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Los Alaridos De Mi Silencio: Su Santidad Fco 1O Bienvenido Al Limbo De La Realidad
Los Alaridos De Mi Silencio: Su Santidad Fco 1O Bienvenido Al Limbo De La Realidad
Los Alaridos De Mi Silencio: Su Santidad Fco 1O Bienvenido Al Limbo De La Realidad
Libro electrónico166 páginas2 horas

Los Alaridos De Mi Silencio: Su Santidad Fco 1O Bienvenido Al Limbo De La Realidad

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Información de este libro electrónico

"Cuntas veces durante aquellas interminables noches, casi eternas, sola yo caminar; cargando el peso insoportable de mi corazn destrozado, entre el Campus e Indian Rock -aquel andar por sta mi propia Via Dolorosa..."
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento20 sept 2013
ISBN9781463363536
Los Alaridos De Mi Silencio: Su Santidad Fco 1O Bienvenido Al Limbo De La Realidad
Autor

José Souto-Martínez

José Souto-Martínez nació en Buenos Aires y creció en sus orfanatos, reformatorios, y sus calles entre el hambre, la violencia y la soledad. A pesar de ello, tuvo un breve acceso a muy altamente educadas y distinguidísimas personas a las cuales dejó atrás juntos con sus recuerdo al partir hacia Venezuela en donde conoció sus cárceles y cámaras de torturas y a donde se desempeño como periodista, hasta que llegó a los Estados Unidos a residir en California, siendo un observador y un crítico de los acontecimientos ocurridos en los años '50s y '60s especialmente en Berkeley en donde reside desde 1957

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    Los Alaridos De Mi Silencio - José Souto-Martínez

    Copyright © 2013 por José Souto-Martínez.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2013914182

    ISBN:      Tapa Dura              978-1-4633-6355-0

                    Tapa Blanda           978-1-4633-6354-3

                    Libro Electrónico   978-1-4633-6353-6

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 17/09/2013

    Los Alaridos de Mi Silencio

    Por José Souto Martínez

    © 1a Edición Inglés 1992 José Souto Martínez con el título

    Between the Campus and Indian Rock.

    © 2a Edición Español 1994 José Souto Martínez.

    © 3a Edición Español 2000 José Souto Martínez.

    © 4a Edición Español 2002 José Souto Martínez.

    Este libro no puede ser reproducido, total o parcialmente,

    sin autorización escrita del autor.

    Cover Design by Lisa Velasquez, Nicole Berg and Rubén Salgueiros.

    Para realizar pedidos de este libro, contacte con:

    Palibrio LLC

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

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    Fax: 01.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    484684

    ÍNDICE

    JOSÉ SOUTO MARTÍNEZ

    Prólogo

    RECONOCIMIENTO

    MI SOMBRA

    Los Alaridos de mi Silencio

    EPÍLOGO

    JOSÉ SOUTO-MARTINEZ VOLUNTAD PARA ESCRIBIR

    D edico esta obra a la ciudad de Saltillo y a Don Oscar Flores Tápia, Q.E.P.D., ex-gobernador constitucional del estado de Coahuila, México, a sí como a su esposa Doña Isabel y a sus hijos, con quienes he contraído una deuda impagable por la hospitalidad y el afecto que me brindaron sin conocerme. Gracias Don Oscar! Gracias Saltillo!

    José Souto-Martínez

    JOSÉ SOUTO MARTÍNEZ

    Por Oscar Flores Tapia

    Una tarde llegó hasta mi oficina, con un libro bajo el brazo - eso me pareció, aunque luego supe que era el original de EL MIEDO PUDO MAS - libro donde denunciaba la barbarie de los Gorilas sudamericanos. Se llamaba José Souto Martínez y por su aspecto intuí a un perseguido político. Sin dirigirnos la palabra, con un gesto le pedí que me siguiera; lo llevé hasta mi casa y le dije a mi esposa:

    - Tengo la impresión de que este muchacho no ha comido. Prepárale algo… Fue hasta entonces que charlamos. Me enteré que era Argentino de nacionalidad aunque ahora venía de Venezuela donde fue apresado y torturado.

    Gobernaba Venezuela Marcos Pérez Jiménez y por esos días había sido arrojado de Argentina el General Perón. Por todos lados los Gorilas veían moros con tranchetes y en cada viandante un espía.

    Cuando Souto me contó la historia de su niñez y juventud, la encontré fascinante, la recogí y pronto será publicada. Ahí contaré su azarosa vida.

    Durante varios meses vivió en mi casa donde se distraía con mis niñas, a las que contaba cuentos de brujitas y un buen día se despidió de mi. Viajaría a los Estados Unidos donde las denuncias contra los Gorilas era un tema jamás desdeñado por los editores norteamericanos, pero Pepe la traía de malas y al cruzar la frontera fue detenido por la migra. Fue entonces cuando decidió dar por terminada su aventura con la vida.

