CAFÉ BARES Y ROCANROL
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Si hay un aroma que a Adolfo ‘Fito’ Cabrales (Bilbao, 1966) le gusta, por encima de todos, es el del café. El café de la mañana para él es su despertador, pero también un disparador proustiano que le retrotrae a su infancia y a la cocina familiar donde empezaba, cada día, con una taza de café con leche. De aquel espacio donde no sólo se comía, sino en el que transcurría la vida entera, confiesa, a él le ha dejado una costumbre que mantiene a día de hoy: la cocina es el lugar donde escribe. Un café, papel y bolígrafo para concitar la magia de las palabras, para espantar los demonios, para jugar con la musicalidad de las ideas. La cocina es el lugar donde empieza todo.
“Los de mi generación hemos crecido en una cocina. Es donde se hacía todo: desayunar, comer, los deberes... El hogar está ahí”
“Creo que, al menos los de mi generación, hemos crecido en una cocina. Es donde se hacía todo: desayunar, comer, los deberes... El hogar está ahí, más que en una sala o un dormitorio”, señala Fito. “Al principio era el sitio donde podía estar cuando los demás dormían, pero es algo que con el tiempo he interiorizado y donde escribo siempre es en la cocina. Y lo que sucedió por necesidad ahora es una costumbre”. Hoy Fito vive en una casa en Gernika (“la compré sólo por tener un local de ensayo, puedo tocar, es más cómodo... Pero cuando quiero escribir, sólo necesito un bolígrafo y papel, todo lo demás sobra”), pero esta conversación tiene lugar en un hotel madrileño (el Riu Plaza España) –en el que dice que, por suerte, disponía de cafetera en su habitación, porque para un madrugador como él es esencial para empezar bien el día–. Este músico, cantante y compositor viene a hablar de su nuevo trabajo: su primer álbum de estudio en siete años. Diez canciones de las que firma nueve (en cada disco tiene la costumbre de incluir una versión de otro artista; en este caso, de Jorge Drexler) con letras que, esta vez, transitan por un territorio más sombrío pero que destellan con su inconfundible impronta rocanrolera. Casi todas, eso sí, cuentan algo de su vida, porque de eso va Fito y
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