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Donde los Muertos Permanecen en Pie
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Donde los Muertos Permanecen en Pie

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Donde los muertos permanecen en pie, es la historia de José Raimundo Russi, el mal llamado criminal más famoso de la historia de Bogotá del siglo XIX y la lucha por reivindicar su nombre.
Una serie de acontecimientos cargados de misterios, intrigas y un testimonio profundo de un hombre que ha sido condenado siendo inocente. Una narración desgarradora desde la perspectiva del mismo personaje contada en primera persona, estructurada en hechos reales y en una exhaustiva investigación histórica y documental enriquecido por la ficción. Un testimonio sobre nuestra memoria y un reflejo crudo de nuestra propia historia como latinoamericanos.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 abr 2016
ISBN9789895163892
Donde los Muertos Permanecen en Pie
Autor

Dario Hernandez Orjuela

Nació en la Ciudad de Bogotá, Colombia el 27 de noviembre de 1980. Egresado como bachiller en énfasis en humanidades. Músico empírico desde los 14 años con estudios posteriores de Artes Musicales como bajista y posteriormente cursando la Carrera de producción de Cine y Televisión. Ejerciendo en este rubro desde el segundo año de cursada, acumulando una extensa experiencia en los medios de comunicación Colombianos pasando por la producción de programas de entretenimiento, hasta la crónica periodística de investigación y ejerciendo horas como docente de medios audiovisuales. Paralelamente desarrollando proyectos personales de investigación histórica, social y política, aportando una fuerte capacidad crítica y de análisis en artículos sobre diferentes temas de actualidad. Con un amor profundo al oficio del historiador y el cronista, se traslada a Buenos Aires, Argentina en el año de 2009 a cursar talleres de Guion y acumulando historias y nuevas experiencias laborales fuera del rubro de la televisión, asume el reto de convertir esas historias pensadas para el cine en obras literarias. Estableciéndose definitivamente en Buenos Aires y trabajando para una productora internacional de medios, decide darle una oportunidad a la academia asistiendo a clases de licenciatura en historia y encontrando métodos de investigación para desarrollarse en el género de la ficción histórica. Conoce a Emilce Strucchi; escritora, novelista, poeta y Psicóloga Clínica con la que desarrolla un taller literario para encontrar un estilo propio y darle vida a esta novela. Admirador acérrimo de Fernando Vallejo, William Ospina, Gabriel García Márquez y Arthur Conan Doyle, los cuales asume como sus mayores influencias. Colombiano de nacimiento y argentino por convicción, valora la memoria histórica de los pueblos latinoamericanos como base de su actual y futura obra. Actualmente reside en el barrio de Colegiales, junto a su esposa, dos perras y un gato, tocando en una banda de Jazz e investigando exhaustivamente para nuevos proyectos literarios.

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    Donde los Muertos Permanecen en Pie - Dario Hernandez Orjuela

    PRÓLOGO

    A Darío Hernandez Orjuela y a mí, Emilce Strucchi, nos presentó Internet. En estos tiempos es posible conocerse en el mundo virtual.

    Entonces mucho gusto, Darío, y, mucho gusto, Emilce. Después él llegó de cuerpo presente hasta el lugar donde compartimos la trama de esta inquietante novela. Así el autor me puso en contacto con un desconocido por mí hasta ese momento, con un ejecutado en Colombia durante la primera mitad del siglo XIX, cosa que no tiene por qué sorprendernos dado que en toda Latinoamérica se extendían y multiplicaban por doquier los asesinatos de culpables e inocentes, es decir los asesinatos, y además los complots, durante aquellas décadas de colonización. Necesito agregar que estos asuntos no quedaron por siempre en el pasado, pero no es el tema que nos ocupa ahora.

    Entonces. Sí, al Dr. Russi me lo presentó Darío. Dr. José Raimundo Russi, estuve encantada de conocerlo.

