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Familia y reflejo: La ciudad insomne, #3
Familia y reflejo: La ciudad insomne, #3
Familia y reflejo: La ciudad insomne, #3
Libro electrónico315 páginas6 horas

Familia y reflejo: La ciudad insomne, #3

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La ciudad insomne, libro 3

Cuando un hombre lobo rebelde y un vampiro ladrón se enamoran, solo hay una cosa clara: problemas.

Desde que Lucas Coate recuerda, a los hombres lobo se les ha enseñado a desconfiar de los vampiros. Lucas es una excepción, sus amigos más cercanos son vampiros. La manada de hombres lobo en Boggslake y su líder, Jacob Coate, han dejado claro que la asociación de Lucas con los vampiros apenas se tolera y otra transgresión será la última. Cuando Lucas descubre la plaga de muertes de hombres lobo en la zona, quiere ayudar aunque su propia vida pueda estar ya en peligro.

Declan lleva diez años lejos de Boggslake, pero no le sorprendente descubrir que las políticas internas del Consejo Sobrenatural no han cambiado para mejor. Cuando una serie de robos les afecta de cerca poco después de su regreso, Declan, un vampiro y un ladrón profesional, es su principal sospechoso. Sin embargo, por una vez, no es el responsable. Con el consejo ocultando secretos, nadie está a salvo. Se acaba el tiempo y para Lucas y Declan todo está a punto de cambiar.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento17 ago 2023
ISBN9781667461632
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    Familia y reflejo - Anne Barwell

    Capítulo 1

    Lucas Coate estaba jodido. Muy, muy jodido.

    Pero no de la forma en que le gustaría o, al menos, no de la forma en que creía que le gustaría.

    Le dio un puñetazo a la pared.

    —Estúpidas paredes acolchadas —murmuró—. Ni siquiera puedo hacer ningún daño.

    Las paredes acolchadas no habían sido idea suya. Joder, si cualquiera de la manada se enteraba del dinero invertido en la habitación, se reirían de él. Sus amigos tenían buenas intenciones y hacían lo que podían para mantenerlo a salvo, pero realmente no lo entendían. ¿Cómo podrían? No eran hombres lobo, sino vampiros.

    Lucas soltó un grito mezcla de frustración y enfado o, al menos, ese era el plan. En su lugar, lo que escapó de sus labios era más un aullido.

    Maldición. No tenía mucho tiempo. Ya podía sentir la picazón interna que acompañaba la transformación durante la luna llena. Era lo único que odiaba de ser un hombre lobo. Bueno, eso y las políticas de la manada. Como hijo del alfa, estaba harto de las expectativas de su padre.

    Lucas resopló. Tratar con esas políticas ya era bastante malo, pero sumarle las expectativas de su padre era un coñazo.

    Dio vueltas, dejando que sus pensamientos divagaran. La habitación no era enorme, pero lo bastante grande para caminar de un lado a otro y darle suficiente espacio a su lobo para estirar las patas. Lucas corría largas distancias las noches cercanas a la luna llena. Se había convertido en una rutina gracias a Forge y a su perro, Moose. Le ayudaba a superar el nerviosismo que lo plagaba los días previos a su transformación y supuso que cansar tanto al lobo como a sí mismo era una ventaja adicional. Dormir esta noche no sería un problema, ya que no había dormido mucho últimamente. El lobo, por encariñado que estuviera con cierta persona, no tenía esas ganas de follarlo como loco.

    Era extraño cómo, tras vivir con el lobo toda su vida, aún seguía pensando en él como una entidad ajena a sí mismo cada vez que se acercaba la luna llena. Cuando Lucas estaba en forma de lobo, aún era Lucas, excepto esa noche del mes. Con el fin de transformarse por completo, tenía que darle algo de control al animal.

