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Sé líder: 12 principios sobre el liderazgo en la iglesia
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Sé líder: 12 principios sobre el liderazgo en la iglesia
Libro electrónico247 páginas4 horas

Sé líder: 12 principios sobre el liderazgo en la iglesia

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Información de este libro electrónico

La iglesia está experimentando una crisis de liderazgo. Por cada pastor famoso siendo el centro de atención hay cientos de pastores no tan conocidos que desaparecen. ¿Por qué hay tantos pastores dejando el ministerio? El autor de éxitos de venta Paul David Tripp sugiere que detrás del fracaso de un pastor existe un liderazgo débil.
Usando la Escritura como guía, Tripp presenta al lector un modelo con doce principios necesarios para un liderazgo centrado en el evangelio. Este libro contiene un mensaje tanto para aquellos que son nuevos en el ministerio como para aquellos con más experiencia: la presencia permanente de Dios es nuestra esperanza para el liderazgo.

The church is experiencing a leadership crisis. For every celebrity pastor existing in the spotlight, there are hundreds of lesser-known pastors leaving in the shadows. Why are so many pastors leaving the ministry? Best-selling author Paul David Tripp suggests that lurking behind the failure of a pastor is a weak leadership community.
Turning to Scripture for guidance, Tripp presents readers with twelve leadership-community principles necessary for a gospel-centered leadership model. Here is a book with a message for those new to ministry as well as those experienced in it―God's abiding presence is your hope in leadership.
 

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 jun 2021
ISBN9781087736549
Sé líder: 12 principios sobre el liderazgo en la iglesia
Autor

Paul David Tripp

Paul David Tripp (DMin, Westminster Theological Seminary) is a pastor, an award-winning author, and an international conference speaker. He has written numerous books, including Lead; Parenting; and the bestselling devotional New Morning Mercies. His not-for-profit ministry exists to connect the transforming power of Jesus Christ to everyday life. Tripp lives in Philadelphia with his wife, Luella, and they have four grown children.

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    Un libro que todo pastor y todo llamado al ministerio debe leer. Un manual para forjar comunidades de liderazgo saludables y dependientes de la Gracia de Dios. Cada seminario e instituto bíblico debe tener este libro en sus bibliotecas.
  • Calificación: 5 de 5 estrellas
    5/5
    Poderoso. Que libraso este. Lleno de sabiduría para la comunidad de líderes de la iglesia local.

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Sé líder - Paul David Tripp

Índice

Prefacio

Introducción: Crisis

1 Éxito

2 Evangelio

3 Límites

4 Equilibrio

5 Carácter

6 Guerra

7 Siervos

8 Sinceridad

9 Identidad

10 Restauración

11 Longevidad

12 Presencia

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Sé líder: 12 principios del evangelio para el liderazgo en la iglesia

Copyright © 2021 por Paul David Tripp

Todos los derechos reservados.

Derechos internacionales registrados.

B&H Publishing Group

Nashville, TN 37234

Diseño de portada e ilustración por Ordinary Folk, ordinaryfolk.co

Director editorial: Giancarlo Montemayor

Coordinadora de proyectos: Cristina O’Shee

Traducción: Gerardo Montemayor

Clasificación Decimal Dewey: 303.3

Clasifíquese: LIDERAZGO/CLERO/ADMINISTRACIÓN DE LA IGLESIA

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida ni distribuida de manera alguna ni por ningún medio electrónico o mecánico, incluidos el fotocopiado, la grabación y cualquier otro sistema de archivo y recuperación de datos, sin el consentimiento escrito del autor.

Las citas bíblicas marcadas NVI se tomaron de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, © 1999 por Biblica, Inc. ®. Usadas con permiso. Todos los derechos reservados.

ISBN: 978-1-0877-3643-3

Impreso en EE. UU.

1 2 3 4 5 * 24 23 22 21

A todos los líderes que invirtieron en mí, me pastorearon, me confrontaron, oraron por mí y me mostraron la paciente, perdonadora y transformadora gracia de mi Salvador.

