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Erase Una Vez: Caras Y Máscaras De La Felicidad
Erase Una Vez: Caras Y Máscaras De La Felicidad
Erase Una Vez: Caras Y Máscaras De La Felicidad
Libro electrónico187 páginas2 horas

Erase Una Vez: Caras Y Máscaras De La Felicidad

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Erase Una Vez es un libro de cuentos que solo me recuerda mi infancia, mi adolescencia, mi hoy lleno de fantasa, realidad, filosofa, psicologa, ficcin, poltica, humanidad, sencillez y humor.
Erase Una vez, adems de ser un libro de cuentos, es una enseanza de la cual se puede contar una ficcin con naturalidad de nio conocimiento de adulto y sabidura de anciano.
Puede ser ledo por cualquier ser humano de cualquier edad El nio interpretar los cuentos con su inocencia, el adulto los interpretar segn sus memorias de nio y experiencias de adulto y el anciano sonreir de la picarda del autor, sin juzgar, casualmente por lo que l est en la edad en que comprender perfectamente la intencin y sencillez del autor al expresar sus vivencias en forma de cuentos, buscando como hacer pasar un rato agradable, compartiendo alegra, reflexin
En este libro, como en todos los libros escritos por el autor en los aos 2006 y 2007 cuando terminaba su sabtico en Nicaragua, refleja el amor del autor por esa segunda patria cuya desdicha lo ha compungido y a la vez inspirado, creyendo as contribuir a un mejor futuro de la patria pinolera. Es un libro educativo como todo lo que escribe el autor, el cual mucho puede ayudar al lector en la incesante bsqueda de la felicidad.
El autor transmite mensajes positivos a travs de cada cuento y comentarios. Todos me gustaron pero me fascinaron my especialmente El Hombre Feliz, El Patito Feo, Los Tres Consejos, La Cenicienta Encontr la Felicidad, Dos Lenguas Para Un Rey, Quien Quiere Va El Que No Quiere manda, Digenes En Busca De Un Hombre, La Zorra y las uvas, y la Zorra Y el Cuervo, para citar algunos.
IdiomaEspañol
EditorialiUniverse
Fecha de lanzamiento13 jun 2011
ISBN9781462031573
Erase Una Vez: Caras Y Máscaras De La Felicidad
Autor

Margarita Lourenco.

Antonio Filipe Lourenço (Bizarril, Portugal, 1934) ha recorrido un extenso camino profesional y académico. Se graduó con elevadas distinciones como medico en la Universidad de Lisboa, Portugal, en 1962 y se especializo en Neuropsiquiatría en la Universidad de Paris-Sorbonne. Diplomado por el Estado Francés en 1965 y después Diplomado por el Board Norteamericano de Psiquiatría y Neurología (Universidad de Miami), 1987. Llegó a Nicaragua en 1966 donde desarrolló una exitosa práctica clínica y fundó la primera Carrera de Psicología en Nicaragua en la Universidad Centroamericana, fue Catedrático de la Universidad Ave Maria en San Marcos, Nicaragua desde el 2000 al 2007 y fue el precursor del Análisis Transaccional en Centroamérica desde el año 1974. En Miami igualmente desarrollo una exitosa práctica clínica y enseño Psiquiatría en la Universidad de Miami, Florida USA (Jackson Memorial Hospital). El Dr. Lourenço después del año 2007 regreso a Miami, desarrollo una exitosa clínica privada de la cual se retiro recientemente. Es autor de Confesiones de un Psiquiatra y de varios libros más que pronto serán publicados.

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    Erase Una Vez - Margarita Lourenco.

    PREFACIO

    Peter Vivas Downing

    ERASE UNA VEZ…

    Erase Una Vez . . . es un libro de cuentos que solo me recuerda mi infancia, mi adolescencia, mi hoy… lleno de fantasía, realidad, filosofía, psicología, ficción, política, humanidad, sencillez y humor.

    Refleja el niño interno fuerte que posee el autor. A pesar de ser un profesional serio, responsable, de una conducta intachable, ese niño interno es el que le ha hecho ser capaz de sobrevivir a tantas vicisitudes en su vida y bridarnos el producto de su creatividad.

    Erase Una Vez, además de ser un libro de cuentos, es una enseñanza de la cual se puede contar una ficción con naturalidad de niño, conocimiento de adulto y sabiduría de anciano.

