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Ella Sirve Un Gran Manhattan
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Libro electrónico204 páginas2 horas

Ella Sirve Un Gran Manhattan

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Sinopsis corta: 

Paige y Jordan se enamoran, y parecen vivir lo que se ve como una vida normal. Sin embargo sus gustos son bastante caros y pronto se encuentran sin dinero. Cada uno de ellos tiene una vida secreta que no le han revelado al otro. Paige deja que sus amigos sepan que Jordan está en falta; Jordan culpa a Paige. Ambos culpan al otro porque no les da lo que quieren. Hacen amigos, pero terminan estafándolos sin que el otro lo sepa.

El pasado de Paige revela que había matado a una ex amiga durante una pelea por un novio mutuo. Su pasado la alcanza, cuando alguien la localiza porque ha sospechado esto, y la chantajea.

Jordan, por otro lado, se aprovecha de veteranas solitarias (mujeres mayores) a quienes les rob dinero para mantener sus hábitos asquerosos de drogas y apuestas. Cuando el marido de una de las veteranas descubre que su mujer lo engaña, y que su amante les roba, quiere vengarse, y Jordan de algún modo necesita escapar.

Jordan revela sus travesuras a Paige y juntos conspiran para solucionar el problema. Su plan es desaparecer, preparar una estafa con el seguro de vida, escapar a Australia a la Gran Barrera de Coral, Ahí abordarían un catamarán, y desaparecerían mientras buceaban, dejando atrás parte de su equipo de buceo para que llegue flotando a una playa, haciendo que quienes lo encuentren piensen que se los comieron los tiburones. Una vez que calculan que están a salvo, comienzan nuevamente a intrigar, para mantener su estilo de vida de riquezas. Sólo que esta vez se pone aún peor.

CITA: 

Ella llevaba un vestido de verano corto y mientras soplaba el viento del desierto, se sentía frío. Fuimos a una pequeña pista de aterrizaje cercana y nos subimos a un aeroligero. Éramos sólo nosotros dos, el piloto, el productor, y su esposa que tomaría las fotos. Iba a proponerle matrimonio en el cielo.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 jun 2020
ISBN9781071544099
Ella Sirve Un Gran Manhattan

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    Ella Sirve Un Gran Manhattan - Taylor Storm

    ELLA SIRVE UN GRAN MANHATTAN – POR TAYLOR STORM

    PROLOGO

    Estoy huyendo.

    No tengo idea de cómo llegué aquí, pero ahora el FBI está detrás de mí.

    Creo que esta vez llevé las cosas demasiado lejos.

    Todo el tiempo yo sólo buscaba vivir mi vida como mejor conozco.

    Ahora, no sólo tengo que seguir huyendo, sino que tengo a los investigadores más efectivos del mundo detrás de mí; todo porque no pude encontrar en mí la manera de detener la locura que comenzó luego de conocerla. A Paige.

    Debí haber sido más cuidadoso y no dejar que su belleza me atrapara y me llevara tan lejos. Claramente, no estaba pensando como debía en absoluto.

    Ahora hemos llegado a esto y no tengo a dónde correr.

    A quien corresponda:

    Mi nombre es Jordan Andrews. Mientras escribo esto, estoy siendo buscado por el FBI. Aquí hay una serie de eventos que llevaron a esta situación. He tratado de vivir conmigo después de lo sucedido, con poco éxito; por lo tanto, esta es mi narración detallada de los eventos que llevaron a la delicada situación en la cual me encuentro actualmente. Aquí encontrarán un relato de cómo sucedió exactamente que ahora soy una de las personas más buscadas por el FBI. Mi carta es con la esperanza de que puedan entender de dónde vengo, y comprender los errores que he cometido en búsqueda de lo que ahora considero vanidad en mi vida. Esta es una secuencia de eventos de cómo sucedió, y he insertado diálogos reales según lo recuerdo.

    ¡Sí! Lo recuerdo muy bien. Era una tarde de verano a mediados de 2005, en la ciudad de las sorpresas, Los Angeles. Yo estaba en esta fiesta posterior a un estreno que un director sin importancia había organizado en su casa en Malibu.

