Un resquicio de cordura
Por Sabrina Oliver
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Son 14 cuentos cortos que no están relacionados entre sí a excepción de este pequeño detalle. Simple, pero complicado a la vez; y que pone en juego la cordura de sus personajes. Permitiéndonos al mismo tiempo el adentrarnos en ese mundo entre lo real y lo fantasioso.
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Un resquicio de cordura - Sabrina Oliver
Cuentos Cortos
UN RESQUICIO DE CORDURA
Sabrina Oliver
© Sabrina Oliver
© Un resquicio de cordura
ISBN formato epub: 978-84-685-2652-2
Impreso en España
Editado por Bubok Publishing S.L.
Reservados todos los derechos. Salvo excepción prevista por la ley, no se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos conlleva sanciones legales y puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.
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ÍNDICE
Agradecimientos
Prólogo
Como Una Marioneta
Algo Bajo la Mesa
Amanecer
Delicioso
El Aroma de un Sueño
El Desierto
El Espejo
Escudo
Hoguera
La Reina del Invierno
La Sonrisa Turquesa
Muñecas
Samira
Voces de un Recuerdo
Agradecimientos
Hay tantas personas que me han ayudado, tantas a quienes nombrar. Pero en primer lugar a mis padres, Horacio y Gabriela. Gracias por ayudarme siempre, siempre. También a mi abuela Cristina, que siempre e incansablemente lee mis borradores y me brinda su opinión y correcciones. Finalmente a BTS que reanimó mi espíritu caído; y a esos amigos que aún en la distancia te animan a quebrar esos temores y cumplir tus sueños, Tina y Marcele ¡mucha fuerza para ustedes también!
Prólogo
No hay mucho que decir excepto que todo se reduce a una vaga línea entre lo que creemos real e irreal. ¿Cuándo dejamos de soñar para vivir la realidad? Y ¿cuándo dejamos la realidad para comenzar a soñar? Los cuentos no están relacionados unos con otros a excepción de este pequeño detalle. Simple, pero complicado a la vez.
Como Una Marioneta
La mujer que amaba lo besó en la mejilla. Como la marioneta que era permaneció quieto, sintiendo arder su cuerpo, mientras que ella escondía, un fósforo quemado.
Algo Bajo la Mesa
Estaba sentada, en la cocina, en una pequeña mesa ubicada en un rincón. Tomaba el desayuno frío para aliviar el denso calor que me agobiaba. Miré el reloj con desánimo, aún tenía tiempo para terminar las tostadas tranquilamente.
Mientras sentía el típico día de verano, con la sangre hirviendo, mi rodilla sintió un vaho confortante. Polar. La ventisca se repitió una y otra vez, como una respiración constante y rítmica. Tensa, bajé mi mano izquierda para comprobar si aquello era sólo una ilusión. Pero no. Ahora el aire azotaba mi mano congelando la sangre en el lugar, sintiendo el aire frío que quemaba mi piel y carne. Mi brazo reaccionó, por fin, para ponerla a salvo, pero no había ninguna herida. Nada. Temerosa de mirar y a la vez curiosa, volví a adentrar mi mano en territorio desconocido. La respiración jadeante continuaba sobre la rodilla que ya ni siquiera sentía. En ese lugar, mi mano chocó contra algo sólido y áspero. Una superficie tan helada y cortante.
Sentí un lento movimiento.
Volví a subir mi mano, cada vez más aterrada. La miré fijamente sin entender nada. La exposición a aquello la había dejado pálida e irritada. Tomé una tostada y la tendí bajo la mesa. Sentí que la misma Antártida estaba allí y sujetaba el pedazo de pan. La respiración se alejó por un momento de mi rodilla y mi mano, hasta que vi rodar la tostada fuera de la mesa, mordida.
Sin pensar me lance al suelo, lo más rápido posible, y miré bajo la mesa. Nada. Pasé mi mano por el espacio vacío. Nada.
Sólo había un rastro de escarcha.
Amanecer
Abrió los ojos por primera vez en varios años. No sabía cuántos,