    Una mañana sonó mi teléfono, era un Pastor que me informó:

    - Soy un Pastor metodista y estoy asistiendo en sus últimos momentos al joven José Souto quien ha cumplido ya quince días en huelga de hambre. Me suplicó que al morir se lo comunicara a usted y solamente a usted, que es lo que estoy haciendo.

    Me quedé aturdido y sólo se me ocurrió escribir la carta que a continuación inserto:

    Pepe:

    Esta tarde recibí tu carta. La leí y me causó una verdadera indignación. Tú, que desafiaste con tanta hombría a la gente de Marcos Pérez, ahora convertido en una plañidera y para colmo, en huelga de hambre.

    Me pregunto: ¿Para venir a terminar sus días en una cárcel de pueblo, es para lo que este muchacho ha recorrido medio mundo?

    O acaso -sería peor- ¿el amor te ha trastornado el seso, al grado de que, como cualquier personaje de novela azul, no puedas soporsu ausencia?

    Cuando llegaste a Saltillo te brindé mi casa y mi afecto. Aquí tenías medios para realizar tu obra literaria; una obra vigorosa y entrañable, como que se trataba de acertar en la conciencia del hombre. Tus ilusiones fueron superiores a la realidad y huiste, como has venido huyendo de ti mismo; como ahora mismo tratas de evadirte.

    No imaginas como me siento deprimido. Te creí un hombre de carácter y me resultas un huelga de hambre, como si no fuera suficiente la que tuviste que pasar en tus correrías.

    A mi no me conmueves desde tu agonía hambrienta. Se lucha por muchas cosas, pero una de ellas, la principal, es por la comida. Invítame a luchar por tí, por el hombre que cree en la dignidad del ser humano, en la necesidad de que prevalezca la justicia, en que desaparezcan las barreras que dividen al hombre, barreras casi siempre impuestas por motivos opuestos; el que viste elegante y el que si apenas tiene con que cubrir a medias sus carnes; el que viaja cómodamente en un automóvil y el infeliz que a diario golpea las piedras del camino con grande regocijo de los zapateros; invítame a luchar por que haya un justo equilibrio entre la opulencia y la miseria y allí me tendrás formado en la primera fila.

    Me gustaría saber exactamente la razón de tu encierro, si puedes informármelo, escríbeme. -Ah, también si es que vives para cuando te llegue esta carta- o habla por teléfono. Pide la conferencia por cobrar, pero antes piensa lo que me vas a explicar en tres minutos.

    Me gustaría que un día mis hijos dijeran orgullosamente:

    -Ese que va ahí es José Souto, un hombre en quien mi padre creyó; y no se equivocó mi padre, que era un conocedor de la conciencia humana… Escríbeme inmediatamente y si lo creo conveniente iré inmediatamente a Nuevo Laredo.

    Nov. 1958

    Esa fue la carta que le salvó la vida a Pepe Souto. Fue por eso quizá, que cuando recientemente el ex Presidente de México Salinas de Gortari dizque se había puesto en huelga de hambre, Pepe llamó a mi esposa a quien le dijo: Doña Isabel pídale a Don Oscar que le escriba una carta a Salinas…

    PRÓLOGO

    Por Philip Burton

    No fué el autor sino un mútuo amigo quien puso en mis manos éste manuscrito por primera vez, y por eso quedaré eternamente agradecido. Nunca ántes me había impresionado tanto por la obra de un autor desconocido, impresionado tanto por las extraordinariamente honestas revelaciones de un espíritu atormentado como por la excepcional calidad de su expresión.

    El subtítulo El adiós a la pesadilla de los años cincuenta y sesenta es muy oportuno. Me pareció autobiográfico en esencia; la vida revelada en la obra surge de una niñez compuesta de increíbles malas experiencias y espantosas crueldades que afectaron terriblemente el equilibrio emocional de un niño muy sensible e inteligente.

    Al comienzo de la lectura me sentí sorprendido y molesto por su falta de forma convencional y órden cronológico. Pero posteriores reflexiones me llevaron a la conclusión de que en este caso una forma convencional hubiera resultado totalmente artificial al perder la espontaneidad que caracteriza esta narración. Esto último bien lo ilustra el autor al decir: Probablemente pasaré mis últimos días escribiendo la historia de mi existencia, sin capítulos, trama o desenlace; solamente un epílogo reiterativo, sin fin desde el inicio, en donde mi búsqueda enajenante, de la belleza, la paz y la razón estará sólo parcialmente lograda.

