TLAHUELILPAN, HGO.- Jesús Yair tiene la imagen viva de los cuerpos cuando se calcinaban… “Yo vi todo. Alcancé a ver que unas personas incendiadas corrían y se tiraban allá, como en un río, para apagarse. Se tiraban también al pasto. Las que ya no pudieron más se quedaron aquí, a la mitad de la parcela, y se quemaron hasta desaparecer”.
Jesús perdió a su papá, Rubén Enrique (de 42 años), cuando la toma clandestina estalló. “Ya ocurrió una vez y nadie puede decir que no volverá a pasar”, añade el joven que a los 16 años intentó meterse en la columna de lumbre para buscar a su padre, pero los militares lo detuvieron entonces. “Yo diría que hay más riesgo ahora porque la extracción de crudo y el crimen crecieron”, añade.
En 2018, un año antes del estallido de la toma clandestina en la localidad de San Primitivo, en los límites entre los municipios hidalguenses de Tlaxcoapan y Tlahuelilpan se detectaron 60 perforaciones a ductos de Pemex para hurtar hidrocarburo. En 2022 llegaron a sumar 274 boquetes mediante los cuales los huachicoleros robaron gasolina, gas y petroquímicos. La cifra representa un aumento de 350% de los casos.
El Ejército advierte que ambos municipios