La DAMA del agua
Alguna vez quiso ser periodista, pero solo para salir de su pueblo en Entre Ríos, viajar por el mundo “resolviendo casos” (lo dice y se ríe) y no volver nunca más. Pero alcanzaron dos años de universidad para hacerle entender que lo suyo no era andar grabando palabras ajenas, sino prestar atención a las que la rondaban. Las voces que estaban ahí, caracoleándola desde siempre como un enjambre portátil que la seguía con su bisbiseo dondequiera que fuese. Sí, tal vez era eso: prestar atención a lo que los demás decían y a lo que no, a lo que se veía y a lo que tampoco. Como en los humedales, también en , su última novela, todo es fluido e impreciso. Se hunde bajo el peso de los ojos que recorren las páginas y abren agujeros enormes a través
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