PREFACIO

Es uno de los distinguidos e inmerecidos privilegios y deleites de mi vida. No entrené para hacerlo, no lo vi venir, y me sigue sorprendiendo hasta hoy. He sido llamado a poner las palabras del evangelio en una página tras otra en un libro tras otro. Me levanto cada mañana con entusiasmo y aprecio. Al principio, la escritura no me resultaba natural. Escribía con tanta confianza como una persona que, arrastrada por el espíritu invernal, patina sobre hielo por primera vez. Recibí de regreso mi primer manuscrito con las correcciones y comentarios del editor en rojo, ¡y parecía una carnicería! Pero me he mantenido en ello y estoy profundamente agradecido de que esto es lo que tengo que hacer con mi vida, mi tiempo, mis dones y mi conocimiento.

Solo tengo una cosa que ofrecer: las verdades del evangelio del Señor Jesucristo. Todo lo que hago con cada libro es ponerme las gafas del evangelio y mirar otro tema en la vida de un creyente o en la cultura de la Iglesia. He dicho en broma que solo he escrito un libro; simplemente le cambio el título cada año. Debido a que el evangelio es tan infinitamente profundo, sé que podría seguir escarbando en él durante el próximo siglo y nunca llegar al fondo. También sé que las aplicaciones del evangelio a la vida cotidiana son tan amplias y variadas que nunca me quedaría sin cosas nuevas para examinar desde la perspectiva del evangelio.

Verás, el evangelio no es solo un conjunto de hechos históricos. Sin duda es eso. Está basado en actos divinos de intervención y sustitución que si no son reales e históricos le robarían al evangelio su fiabilidad, promesa y poder. Pero el evangelio no es solo un conjunto de hechos históricos, sino también una colección de realidades redentoras actuales. Ciertas cosas son verdaderas ahora, y son verdaderas para cada creyente, debido a lo que Dios hizo históricamente y está haciendo actualmente a través de ellas. Hay más. El evangelio es una identidad viva para todos los que creen. Nos hemos convertido en algo en Cristo, algo que es glorioso y nuevo y lleno de un nuevo potencial. La buena teología del evangelio no solo te define quién es Dios y lo que ha hecho; también redefine quién eres como Su hijo.

Una última cosa. Como dije antes, el evangelio está destinado a ser un nuevo juego de anteojos que cada creyente utiliza y a través del cual mira la vida. Déjame decirlo de otra manera. El evangelio de Jesucristo está destinado a ser la hermenéutica de tu vida, es decir, el medio por el que entiendes y das sentido a la vida. Esto es importante porque los seres humanos no viven la vida basándose en los hechos de su experiencia, sino en su interpretación de los hechos. Sean conscientes de ello o no, cada ser humano es un creador de sentido, un teólogo, un filósofo o un antropólogo, siempre considerando las cosas por separado para entender lo que significan. Como líder de un ministerio, estás haciendo un trabajo teológico no solo cuando predicas, enseñas o diriges, sino también en la forma en que piensas sobre ti mismo, entiendes tu ministerio y te relacionas con tus compañeros líderes. Cada libro que escribo tiene el propósito de ayudar a la gente a mirar algún aspecto de la vida o del ministerio a través de la lente del evangelio.

A veces este maravilloso trabajo que se me ha dado fluye con facilidad; las palabras parecen salir volando de mis dedos y llegar a la página del libro. Pero otras veces parece que paso mucho de mi tiempo de escritura mirando la página no escrita, debatiendo cómo se dirían mejor las cosas y orando por la sabiduría y la capacidad que no tengo por mi cuenta. En esos días, no estoy seguro de si el problema soy yo y la variedad de distracciones y debilidades que traigo al proceso de escritura o si es el tema y todos los delicados equilibrios que necesitan ser expresados bien. No me desanimo cuando el trabajo es duro, porque estoy profundamente convencido de que he sido llamado a hacer este trabajo, no porque yo sea rico en dones y sabiduría, sino porque mi Señor es glorioso en todos los sentidos, y me encuentra en mi debilidad con una fuerza que solo Él puede dar.

