Ensalada de crónicas, patrimonio cultural inmaterial mexicano

Por Ma. Eugenia Fernández Álvarez y Lucina Vázquez Miranda

Conceptualmente podemos entender al Patrimonio Cultural, como un conjunto determinado de bienes tangibles, intangibles y naturales integrados a prácticas sociales y caracterizadas por valores intrínsecos, transmitidos y resignificados, de una época a otra, de una generación a las siguientes.

Por ello es entendible que el Patrimonio Cultural vaya aparejado o al unísono del ininterrumpido proceso histórico-social de la colectividad, construyendo funciones y valores significativos propios de ella. Así pues, los procesos de sincretismo, las cosmovisiones, objetos y procesos son asociados a una cultura determinada convirtiéndolos en representaciones propias, recreadas e incluidas en la totalidad de su desarrollo.

Una de las mejores formas de rescatar y difundir el Patrimonio Cultural es mediante la Crónica, denominada "el ornitorrinco de la literatura" donde todo cabe y nada sobra. Dentro de la narrativa de la memoria se abre paso una serie de crónicas de diferentes índoles y zonas, donde los sincretismos y tradiciones irrumpen en el contexto actual, gracias a sus autoras.

• Idioma: Español
• Editorial: Galaxia Literaria
• Fecha de lanzamiento: 6 mar 2021
• ISBN: 9781393667919

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ENSALADA DE CRÓNICAS

PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL MEXICANO

D.R. 2021, Por la obra: Ma. Eugenia Fernández Álvarez y Lucina Vázquez Miranda.

Primera edición, 2021.

Imagen de portada: Depositphotos. Pagados los Derechos de reproducción bajo licencia estándar.

ISBN-13: 978-1-3936-6791-9

No. de Registro de Certificado de Derechos de Autor: 03-2021-030514142500-01

Esta obra se terminó de editar en marzo de 2021.

Editado y hecho en México.

PRÓLOGO

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Entre miles de kilómetros cuadrados, tanto espacio y coincidir en una de las ciudades más grandes del mundo, el universo confabulo para que dos personalidades con estilos diferentes de escritura, compartieran sus ideas y las vivencias de sus memorias en Ensalada de crónicas.

Dos mujeres, dos voces que comparten no solo un libro sino su genuino interés por rescatar lo que las rodea y lo (que) quieren decir al mundo. Dividiendo la tinta de su pluma en tres apartados: Memorias de nuestra gente, Recordando nuestra identidad y Todo lo que camina, corre y vuela a la cazuela.

El primero se enfoca en recordar a aquellos personajes que han vivido nuestra historia desde cualquier trinchera, ya sea como parte de ella o aferrándose a conservarla; encontramos promotores de las tradiciones en nuestro país, artesanos, revolucionarios, independentistas y maestros. Para el segundo apartado nos regalan aquellas tradiciones que ahora son parte del Patrimonio Cultural de algunos de los Pueblos Originarios de la Ciudad de México; con cierta osadía aventurera van llevándonos de la mano por la botánica con la flor nacional, la filatelia, numismática, música y museos. Es en el último segmento donde encontramos un breve, pero interesante itinerario por la gastronomía típica ya sea de Iztacalco o de la zona de las grandes montañas en Veracruz, rescatando siempre los ingredientes endémicos de la zona, lo cual hace que los platillos presentados sean parte de la cocina tradicional. Aunado a la historia misma que presentan de algunos platillos tradicionales mexicanos.

Encontramos crónicas de diversa extensión, lo cual permite conocer parte del incansable y extenso trabajo realizado por la cronista de Iztacalco la Licenciada en Historia María Eugenia Fernández Álvarez. Acompañado de la propuesta de la Dra. Lucina Vázquez Miranda quien presenta unas crónicas más breves, pero de diversas temáticas.

Pero las autoras van más allá, algunas crónicas son autobiográficas, nos regalan un ingrediente único y extra: los recuerdos. Comparten situaciones de su vida relacionadas con los temas de esta Ensalada de crónicas, así sabemos cómo de niña se recorrían las calles estrechas de Xalapa de la mano de la abuelita para ir a comprar pambazos, de su preparación o cómo se tuvo conocimiento de la existencia de los gasparitos o machetitos, ingrediente imprescindible en un platillo xalapeño o simplemente porqué del nombre dado a un chile unido a la gastronomía nacional: el xalpeño.

