El Mana Escondido

Por Adolfo Sagastume

El maná que comieron los hebreos durante cuarenta años en el desierto es figura de El Maná Escondido que necesitamos comer para quitarnos la maldición de la caída y retornar victoriosos al Reino de los Cielos.

El Maná Escondido también es conocido como Agua de Vida, Licor de los Dioses, Licor de Mandrágoras, Copa Hermética y Sangre de Cristo. Conocer este secreto es el primer paso para entrar al Paraíso, el Jardín del Edén o Mundos Internos completamente despiertos. Salimos del Edén por la puerta falsa de la fornicación, solamente por la puerta de la castidad científica es posible el regreso. El Reino de Dios puede ser conquistado estando vivos, no es para después de muertos. El misterio del Maná Escondido es el secreto más grande de todo el universo, el que lo posee ya está en la puerta de la Vida Eterna. Tómalo ahora mismo y mira la luz que te está esperando.

• Idioma: Español
• Editorial: Adolfo Sagastume
• Fecha de lanzamiento: 6 dic 2013
• ISBN: 9781311699817

Adolfo Sagastume

Construyendo Universos LiterariosCiudadano LatinoamericanoCiudadano de la República de LiberlandCiudadano de Asgardia The Space Kingdom

Vista previa del libro

Tabla de Contenidos

Introducción

Sexolíticos

Psicolíticos

Cristolíticos

El Maná Escondido

El Bautismo de Luz

La Transmutación Sagrada

Práctica del Pranayama Egipcio

Sexualidad Sagrada para Casados

La Sexualidad Trascendente

Conclusión

Introducción

La energía solar es fuego, luz y consciencia. Toda vitalidad procede del sol. Toda la energía que consumimos en nuestro diario trajinar procede del sol. Por eso se le llama el Rex Aster o Astro Rey. De allí surge la idea o concepto que los Iluminados están bañados de luz, saturados de energía solar y están del lado del bien.

El sol sale para todos. El regalo de la energía solar está en cada una de nuestras células, moléculas y átomos. Somos el fruto de las múltiples evoluciones de la energía solar. Nuestro organismo está configurado para comer energía solar. Todos nuestros órganos están capacitados para alimentarse de energía solar. Por algo la Tabla de Esmeralda, fruto de las profundas reflexiones místicas del gran Hermes Trismegisto, Dios Ibis de Thot comienza así: El sol es su padre, la luna es su madre y todo lo que es procede de allí.

Los arquitectos de la vida sobre la tierra siempre lo supieron. Por eso hicieron germinar la energía solar en forma de alimentos vegetales. Todas las plantas están llenas de diferentes grados de energía solar, unas menos y otras más. Cuando nos alimentamos estamos ingiriendo energía solar polarizada en alimento físico.

Con el tiempo el ser humano llegó al descubrimiento que esa energía también estaba en el fuego, en el agua, en el aire y en la tierra. Y por lo mismo, los axiomas o revelaciones sagradas de la Hermandad de la Luz siempre sostuvieron que en el agua estaba la vida. En el tiempo de los Esenios se enseñaba que así como el sol nos baña con su luz diariamente, de la misma manera teníamos que bañarnos o sumergirnos (bautizarnos = inmersión) dentro de un río. Es decir, dentro del agua pura de vida. Para los entendidos en los arcanos de la vida eterna, el bautismo era inmersión total dentro de las aguas de un río. Esa inmersión simbolizaba el baño total, de todo el ser, en el agua de vida, en el agua mercurial, en el agua santa. Esa agua santa es fuego solar, es síntesis solar dentro de nuestro organismo. Todas las evoluciones y revoluciones energéticas que produce la fuerza ígnea del sol dentro de nosotros producen el agua santa dentro de nosotros. Esa agua santa también recibe un nombre muy peculiar, un nombre mal comprendido por la actual generación caída de esta edad del Kali Yuga o Edad Negra. Esa Sangre Solar pasando por muchos filtros y transformaciones se convierte en la única y verdadera agua en la que tenemos que bañarnos por dentro y por fuera. Esa es el agua que bautiza para salvación. Esa es el Agua Viva, el agua de la Vida Eterna.

"De manera que cuando Jesús supo que los fariseos habían oído que Jesús hacía y bautizaba más discípulos que Juan (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), dejó Judea y se fue otra vez a Galilea. Y era menester que pasase por Samaria. Llegó, pues, a una ciudad de Samaria que se llamaba Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era como la hora sexta. Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. (Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar algo de comer.) Y la mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque los judíos no se tratan con los samaritanos. Respondió Jesús y le dijo: Si conocieses el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que