    Lucas miró de reojo a la puerta y al teclado de control de acceso junto a ella, diseñado para que solo pudiera salir una vez que volviera a su forma humana. Las patas no tenían la destreza para introducir el código, incluso si ocurriera lo imposible y el lobo lo conociera. Por mucho que Lucas quisiera cambiar antes de verse forzado a ello y dejar correr al lobo, no saldría de la habitación tan cerca de la transformación. Había intentado transformarse antes de que la luna lo decidiera por él un par de veces. Aliviaba el dolor de la luna llena, pero aún era completamente el lobo una vez que llegaba el momento, así que no le veía el sentido. Prefería permanecer en forma humana cuanto fuera posible.

    No cambies antes para evitar el dolor.

    De todas las tradiciones de la manada a las que necesitaba aferrarse, ¿por qué tenía que ser esta una de ellas? No era un adolescente que buscara la salida fácil. Además, nunca había sido ese tipo de persona, al menos no después de asegurarse de que había algo de verdad en las historias de que el dolor era diferente.

    No podía permitir que el lobo se descontrolara; si eso sucedía, no tendría suficiente tiempo para volver a casa. La mayor parte de la manada tenía una habitación segura para pasar la noche o, al menos, algún sitio donde poder experimentar el cambio sin ser una amenaza para otros. Era parte del acuerdo que el Consejo Sobrenatural había establecido con los humanos para que miraran hacia otro lado con todas las mierdas raras que sucedían en Boggslake.

    Antes de eso, los lobos habían corrido en libertad una vez al mes, nadie con sentido común dejaba su casa y, en general, no se causaba ningún daño. Algunos hombres lobo aún no honraban el acuerdo, incluyendo los solitarios que no formaban parte de la manada, pero hacía tiempo desde que alguien moría durante la luna llena. La mayoría de los humanos eran lo bastante listos como para no arriesgarse.

    Podía decir lo que quisiera aquí y desahogarse como tanto lo necesitaba. Nadie escucharía o lo molestaría. Ese era el acuerdo, sin importar lo que pasara. Guardar secretos mientras compartía una casa con un fantasma y tres (no, cuatro, ahora que Declan estaba viviendo ahí también) vampiros era prácticamente imposible.

    Declan.

    Lucas cayó de rodillas cuando el dolor lo desgarró por dentro. La transformación voluntaria no era así. ¿Por qué cojones siempre dolía tanto la luna llena?

    Abraza al lobo. Abraza al lobo.

    Repitió las palabras en su mente. Amaba a su lobo interior y la libertad que llegaba con la transformación. Ser capaz de correr, ser uno con el viento y la lluvia... A Lucas le encantaba correr bajo la lluvia como lobo. Ser capaz de dejar atrás todas las complicaciones de la manada, ser realmente él mismo, se sentía liberador. ¿Lobo u hombre? ¿Qué importaba? Cuando se transformaba por voluntad propia, seguía siendo ambos.

    Bajo la luna llena, era el lobo. El hombre, la parte pensante y razonadora de sí mismo, estaba perdido. Lucas nunca recordaba lo que sucedía en esas noches y lo odiaba. Cuanto más se enfrentaba a ello, más dolía.

    —Que te jodan, Declan. —A pesar del dolor, aún podía pensar con claridad. Bueno, tanto como se lo permitía este tema en concreto—. Dios, cuánto quiero follarte. —Sí, esa era más bien la razón por la que estaba tan frustrado y lo que realmente quería hacer.

    ¿Por qué un vampiro? Todos estos años preguntándose si encontraría a alguien con quien quisiera estar y nunca se le había ocurrido que fuera a ser un vampiro.

    Le había repetido mil veces a su padre que Forge y Simon eran buenas personas y les debía la vida en más de una ocasión, pero esto era diferente. Sin embargo, no debería serlo y Lucas no iba a permitir que unos prejuicios anticuados se interpusieran en su camino cuando quería algo o a alguien. Su relación con la manada estaba en la cuerda floja como mínimo. Nunca le perdonarían algo así.

    Una panda de intolerantes, todos ellos.

    Lucas gruñó.