Así mismo, se reconoce que el olor a humo en la cocina del Pueblo Originario de Iztapalapa se quedó en las remembranzas de los platillos preparados en ella, o como a la festividad de la Virgen de Guadalupe del Pueblo Originario de Iztacalco, se une al sabor de un buen mole bendito y realizado por devoción a ella. Por esto lo leído en las siguientes páginas, va desde Iztacalco hasta Xalapa Veracruz, moviendo los recuerdos de los lectores quienes recordaran platillos de mamá, abuelita o tía, así la comida pasa a formar parte de los recuerdos de diferentes lapsos de la vida y de familiares.

En consecuencia, se reafirma que recordar nuestras memorias, es el primer paso para darlas a conocer, ellas nos dan Identidad y no deben ser olvidadas; por lo tanto ¡disfruten de esta Ensalada de Crónicas!

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María de Jesús Real García Figueroa.

Cronista de la Alcaldía de Benito Juárez.

INTRODUCCIÓN

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En las siguientes líneas los invitamos a hacer un recorrido por diversos temas, todos relacionados con la conformación del Patrimonio Cultural de nuestra nación, con la intención de divulgarlo para mantenerlo vigente, para que no caiga en el olvido.

A través de las diferentes crónicas, se da noticia del actuar de mujeres mexicanas en diferentes movimiento armados de nuestra nación, de las que con sus saberes culinarios preservan la gastronomía lacustre, del museo dedicado a la Cultura Madre: la Olmeca; la significación cultural de un billete monetario, de los guardianes del patrimonio en los Pueblos Originarios de la CDMX, de las recetas locales de platillos de Xalapa y sus alrededores heredadas por generaciones, de la importancia de la Filatelia de una nación, sin olvidar la música y específicamente del danzón como un vínculo anímico evocador de generaciones de abuelos, padres y continuada por las nuevas generaciones, se divulga cuál es la flor nacional; para muestra un botón, es común encontrar entre los ingredientes de una receta al chile jalapeño, pero sabe usted cuál es y de dónde proviene su nombre, otro caso es el de la herencia mesoamericana lacustre de la gastronomía de los pueblos chinamperos del sur de la Ciudad de México. No se olvidan los ejemplos de comidas regionales como los pambazos, del texmole de flor de Izote, el xopamolli, los tlapiques, tamalates, del colorín o el mole; donde podemos reencontrarnos con un pasado tal vez ya conocido por unos o ignorado por otros.

Unas más sacan de la obscuridad a personajes como Florencio del Castillo Solano, a personajes integrantes del Pueblo Originario de Iztacalco, continuadoras de artesanías locales heredadas de sus padres, de usos y costumbres, además de aclarar de dónde es originaria la festividad de la Flor Más Bella del Ejido.

Se han incluidos temas relacionados a la gastronomía, por considerar a la comida como parte de Identidad Nacional y de la familia de origen o del lugar en donde nacimos porque, a través de ella nos unimos nuevamente por olores y sabores, a lugares a ése el de la infancia, a las reuniones familiares; al ritual desarrollado alrededor de un platillo, iniciado desde la compra de los ingredientes, su elaboración, sin olvidar las pláticas y anécdotas comentadas en la cocina, en ese templo donde la abuelita, hija, sobrina, nietos, comadres y demás familiares sanguíneos o políticos se unían para después, llegar finalmente a la degustación.

Los temas de las crónicas desarrollados son significativos, como ingredientes de una receta se unen, intercambian olores y sabores, compartiendo generosamente sus cualidades contribuyendo a un maridaje único, a nuestro Patrimonio Cultural Mexicano.

En cada una de ellas y para realizarlas, se investigó en archivos, se hicieron entrevistas, confirmando lo expresado por la palabra; es decir hay un trabajo silencioso, pero no por ello menos acucioso y desinteresado, en conjunto las crónicas son como una ensalada de nochebuena: fresca, con ingredientes de aquí, de allá y al gusto del comensal, donde el hilo conductor es el adorado betabel, compartiendo sabores con los demás ingredientes: manzana, caña de azúcar, tejocotes, cacahuates, naranja, jícama, plátano, colación al gusto; es deliciosa y única.

Sólo queda puntualizar, al leer las crónicas se le hará agua la boca y comprenderá por qué, además de la francesa, japonesa, mediterránea y, sí la nuestra, la Gastronomía Mexicana es considerada por la Organización de las Naciones