Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Hizo Explotar a Su Esposo
Hizo Explotar a Su Esposo
Hizo Explotar a Su Esposo
Libro electrónico226 páginas3 horas

Hizo Explotar a Su Esposo

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Un par de adolescentes regresan a casa después de clases, para encontrar a su padre amordazado.  Su madre estaba ahí, explicándoles que acababa de discubrir la situacion, y que escaparan antes de que, quien sea que haya hecho esto, las viera; ella intentaría escapar con su padre. No obstante, después de que salieron, su madre salió corriendo fuera de la casa, mientras se formaba una gigantesca explosión detrás de ella. Después de la muerte de su padre, su madre les permitió una vida de lujos.

Cuando las muchachas llegaron a la universidad, descubrieron que eran observadas. Un investigador privado, contratado por la familia del padre, quienes sospechaban de la situación, a pesar de que la policía lo había descartado. Creían que ellas tenían algo qué ver, notando su comportamiento altanero contra su padre cuando las cosas no salían como querían. Mientras más se desmarañaba la situación, todos entraron en choque al descubrir quién fue el asesino, y cuales eran sus motivaciones.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 jul 2017
ISBN9781547508600
Hizo Explotar a Su Esposo

Lee más de Taylor Storm

Relacionado con Hizo Explotar a Su Esposo

Libros electrónicos relacionados

Thriller y crimen para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Hizo Explotar a Su Esposo

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Hizo Explotar a Su Esposo - Taylor Storm

    Hizo Explotar a Su Esposo

    ––––––––

    Por Taylor Storm

    Derechos de Autor:  © 2017 por Reality Today Forum.  Todos los derechos reservados.

    Ningún componente de este documento deberá ser reproducido o transmitido de ninguna forma por ningún medio, electrónico, mecánico, audiograbado, o algún otro medio alternativo, sin permiso previo del autor.

    Índice

    Capítulo 1..................................................................................................4

    Capítulo 2................................................................................................12

    Capítulo 3................................................................................................28

    Capítulo 4................................................................................................42

    Capítulo 5................................................................................................50

    Capítulo 6................................................................................................63

    Capítulo 7................................................................................................70

    Capítulo 8................................................................................................89

    Capítulo 9................................................................................................78

    Capítulo 10.............................................................................................103

    Capítulo 11.............................................................................................115

    Capítulo 12.............................................................................................125

    Capítulo 13.............................................................................................134

    Capítulo 14.............................................................................................143

    Capítulo 15.............................................................................................151

    Capítulo 16.............................................................................................160

    Capítulo 17.............................................................................................174

    Capítulo Uno

    El camión de la escuela se detuvo frente nuestra casa como siempre; mi hermana Lucy, y yo rápidamente nos despedimos de nuestros compañeros. Nuestros amigos todavía se reían de que tuviéramos que tomar el camión a nuestra edad, pero sé que no era malintencionado en absoluto. Nuestros padres eran muy frugales, y no le encontraban mucho sentido en comprarnos un carro a ninguna de las dos hasta que nos graduáramos. Tacaños, es como le decían nuestros amigos, y estábamos de acuerdo; pero su supuesta tacañería era mucho más sensible que lo que parecía en primera instancia, que sólo privarnos de un rito de iniciación adolescente para ahorrarse unas monedas.

    Tanto Lucy como a mí se nos antojaba un bocado antes de cenar. Eran las tres de la tarde, y no teníamos idea qué había planeado nuestra mamá.

    La atmósfera en la casa se sentía extraña en lo que entrábamos. Era desconcertante, silenciosa, con la que ninguna de nosotras nos familiarizábamos. No estaban los usuales pujidos y quejidos de mamá mientras se ocupaba con los quehaceres, asegurándose que siempre estuviéramos bien cuidados, como era normal. En vez de eso, la casa estaba envuelta en un silencio punzante. Había una tensión muy densa; tan densa que la sentíamos atravesar nuestros poros el momento en el que cruzamos el marco de la puerta. No podríamos decir qué con certeza. Había sido un día como cualquier otro. Nos despertaron a Lucy y a mí a las siete de la mañana, apenas pudimos darle un beso en la mejilla a nuestro papá en lo que corríamos a hacer nuestro almuerzo tan pronto como podíamos, antes de agarrar una manzana como desayuno en lo que salíamos. Nadie nos había llamado mientras estábamos en la escuela; nada inusual en todo el día. Era un día típico para un par de adolescentes de los suburbios; escuela, coqueteo, chismes y estudio; el mismo día que millones de adolescentes muy probablemente tendrían. Pero Lucy y yo sabíamos que algo estaba terriblemente mal. Era instintivo; las gemelas tienen ese tipo de premoniciones. Buscamos rodeando la casa por fuera hasta la parte de atrás. Siempre lo veíamos en las películas, ni Lucy ni yo podríamos explicar por qué elegimos hacerlo. Nada fuera de lo ordinario; todas las puertas estaban cerradas, todas las plantas estaban en su lugar, todo igual. Caminamos cuidadosamente a la sala. Todo estaba inmaculado, en su lugar de siempre, desde que nos cambiamos a esta casa seis años atrás. Ningún olor extraño, ninguna señal de que algo estuviese mal. Pero esa tensión. Era como una daga directa al pecho; una sensación desconocida que abrumaba nuestra mente adolescente. Aún puedo sentirlo en mis huesos. Nos dirigimos a la cocina silenciosamente.