Escribo siempre como un pastor. Esto puede parecerte extraño, pero escribo con una congregación en mi mente. Escribo con amor por la gente que tengo en mente. Escribo con pasión para que conozcan la profundidad de lo que se les ha dado en la asombrosa gracia y el amor ilimitado de Jesús. Y sé que, debido a que la obra de Jesús a nuestro favor es completamente suficiente, puedo ser honesto. No hay daño que el pecado haya hecho o hará que no haya sido abordado por Su persona, Su trabajo, Sus promesas y Su presencia. Escribo convencido de que nosotros, la comunidad de creyentes, podemos ser la comunidad más honesta de la tierra porque no hay nada que pueda ser conocido, revelado o expuesto sobre nosotros que no haya sido cubierto por la obra expiatoria de Cristo.

Al final, confío en que mi trabajo no solo dará a la gente una nueva forma de pensar sobre la información del evangelio que encuentran en sus Biblias, sino que en última instancia llevará a una transformación del corazón y de la vida. Escribo con la esperanza de que mis palabras estimulen la fe, el amor, la esperanza, la valentía, la alegría, la humildad, la perseverancia, la misericordia y la generosidad, y que encontremos estas cosas no solo en todos los lugares típicos donde la gente vive y se relaciona, sino también en las relaciones y el trabajo de los encargados de dar liderazgo a la Iglesia.

Es con esta esperanza que les ofrezco este libro. Escribo como un pastor que ama a los pastores y tiene un profundo aprecio y respeto por los sacrificios diarios que cada líder del ministerio hace por el bien del evangelio de Jesucristo y la salud espiritual del pueblo de Dios. Como todos los demás libros que he escrito, pienso en él como un libro sobre el evangelio. No es primero una crítica al liderazgo del ministerio, sino más bien un llamado a dejar que el evangelio de Jesucristo forme la manera en que nos vemos como líderes, la manera en que nos relacionamos unos con otros como una comunidad de liderazgo, y la forma en que hacemos nuestro trabajo de liderazgo en el ministerio. Este no ha sido un libro fácil, porque escribí queriendo examinar las cosas difíciles, pero lo hago de una manera que refleja la esperanza y el amor del evangelio. No quería que la honestidad disminuyera la esperanza o que la esperanza debilitara la honestidad. Mi esperanza es que, al leerlo, seas bendecido no solo con esperanza, sino con la esperanza que corrige, protege y establece nuevos objetivos donde sean necesarios.

¡Que Dios los bendiga ricamente a ustedes y a todo lo que hagan en Su nombre!

Paul David Tripp

13 de mayo de 2019

Introducción

Crisis

Amo a la Iglesia. Amo su adoración, amo su predicación, amo su teología evangélica, amo su comunidad, amo su testimonio al mundo, amo sus ministerios de misericordia y amo a sus líderes. Cuando tengo el privilegio de estar ante una reunión de líderes de la Iglesia, siempre me siento lleno de honor y aprecio. Conozco bien el camino que cada pastor recorre porque yo mismo he recorrido ese largo camino. Conozco la carga de ser miembro del núcleo de la comunidad de pastores y líderes de la Iglesia. Tengo demasiado respeto por aquellos que responden al llamado de dar su vida al ministerio de la Iglesia. Sé que el pastor promedio trabaja demasiado, tiene poco personal y no está bien pagado, así que aprecio mucho a aquellos que han elegido vivir esa vida. Soy miembro de una iglesia maravillosa, con un liderazgo piadoso y dedicado y una predicación del evangelio que da vida. Ser parte de su comunidad es una de las alegrías de mi vida.

El amor que tengo por la Iglesia es la razón por la que estoy preocupado por sus líderes. Mi preocupación se ha profundizado a medida que he recibido llamada tras llamada después de mi libro El llamamiento peligroso. ¹ La llamada que a continuación mencionaré provino del presidente del consejo de una iglesia local con la que me asocié para un ministerio. Estaba conmocionado, herido, enojado y confundido. Me pidió ayuda, pero no estoy seguro de que quisiera mi ayuda, al menos no la que yo me sentía obligado a darle. Mientras conversábamos, su ira se volvió hacia mí. Quería ayudarlo a él y a sus compañeros líderes a atravesar el oscuro y rocoso camino que recorrerían durante los próximos meses, pero su ira me dijo que no me invitaría a participar. Dejé mi celular después de nuestra charla y la tristeza se apoderó de mí. No era la primera vez, y sabía que no sería la última. Llevo esa tristeza conmigo. Me conduce a la oración, me hace celebrar la gracia de Dios, y me motiva a pensar que podemos y debemos hacerlo mejor.

