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Ciencia oculta
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Libro electrónico178 páginas2 horas

Ciencia oculta

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Es un hecho que la Humanidad se encuentra actualmente en un período crucial. Hay para ello varias razones. La principal proviene del cambio de ciclos astrológicos durante los cuales se reciben influencias cósmicas que afectan al planeta y que se reciben a través de los polos, obedeciendo a principios y leyes dictados por el magnetismo universal.
El "eje" planetario - por así llamarlo - que une los polos, tiene una inclinación de 23.5 grados, pero esta posición no es fija, sino variable. La dinámica del planeta tiene tres movimientos diversos. El primero es el desplazamiento orbital; el segundo, el giro del planeta sobre su eje, cuya velocidad tiene lugar a 18.5 millas por segundo; y el tercero la inclinación progresiva del eje, tan gradual, que no es observable por el ojo humano ni por instrumento de medición alguno.
Más aún, el giro del "eje" polar no es parejo, sino que ofrece un movimiento bamboleante - como el de un trompo cuando pierde velocidad - dado lo cual va gradualmente describiendo un círculo en el espacio y en consecuencia apuntando a diferentes galaxias que representan diferentes energías que afectan al planeta y a todo lo que en él vive. Se nos dice que al presente el eje planetario va saliendo de la influencia de una galaxia en Piscis y gradualmente apuntando a una que manifiesta las energías de Acuario. La Tierra, en consecuencia, comienza a recibir energías acuarianas marcadamente diferentes a las de Piscis, lo cual incide categóricamente en el devenir de todo lo que vive en el planeta, especialmente lo orgánico, lo cual ha traído como consecuencia en estos dos últimos siglos
drásticos cambios incluso en el estado de conciencia del ser humano tanto a nivel individual como global.
El presente desarrollo de la tecnología va paralelo a un cambio en ese estado de conciencia con una marcada influencia en el orden cultural y espiritual. Este libro tiene por objeto informar y explicar la ideas de la Teosofía en relación con las realidades de nuestro tiempo actual. La clave para justificar la existencia humana se halla en su objetivo principal: el desarrollo de la Conciencia Divina, que yace en semilla dentro de cada ser humano. No pretende ser la última palabra en esa dirección, sino simplemente entregar información esotérica científica acerca de las leyes y parámetros que rigen nuestra evolución.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento13 ago 2019
ISBN9780463885888
Ciencia oculta
Autor

Enrique Renard

Born in Santiago, Chile , Enrique Renard resides in the USA since 1963.He is a Life Member and has been a national speaker of the Theosophical Society in America since 1977. He has also studied in a number of other esoteric schools completing more than 40 years of esoteric philosophy studies. The book you have in your hands is the product of the knowledge thus obtained.A former functionary of the United Nations Organization in New York, he is now retired from the organization and lives in Miami, where worked at the Miami Herald. He dispenses theosophical courses live both in English and Spanish. Mr. Renard is translator. His website www.estudiandoteosofia.net , as well as his YouTube Channel offer a number of courses in both languages that can be taken at any time free of charge. Mr. Renard can be contacted by email at enriquerenard@att.net for consultation regarding the information offered in his website.

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    Ciencia oculta - Enrique Renard

    Durante mi juventud de 20 años, un tío mío le mencionó a mi padre, hombre esencialmente intelectual, un libro que le pareció muy interesante: La Doctrina Secreta, de Helena P. Blavatsky (en lo sucesivo referida como HPB en este libro), indicándole que se trataba de un trabajo literario que explicaba los aspectos trascendentales de la vida humana. Mi padre no manifestó un mayor interés en el asunto, sin embargo se sentó a leer los seis volúmenes de la versión hispana (del original en inglés que consta de solamente dos volúmenes más el índice, que ocupa un tercer volumen). Al llegar a la página 20 del primer volumen, le devolvió los libros a mi tío. Lo lamento, le dijo, pero no entendí nada.

    Y este ha sido el perenne problema cuando se trata de la difusión de ideas teosóficas al público en general - incluyendo al sector interesado en esoterismo - mediante libros y otros medios de comunicación, además de la natural dificultad existente en difundir ideas que tratan de los aspectos subjetivos de la vida humana en Occidente, donde el cristianismo se ha hecho por completo cargo de la vida espiritual y religiosa mediante dogmas que ha ido imponiendo durante estos últimos dos mil años. Sin embargo, en el último cuarto del Siglo 20 afloró gradualmente un interés en doctrinas espirituales orientales, mayormente hindúes y budistas, y un deseo de estudiarlas.

    La Teosofía ofrece ideas similares a lo enseñado en esas dos religiones, y la clave de su apropiada difusión debe apoyarse en la sencillez y claridad con que la ideas teosóficas deben presentarse. Y es en ese espíritu y con esa intención que el presente libro ha sido escrito.