    La mano de Lucy apretó mis brazos en lo que entrabamos a la cocina, las dos dejamos escapar un grito mudo de horror por lo que veíamos frente a nosotros. papá estaba amarrado a una silla de cocina, sus extremidades apretujadas con una cuerda, y una mordaza que le impedía hablar, nos miraba con unos ojos descontrolados al vernos entrar a la habitación. Empezó a agitar ansiosamente su cabeza cuando corrimos hacía él. Era una vista que nunca olvidaré. Estará marcada con hierro al rojo vivo por siempre en mi corazón; así es como aún se siente.

    -¿Niñas?, ¿qué hacen en casa?

    Volteé al escuchar la voz de mi madre, con la confusión extendiéndose a lo largo de mi cara al verla salir de las sombras, toda nerviosa y algo agitada de que Lucy y yo estuviéramos ahí. Se suponía que visitaríamos a una tía nuestra saliendo de clases, pero ella se enfermó y nos avisó mediante el director para hacernos saber que podíamos ir directo a nuestra casa. Claramente no le habían comentado a mamá.

    -Escuchen, niñas, no puedo explicar todo ahorita. Pero necesito que salgan de la casa. Hay cosas que han estado sucediendo que su padre y yo les hemos mantenido en secreto. Pero ahora necesito que salgan fuera de la casa, donde es seguro-. Insistía mamá al apurarnos a la puerta principal.

    -¿Qué hay de papá?- lloriqueó Lucy.

    -Estará todo bien, cariño. Liberaré a tu papá y nos encontraremos afuera. Por favor, espérenos un momento en la calle.

    Tomé la mano de Lucy y nos dirigí hacia afuera. Volteé brevemente hacia atrás, vi a mamá luchando con los nudos de la cuerda, no tenía idea de qué estaba pasando. Todo lo que podíamos hacer era lo que se nos dijo que hiciéramos, confiando que mamá y papá traerían sentido devuelta a lo que ocurría.

    -¿Qué crees que esté pasando?- dijo temblorosamente Lucy, podía ver cómo intentaba detener las lágrimas.

    -No tengo idea. Oh, Dios mío, no tengo idea...- repetía una y otra vez como un mantra hasta que dejaran de tener sentido en mi mente, de por sí, ya bastante petrificada.

    Se sintió como una eternidad estar sentadas por los arbustos al borde del jardín. Mis ojos estaban atentos a cualquier movimiento. Sentía que no podía respirar, mi garganta estaba contraída y seca en lo que esperábamos a nuestros padres a que aparecieran saliendo de la casa.

    Cada vez me sentía más ansiosa, me preguntaba qué les tomaba tanto. Pero antes de tener la oportunidad de plantearme la idea de entrar de nuevo, mamá salió corriendo de la puerta, sacudiendo sus brazos frenéticamente y gritándonos que retrocediéramos. Tomando a Lucy detrás de mí, atravesé la calle, con el miedo estrujándome como yo estrujaba a mi hermana menor.

    Una explosión abrumó el aire vespertino, con llamas que se extendían hasta el cielo, haciendo desaparecer nuestra casa entera frente a nuestros ojos. La escena entera se desenvolvía frente a mí con la extrañeza lúcida de un sueño. Hasta el momento, la imagen vívida de un pilar de tres metros y medio de altura, el olor a gasolina y humo ahogándome, el sonido de vidrio destrozándose contra el concreto – todo esto tiene una extraña cualidad que lo vuelve indistinguible del trauma físico. Sin importar cuánto intenté enterrarlo, siempre regresa a mí como una avalancha, tan vibrante e irreal como el mismo momento que lo vi.

    Las ventanas de las casas vecinas se destrozaron con el impacto, hasta los carros fueron propulsados por la explosión, destrozándose al caer de nuevo sobre la calle.

    Tomando fuertemente a Lucy, todo lo que podía escuchar eran gritos a mi alrededor y el sonido de gente corriendo para intentar apagar las llamas. No estaba segura siquiera si alguien sabía que estábamos escondidas ahí. Permanecimos bajas mientras el caos se desenvolvía a nuestro alrededor.