    Él revolotea, como un ave desorientada de lugar a lugar y de un momento a otro, de acuerdo con sus atormentadoras memorias. Es significativo el comienzo con la aparición de un genio: Kaparra, mientras yace en su lecho… Esto en sí, nos demuestra que la obra no ha sido escrita por un ser humano común, sino por una persona excepcional quien nos habla con brillantísima claridad y nos presenta un reto casi ineludible a nuestras más firmes creencias, aún a nuestras mismas convicciones y finalmente a nuestra conducta. Combinado con sus recuerdos entreverados en tiempo y espacio, hay un constante y profundo comentario social que es pertinente aún en nuestros días que forman este tan incierto hoy.

    Esta es una obra sumamente digna de ser leída por personas de sensibilidad y pensamiento profundo, quienes esperan de su lectura algo más que una simple diversión.

    Para mí ha sido una experiencia inolvidable.

    Key West, Florida, Mayo de 1992

    RECONOCIMIENTO

    Mi especial agradecimiento al crítico Británico Philip Burton, padre adoptivo del actor Richard Burton, experto en las obras de Shakespeare y otras disciplinas como el teatro; hombre que creyó en mí y tan generosamente me brindó su tiempo y ayuda en compaginar esta obra cuando mis esperanzas y mi optimismo ya estaban virtualmente desvanecidos.

    A Christian Alderson quien presentó esta obra al Señor Burton. Al Señor José Negrón por su traducción original al inglés. A Thanasis Maskaleris por su pulido toque poético, a Nanos Valaoritis por sus frases de aprobación y ánimo y a Jack Robles por su ayuda con el manuscrito final.

    También al profesor Jesús Arreola Pérez por su apoyo demostrado con la amable indulgencia de su crítica a través de la Revista Coahuilense de Historia.

    A mi dulce suegra por su apoyo incondicional, quien desgraciadamente no sobrevivió para ver este libro impreso y finalmente a mi heroica esposa Martha, quien con un increíble estoicismo toleró mis arrebatos y mis displicencias durante el período gestatorio de esta obra… y a mi muy querida y odiada gente de Berkeley.

    MI SOMBRA

    Libertad…Envuelta en la negra soledad creada por el estigma de apariencias físicas y económicas.

    Libertad para agonizar rodeado del más despiadado abandono, del hermético mutismo y del silencio de la muerte.

    Libertad de ser destruido por el más fuerte.

    Libertad de ser coaccionado por los militantes a integrarse a sus torpes metas.

    Libertad de ahogarse en humillación y degradación.

    Libertad de doblegar y finalmente quebrantar la voluntad de vivir.

    Libertad de ser un cadáver ambulante, sin alma, sin el privilegio de ser un fantasma…

    En otras palabras, un zombi, en el nombre de la libertad, un zombi…

    La censura oscurece el espíritu y paraliza el pensamiento.

    ¿Es la censura liberal acaso ménos destructiva y degradante?

    LOS ALARIDOS

    DE MI

    SILENCIO

    ¿Qué llevas sobre tus hombros, misterioso personaje que incesantemente me persigues?

    - Nada de importancia insignificante diosecillo de las artes ignoradas y principios derrotados.. solamente el cadáver de tu alma.

    Tú eres parte de nosotros, así como parte de ellos y ambos a su vez son también parte de ese nosotros del cual sólo forman parte aquellos que como tú están solos en su realidad, ya sea deseada o accidental, de tu unicidad. Así, nosotros, ellos y tú somos todos cada uno único y solo, interrelacionados pero, al final separados… ¿Para beneficio o suplicio de quién?

    Tu génesis como el de todos, fué apocalíptico y siempre así será hasta el momento en que la existencia humana encuentre un rumbo que pueda ser definido y finalmente comprendido.

    Hijo de una ramera pobre que nació princesa sin jamás ceñir diadema, que te concibió rezando y que te parió arrepentida porque no pudo abortarte. Y que con tu cuerpo inerte en sus brazos exhaustos, mendigó en cien idiomas diferentes para poder alimentarte, que te golpeaba o te masturbaba para que te durmieras, y que te volvía a golpear para que lloraras, mientras que por el terrorífico amor de Dios en sus delicadas manos caían monedas como flores, como caricias o como escupitajos; hijo de una ramera pobre que comía, dormía y orinaba en la calle; hijo de la misma ramera, que con piedad de samaritana, por las noches, masturbaba a otros mendigos inválidos y viejos, al tiempo que rezaba el acto de contrición; hijo de una mujer de la raza latina, que pudo también haber inventado la cibernética, o haber hecho un trasplante de córnea o haber escrito El Quijote, pero que no, que sólo fue religiosa, mendiga y puta; virgen seducida y abandonada por un académico miope y de salud precária; que fué recogida en la calle, borracha, en estado de coma y encinta, y que al fin sin revelar su nombre murió, y con ella el feto que ya había tomado formas humanas, que tal vez concibió con uno de los inválidos mendigos viejos a quienes masturbaba, o con algún otro académico miope de

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