Diferente, pero igual de placentero
“Miguel y yo siempre habíamos tenido una vida sexual muy activa. Pero cuando Hugo nació, las cosas cambiaron. Aunque mis amigas me habían prevenido sobre lo difícil que resulta encajar todas las piezas en la nueva familia, no me imaginé que iba a ser tan duro. Mi chico me buscaba, pero yo estaba desganada. Además, no tenía tiempo apenas para ducharme y me veía gorda y poco atractiva. En mi día a día todo eran pañales, baños, gases y tomas. Y así pasaron tres meses. Mi bebé empezó a dormir mejor, los gases desaparecieron y una lucecilla se encendió en mi cabeza. ¡Yo también necesitaba volver a sentirme mujer y no solo madre! Así que pedí a la abuela que se quedara con el pequeñín mientras yo iba a la peluquería. Durante el día, me