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Arlett y el Nefilin
Arlett y el Nefilin
Arlett y el Nefilin
Libro electrónico71 páginas59 minutos

Arlett y el Nefilin

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La protagonista principal de esta novela, Arlett, vive una extraordinaria experiencia interdimensional que cambiará su vida y la del planeta entero. El Nefilin Tipheron le transmitió conocimientos ignorados por toda la humanidad.
Esta es una novela escrita con lenguaje sencillo para todas las edades. Solo hay un requisito indispensable para leerla: sospechar que algo nos están ocultando las élites que usurpan el dominio del mundo.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 nov 2019
ISBN9780463065044
Arlett y el Nefilin
Autor

Adolfo Sagastume

Construyendo Universos LiterariosCiudadano LatinoamericanoCiudadano de la República de LiberlandCiudadano de Asgardia The Space Kingdom

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    Arlett y el Nefilin - Adolfo Sagastume

    UNO

    Por las laderas enlodadas de las lomas de un poblado que todos llaman El Niño, ubicadas cerca de la línea fronteriza entre México y los Estados Unidos de América, específicamente en la ciudad de Tijuana del Estado de Baja California, hay un tiradero al que todos, por consenso subconsciente, acordaron llamarle El Hoyo.

    Diariamente llegan vehículos cargados de desechos, el fruto de la alta tecnología que la gente no usa en sus casas después de desempaquetar sus compras, y de sus ambiciones de tener, aunque no de ser, son echados en El Hoyo en asociación con una docena de seres famélicos, prietos, tiznados y enmugrecidos de tanto husmear en los desperdicios de día y de noche.

    Alrededor del Hoyo todas las tierras están invadidas por migrantes que en su viaje ambicioso a los Estados Unidos de América se quedaron varados, rezagados y hasta perdidos para sus familias. También en el Hoyo, junto a enormes piedras en forma de féretro, los pepenadores de desechos han construido sus covachas, enramadas y cuartuchos de mala muerte para hacerle frente a las heladas, a los tremendos calores y a los vientos desalmados y cambiantes que se desatan como una maldición de todos los dioses del cielo y del infierno en la zona.

    El humo es permanente, la inhalación de óxidos y químicos nocivos se ha vuelto costumbre entre los pepenadores que, por la degeneración de su sensibilidad olfativa, ya no distinguen los olores, aromas y presencias del aire enrarecido. Con su pelo negro y confundido como peluches desmarañados sobre su cabeza y sus ropajes rotos, oscuros y desgarrados, cumplen como una maldición su tarea de recolectar todo lo que sirve y hasta lo que no sirve. Y para todo tienen un cliente. Siempre habrá alguien que les compre su mercancía, hay miles de migrantes más, a los que no les atrae este trabajito de andar recogiendo en medio de la basura, a los que les atrae más andar perfumados y transformados de comerciantes en los mercados ambulantes. Ellos son sus mejores clientes porque a falta de capitales para invertir en una verdadera empresa, sólida, registrada legalmente y que pague impuestos, prefieren vender lo que sea para conseguir una ganancia rápida.

    De día y de noche se escucha el rechinar, traquetear, raspar, aserrar y golpear de los pepenadores que hacen sus jornadas largas en medio del calor sofocante o el frío lacerante. Los vehículos bajan por una calle con toneladas de basura desordenada y suben por otra con toneladas de mercancía valiosa perfectamente ordenada.

    Cuando el mexicano tira algo es porque definitivamente ya no sirve, es decir, el mexicano tira basura, pero no es lo mismo con el americano, el que viene del otro lado de la frontera con sus camionetas llenas de tecnología que le estorba. En Estados Unidos de América, al tomar un edificio, un taller o un departamento en renta, se hace un contrato con indicaciones precisas que al término del mismo el inmueble tiene que ser entregado en las mismas condiciones que fue recibido. Es decir, no importando el tiempo que una persona haya vivido en un departamento y tampoco cuánto daño, desperfecto o suciedad haya descargado en sus paredes, ventanas o pisos, tiene que entregarlo impecablemente limpio, pintado y casi nuevo. Esos contratos generan muchos muebles, utensilios y ropa que son llevados subrepticiamente de noche a través de la frontera para ser descargados del lado mexicano, específicamente en Tijuana y sus alrededores.

    Lo mismo pasa con otras ciudades de la frontera. En Mexicali, capital del Estado de Baja California, hay muchos tiraderos que son verdaderas joyas en cuestión de mercancías. Los pepenadores podrían hacerse millonarios si supieran cómo organizar bazares o la distribución mayorista de todas las mercancías que a diario son arrojadas como regalo para el primero que llegue.

    En el caso del Hoyo del Niño, en Tijuana, solamente son como hemos mencionado, unas doce personas las que se dedican a este lucrativo negocio. Entre ellos está una mujer luchona que lleva tres años recogiendo todo lo que puede para mantener su vicio a las drogas y sus necesidades alimenticias. Vino sola a estos rumbos abandonados de dios y de todos los demonios del infierno.

    En el Hoyo todos la conocen como Arlett y también todos sospechan que tiene otro nombre y que lo esconde por algo desabrido que hizo en otros rumbos del país pero, la verdad, no tiene otro nombre. Y ese aire de misterio que le ponen a su nombre y a su forma de vivir también la hace vivir, la mueve y electrifica sus venas a punto de reventar por tanta droga que se mete por todos los medios y a todas horas.

    Vive de lo que recoge y vende terrenos de sus amigos a cambio de una pequeña comisión. Pero lo que más dinero le da son las lonas de todos los tamaños que recoge en el Hoyo. Los invasores de terrenos, cuando llegan, nunca construyen casas en forma. Ellos son los mejores clientes para colocar sus lonas, las

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