuenta. Además todavía no he salido del trance de mi separación. Hace un año y medio de eso pero todavía no he terminado de asimilar la situación. Ese hijo de puta de Francisco me ha dejado marcada. -Agregó María José arrugando la cara con un inocultable gesto de disgusto-. Por ahora ni se me ocurre pensar en otro.

    -Ya se. Conozco tu situación y como dice el dicho el que se quema con leche ve la vaca y llora ¿no?. Pero el flaco no está nada mal en tu situación yo le daría una oportunidad. Es más creo que es darte otra oportunidad a vos misma. Estoy segura de que te la merecés.

    -Para qué, los hombres solo piensan en la cama. Ahí se les termina el romanticismo.

    Al día siguiente volvieron a las cataratas y cuando María José estaba absorta de la emoción contemplando la Garganta del Diablo el flaco alto se paró a su lado.

    -Es la octava vez que vengo a este parque y ya estoy acostumbrado. Sin embargo este salto siempre me produce un vacío en el pecho y en el estómago no puedo dejar de emocionarme. -le dijo.

    Para Maria José era su primer viaje a las cataratas y ella también estaba consternada. Sin darse cuenta los unía esa emoción posiblemente tendrían sensibilidades similares. Él se presentó.

    -Me llamo Ramiro, soy periodista y estoy aquí por trabajo.

    A partir de ahí él, discretamente no se despegó de su lado. Cada uno andaba con su grupo por lo tanto no pudieron seguir el paseo juntos, pero Ramiro se las ingenió para estar cerca en todo momento y haciéndose notar.

    Al día siguiente ella tenía que dar por terminada sus vacaciones y volver a Rosario, cuando se retiraba del hotel Ramiro se le acercó y le dijo.

    -Vos ya tenés que volver a tu casa y yo tengo para unos días más. Los reportajes que tengo que hacer no han terminado, pero quiero que sepas que aunque recién nos conocemos tengo un presentimiento con vos. No quiero perderte. Necesito que me des la oportunidad de conocerte mejor, tengo miedo que cuando vuelvas a tu rutina en Rosario, te olvides fácilmente de mí. Por favor guardá esto.

    Sacó del bolsillo un pequeño paquete. Sus ojos estaban húmedos, su mirada reflejaba un dejo de profunda ternura y tristeza al mismo tiempo. Y con la voz quebrada le dijo.

    -Es una extraordinaria reproducción en madera del Caballo de Troya. Lo compré en un viaje a Turquía que hice para cubrir unas jornadas deportivas. Estaba curioseando en un anticuario en Estambul o Constantinopla y ahí apareció como por arte de magia ante mis ojos este fantástico caballo. No estoy seguro de por qué lo compré. Solo sé que cuando lo vi tuve la imperiosa necesidad de llevarlo conmigo. Quizá fue por el detalle del dorado a la hoja y el laqueado rubí que forman la crin, sobre la pátina verde encimada sobre el cobre oxidado del cuerpo me atrapó. Ahora tengo la íntima necesidad de dártelo, es para que comprendas que tenemos que volver a vernos. Ella no entendía lo que estaba pasando con este personaje que era un extraño y le estaba dando algo que sin duda, para él valía mucho.

    -Perdoname pero no lo puedo aceptar. Es evidente que para vos es algo muy importante no tiene sentido que me lo des.

    -Por supuesto que es valioso para mí y mucho. Pero no lo siento como una pérdida, te lo estoy dando para asegurarme que nos vamos a volver a encontrar. Cuando llegue a Buenos Aires te llamo y coordinamos nuestro encuentro.

    María José no tuvo otro remedio que aceptar y se subió al avión con su grupo de amigas. En medio del vuelo la curiosidad pudo más y extrajo de la cartera el paquete que desenvolvió con todo cuidado. Entre sus manos estaba el Caballo de Troya llegado a ella en circunstancias tan extrañas. Lo examinó cuidadosamente. Era cierto que el dorado a la hoja y el laqueado rubí de la crin le daba un encanto tan extraordinario como exótico. Entre otros detalles también encontró la abertura disimulada por donde salieron los guerreros griegos para conquistar Troya. Puerta que funcionaba a la perfección. No se han olvidado de nada, pensó.

    -Mierda, voy a tener que leer la Eneida a ver si encuentro en sus detalles el mensaje que me quiere dar Ramiro, me parece que va a ser lo mejor-. Reflexionó María José.

