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Teosofía
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Teosofía

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¿Quiénes somos los seres humanos? ¿De dónde hemos venido? ¿Para dónde vamos? y, ¿cuál es el propósito de nuestra existencia en este mundo? Hay legitimidad en estas preguntas que muchos en nuestra Humanidad se han hecho a través de siglos y milenios. Las religiones las consideran un “misterio”, y la Ciencia confiesa ignorancia al respecto, excepto un cierto sector de ésta última que postula que nuestro Universo se inició debido a “una concurrencia fortuita de átomos”. Tal conclusión tiene muy poco de científica, por cierto. Existe, sin embargo, una fuente de información que nos ofrece ciertas hipótesis que entregan respuestas viables y sensatas a lo que después de todo aparece como cuestiones fundamentales con respecto a la existencia humana, algo que tenemos derecho a saber. Las Teosofía no es una religión, y menos aún una secta o un culto, como ha sido a veces descrita por personas mal informadas. Se trata de una antiquísima escuela filosófica, cuyo conocimiento fue revivido en el Siglo XIX por Helena Petrovna Blavatsky mediante dos monumentales tratados: “Isis sin Velo” y “La Doctrina Secreta”, que hoy se venden con aún mayor frecuencia que cuando fueron publicados en 1877 y 1888 respectivamente. La Teosofía no representa un conjunto de creencias, y como tal no contiene dogma alguno. Es sencillamente una dispensa de información esotérica que se nos invita a examinar, ponderar, comparar y eventualmente determinar si tiene o no valor alguno. Se ha dicho, y con toda razón, que una filosofía que no tiene un impacto en la forma como viven su vida quienes la estudian, constituye una pérdida de tiempo. No pasa de ser una aventura literaria inútil. El autor de este libro ha sido testigo directo del considerable cambio en las vidas personales de quienes han estudiado y asimilado correctamente los postulados teosóficos, incluyendo la propia. Su enfoque apropiado ha enriquecido y ennoblecido sus vidas, y es mi esperanza que la lectura de este libro afecte de similar manera a quienes lo lean.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 ago 2019
ISBN9780463212080
Teosofía
Autor

Enrique Renard

Born in Santiago, Chile , Enrique Renard resides in the USA since 1963.He is a Life Member and has been a national speaker of the Theosophical Society in America since 1977. He has also studied in a number of other esoteric schools completing more than 40 years of esoteric philosophy studies. The book you have in your hands is the product of the knowledge thus obtained.A former functionary of the United Nations Organization in New York, he is now retired from the organization and lives in Miami, where worked at the Miami Herald. He dispenses theosophical courses live both in English and Spanish. Mr. Renard is translator. His website www.estudiandoteosofia.net , as well as his YouTube Channel offer a number of courses in both languages that can be taken at any time free of charge. Mr. Renard can be contacted by email at enriquerenard@att.net for consultation regarding the information offered in his website.

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    Muy bueno ? recomendado para todo aquel que busque algo con sentido.

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Teosofía - Enrique Renard

En estas últimas décadas ha quedado en evidencia que la Humanidad va entrando en lo aparece como una nueva fase evolutiva, un diferente estado de conciencia apoyado en las nuevas energías que recibe el planeta como consecuencia de lo que muchos han dado en llamar La Era de Acuario, a medida que la fase pisciana va perdiendo relevancia. Hay razones astronómicas y astrológicas para ello, toda vez que nuestro planeta y todo lo que en él vive, reciben continuamente poderosas influencias de energías espaciales procedentes de diversas galaxias y soles en determinados momentos del tiempo. De ahí los pronunciados cambios observados durante el Siglo XX tanto en tecnología como en mentalidad. Entramos ahora a este nuevo período de influencias cósmicas que requiere un conocimiento más profundo acerca de las leyes que lo rigen. Helena P. Blavatsky manifestó que La Doctrina Secreta, su obra magna y base de la Teosofía moderna, era un libro escrito en el Siglo XIX pero para el Siglo XX. El Siglo XXI, ahora en sus albores, ofrece la posibilidad de hacer de este conocimiento algo más universal.