    Lo poco que había conocido a mis dieciocho años había caído como dominós – sin una palabra, sin una advertencia, sin una mínima señal. Quería encontrar a mamá desesperadamente, pero no podía abandonar a Lucy. Estaba catatónica. Mientras que yo sólo sentía una sensación de choque. ¿Qué diablos había sucedido? ¿Por qué estaba papá atado de esa manera? ¿Por qué nuestra familia merecería esto por parte de alguien? Nada tenía sentido. No podía entender nada de lo que sucedía. Todo lo que sabía en ese momento era el distintivo sentimiento de una puñalada provocada enteramente por un exceso de pánico.

    El sonido de las sirenas crecía en lo que se acercaban. La policía, los bomberos, y ambulancias, todos se esparcieron a hacer su trabajo. Incluso un helicóptero sobrevoló el lugar, con sus luces iluminando las ruinas irreconocibles de nuestra casa. En unos segundos, la vergüenza más grande que se me pudo imaginar ocurrió cuando un escuadrón de vehículos de noticieros comenzó a llegar en una oleada. Cámaras y reporteros amontonándose en la estrecha calle frente a nuestra casa.

    -¡Amy! ¡Lucy!

    En cuanto escuché los gritos de mi madre, guie a mi hermana fuera del escondite, a través ente un montón de ojos sorprendidos, pasando un círculo de policías y bomberos conjugándose, mientras que el manojo de técnicos y camarógrafos y reporteros acomodaban sus aparatos y probaban sus micrófonos. Comenzamos a llorar al momento que conseguimos abrazar a mamá, sintiendo cómo acariciaba mi cabellera en forma de alivio. Aunque no había dicho una palabra aún, sabía que papá estaba muerto. Lo podía sentir instintivamente, en mis entrañas. De alguna manera me sentí segura, por lo menos un segundo. Después comencé a llorar descontroladamente; un incesante lagrimeo que manchó mi playera. Después, todo se puso negro...

    ***

    Al salir del hospital nos llevaron a la estación de policía. Para ser mediodía estaba relativamente tranquila la estación. Una sargento se sentó con Lucy y conmigo mientras nuestra madre era interrogada en otra habitación. Se veía como una persona amable. Nos preguntó sobre lo que había sucedido, qué recordábamos, pero aparentemente fue suficiente con que le dijésemos que no sabíamos nada. Mientras salía de la habitación un oficial, pude ver rápidamente a mamá. Se veía cansada, abatida, secándose las lágrimas con papel desechable. Quise gritarles que la dejaran en paz. No tenía idea qué tipo de preguntas le estaban haciendo, pero me volvía cada vez más impaciente y temía que estallaría en cualquier momento. No soportaba verlos hacer pasar a mi madre por esto. Mis padres se amaban. ¿Qué no podían ver que ella no tenía nada qué ver con esto?

    -¡Mis niñas!- la tía Sandra entró a la habitación, estrujándonos a las dos con un abrazo. Entre llantos habló sobre la explosión, sobre lo terrible que debió de ser para todos nosotros, pero no podía encontrar palabras para describir cómo me sentía. En ese momento era sólo un entumecimiento general lo que sentía.

    No me podía creer aún que papá hubiera muerto. No habría más apapachos, o ninguno de sus chascarrillos usuales. No olería más su colonia en el aire, ni podría ver otra vez su sonrisa y mirada pícara. Me dolía el corazón al darme cuenta. La explosión fue tan potente que nuestra casa también había desaparecido, junto con todas nuestras pertenencias. Por supuesto que ninguna de las cosas materiales me importaba realmente; era lo sentimental lo que extrañaría; el oso de peluche que me compraron mis padres cuando niña, todas las fotografías que tenía de mis amigos y familia. Todo. Desapareció como si nunca hubiese existido. Como si yo nunca hubiese existido.

    Una vez que los oficiales terminaron de cuestionar a mamá, tía Sandra nos llevó de vuelta a su casa. Mi primo Harry y tío Wayne nos esperaban, ambos viéndose solemnes al recibirnos. El tío Wayne preparó una habitación para que Lucy y yo compartiéramos, mientras mamá se hospedaba en otra habitación cruzando el pasillo.

    Yo sé que mis tíos tenían buenas intenciones, pero escucharlos parlotear sobre hipótesis de qué había sucedido mientras intentaban hacer cuadrar todas las piezas me hizo sentir tan mal como en la estación de policía. No tenía idea qué era juego sucio, qué era un accidente o qué era lo que había sucedido; realmente no me importaba, lo único que quería era un poco de apoyo. Necesitaba el amor de miembros de mi familia. Quería que todo volviese a ser como antes. Sin embargo, aquí estaban mis tíos, actuando como los buitres de la estación. Me tuve que apartar.