    La compañera que estaba en el asiento de su lado no se había enterado del encuentro romántico y mucho menos de la entrega del caballo. Así que no tuvo nada que explicarle. Una hora y cuarenta y cinco minutos de haber partido el avión estaba carreteando en el Aeropuerto de Rosario, inmediatamente todas fueron a sus hogares. Maria José llegó al suyo deshizo la valija sacó el caballo y lo tuvo con firmeza reteniéndolo un buen rato dándole sin querer el calor de sus manos. En que historia me estoy metiendo, pensó con preocupación, recordando haber jurado no volver a enamorarse nunca más". Sin embargo esta nueva historia aún no vivida le estaba comenzando ha inundar sus pensamientos. Dedicó unos minutos a elegir el lugar donde lo guardaría. Finalmente decidió ponerlo en una mesita ratona de su living que era su lugar preferido para guardar los adornos. Y se fue a dormir.

    Pasaron unos días y en cada uno Maria José tuvo en algún momento el recuerdo de su encuentro en las cataratas, en algún momento va a llamar, pensaba, sin estar segura de cómo iba a reaccionar. Si me pide que vaya a Buenos Aires, no lo voy a hacer, continuaba su pensamiento, que venga él para acá. Si realmente le intereso como dice que se moleste. Que me voy a poner para recibirlo el pantalón negro o la pollera amplia con transparencias, seguía divagando. Pasó la primer semana pero no recibió el llamado. Tanto durará el trabajo en las cataratas que no llama, bueno será en cualquier momento, seguían sus elucubraciones. Ya habían pasado casi dos semanas y todavía no tenía noticias. Una de esas noches soñó que mientas dormía se abría la puerta del caballo y salía un hombrecito proporcionado al caballo quien bajaba de la mesa caminaba hasta su dormitorio, subía a la cama y se apoyaba en una de sus manos. Era Ramiro, quien muy feliz se acurrucaba en su mano y se dormía transmitiéndole el calor de su cuerpo. Al despertarse, alegre por el sueño notó que en la sábana donde se había apoyado Ramiro había una marca, como si hubiera dormido un gatito. Enseguida la llamó por teléfono a Alicia para contarle.

    -Sabes una cosa anoche soñé con Ramiro. -contándole muy entusiasmada todos los detalles del sueño.

    -No me digas, ¡que bueno! ¿y cuando se ven?.

    -Todavía no me ha llamado. Es extraño, mostró tanto interés y hasta me dejó el caballo, pero no tengo noticias de él.

    -¿Y que pensás hacer, llamarlo?.

    -¡No de ninguna manera!. Él fue el que promovió la cosa si le intereso tanto que llame y si no, chau se acabó.

    María José estaba enmarañada en esos pensamientos, le gustaría verlo pero al mismo tiempo se acordaba de cuanto le había concedido a Francisco su primer marido. Hasta había dejado de ejercer su profesión de arquitecta porque él, sería el súper hombre protector que la quería todo el tiempo en casa. Después de un tiempo él la había abandonado se había ido al diablo y ella tenia que arreglarse como podía, trabajando en cualquier cosa. Así había aprendido en carne propia que en una profesión liberal cuando se la abandona es casi imposible retornar. Ahora no estaba dispuesta a concederle nada a este tipo que la jugó de romántico y ni siquiera la llamaba. Así paso el tercer mes parecía que a Ramiro se lo había tragado la tierra. Una de esas noches Maria José volvió a soñar que del caballo bajaba su pretendiente, quien muy entusiasmado corrió hasta el dormitorio, se trepó a la cama, le dio un besito en el cuello y se acurrucó mimosamente entre sus manos. Con una clara sensación en todo su cuerpo de que lo estaba viviendo, como si Ramiro estuviera realmente allí. Así pasó otro mes sin que Ramiro llamara pero el sueño con Ramiro se repitió sistemáticamente cada quince días. María José ya había perdido la esperanza del llamado, pero ese sueño recurrente la tenía en vilo, ya que no le permitía olvidarlo y a demás se estaba acostumbrando a la visita en sueños y le gustaba.

    Una noche del mes siguiente se acercaba la fecha de la reiteración del sueño, María José se acostó placidamente pensando hoy se va a dar y se durmió profundamente. En un momento dado se despertó por un ruido metálico y sintió un temblor en la cama. Abrió los ojos y vio repentinamente que sobre su pecho estaba parado Ramiro, golpeando

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