El autor del presente libro tuvo una objeción cuando hace algunos años se le sugirió escribirlo. Me pareció que ya había más que suficientes libros sobre Teosofía publicados durante más de un siglo, la mayoría de ellos muy buenos, y que no tenía objeto añadir otro más repitiendo lo que ya se ha dicho anteriormente con entera claridad en toda la literatura teosófica.

Ponderando el asunto sin embargo, me dí cuenta de que mi razonamiento no era apropiado, esencialmente porque mientras más libros haya capaces de comunicar con eficacia y claridad las ideas teosóficas, mejor. El lector que se acerca a una librería esotérica pidiendo un volumen de C.W. Leadbeater, por ejemplo, que pueda estar agotado, tendrá la oportunidad de que se le ofrezca un libro sobre el mismo tema proveniente de otro autor. Mientras el contenido del libro sea útil y claro, y mientras postule correctamente lo que se nos ha dicho en Teosofía, el lector no se verá frustrado en su afán de saber.

Pero, ¿de dónde proviene esta necesidad de saber? Han existido en el pasado y actualmente docenas de religiones cuya idea básica es la existencia de Dios y el Más Allá. Hay, en consecuencia, inherente en la estructura interna del ser humano la sospecha intuitiva de que él es algo más que su cuerpo físico. Ha habido quienes estiman que la religión es el opio de los pueblos, ello basado en la fe ciega que hace del hombre internamente somnolente alguien fácil de manipular. En su libro Ideas Básicas de la Sabiduría Oculta, nos dice Anna Kennedy Winner:

"Hallamos que la religión trata de ofrecer respuestas a todos nuestros problemas filosóficos. Pero, volvemos a preguntar: ¿Son verdad esas respuestas? Quienes las dan, ¿cómo lo saben? Hallamos innumerables sectas y organizaciones religiosas, todas ellas enseñando algo diferente, y todas ellas proclamando poseer la única religión exclusivamente correcta y verdadera. Ciertamente no puede haber una mente capaz de razonar que acepte semejante afirmación, si lo que queremos es apoyarnos en la razón. ¿Existe algún tipo de religión que ofrezca una prueba más contundente que las otras de que lo que enseña es verdad? Hay gente que no se molestan en solicitar pruebas, y que están contentos con aceptar cualquier forma de religión en la cual hayan sido criados desde pequeños, y que continuan creyendo en ella porque hay alguien que habiéndose autoproclamado con una autoridad en la materia, les ha dicho que es verdad. Para ellos, esto es suficiente. Estiman que las respuestas a los interrogantes de la vida ya se tienen, y que todo lo que deben hacer es aceptar las enseñanzas que se les han entregado. Libros como éste no son para gente como ellos. Hay gente que son escépticos innatos, o que han sido entrenados para pensar en términos de lógica y razonamiento científico. Estas personas han notado inconsistencias en la enseñanza religiosa, y exigen pruebas, o por lo menos algún tipo de evidencia que encaje con las teorías presentadas. ¿Pueden las iglesias ofrecer tal evidencia? Y de no ser así, ¿en qué se apoyan para hacer sus afirmaciones?

Desgraciadamente, en Europa se impuso por siglos la mentalidad de la aceptación ciega por la mayoría de la gente sobre declaraciones basadas en alguna autoproclamada autoridad pero ofrecidas sin la información que debía acompañarlas de modo que fuera posible verificar su validez.

La intención tras ello no pudo estar más clara. Cualquier información ofrecida paralelamente con las afirmaciones hechas, descubriría su carencia de validez. Y ello podría representar el fin de las iglesias. En cambio, conociendo el impacto emocional que las afirmaciones religiosas tienen sobre mucha gente corriente, se procedió a proclamar como la verdad dogmas sin sentido que, una vez examinados, pierden por completo su validez.