    Criado católico en Chile, mi país, me puse en contacto con mi tío y le manifesté mi interés en esoterismo y en estudiar doctrinas religiosas y filosóficas del Oriente con la esperanza de hallar respuesta a un número de preguntas que la religión católica no me respondía. Le expliqué que había leído la Biblia, algunas de cuyas afirmaciones y relatos me parecían sin sentido, cosas como la afirmaciones hechas sobre el Génesis y la presunta primera pareja que tuvo la mala idea de desobedecer órdenes de Dios incitados por una culebra que habla, etc... Mi tío me dijo que todo eso era alegórico, pero en este mundo hay millones de cristianos que aseguran que lo dicho en la Biblia debe ser entendido literalmente, tal y como está escrito. Y no recuerdo que en el Colegio de San Ignacio, donde me eduqué, alguien nos dijera en clase de religión, que lo del Génesis era alegórico y que no debía tomarse de manera literal.

    Pero aunque tal cosa se nos hubiera dejado clara en el colegio, persistían en algunos de nosotros interrogantes que continuaban sin respuesta. Porque es evidente que el ser humano debe de haber tenido un comienzo que podría describirse sin necesidad de recurrir a historias sin el menor sentido. ¿Quiénes somos los seres humanos? ¿De dónde hemos venido? ¿Para dónde vamos? ¿Y cuál es el propósito de nuestra existencia en este mundo? Un mundo difícil al que se nos ha traído sin que aparentemente se nos haya consultado previamente.

    Había en esa época no pocos que nos hacíamos estas preguntas, que son perfectamente legítimas, y más aún, que de hecho tienen respuesta. Al no tenerlas en mi religión, eventualmente abandoné consideraciones religiosas e internamente me declaré ateo, porque la fe ciega nunca fue parte de mi mentalidad y no estaba dispuesto a aceptar ciegamente explicaciones sin sentido.

    Habiendo tenido durante mi juventud una vida sin mayores vicisitudes, no me impidió determinar que la vida humana física es algo duro, circunstancias de placer y alegría mezcladas con momentos de angustia y dolor, siendo estas últimas una de sus principales características. Leyendo historia y observando el comportamiento de seres humanos, incluyendo el propio, se me hizo urgente hallar respuestas claras y coherentes, y especialmente una que consideré como esencial: la cuestión del propósito de nuestra existencia.

    En repetidas consultas con miembros de mi familia, con amistades cuya opinión consideraba de valor, con sacerdotes e incluso con académicos, me encontré la mayor parte de las veces con opiniones carentes de lógica. Hubo gente religiosa que seriamente me aseguraron que el propósito de la existencia del ser humano es el de glorificar a Dios! Cuando les manifesté mi oposición a una idea que de sostenerse transforma a Dios en un monstruo de vanidad personal, me quedaron mirando sorprendidos, porque era algo que no se les había ocurrido pensar. Sobre todo siendo una noción proveniente de quienes creen firmemente en la idea de que Dios es un Ser de Perfección Infinita, a quien en consecuencia resultaría ridículo atribuirle pasiones humanas lamentables como la vanidad y el egoísmo de exigir glorificación de parte de sus fieles.

    Otras de la ideas ofrecidas eran bastante vagas, muchos concediendo que no tenían en realidad alguna idea clara de la razón de nuestra existencia o de un propósito tras ella. Pero no quise ceder ante mi necesidad de saber, de comprender. Y me fue quedando claro que las respuestas que buscaba sólo podrían tener lugar en una investigación de los aspectos subjetivos de la vida universal.

    En consulta con gente de inteligencia confiable, de mayor edad y con inclinación a lo subjetivo, se me aconsejó que leyera La Doctrina Secreta, de Helena Blavatsky. Ahí están las claves para comprender, se me dijo. Pero me quedó en claro que para poder entender las complejidades de un trabajo esotérico tan abstruso como ese, era aconsejable leer material más básico al respecto para adentrarse en el ocultismo. Quise en consecuencia saber el verdadero alcance de esta palabra que trasuntaba algo misterioso y escondido. Se me informó entonces que el término provenía del pasado, cuando hubo persecuciones contra quienes estudiaban doctrinas no aceptadas en el cristianismo. Hubo entonces que ocultar la enseñanza esotérica para evitarse problemas, y de ahí procede el término ocultismo.

    Desafortunadamente, en círculos religiosos se le ha dado a este término una connotación satánica, con el claro propósito de desanimar a quienes manifiesten un interés en este tipo de estudio. Quienes han manifestado tal intención pierden su tiempo. A medida que el período Pisciano de oscuridad e ignorancia va quedando atrás, el nuevo período Acuariano está comenzando a influenciar el estudio comparado de las religiones y la filosofía con el objeto de estimular en el ser humano una vida esotéricamente informada y como consecuencia espiritualmente coherente.

    Habiendo emigrado a Estados Unidos en 1963, me encontré trabajando como funcionario internacional en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York, y fue mediante interacción con personas que trabajaban en el Secretariado interesados en el Ocultismo, que me relacioné con literatura y organizaciones de tipo esotérico que ya comenzaban a emerger en Estados Unidos y especialmente en Nueva York. Habiendo ingresado en algunas de estas escuelas, eventualmente me encontré con la Sociedad Teosófica y con la Teosofía, disciplina filosófica que finalmente me entregó las respuestas que había buscado por tanto tiempo.