    Puede ser leído por cualquier ser humano de cualquier edad, lo único que tiene que saber es leer. El niño interpretará los cuentos con su inocencia, el adulto los interpretará según sus memorias de niño y experiencias de adulto y el anciano sonreirá de la picardía del autor, sin juzgar, casualmente por lo que él está en la edad en que comprenderá perfectamente la intención y sencillez del autor al expresar sus vivencias en forma de cuentos, buscando cómo hacer pasar un rato agradable al lector compartiendo alegría, reflexión y buscando en el fondo de cada quien, hablándole en parábolas, lo inmensamente frágiles que pueden ser las mentes de todos nosotros los humanos y qué fácil se puede ser feliz sin tener que utilizar máscaras más que para tenerlas de adorno en nuestros hogares.

    En este libro, como en todos los libros escritos por el autor en los años 2006 y 2007 cuando terminaba su sabático en Nicaragua, refleja el amor del autor por esa segunda patria cuya desdicha lo ha compungido y a la vez inspirado, creyendo así contribuir a un mejor futuro de la patria pinolera. Es un libro educativo como todo lo que escribe el autor, el cual mucho puede ayudar al lector en la incesante búsqueda de la felicidad.

    El autor transmite mensajes positivos a través de cada cuento y comentarios. Todos me gustaron pero me fascinaron muy especialmente El Hombre Feliz, El Patito Feo, Los Tres Consejos, La Cenicienta Encontró la Felicidad, Dos Lenguas Para Un Rey, Quien Quiere Va El Que No Quiere Manda, Diógenes En Busca De Un Hombre, La Zorra y las Uvas, y La Zorra Y El Cuervo, para citar algunos.

    Espero que mi buen amigo Antonio Filipe, quien ha sido un gran profesional de la Medicina, de la Psiquiatría, de la Psicología y Catedrático, nos siga brindando los frutos de su talento literario y sus extensos y polifacéticos conocimientos.

    Peter Vivas Downing

    Introducción

    Al lector

    Quiero aclarar que escribir estos cuentos me llevó inicialmente cinco días. Empecé el día dos de Noviembre y terminé el seis, año 2006 DC. Gracias a las Elecciones Nacionales, en esos días no hubo apagones por lo que pude trabajar sin interrupciones. Había que apurarse pues se temía que los apagones no tardarían en volver. Las correcciones y algunos cambios los fui haciendo poco a poco durante los días siguientes. El día trece este manuscrito estaba listo para ser impreso. Por tan santa fecha, me permití dedicarlo también a la Virgen de Fátima y a mi San Antonio querido, ambos íntimamente relacionados con el día 13. Experimenté una gran felicidad al plasmar en el papel lo que vagaba por mi mente, con la esperanza de poder contagiar a mis lectores. Estos cuentos, en su mayoría, han estado presentes en mi memoria y en mi sistema emocional desde que yo era niño. Versiones de muchos de ellos hacían parte del libro de lectura en mi enseñanza primaria. Subsecuentemente, con frecuencia me sacaron de apuros cuando primeramente mis sobrinos Carlos José y Milai, luego mi hija Mimí, después su hijo—mi nieto Antonio Filipe—me urgían que les contara un cuento como condición sine qua non para poder dormirse. Las versiones contadas eran muchas, a veces variantes casi irreconocibles de los mismos cuentos. Casi ninguno de estos cuentos es completamente original, tal como acontece con todas las cosas que se escriben. Todo escritor se beneficia algo de lo que otros escribieron antes, y lo mismo sucede con la investigación científica, nuevos inventos, en todas las artes, profesiones y oficios. A pesar de ello, considero original la forma en que cuento estas historias y fábulas, como originales son algunas reflexiones y preguntas sobre los temas tratados. En realidad, más que cuentos son una forma de filosofar con implicaciones en la vida diaria de los mortales. Aunque los temas de los cuentos no sean completamente originales en su mayoría, a como dije, yo me considero un cuentista original. Mi alma está puesta en mis relatos que le dan nueva vida a personajes, escenarios y situaciones.

    Después que terminé este manuscrito, se me ocurrió escribir algo más. Para allá de los cuentos. Proyecto hacerlo en un volumen aparte, el que ya estoy hilvanando en mi vagabunda mente. Será siempre sobre el tema de la felicidad, la meta suprema de las aspiraciones humanas, en cualquier de sus caras, unas feas, otra bonitas según la valoración emocional y las necesidades o preocupaciones estéticas de cada cual. ¿Vemos caras o vemos máscaras de felicidad? Unas veces veremos caras, otras veces veremos máscaras. Así es la vida. C’est la vie.