    Me estaba codeando con algunos sujetos que acababa de oir que estaban produciendo esta película dramática clase B ambientada en algún hospital o aeropuerto, o algún lugar así que no me importaba demasiado.

    De hecho, ni siquiera me importaba esta fiesta o la gente o lo que fuera. Mi mente simplemente no estaba ahí, ni siquiera pensé antes de tomar los vasos de la bandeja del mozo. De algún modo, ni siquiera me importaba qué licor tomaba.

    Este tipo de fiestas solían aburrirme hasta morir, pero aprendí a considerarlas un mal necesario, a falta de otra cosa. Por supuesto, ¿quién podía prescindir de ellas? Cada alma luchadora en L.A., como yo, utilizaba cualquier oportunidad posible que obtenían para conocer gente nueva de la industria, o al menos para tratar de encontrar un socio para la noche.

    Esta vez no era diferente. Ahí estaba yo, parado cerca del bar, cuando la vi por primera vez. Era alta, rubia, y tenía un lindo par de piernas. A primera vista, se veía como cualquier otra mujer hermosa que L.A. parecía atraer, y había muchas de ellas, créanme. El lugar parecía servir como atractivo para las damas más hermosas del mundo.

    Yo había estado viviendo aquí por algún tiempo ahora, y créanme, he visto literalmente miles, si no decenas de miles, mujeres hermosas pupulando este agujero del infierno envuelto en oropel, pero había algo acerca de esta mujer en particular que resaltaba. Parecía llamarme, y por alguna razón la encontré irresistible.

    Mi elección de mujeres siempre era afluente. Yo seleccionaba a las mujeres por su belleza, inteligencia, ambiciones, y así. Después de tantos filtros, en cada fiesta que iba sólo encontraba psicópatas y maravillosas cabezas huecas.

    La mayor parte del tiempo volvía con las manos vacías a mi departamento, de vuelta a la soledad y aislamiento que parecían infestarme todo el tiempo. Pero en esas ocasiones, me consolaba pensando que es mejor estar solo que en la compañía de alguien que era incompatible.

    Así que, ahí estaba, admirando su pura buena apariencia, admirando cuán contagiosa era su belleza. Por un segundo hasta comencé a sentirme atractivo, por el puro pensamiento de su presencia en ese lugar. Permanecí mirándola fijamente, incapaz de decidir qué hacer a continuación. Me tomó unos diez minutos sólo dejar de mirarla fijamente y finalmente ir a hablarle.

    Siempre me he considerado bastante versado en el arte de la seducción. Mi pasado, mi presente, y en gran parte, mi futuro, están llenos de relatos de mi seducción obteniendo demasiadas mujeres en mi radar. Quiero decir, este es mi arte, algo que me viene naturalmente y siempre parece funcionar con las mujeres.

    Pero cuando la vi por primera vez, me quedé sin palabras. Permanecí ahí fascinado en el mismo lugar por un momento antes de poder reunir suficientes agallas para hacer un movimiento y la sensación del día. Me di cuenta de cómo se siente quedarse sin aliento y era milagroso, y aún así puro.

    Aunque tenía veintiocho años, no tenía ingresos propios. Vivía lujosamente de mi fondo de fideicomiso. Estaba siguiendo mis sueños y tratando de crear mi propio destino; el de ser famoso, ser reconocido, y ser enormemente rico. Eso era lo más importante en mi mente, y estaba decidido a usar mi encanto para conseguirlo.

    Para comenzar, estaba intentando obtener mi papel inicial para poder establecerme como actor en grandes películas. Tenía mis conexiones y todo lo necesario desde amigos productores a damas ricas patrocinando mis días. Pero con todo lo que tenía a mi favor, tenía un anhelo adentro. Tenía este agujero en mi alma, y de algún modo sabía que esta chica era la respuesta.

    Sus labios me atraparon. Cuanto más intentaba apartar la mirada, más dirigía la vista a lo que llamaría un par de labios perfectamente cincelados. He oído de personas que se han enamorado de una mujer cuando la ven a los ojos. Para mí fueron sus labios. Parecían llamarme y me encontré incapaz de resistir su atractivo.

