Cuando uno visita Vietnam espera encontrar los paisajes exuberantes y escenarios históricos de la guerra más veces filmada por Hollywood. Si al viajero le agradan las creencias exóticas, sin duda, tratará de frecuentar los fascinantes templos budistas y a sus llamativos monjes envueltos en túnicas azafrán. Pero Vietnam cuenta además con una de las religiones más singulares y poco conocidas que uno pudiera imaginarse. Una fe relativamente moderna que, pese a su juventud y desenvolverse hoy día bajo un régimen comunista, ha logrado captar numerosos adeptos dentro y fuera del país. Algunas estimaciones cifran en dos millones y medio los seguidores vietnamitas, mientras que unas cuantas decenas de miles más residirían repartidos por Camboya, EE UU, Australia y Francia, fruto de la diáspora de población que sufrió este rincón del sudeste asiático durante la segunda mitad del siglo XX.
El Cao Dai o Gran Fe, por tanto, goza de buena salud. Tiene centenares de templos desperdigados por el territorio nacional y extranjero para acoger a sus seguidores, aunque por encima de todos ellos destaca uno, su Santa Sede, en la localidad de Tây Ninh, a unos 90 km de Ho Chi Minh, la antigua Saigón.
El Cao Dai es una religión que nació como consecuencia de unos mensajes transmitidos desde el más allá por los espíritus a través de comunicaciones mediúmnicas
El edificio ciertamente descoloca y mucho. Su arquitectura recuerda a una iglesia cristiana con una larga nave central de unos cien metros de longitud y dos torres en su portada. Sin embargo, la ornamentación interior resulta de lo más extravagante, repleta de colores vistosos, flores de loto, dragones y serpientes enroscadas en las imponentes columnas que soportan la bóveda. Si fijamos nuestra mirada en los elementos propiamente religiosos, el desconcierto aumenta. El altar principal está ocupado por una gran esfera pintada de azul con 3.072 estrellas adheridas a su superficie. Es la representación del Globo del Cosmos con un Ojo Divino dibujado sobre la estrella polar de la Osa Menor. Un ojo, por cierto, izquierdo, puesto que es el más cercano al corazón y el asociado al yang, lo positivo, lo dinámico, lo masculino en la espiritualidad oriental. Otros cincuenta ojos divinos más están distribuidos a lo largo y ancho de la Santa Sede para recordar al creyente que Dios lo ve todo.
BUDA, KRISHNA Y JESÚS
Delante del altar la extrañeza iconográfica continúa. Hay imágenes de Buda bajo diferentes encarnaciones o avatares como Brahma o Krishna, estatuas de Lao Tse, Confucio, los ocho inmortales de la