Es necesario hacer presente que la literatura teosófica fue escrita originalmente y por entero en inglés durante el Siglo XIX, partiendo por los principales trabajos de Helena Petrovna Blavatsky, Isis Sin Velo (TPH, 1877, Nueva York) y La Doctrina Secreta (1888, Londres), más los tratados de Alfred P. Sinnett, El Mundo Oculto y Budismo Esotérico. También en inglés se escribieron las obras de Annie Besant, Charles W. Leadbeater, K. Taimni, E. Norman Pearson, Clara Codd, y varios otros autores ya adentrados en el Siglo XX. Todo este material hubo de ser traducido a diferentes idiomas, especialmente castellano para los estudiantes de habla hispana. En este contexto debe destacarse la extraordinaria labor de varios miembros de la Sociedad Teosófica de España que tradujeron La Doctrina Secreta, notablemente Federico Climent y Terrer, que también tradujo Isis sin Velo. Un trabajo estupendo, atendida la complejidad del tema.

La traducción de ocultismo del inglés al castellano ofrece serias dificultades tratándose como se trata de algo que lidia con asuntos subjetivos. Ambos idiomas son radicalmente diferentes, y quien se aboque a la tarea de traducir ocultismo deberá ser ocultista, o por lo menos tener una buena medida de familiaridad con doctrinas esotéricas y la forma de exponerlas claramente en el idioma al cual se están traduciendo. De no ser así, y aunque se trate de un excelente traductor, el resultado será inadecuado de no estar éste conceptualmente claro sobre el tema. Debe ser alguien versado en este tipo de material.

Durante mis años de búsqueda, estuve en varias organizaciones o escuelas esotéricas y leí una considerable cantidad de libros que supuse contendrían las respuestas que andaba buscando. De todos ellos aprendí algo útil. Pero siempre experimenté una especie de desazón ante la noción de que no estaba recibiendo lo que realmente buscaba, algo que respondiera a mis inquietudes intelectuales y espirituales. ¿Porqué nace el hombre? ¿Porqué debe morir? ¿Si Dios realmente existe, porqué se oculta? Si como se afirma, es nuestro Hacedor infinitamente todopoderoso y bondadoso, ¿cómo permite tanto sufrimiento e iniquidades entre sus hijos? ¿Y qué razón tuvo para crearnos imperfectos, El, un Ser de perfección infinita, según se afirma?

Frente a las vicisitudes de la vida diaria se me hacía imperativo hallar respuesta a tantas interrogantes que surgían para explicar esas dificultades resultantes de un mundo donde me encontraba aparentemente sin mi consentimiento. Mis padres me trajeron a esta vida sin consultar mi opinión, y a ellos les pasó otro tanto. Averiguar, en consecuencia, las razones de mi existencia en este planeta, de las limitaciones personales que sufría, de las circunstancias adversas o favorables que debía enfrentar, el dolor, y la angustia inherente a la vida física paralelamente con sus aspectos agradables y placenteros, me parecía una necesidad imprescindible.

Habiendo sido criado católico, la principal religión de mi país, siempre me incomodó la ausencia de explicaciones coherentes ante cosas que se me representaban como los misterios de Dios, los misterios de la Voluntad Divina…, frases que se esgrimían ante la imposibilidad de explicar la razón de que un niño naciera ciego, por ejemplo. ¿Voluntad Divina que un niño nazca ciego sin haber hecho absolutamente nada para merecerlo? ¿Y ello procedente de un Ser a quien se atribuye perfección, bondad , amor y poder infinitos? Incongruencias como éstas fueron lo que impulsó mi búsqueda, y eventualmente dí con la Teosofía.