Lo que me preocupó en la llamada de ese día, y muchas otras llamadas similares, no es que mi amigo líder estuviera conmocionado, herido y enfadado. Debería estar sorprendido por la vida hipócrita de su pastor principal. Debería haberle dolido que su pastor amara su placer más de lo que amaba a la gente que había sido llamado a alimentar y a liderar. Quien me llamó necesitaba estar enojado por la violación de todo lo que Dios diseñó para Su Iglesia. Pero lo que me preocupó y me dejó triste después de la llamada fue que no había introspección, ni asombro sobre la naturaleza de la comunidad de liderazgo que rodeaba al pastor caído, y ninguna aparente voluntad de hablar de otras cosas que no fueran qué hacer con el pastor, quien era el foco de su ira.

Desearía que esta conversación hubiera sido una excepción, pero no lo fue. Todos hemos sido testigos de la caída de pastores conocidos con una gran influencia y notoriedad, pero por cada caída pública, hay cientos de pastores desconocidos que han caído, han dejado tanto su liderazgo como su iglesia en crisis, o son solo cascarones espirituales de los pastores que una vez fueron. Hemos hablado de idolatrar la fama, de la inmoralidad pastoral y de la seducción del poder, pero escribo este libro porque, muy a menudo, detrás del fracaso de un pastor hay una comunidad de liderazgo débil y fracasada. No tenemos solo una crisis pastoral; estoy convencido de que, basado en conversación tras conversación con los pastores y su liderazgo, tenemos una crisis de liderazgo.

¿Podría ser que la forma en que hemos estructurado el liderazgo de la iglesia local, la forma en que los líderes se relacionan entre sí, la manera en que formamos la descripción del trabajo de un líder y el estilo de vida diario de la comunidad de liderazgo puedan ser factores que contribuyan al fracaso pastoral? ¿Podría ser que mientras los líderes estamos disciplinando al pastor, lidiando con el daño que ha dejado atrás y trabajando hacia la restauración, necesitamos mirar hacia adentro y examinar lo que su caída nos dice sobre nosotros mismos? ¿Podría ser que estemos mirando a los modelos equivocados para entender cómo liderar? ¿Podría ser que, al enamorarnos de los modelos corporativos de liderazgo, hayamos perdido de vista las ideas y valores más profundos del evangelio? ¿Podría ser que hayamos olvidado que el llamado a liderar la Iglesia de Cristo no se resume en organizar, dirigir y financiar un catálogo semanal de reuniones y eventos religiosos? ¿Podría ser que muchas de nuestras comunidades de liderazgo no funcionan realmente como comunidades? ¿Y podría ser que muchos de nuestros líderes no quieren realmente ser liderados, y muchos en nuestra comunidad de liderazgo no valoran la verdadera comunidad bíblica?

Sabía que cuando escribí El llamamiento peligroso, que aborda las tentaciones únicas que cada pastor enfrenta, necesitaría escribir otro libro dirigido a la comunidad de líderes que rodea al pastor. He necesitado los años desde que se publicó El llamamiento peligroso, con todas esas tristes y difíciles conversaciones telefónicas, antes de emprenderlo. He necesitado sentarme cara a cara con decenas de pastores novatos y veteranos. He necesitado muchas horas de estudio y reflexión. Pero estoy emocionado de usar mi voz con la esperanza de que encienda una conversación que estoy convencido que necesitamos tener, pero que a menudo no tenemos.

Este libro no es una crítica deprimente. Puedes ir a Twitter para eso, el lugar que nos ha revelado a todos que el juicio es mucho más natural para nosotros que la gracia. Quiero proponer un modelo de carácter positivo para la iglesia local o el liderazgo del ministerio. Se ha escrito mucho sobre el don de un líder, sobre tener a las personas adecuadas en los lugares adecuados, sobre las estructuras de liderazgo, y sobre cómo tomar decisiones e impulsar la visión. Todas estas cosas son importantes, pero no son lo más importante. Quiero dirigir tu pensamiento hacia el carácter fundacional y el estilo de vida de una comunidad de liderazgo de una iglesia saludable. Mi esperanza es que el resultado sea la perspicacia, la confesión y la transformación de la comunidad.