    Lo que lo llevaba de vuelta a aquello que no conseguía ignorar por mucho que se esforzara. No convertirse en el lobo, aunque el lobo también quería lo mismo que él. Le resultaba más difícil esconder sus verdaderos sentimientos esta noche y fingir que no importaban.

    Se estaba enamorando de un vampiro. Locamente enamorado, como un adolescente, de un vampiro. Y no cualquier vampiro, sino uno que resultaba ser el examante de uno de sus mejores amigos. No era para nada complicado, en absoluto, claro que no.

    Maldita sea. Lucas no era un segundo plato. Se merecía más que eso. Había visto la forma en que Declan miraba a Forge y a Blair juntos cuando pensaba que nadie lo observaba. No era feliz, pero fingía que lo era. ¿Pero por qué iba a serlo? Forge y él habían sido amigos, follamigos y más, ¿durante cuántos cientos de años? No iba a dejar todo eso atrás en cinco minutos.

    Por mucho que deseara a Declan, no iba a ser un premio de consolación.

    Es un tipo decente. No piensa en ti de ese modo.

    Sí, claro. Entonces, ¿por qué no te ha dicho qué piensa de ti?

    —¡Oh, mierda! —Lucas sacudió la cabeza para aclararla. Ese no era él, no era un pesimista. Puta luna llena. Toda lógica siempre desaparecía en esta noche y sus hormonas hiperactivas no estaban ayudando.

    Lucas se retorció de dolor. Su vista se nubló. Los huesos se alargaban, cambiaban. Extendió una mano temblorosa, pero no necesitaba mirarla para saber lo que vería. Pelaje gris, sus dedos empezando a mutar ya en patas.

    Se estremeció y limpió el sudor de su frente. Sintió más goteando por su espalda desnuda, pero lo ignoró. Se había desecho de su ropa antes de entrar en la habitación. No tenía sentido dejársela puesta cuando no iba a necesitarla durante un buen rato. Al lobo le gustaba morderla y no iba a repetir la experiencia de despertar por la mañana con el sabor de los vaqueros en la boca.

    Además, prefería evitar tener que limpiar la baba y otras sustancias de la ropa.

    Saliva goteó de su boca. Se puso a cuatro patas y miró hacia el techo. No faltaba mucho. No necesitaba ver la luna para saber que estaba ahí. Tiraba de él, retorciendo su interior, cambiándolo.

    La luna. Lucas se lamió los labios, jadeando. Había algo... alguien... Se lanzó a por ese pensamiento, intentó agarrarlo, pero se desvaneció.

    El lobo gris levantó la cabeza y aulló.

    ***

    Declan pasó la página del libro, leyó el primer párrafo y sacudió la cabeza. No estaba seguro de por qué se había molestado, no podría recordar lo que había sucedido en la página anterior ni aunque le fuera la vida en ello, mucho menos en los últimos capítulos. Cerró el libro con un ruido sordo, se levantó de la mesa y fue al frigorífico.

    No tenía hambre, pero, si hubiera sido así, el plato cubierto de moho en una de las baldas le habría quitado por completo el apetito. De verdad que alguien tenía que hablar con Lucas acerca de dejar que sus experimentos científicos se reprodujeran. Declan levantó el plato con algo de cautela y lo olfateó, pero enseguida deseó no haberlo hecho. Forense de la ciudad o no, esto no era... normal. La gente normal limpiaba sus sobras antes de que pudieran convertirse en extrañas formas nuevas de vida.

    Incluso si, en este caso, su definición de normal era un hombre lobo.

    A pesar de su reacción, no era capaz de tirar lo que fuera aquello. Para él era asqueroso, pero para Lucas podría ser algún nuevo descubrimiento crucial en el que estuviera trabajando en ese momento y no quería molestarlo. Durante el poco tiempo que se conocían, se había encariñado bastante con Lucas y disfrutaba del tiempo que pasaban juntos.