Antes de juzgar el valor de sus postulados, lo primero que me agradó de la Teosofía fue la ausencia de dogma, siendo la libertad de expresión y pensamiento uno de los factores salientes de esta escuela filosófica. Porque en Teosofía se nos invita a escuchar con atención para poder comprender con claridad, pero de ahí en adelante se nos hace claro que la idea no es tratar de convencernos de nada, que no debemos tratar de convencer a nadie de nada, y que lo que hemos recibido en términos de información es, en el mejor de los casos, incompleto y debe permanecer como hipótesis hasta que cada cual, individualmente, pueda comprobar, mediante su propio desarrollo interno, la veracidad y validez de la información recibida.

Había en ello, pensé, una gran medida de honestidad, de humildad y de decencia que me atrajeron, y me puse a estudiar Teosofía. El volúmen que usted tiene en sus manos es el resultado de ese estudio, de esa búsqueda, y adolecerá de las propias limitaciones del autor para asimilar el material que le ha sido entregado y su forma de entregarlo, que puede no ser de las mejores. En el proceso de compartir este material, he tratado de ponerme en los zapatos del lector lego, de aquel que recibe estas ideas por vez primera, y sobre todo si procede de cualquier religión que le haya asegurado constituir la única verdadera. De esas hay muchas, todas en conflicto, y la mayoría estimulando una creencia en condenación post-mortem para quienes no sean parte de esa religión. La falsedad detrás de conceptos como este, debe quedar en claro para quienes piensan. Porque este libro es exclusivamente para aquellos interesados en pensar, en sacar conclusiones. No es una muleta para quienes persiguen ideas consoladoras que les hagan sentir bien, sin preocuparse de investigar su valor y viabilidad. La Teosofía es una invitación a pensar, y es en ese espíritu que el presente libro se entrega.

Hay muchos autores teosóficos que han escrito interesantes tratados esotéricos de gran valor, pero que desdichadamente olvidan que la persona corriente interesada en estas materias suele perderse a veces frente a ideas con las cuales no tiene familiaridad. Y ha llegado el momento de poner este conocimiento a alcance de gente corriente, ofreciendo un texto que puedan comprender sin mayores dificultades. No se pretende que sea una gran obra literaria. Tratándose de algo introductorio, se ha hecho un esfuerzo por presentarlo de la manera más sencilla posible para asegurar su correcta comprensión.

Miami, Septiembre, 2013

Capítulo I

El origen de esta enseñanza y su validez

En cualquier tipo de enseñanza, y no sólo en lo que atañe a doctrinas ocultas, se hace necesario primeramente establecer la fuente de donde procede la información. Y una vez hallada ésta determinar, y de ser posible probar, la legitimidad y lo razonable de sus postulados.

Porque es muy fácil opinar, y es inherente a todo ser humano tener opiniones sobre diferentes cosas. Las opiniones intrascendentes son olvidadas rápidamente, y no tienen importancia. Pero cuando se trata de asuntos trascendentales que competen a la vida humana y a las razones de su existencia e importancia, quien opine, adquiere una gran responsabilidad moral. En consecuencia, antes de hacerlo, debe pensar dos veces acerca de la veracidad y validez de lo que se le ha entregado para formar su opinión, ya que lo que va a decir puede influenciar el proceder, e incluso la manera de vivir de otros.

La Teosofía es algo sumamente antiguo, se nos dice. De hecho, se nos asegura que se remonta a miles de años en el pasado. Una tradición que el propio Pitágoras afirmó que existía mucho antes que él. El término significa Sabiduría Divina (Teo = Dios. Sofia = Sabiduría) y fue aparentemente ideado por Pitágoras, y posteriormente utilizado por Ammonius Saccas, un Alma extraordinaria, gran filósofo nacido alrededor del año 175 de la Era Cristiana, en Alejandría. Sus virtudes eran de tal magnitud que se ganó el apodo de Theodidaktos, que en griego quiere decir enseñado por Dios. Nacido pobre y de padres cristianos, prontamente abandonó las enseñanzas eclesiásticas de la época por considerarlas divorciadas de lo que enseñó Cristo, y se le considera como uno de los fundadores de la Escuela Neoplatónica.