    Y luego empezamos a transitar un camino nuevo con el hacedor de Donde los muertos permanecen en pie. Darío H. Orjuela venía con el ímpetu de su juventud y una intensa motivación por escribir acerca de una investigación apasionante que realizó hace algunos años en su país, Colombia. Nuestro autor tenía pendiente esta escritura del libro. Así fue como me encontré en ese lugar tan delicado de guiarlo sin entrometerme, escucharlo anonadada e intentar acompañarlo en la bella y también ardua tarea de escribir su primera novela. Para mí es un honor haber seguido de cerca su talento y haberlo apoyado en su desarrollo, que no fue más que ese mi trabajo. Es un honor además estar escribiendo estas líneas introductorias.

    Antes, cuando incluí la palabra encantada, lo hice intencionalmente. Porque de hecho me encontré en una situación de encantamiento durante la lectura y relectura de esta obra de Darío. Pero de qué otro modo puede sentirse y pensarse una persona si al comenzar el recorrido de una novela inaugural como es ésta, lee – y no es posible evitar la redundancia, espero sepan disculpar los intelectuales y los académicos –, decía, lee: La justicia llega hasta el lugar del corazón donde un hombre es capaz de reflejarse en aquellos a quienes acusa.

    Ahora, al llegar a esta instancia del prólogo, me sorprende un enorme deseo de explayarme porque tengo muchos datos para dar sobre el atrapante argumento, con tanta presencia histórica pasada y actual; también sobre la escritura cuidadosa y acertada del autor. Pero sé que también debo callar acerca de lo mismo que quiero decir. Debo callar e invitarlos – cosas del lenguaje de las palabras – a descubrir intrigas de historias pasadas que a veces se perciben como inusitadamente presentes después de casi dos siglos, humor, desesperanza o impotencia ante la injusticia, algún secreto y hasta… cierto fantasma. Para los amantes de las categorías: ficción histórica.

    Documentación e inventiva van de la mano en Donde los muertos permanecen en pie (La verdadera historia del desdichado Dr. Russi). Hay que internarse en ellas y disfrutarlas. Después me cuentan.

    Emilce Strucchi es Lic. en Psicología, Magister en PsicoInmunoNeuroEndocrinología, narradora y poeta

    PREFACIO

    Después de salir de la casa de mi madre y pensando en iniciar una alocada vida independiente y libre de las ataduras del afecto y la comodidad, recorría las estrechas calles del barrio La candelaria y sus casonas viejas buscando un nuevo lugar para vivir. En una pequeña libreta consignaba números y direcciones, tratando de encontrar ese espacio personal que se acomodara a mis gustos, pero sobre todo a mi presupuesto. Visité varios lugares, tratando de imaginarme cómo sería mi vida en cada uno de ellos. La primera impresión venía de quien me abría la puerta, seguida por las condiciones de la vivienda y tal vez la energía que cada muro y cerrojo me podría regalar. Un día mi padre me dijo: su mamá es bruja, y lo decía en broma, pero siempre reafirmaba que ella podía saber todo sobre un lugar con solo estar ahí. En lo más profundo de mi ser siempre pensé que era una virtud que de alguna manera había heredado. Cayendo la noche subí por la calle de Las ánimas, o como le dice ahora el gobierno de la ciudad: la calle 10. Doblé en la esquina y sin querer me encontré con una hermosa puerta de madera robusta con un aviso de renta de habitaciones. Y al lado una placa: aquí vivió José Raimundo Russi, conocido en la historia policial de la ciudad, fusilado el 15 de julio de 1851, por el delito de robo y asesinato. Toqué el timbre y una mujer seria pero cordial me abrió la puerta después de comprobar por la mirilla que yo no tenía mala facha. Detrás de ella una jauría de perros la acompañaba ladrando y oliendo mi pantalón mientras ella, por nombre propio, les solicitaba espacio. La casa tenía casi media cuadra de fondo con dos patios separados por una habitación. En el frente, los cuartos en renta, y atrás dos baños y un taller de restauración donde su marido trabajaba diligentemente en las bancas de la iglesia del barrio. La habitación que me ofrecía era de tres metros por tres metros y no tenía ventana. Solo la puerta permitía entrar la luz y al cerrarse dejaba todo el lugar en una oscuridad absoluta. Después de todo esto, Inés, la dueña, me explicó las condiciones para vivir: tenía que traer solo mi colchón y pasar la primera noche. Después de eso yo mismo

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