Jim me llamó porque la vida secreta y sórdida de su pastor principal ya no era un secreto. Como tantas otras situaciones, la computadora era la herramienta que había expuesto el secreto. Al principio, Jim y sus compañeros líderes se negaron. Simplemente no podían creer que estas cosas estuvieran pasando en la vida del hombre con el que habían trabajado y en el que habían confiado durante años. Pensaron que tal vez su computadora había sido hackeada, pero cuando se acercaron a él, cambiaron de opinión, porque negó todo. Ahora tenían que trabajar a través de su incredulidad, así como todas las explicaciones plausibles que su pastor había dado y que, francamente, deseaban creer. Sin embargo, cuanto más cavaban, más incapaces eran de negar la verdad de lo que se había descubierto, y cuanto más descubrían, más tenían que confesar que había mucho sobre este pastor que no conocían. Eran como diez personas en una canoa construida para cuatro y que se dirigía por corrientes rápidas hacia una cascada.

Para añadir a su sentimiento de descontrol, esta crisis había destrozado su unidad. Tal vez sea más exacto decir que la crisis había expuesto cuán delgada y frágil era su unidad. Los hombres más leales al pastor discutieron y debatieron con los hombres que pensaban que se precipitaban a juzgar; los que organizaban discutieron con los hombres que tendían a ser más pastorales; y en todos estos debates había demasiado juicio sobre los intereses y motivos de los demás. Mientras tanto, una conmocionada y dolida congregación no obtenía de sus líderes lo que necesitaba.

Mientras caminaba con estos líderes a través de su angustia y confusión, involucrándolos en una conversación tras otra, estaba claro que no estaban preparados para lo que estaban enfrentando. No era solo que no estuvieran estructuralmente preparados, sino que, lo que es más importante, no estaban preparados en términos de carácter y relación. El hecho de que faltaran cosas tan básicas complicaba y obstruía su vocación de guiar a su iglesia en ese momento tan difícil. Y en su falta de preparación, pasaron tanto tiempo debatiendo entre ellos como lidiando con la crisis y el hombre en el centro de ella.

No son solo las pequeñas y desconocidas iglesias las que no están preparadas. Todos hemos visto a las grandes iglesias lidiar con crisis pastorales similares, y las hemos visto actuar y hablar demasiado pronto, solo para luego retractarse de lo que han dicho y hecho y luego sugerir otro punto de vista y otro curso de acción que pronto también modifican. Hemos visto a los líderes de estas iglesias mostrar su desacuerdo en público. Hemos visto que la lealtad, el poder y la división controlan las decisiones, en lugar de permitir que la sabiduría bíblica los guie. ¿Cuántos pastores más fracasarán, cuántas iglesias más serán dañadas, antes de que humildemente nos preguntemos cómo estamos dirigiendo la iglesia que el Salvador ha confiado a nuestro cuidado?

Celebro las maravillosas, vibrantes y sanas iglesias con las que me relaciono en todo el mundo. Me encanta la energía que estamos vertiendo en la plantación de iglesias y la revitalización de la Iglesia. Me encanta que las iglesias centradas en el evangelio hablen cada vez más fuerte como defensoras de lo que es justo y correcto por los que no tienen voz. No estoy para nada deprimido; estoy emocionado. Pero me preocupa que las debilidades de la comunidad de líderes tengan el poder no solo de debilitar la función y el testimonio de lo que parece ser una iglesia muy saludable, sino que también pueden, en lo que parece ser un instante, arrojar a esa iglesia a un atolladero que puede dañar y desviar su ministerio durante mucho tiempo. En algunas situaciones parece que la gloria nunca volverá.

Lo que me impulsa a abordar este tema no está basado en mi sabiduría o experiencia, sino en la presencia, el poder, la sabiduría y la gracia de mi Redentor. Al comenzar a escribir este libro, recuerdo una vez más lo que me dio esperanza y motivación cuando escribí El llamamiento peligroso:

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