La enseñanza neoplatónica fue eventualmente condenada por la Iglesia Romana, y desapareció públicamente del mundo occidental. Pero, como suele ocurrir con verdades inapelables, su tradición fue mantenida ocultamente. El vocablo ocultismo viene precisamente de ahí, y como consecuencia de las persecusiones religiosas durante siglos contra quienes pretendían estudiar y enseñar doctrinas esotéricas. Es extraordinariamente difícil, sino imposible, ocultar la verdad. Puede tomar siglos, pero ésta vuelve a emerger, clara y límpida, pese a cualquier tipo de esfuerzo por ocultarla o eliminarla. Discípulos de Ammonius, como Plotino y Orígenes, se ocuparon de que la llama de ese conocimiento no se extinguiera, y fue una mujer nacida en Ekaterinoslav (hoy, Dnepropetrovsk) en Ucrania, el 12 de agosto de 1831, 17 siglos después, quien resucitó la enseñanza en una época en que ya no existía peligro de persecuciones para quienes quisieran estudiarla. Y, naturalmente, la llamó Teosofía, también conocida en inglés como The Ancient Wisdom (La Sabiduría Antigua). Esa mujer fue Helena Petrovna Hahn Von Rotternstern-Hahn, conocida para occidente como Helena Blavatsky.

El apellido, claramente alemán, se debe a que su padre era un militar ruso de ascendencia alemana, descendiente de una familia noble de Mecklenburg, cuyos ancestros emigraron a Rusia en décadas anteriores. Habiendo alcanzado el grado de coronel, Von Hahn se casó con Helena Andreyevna Fadeyev, descendiente, por línea materna, de Rurik, el primer zar de las dinastías rusas, según se asegura. Helena Andreyevna, notable escritora y novelista, murió a los 28 años de tuberculosis, dejando a la pequeña Helena, de 11 años, y a sus dos hermanos menores, Vera y Leonid, huérfanos de madre. La formación de éstos quedó en consecuencia a cargo de la princesa Helena Pavlovna Dolgoroukov Fadeyev, abuela de los chicos, mujer de gran bondad y famosa por su trabajo social a favor de los desamparados.

Tratándose de formación, el asunto con la niña Helena no resultó fácil. De hecho, resultó prácticamente imposible, varias institutrices renunciando a su posición en la familia en estado de desesperación ante la frustración que experimentaron tratando de dar guía y formación a la pequeña. Dotada de una carácter fuerte y resuelto, no estaba dispuesta a obedecer órdenes ni a someterse a disciplina alguna. Añadiendo a ello, ocurrían a su rededor una serie de fenómenos extraños, ruidos de golpes que no se sabía de donde provenían, muebles que se movían sólos, libros que aparecían y desaparecían de anaqueles y mesas en la biblioteca de la residencia, etc…, hechos que desconcertaban a la familia que, siendo cristianos ortodoxos, tendían a atribuir tales ocurrencias a agentes de satanás, lo cual era aún más desconcertante cuando se observaba a la niña, que era preciosa y extraordinariamente simpática y alegre pese a sus excentricidades.

Su absoluto desprecio por el peligro, y su afán de internarse a los 6 años de edad en una especie de jungla que era parte de la enorme propiedad donde residía la familia y donde se hallaban animales peligrosos, la situaron en varias ocasiones en peligro de muerte. Había sin embargo algo, o alguien, que parecía protegerla cuando su vida peligraba, y nunca experimentó consecuencias drásticas por su temeridad. Poseedora de una gran imaginación, narraba a sus primitas maravillosos cuentos de animales y monstruos marinos del pasado y maremotos que describía con tal intensidad que las chicas salían arrancando y dando alaridos de terror. En ocasiones se la hallaba en el bosque de la propiedad en animada conversación con seres que solamente ella veía.

A veces, y durante su niñez, solía referir a sus familiares más cercanos los sueños recurrentes que solía tener,

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