    No fue fácil escoger un título que reflejara el contenido. Inicialmente escogí: En Busca de la Felicidad. Aun que esa es la idea rectora de los cuentos, en algunos de ellos más bien pareciera ser que algunos de los protagonistas lo que arduamente buscaban era encontrar y dar morada a la infelicidad, sufrimiento, tristeza, ira, resentimiento, venganza, etc. Entonces se me ocurrió preguntar si no habría muchas formas de ser o sentirse feliz y me vinieron a la memoria cientos o miles de situaciones por mi vividas u observadas—y a veces compartidas—en la vida real, y otras tantas encontradas en la literatura, en las leyendas, en el día a día, y en la historia de la humanidad, en las que se perfilaba claramente no un esfuerzo para encontrar la felicidad a como comúnmente la concebimos pero más bien encontrar o perpetuar un estado de ánimo muy diferente al que serviría de substrato a la felicidad. De ahí surgió la idea del otro posible título "Las caras de la felicidad". Pensándolo bien, esas caras se pueden agrupar en tres diferentes tonalidades: la cara alegre, expansiva o gozosa; la cara triste, depresiva y miedosa; y la cara rabiosa, triunfalista o iracunda, por lo que rebauticé el manuscrito con un título que creí más sugestivo: Las tres caras de la Felicidad, en cierto modo lejanamente inspirado de las Tres Caras de Eva.

    Cuando le leía el párrafo anterior a mi esposa, noté un brillo especial en su mirada y una expresión facial que quería decirme algo. ¿Una travesura?—me pregunté. En efecto me confesó que me escuchó que yo leía Las máscaras de la felicidad. Margarita tiene razón. She is right! Hay caras y máscaras cuando se trata de felicidad y como cuando se trata de cualquier otro sentimiento o estado de ánimo. Pareciera que a veces la felicidad consistiría en fingirla, como en el chiste de la pareja en tratamiento: él trata… yo miento. Las emociones, tanto las que denotan felicidad como su opuesto, son tan difíciles de inventar o esconder que en casi todas las civilizaciones y culturas, desde la antigüedad hasta nuestros días, el uso de las máscaras y disfraces ha sido una constante en representaciones teatrales, en reuniones sociales y en todo tipo de interacciones. En Nicaragua son indispensables en las actuaciones del teatro guegüense. En la antigua Grecia los artistas no solo actuaban cubriendo su rostro con máscaras sino que la palabra persona sigue siendo el nombre griego para máscara. De ella deriva personalidad, que no es más que la persona vista a través de la máscara o del disfraz. Diferentes personalidades equivaldrían a diferentes máscaras.

    Pareciera, por tanto, que no hemos cambiado mucho durante los últimos tres mil años, probablemente muchos miles de años más, en lo que respecta la actuación de nuestras emociones. Seguimos haciendo algo parecido a lo que acostumbraban hacer nuestros antepasados lejanos en el actuar e interactuar de cada día que pasa. Fue así que opté por el título Caras y Máscaras de la Felicidad, después abreviado para Caras y Máscaras, tanto más que para promover la armonía social—o el engaño—las máscaras pueden cumplir una función pragmática. Caras y máscaras de la felicidad pasaría a subtitulo, ya que "Erase Una Vez . . ." sugería más claramente lo que yo estaba haciendo: escribiendo cuentos, donde caras y máscaras van desfilando en la pasarela de la Felicidad.

    Al mencionar la felicidad una pregunta se impone: ¿Habrá alguien que no busque como ser feliz? La respuesta más lógica debería ser No. De una forma u otra todos quisiéramos ser felices. Todos hacemos incesantemente cosas para lograrlo. Habitualmente, cuando se habla de felicidad, se piensa en el vivir una vida tranquila, sentirnos satisfechos con lo que hacemos y tenemos, tener la sensación de que tenemos todo lo que necesitamos, que no envidiamos a nadie ni guardamos resentimientos ni rencores, que el tiempo nos alcanza sin tener que apurarnos en exceso, que manejamos el estrés dentro de límites tolerables para nuestra mente y nuestro cuerpo, que vivimos en paz con nosotros mismos y con nuestro entorno—solo para citar algunos componentes de una felicidad conceptual y virtual que, de ser vivida en el día a día, sería probablemente el equivalente a vivir en el Paraíso bíblico, en el Paraíso de Ala o en el Nirvana védico, eventualmente en el país de Alicia . . . .