    Fui hacia ella y le ofrecí una bebida. Ella quería un Manhattan así que le serví uno, a pesar de que mis manos temblaban como si estuviera dentro de un freezer. Sabía moverme por el bar así que logré hacerlo sin embargo. Pude haber logrado hacer que se sintiera consciente de sí misma en un intento de hacer que notara mi interés en ella. Sin embargo, eso no me impidió acercarme a ella.

    Finalmente me acerqué a donde ella estaba. Debo admitir que nunca me sentí tan nervioso frente a una mujer antes. Quiero decir, ella simplemente parecía succionarme con su presencia y no podía más que ser atraído por sus encantos.

    Crucé mis dedos para no ser rechazado. Hasta tenía una respuesta preparada en caso de que lo hiciera. Había planeado simular que la había confundido con otra persona, alguien que se le parecía mucho.

    Así que ahí estaba armado con mi encanto, y con un plan de salida en caso de que esto fallara. Pero contra toda esperanza, quería tener éxito seduciendo la mujer soltera más hermosa que había conocido en este lugar.

    ***

    Hola, mi nombre es Jordan.

    Traté de tomar su mano.

    Hola, Paige es mi nombre.

    Parecía completamente preparada para comenzar a hablarme.

    Me quedé parado, analizando mi siguiente jugada. Luego hice lo más natural.

    Me preguntaba si podía traerte un trago. Esta debe ser la frase de conquista  más común del mundo.

    Seguro.

    ***

    Mi primera impresión de ella fue que era una mujer que sabía de tragos y optó por el vodka más caro que había en el bar. También parecía independiente por la forma de comportarse. Sabía lo que quería, una mujer que conocía sus propios gustos.

    Siguió sonriéndome con sus labios rojo sangre y sus ojos azules, y sentí algo dentro mío que temblaba y abandonaba la resistencia a su belleza. No había manera de que resistiera a esta belleza maravillosa que se había atravesado en mi camino.

    Luego de servir su bebida, puso sus lindos labios rojos en el vaso de Martini y en ese momento; supe que tenía que llevarla a casa conmigo. Esto tenía que suceder, no había manera de negar algo que ocurría tan naturalmente.

    ***

    Sirves un lindo Manhattan.

    Viniendo de ella tenía que ser el mejor elogio del mundo, pensé. Todas las dudas que tenía, se detuvieron tan pronto como la escuché decir esas palabras. Quiero decir, hay sólo dos maneras de llegar a una mujer. O lo consigues o no. Y si ves que lo logras, entonces toma el siguiente paso para conquistarla.

    "Yo sirvo un gran Manhattan. Trabajé como bartender luego de terminar la universidad".

    Sonreí satisfecho y me pregunté por qué demonios comenzaría una conversación sobre mí mismo promocionando el único trabajo de cuello azul, y de hecho, el único trabajo real, que había tenido. Pero entonces nuevamente, si iba a traer a alguien que me gustaba mucho a mi círculo, ¿por qué no?

    Así que eres actor.

    Sonrió como si de pronto hubiese visto a través de mi traje caro y me viese como el hombre inmaduro y malcriado que realmente era. Me sentí un poco nervioso, pero insistí.

    Junté coraje y le di una respuesta.

    Sí, soy actor.

    ¿Tenías algún papel en la película que acaban de estrenar?

    Realmente esta chica tenía onda.

    Claro que no. Yo tengo lo que llaman integridad artística. Ya no protagonizo películas clase B.

    Un hombre puede jactarse de vez en cuando, ¿no es así? Especialmente cuando está semejante belleza en juego.

    Así que esa es la razón por la cual sirves un Manhattan tan bueno. Debes trabajar mucho como bartender entre tus papeles clase A. ¿No es así?

    No había manera de evadir sus preguntas y sólo tenía que darle lo que pedía.

    ¿Así que estás de acuerdo con que mis Manhattans son realmente grandiosos? ¡Hasta me atrevería a decir que son realmente casi perfectos!

    Ella rió y supe que la había atrapado.

    Soy Jorda.

    Ahora tenía confianza luego de la charla.

    Hola, Jordan. Soy Paige.

    El nombre parecía quedarle bien. Lo pronuncié en mi interior sólo para sentir su sabor. Sonaba tan hermoso.