    En lo que todos intentaban resolver lo que sucedía, me retiré al piso de arriba. Cada paso que daba se sentía extremadamente pesado, como si tuviera los pies amarrados con cadenas de acero. Caminar a lo que sería mi habitación se sentía como una eternidad. Tuve que sostenerme de las paredes para tener una especie de apoyo invisible. Todo era inusual. Aunque mi centro de gravedad se me había arrebatado de un solo golpe, robándome a mi padre y mi vida antigua, me sentía amarrada contra el suelo. Finalmente llegué a la habitación. Me dejé caer sobre mi cama. Lucy entró detrás mío, sentándose frente a la ventana, viendo hacia la oscuridad creciente.

    Me sentía preocupada por ella. Lucy no había dicho una sola palabra desde la explosión. Sus mejillas estaban pálidas como la nieve. Las lágrimas le fluían constantemente de sus ojos azul claro. Pero ella mantuvo que no lloraría, y simplemente se sentó en silencio, sin querer interactuar con nadie. Ella no era así para nada. Si acaso, Lucy era de las personas más sensibles que conocía en mi vida; ciertamente más que yo. Sabía que, si su manera de lidiar con esta situación era mantenerse firme detrás de un muro impenetrable de silencio, era una situación verdaderamente horrenda para ella. Claro que lo era; mi corazón dolía tanto por mí como por ella.

    Lucy siempre fue más cercana a papá que yo, así que era muy lógico que a ella le doliera más que a todos. Amaba pasar tiempo con él, lo acompañaba a sus viajes de pesca, sentándose por horas con él, mientras papá destripaba las presas para que mamá las cocinara. Lucy sencillamente lo observaba admirándolo, mientras él se reía al recordar cómo a mamá siempre le había espantado el proceso de limpiar pescado. Los pies de mamá se movían impacientemente en el pasillo que dirigía a la cocina hasta que papá terminaba de preparar su preciado premio.

    Me dirigí hacia con Lucy, y la abracé poniendo mis brazos alrededor de sus hombros. No había necesidad de decir nada. Sabía qué era lo que sentía. Ella sabía que yo estaba ahí para ella. Como gemelas, siempre habíamos sido inseparables, instintivamente sabíamos cómo se sentía la otra, siempre listas para consolarnos cuando estábamos molestas o preocupadas por algo. Le di un beso en la mejilla y la dejé con sus pensamientos; supuse que querría estar sola un rato.

    Regresando al piso de abajo, encontré a los adultos en la sala, todos con una copa de vino. mamá miraba fijamente las llamas que ardían en la chimenea. Me sonrió al sentarme a su lado, y apretó mi mano.

    -¿Estás bien, Amy, cariño?- preguntó silenciosamente.

    -Sí, supongo.- respondí con un suspiro.

    Tuve que arrastrarme a mi habitación. No había más qué decir – a ninguno de ellos. Me sentía como una estatua o un autómata; incapaz de hablar o moverme, o hacer algo normal, sin habilidad de pensar o sentir. Si así era para mí, no puedo imaginar lo que Lucy estaba sintiendo en este momento.

    El resto de la noche pasó tan lento. Aunque había conversación en la habitación, todo sonaba enmudecido para mí. Di vueltas y vueltas dentro de mi mente, recordando la manera en la que papá estaba amarrado y amordazado cuando llegamos a casa, preguntándome quién podría haberle hecho esto a mi familia, quién nos podría odiar con tanta determinación como para hacer algo tan horrible. Tenía tantas preguntas. Pero sabía que aún no era el momento de hacerlas; mamá se veía más que exhausta, no quería yo causarle aún más presiones.

    Entre el sonido de la explosión acosándome, y las imágenes de mi papá llenando mi mente, mi sueño esa noche estaba completamente arruinado. Podía escuchar a Lucy llorando silenciosamente en su almohada, así que me subí silenciosamente a su cama y la abracé. Comencé a acariciarle el cabello mientras luchaba contra mis propias lágrimas. Después de una eternidad, finalmente nos dormimos. Cuatro horas después despertamos. Alguna especie de pesadilla nos debió haber despertado. Quizá exactamente la misma pesadilla nos despertó a ambas, a exactamente el mismo tiempo; aunque no recordábamos nada al respecto. Recibimos al sol con bruxismo y silencio. Ninguna de las dos había dicho una palabra a la otra en las últimas ocho horas.

    Capítulo Dos

    Todo se sentía muy turbio. Durante las siguientes semanas, sentía que vivía en un panal de abejas, andando como si viniera de otro mundo. Seguía sin poder comprender qué había sucedido o qué nos traería el futuro. No podía comprender mucho, en realidad. Las cosas más mundanas y familiares se sentían distantes, extrañas. Las palabras se sentían incómodas, como un lenguaje que apenas y entendía. Incluso mis canciones favoritas parecían estar desligadas completamente de mí, no sólo eran difíciles de comprender, sino que

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1