    Yo diría que todos los actos de nuestra vida son orientados hacia la búsqueda de la felicidad, una búsqueda incesante, pertinaz. Entretanto, si nos fijamos bien y meditamos sobre el tema, no pareciera que así fuera en la gran mayoría de los casos. Más bien pareciera que con frecuencia nos esforzamos y luchamos por no lograr ese tipo de felicidad idílica o nirvánica. Los estados de espíritu y del ánimo, del cuerpo y del alma, descritos arriba, no son un hallazgo u ocurrencia común. ¿Será que hay otras formas de ser feliz? Una vez leí, o escuché de mis mayores, que hay muchas formas de ser feliz. ¿Se referirá esta aseveración a que hay muchas maneras de adquirir felicidad, de sentirla o de manifestarla, aunque no corresponda al esquema tradicional o al concepto ideal? Hemos visto e intuido como muchas personas se regocijan con el mal ajeno e incluso como se complacen haciendo el mal, infligiéndoles sufrimientos a terceros como en el caso de los llamados sádicos o sadistas. Otros parecen regocijarse en su propio sufrimiento, ya sea autoinfligido o provocado por terceros como en el caso de los llamados masoquistas ¿Será que la felicidad de algunos depende de la infelicidad de otros o de su propio desasosiego? ¿Sería esa, por tanto, una pista para encontrar una explicación para las conductas sádicas y masoquistas, así como de otras conductas aberrantes y antisociales? ¿Será más bien que esas conductas no se traducen en felicidad pero que representen más bien momentos de euforia o alegrones de burro? Esta pregunta nos lleva a otra: ¿Es la felicidad un estado permanente o es que también se le puede llamar felicidad a momentos de bien estar o placer transitorio? Quizás pudiéramos hacer una diferenciación entre "ser feliz" y sentirse feliz. Pudiéramos atrevernos a pensar que hay seres humanos felices que a veces se pueden sentir infelices, así como la situación opuesta de seres humanos infelices que a veces se pueden sentir felices.

    En lo que respecta a las diferentes estrategias o formas de ser feliz, voy a compartir un experimento que llevé a cabo cuando yo era un chico, cuando tenía entre ocho y diez años. Antes de eso quiero compartir con el lector que desde muy jovencito una de mis fascinaciones era observar el comportamiento de los seres vivos y de la propia naturaleza, y me divertía haciendo experimentos sencillos. Podía observar las actividades de una hormiguita durante varios minutos, ponerle obstáculos en su camino y observar como el animalito resolvía los problemas creados por las nuevas condiciones. Fue así que al constatar como los cerdos parecían disfrutar revolcándose en lodazales sucios, se me ocurrió hacer un experimento singular. Además la gente del pueblo comentaba, lo que muchas veces todavía se hace usando un dicharacho, que a los chanchos les gusta revolcarse en el fango o en la porquería o chanchada, palabras relacionadas con puercos o chanchos y refiriéndose a algo que no es considerado limpio. Yo quise certificarme si era cierto que los puercos preferían revolcarse en lodo sucio en vez de hacerlo en agua limpia, razón por lo que llevé a cabo un experimento sencillo. En la casa de mis padres todos los años se criaba y engordaba un cerdo, cuyo destino era ser sacrificado en el sábado más cercano al día de San Martín (São Martinho), celebrado el 11 de Noviembre, que era cuando se probaba el vino nuevo proveniente de las vendimias de Septiembre—Octubre. En otros términos, a cada chancho le llegaba su sábado. Fue así que, ahí por Setiembre u Octubre, exactamente al terminarse la vendimia, en un soleado día de otoño que más bien parecía un día de verano, con la ayuda ya fuera de mi hermano José o de mi hermano Arnaldo, cavé en el suelo arcilloso del patio de la propiedad tres pozas de cerca de un metro de diámetro cada una y aproximadamente veinte a treinta centímetros de hondo. Las llené de agua. Una con agua limpia, la otra con agua enlodada y la tercera con agua y mucha porquería revuelta, que parecía una sopa. Solté al alegre amigo que salió disparado de

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