Monoteísmo Interno

Por Adolfo Sagastume

El único Dios Verdadero es el Padre Eterno que no necesita pequeñas manifestaciones porque ya está manifestado en toda su creación, no incita la guerra por la conquista y la muerte porque él ya reina y es el dueño de todo lo creado. Cualquier dios espejo, que solo es la imágen de un dolor humano, es falso. Solo es la definición verbal, escrita e idolátrica de acuerdo a los alcances, la inteligencia, imaginación y creatividad de los sacerdotes que sostienen su culto. Los dioses imaginados y definidos por los sacerdotes de todos los cultos son falsos porque reflejan el afán de dominio, conquista, control y gobierno de la tierra. Son esencialmente egoístas. Tanto los dioses del politeísmo como del monoteísmo son el reflejo guerrero, asesino, avaro y mentiroso de los sacerdotes que los sostienen e impulsan. El monoteís interno es el encuentro del Padre Eterno en la forma de nuestro Padre Interno. El secreto está en cómo hacer contacto con él y entrar en su Reino Eterno.

• Idioma: Español
• Editorial: Adolfo Sagastume
• Fecha de lanzamiento: 7 nov 2015
• ISBN: 9781311811714

Adolfo Sagastume

Construyendo Universos LiterariosCiudadano LatinoamericanoCiudadano de la República de LiberlandCiudadano de Asgardia The Space Kingdom

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Índice

Introducción

El Politeísmo Primigenio

El Monoteísmo Ancestral

El Monoteísmo Interno

Conclusión

Introducción

Buscamos la felicidad, la vida, la abundancia y la seguridad en mil formas diferentes. Cuando hacemos consciencia de nuestras flaquezas y debilidades recurrimos inmediatamente a los remedios que nos ayuden a superarlas. Y para todo hay cura en este mundo, menos para la muerte.

Sin embargo, todos queremos burlar a la muerte y ganarle la batalla sin importar el precio. Nos hemos inventado todos los artilugios para vencer a la muerte y para adelantarnos a sus terrores. El miedo a desaparecer está incrustado dolosamente en nuestro subconsciente.

La mayor de las esperanzas ronda por las cumbres de lo inaccesible admitiendo la existencia de fuerzas misteriosas de la naturaleza que toman forma y personalidad en el ensueño de nuestros temores y les llamamos dioses.

Aceptamos y admitimos, fabricamos y elaboramos la variada multiplicidad de los dioses para cada uno de nuestros males y uno grande para nuestra muerte, que al final del camino siempre es segura.

El asunto que nos ocupa en este trabajo no es la veracidad o realidad de la existencia de los dioses sino el desentrañamiento de las fuerzas, siempre humanas, de su incubación, elaboración y gestación en el laberinto de la historia.

Nos interesa saber el origen del monoteísmo y, como contraparte, el del politeísmo. Queremos entrar en las entrañas luminosas u oscuras del acontecimiento que pare, como una madre pare a un niño, en la cuna del mundo a los dioses que le dan sentido a la forma de ser de los pueblos, naciones, epopeyas, leyendas y acontecimientos que distinguen a los pueblos unos de otros.

Nos interesa el misterio que sirvió de pedestal para la germinación de los miles de dioses que prepararon el mundo para mi nacimiento y el de todos los habitantes de este doloroso y sufrido planeta tierra.

Nos interesa saber por qué los dioses vienen y se van.

Nos interesa saber por qué los dioses también mueren.

Nos interesa saber por qué los dioses también aman y odian.

Nos interesa saber la necesariedad de los dioses.

Nos interesa saber por qué la gente no puede vivir sin doctrinas divinizantes.

Haremos un recorrido desordenado, lo más caótico posible, sobre los dioses, los iremos licuando conforme aparezcan en nuestra mente porque nuestro interés básico no es el dios en sí sino la fenomenología que aureola su aparición y desaparición en el torbellino de la historia.

Tenemos toda la pretensión, totalmente luminosa y consciente, de hacer enojar a los dioses y a los atizadores de sus fuegos fatuos que los mantienen en la palestra de los aconteceres mundiales. No los tememos en modo alguno.