    Bueno, ya hemos establecido que soy una sensación de Hollywood prometedora y capaz que sirve excelentes bebidas. ¿Qué hay de ti? ¿Tú que haces, Paige?

    Sólo era de buena educación preguntar sobre ella, ¿no es así?

    Soy abogada. He tenido varios casos con algunos divorciados famosos.

    ¿Hablemos de belleza y cerebro? Tenía alguien así justo frente a mis ojos.

    Pero te ves tan hermosa y eres tan joven para estar en un trabajo tan tedioso.

    Ella llevaba este vestido verde de corte bajo que envolvía sus curvas perfectamente.

    Gracioso. No soy tan joven, pero de algún modo tienes razón. Soy hermosa, gracias.

    Era grandioso encontrar a una mujer que está bien consciente de su aspecto –y segura de sí misma también.

    ***

    ¿Cómo podía no gustarme esta mujer? ¿Cómo podía resistirme a semejante mujer?

    Por supuesto no pude resistirme a sus encantos, y luego de toda una noche persiguiéndola por toda la fiesta, ella tampoco pudo resistirse a mi encanto. No podía dejar que semejante chica fuese asechada por algún personaje importante de Hollywood, o incluso un actor sin importancia en esa fiesta.

    La mantuve bien a la vista toda la fiesta, conversando casualmente con ella para poder descubrir más sobre ella. De alguna manera logré saber más.

    Descubrí que tenía treinta y dos años y se había mudado a L.A. hacía unos seis años para seguir su carrera aquí, en un lugar donde los divorcios no solo eran comunes, pero significaban la diferencia entre millonario y multimillonario. Era soltera, y a su edad nunca se había casado debido a que su trabajo era lo más importante en su vida. También tenía una compañía de bienes raíces que ella y una amiga habían comenzado hacía unos tres años luego de haberse mudado a L.A.

    Yo había conocido a las llamadas mujeres de carrera antes, pero Paige parecía con menos defectos y de algún modo más humana que todas esas otras mujeres juntas. Yo había notado hacía mucho tiempo que las mujeres que se llamaban a sí mismas mujeres de carrera o mujeres de negocios tienden a alcanzar cierta edad, algunas treinta otras cuarenta, en la que se convierten casi en completamente deshumanizadas y comienzan a rechazar algunos aspectos de la vida que, en su defensa, la sociedad moderna las ha obligado a aceptar.

    Pero no era ese el caso con Paige. O por lo menos no lo parecía. La manera en que Paige hablaba y la forma en que sonreía, me tranquilizaron acerca de que estaba hablando con una mujer de sangre roja normal que no tenía miedo de sus sentimientos. Parecía alguien que no tenía miedo de disfrutar las cosas sin analizarlas exageradamente y quitándoles su verdadero significado, sólo para no volver a ser herida por nada ni nadie.

    Y entonces, mientras la noche avanzaba, decidí que principalmente, iba a dejarla hablar sobre ella misma y su vida, sin revelar demasiados detalles respecto a mí.

    No le mentí, aunque solía mentir sin vergüenza sobre mí cuando intentaba conquistar a otras mujeres. Eso se debía al esfuerzo por captar su atención y de algún modo demostrarles que habían hecho negocio, estando conmigo. No le mentí; más bien no expuse demasiadas cosas sobre mí. Le dije que tenía veintiocho años y que había estado viviendo en L.A. desde que tenía dieciocho años, y que mis padres me apoyaban, me compraron una casa y pagaron mi educación.

    De algún modo, todo eso no parecía hacer que ella perdiera su interés en absoluto. Le dije que yo era un poco seductor, pero sólo porque no podía encontrar a nadie que me entendiera realmente. De nuevo, ni siquiera eso logró que ella perdiera el interés. Me sentí como si estuviera bateando un jonrón. Nada de lo que yo dijera parecía sorprenderla, y eso hizo que le dijera más cosas.

    Siempre se trata de la química. Cuando dos personas se conocen buscan similitudes para estar cómodos. Similitudes que no los hagan salir de su zona de confort. Similitudes que les permiten ser quienes son sin excusas. También buscan diferencias, siendo selectivos, buscando diferencias beneficiosas. Pienso que ella podía ver ambas cosas en mí.

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