    Habiendo estudiado ese material, y consciente de su valor práctico, me di cuenta de la importancia de difundirlo, si lo que pretendía era colaborar en ennoblecer y dignificar la vida humana mediante información viable y correcta sobre sus aspectos subjetivos. El resultado fue mi libro Teosofía, una Filosofía para la Era de Acuario (2013, disponible en Amazon), que entrega información sin lavarle el cerebro al lector.

    El libro que usted tiene ahora en sus manos es de una naturaleza más genérica que es primero, pero las ideas que ofrece se apoyan esencialmente en lo que he aprendido en Teosofía. Estoy firmemente convencido de que una filosofía que no tiene un impacto decisivo sobre la vida de quienes la estudian para ennoblecerla y hacerla más grata y menos dura, es una pérdida de tiempo. Mi experiencia de 38 años, lograda mediante la entrega de charlas, seminarios, programas de radio, televisión y actualmente Internet, tratando de compartir material teosófico con quienes han manifestado un interés, me han permitido comprobar directamente el efecto positivo que esta información tiene sobre la gente que la estudia. Pero no es mi intención afirmar que la Teosofía es la única fuente válida portadora de esta enseñanza.

    Hay ciertamente una gran medida de misterio en lo que concierne al psiquis humano. La Psicología es, en su estado actual, una ciencia aún joven, pese a la creciente actividad y progreso que despliega en la vida humana contemporánea, pero mi impresión es que quienes por una u otra razón se ponen en manos de psicólogos y psiquiatras para un tratamiento rehabilitador que se estima necesario, siguen en buena mayoría fallando en hallar los ajustes mentales que anhelan, y mi esperanza es que este libro pueda resultarles útil en esa dirección aun considerando que no pretende ser un tratado sobre Psicología.

    CAPÍTULO 1

    LA CUESTIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS Y LOS ORÍGENES DEL UNIVERSO

    La cuestión de la existencia de Dios y de la vida en el Más Allá ha sido materia de discusión desde tiempos inmemoriales. La religiones nos aseguran que en adición a la existencia física hay, paralelamente, una existencia espiritual, es decir, no material. Como en nuestro presente estado de desarrollo no nos es posible percibirla, la idea, siendo en consecuencia puramente subjetiva, pasa a ser una creencia basada en la fe. Y en la enorme variedad de estados de consciencia que se hallan en este mundo entre seres humanos, habrá aquellos que poseen esa fe y aquellos que carecen de ella. Quienes la poseen, no precisan comprobación alguna. Quienes no la tienen precisan de un razonamiento sólido, basado en la lógica, el sentido común y consideraciones científicas - de ser esto posible - para su confirmación como un hecho.

    Afortunadamente hoy vivimos en un mundo que garantiza la libertad de opinión en casi todos los países civilizados del orbe. Es sin embargo razonable suponer que la validez de las ideas se debe apoyar en la lógica y la sensatez que éstas ofrecen, y que a objeto de determinarlo es esencial estudiarlas acuciosa y firmemente dejando de lado preconcepciones personales que amenacen con interferir en la comprensión correcta de lo leído. Resulta sorprendente sin embargo que la mayoría de la gente, creyentes o ateos, pasen fácilmente por alto esta consideración al leer Ocultismo. De no hacerlo, seguirán aferrados a creencias que rara vez ofrecen razones claras y coherentes para justificarse. En otras palabras, adquieren o niegan ideas acerca de las cuales tienen muy poco o nada de conocimiento verdadero. En el caso de los creyentes el asunto se torna peligroso incluso, porque da origen a la intolerancia y al fanatismo religioso en personas que pueden llegar al extremo de matar a otros seres humanos cuando sus líderes le dicen que Dios se los ordena. Este es el resultado de creencias que manipulan la naturaleza emocional de muchos que son vulnerables a tales influencias, como queda demostrado en el terrorismo religioso de nuestros días. Y es algo que tiene que desaparecer, y mientras más pronto mejor. Porque es un recurso cobarde e inútil si lo que se pretende es ofrecer ideas de naturaleza espiritual.

    Una modesta medida de observación - porque en realidad no se precisa más - demostrará claramente que quienes poseen una creencia ciega en la palabra hablada o escrita proveniente de quienes aseguran representar a Dios en este planeta, lo hacen impulsados por una necesidad emocional de creer en un Padre Celestial, y por la consoladora noción de que la muerte no representará su aniquilación. En otras palabras, la creencia del ateo de que la materia física es la única realidad, puede ser algo desmoralizante, pero debemos admitir que conlleva una medida de honestidad y una ausencia de emocionalidad sobre el tema.

    La ignorancia, que es la peor maldición que aflige al ser humano, queda en evidencia cuando escuchamos a creyentes y no creyentes explicar sus ideas acerca de la existencia de Dios y del Más Allá. Y mientras mantengan esa medida de desinformación serán invariablemente fácil presa para fuentes de

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