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Tres cocineros y un huevo frito, de Macedonio Fernández

Tres cocineros y un huevo frito, de Macedonio Fernández

DeHistorias con voz propia


Tres cocineros y un huevo frito, de Macedonio Fernández

DeHistorias con voz propia

valoraciones:
Longitud:
2 minutos
Publicado:
28 oct 2021
Formato:
Episodio de podcast

Descripción

Macedonio Fernández nació el 1 de junio de 1874 en Buenos Aires, Argentina. Fue hijo de Macedonio Fernández, abogado, estanciero y militar, y de Rosa del Mazo Aguilar Ramos. En 1887 cursó sus estudios en el Colegio Nacional Central (hoy Colegio Nacional de Buenos Aires).
Durante 1891 y 1892, Fernández publicó en diversos periódicos relatos, y una serie de páginas costumbristas incluidas más tarde en Papeles antiguos, el primer volumen de sus Obras completas. Asimismo, durante esos años publicó crónicas para el periódico El Progreso, y estudió Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires,1​ donde fue compañero y amigo de Jorge Guillermo Borges —quien sería el padre de Jorge Luis Borges—.
Publica en 1904 algunos poemas en la revista Martín Fierro (que no hay que confundir con la revista vanguardista del mismo nombre publicada durante los años 20 y en la que tendrá un papel muy activo). En 1920 muere su esposa. Los hijos quedan al cuidado de abuelos y tías. Abandona la profesión de abogado. Cuando Jorge Luis Borges vuelve de Europa en 1921 redescubre a Macedonio, con quien comienza una prolongada amistad.
Borges, hacia 1960, dicta -ya ciego- un breve y sustancioso prólogo para una antología de Macedonio. Allí se nos dice que ninguna persona lo impresionó tanto como él. Hombre que no se cansaba de ocultar, antes que mostrar, su inteligencia proverbial. Macedonio prefería el tono de consulta modesta antes que el dictamen pontificador. Su tono habitual era el del ánimo perplejo. Lo caracterizaba la veneración de Cervantes, una cierta divinidad, para él. Detestaba todo aparato erudito, que entendía como una manera de eludir el pensamiento personal. De esta manera su actividad mental era incesante. Vivía desinteresado de las críticas ajenas, de confirmaciones o refutaciones exteriores. Con desparpajo y no cuestionada generosidad, atribuía su propia inteligencia a todos los hombres. Poseía la veneración supersticiosa de todo lo argentino. Y ejecutaba, en grado eminente, el arte de la soledad, y de la inacción. Sin hacer absolutamente nada, era capaz de permanecer solo, por horas. Pensar -no escribir- era su devota tarea. Aunque también solía, en la soledad de su pieza, o en la turbulencia de un café, abarrotar cuartillas en caligrafía minuciosa. Empero, no le asignaba valor a su palabra escrita. Dos temores lo atravesaban: el del dolor y el de la muerte. Borges conjetura que para eludir este último postuló la metafísica inexistencia del yo. En lo que concierne a la literatura, le importaba menos que el pensamiento y la publicación le era más indiferente que la literatura. Así, su vocación fundamental era la contemplativa y la persecución del desciframiento del misterio filosófico del universo.
En 1928 se edita No toda es vigilia la de los ojos abiertos, a instancias de Raúl Scalabrini Ortiz y Leopoldo Marechal. Publica al año siguiente Papeles de Recienvenido. Durante este período, se preocupa por crear expectativas respecto a la posible aparición de la novela Museo de la Novela de la Eterna. En 1938 publica "Novela de Eterna" y la Niña del dolor, la "Dulce-persona" de un amor que no fue sabido, anticipación de Museo de la Novela de la Eterna.
Tres años más tarde publica en Chile Una novela que comienza.
En 1944 se publica una nueva edición de Papeles de Recienvenido. En 1947, Macedonio se instala en la casa de su hijo Adolfo, donde residirá hasta su muerte. (Fuente: Wikipedia)
Publicado:
28 oct 2021
Formato:
Episodio de podcast

Títulos en esta serie (100)

La voz es la herramienta más poderosa de la comunicación, nos invita a la reflexión, a la imaginación. Estimula los sentidos y nos provoca infinidad de sensaciones. Los invitamos a dejarse llevar y meterse en historias apasionantes, a vivirlas en primera persona, emulando tiempos donde la radio nos invitaba a sentarnos a su alrededor. Ojalá disfruten tanto de la escucha como yo al leerles.