SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, Chis.– En medio de una fuerte balacera, pobladores de por lo menos siete comunidades ubicadas alrededor de la presa La Angostura abandonaron sus hogares. “Más de media de hora de balazos, carros quemados. Las balas caían sobre los techos de las casas”, cuenta Pedro, habitante de este lugar. Su nombre fue cambiado por temor a represalias.
Dejaron tras de sí, esparcidos, toda clase de objetos, desde zapatos hasta anaqueles vacíos, trastes, una que otra mochila vieja y motocicletas. Eso fue a mediados de enero. “Se sabía que había enfrentamientos en otro lado, no en nuestras comunidades. Pero esta vez tuvimos que salir huyendo por el monte”, recuerda Pedroِ.
Huían de uno de los enfrentamientos que se vuelven cada vez más f recuentes en Chiapas: el Cártel de Sinaloa contra el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). La confrontación que ambos sostienen en diversas regiones del país se expandió hasta esta entidad.
Los chiapanecos están acostumbrados a la protesta social, a la movilización (sobre todo campesina y magisterial), a las disputas por la tenencia de la tierra y a que su entidad tiene una condición de paso, receptora y expulsora de migrantes. Pero hoy observan con terror la violenta penetración del narcotráfico.
Desde un refugio en Comitán, Pedro narra que salió de su comunidad junto con su esposa, sus hijos, su madre de la tercera edad y sus cuñadas. “Por los enfrentamientos, que estaban exagerados”. No hubo tiempo de sacar ni sus documentos. “Ahí dejamos todo: nuestros animalitos y nuestro humilde hogar. Salimos caminando rápido hacia la presa y vimos que otras familias se encontraban en la misma situación que nosotros. Salieron sin nada”, describe.
Cuenta para esta investigación que los pobladores de los ejidos Nueva América, Corona