    Declan suspiró. Devolvió el ofensivo objeto a su lugar de descanso anterior, ignorando las imágenes de sobras de zombi reanimadas reptando por las escaleras para atacarlo en medio de la noche, y en su lugar cogió una copa del armario. Se vertió una buena cantidad de su bebida roja favorita y se puso cómodo en la silla que acababa de dejar. Por mucho que disfrutara un buen vino añejo, había momentos en los que uno tenía que saciar sus otras necesidades. Olfateó la copa y saboreó el aroma antes de tragar.

    Hmm, no está mal. La sangre disponible para comprar a través de las fuentes adecuadas facilitaba mucho alimentarse en comparación a como solía ser y también era más limpio.

    Escuchó pasos ligeros en las escaleras y un latido humano mucho antes de que Ben llegara a la cocina y se detuviera incómodo en el umbral de la puerta.

    —Hola, Ben —dijo Declan—. No te preocupes, no me estás molestando.

    —Si tú lo dices. —Ben Leyton se pasó una mano por su denso pelo oscuro. Se veía cansado—. No podía dormir, así que pensé en prepararme un Milo a ver si ayuda.

    —Antes escuché que Simon tenía una pesadilla. Nunca ha dormido bien en los aniversarios. —Conocía a Simon Hawthorne desde hacía mucho tiempo. Jonas Forge los había presentado poco después de que Simon hubiera sido transformado. Declan también había ayudado a Simon a superar una parte oscura de su vida, desencadenada por los eventos que podrían haber provocado esta pesadilla en particular, dada la época del año—. Tampoco me importaría si encendieras la luz.

    Aunque Declan no necesitaba mucha luz para ver, especialmente con la luna llena proyectando su brillo en la habitación, Ben apreciaría algo más de luz.

    —Sí, bueno, son los peores momentos para la mayoría, supongo. —Ben encendió la luz antes de entrar en la cocina. Llenó la tetera y la puso a hervir antes de abrir el armario para coger una lata verde—. ¿Quieres un poco? Es una bebida de chocolate.

    —Gracias, pero no. —Declan indicó la copa frente a él.

    El fuerte aullido casi le hizo saltar, a pesar de llevar años practicando su autocontrol. Aun así, se le erizaron los pelos de la nuca y el aullido envió un escalofrío por todo su cuerpo.

    Lucas aulló de nuevo. Frustración, enfado y pérdida se fundieron en un sonido que era puro lobo.

    Declan golpeó sin querer su copa, derramando su contenido. Sin pensarlo, se movió a velocidad vampírica, atrapando lo que quedaba de sangre en la palma de su mano y bebiendo profundamente.

    La copa cayó al suelo, estallando en diminutos pedazos. Lo ignoró y terminó la sangre, limpiándose la boca con el dorso de la mano. Un profundo gruñido escapó sus labios. Sabía que sus ojos estaban completamente verdes. Solía pasar cuando sus colmillos se extendían.

    Cuando levantó la mirada, Ben lo estaba observando fijamente con ojos como platos.

    —Limpiaré este desastre —dijo apresuradamente, dirigiéndose ya a por la escoba.

    —No te preocupes —dijo Declan—, yo lo haré. Prepárate tu chocolate, mon ami. Es culpa mía, así que yo me encargo.

    A pesar de que Ben ya llevaba un par de meses con Simon, era evidente que aún se estaba acostumbrando a vivir con vampiros. Llevaba su tiempo. Declan recordó su propia reacción a aquellas cosas que no se había esperado, aunque algunos de esos recuerdos no estaban tan claros como solían ser. Algunos quería recordarlos y temía olvidarlos; otros, parecía no ser capaz de deshacerse de ellos. La naturaleza humana, supuso, aunque llevaba siendo un vampiro durante casi doscientos sesenta años.

    Ben dudó.

    —Vale —dijo al fin, ocupándose con lo que tenía en la encimera. Para cuando terminó, Declan había limpiado el cristal roto y se había servido otra bebida.

    —¿Quieres sentarte y hablar un rato? Voy a quedarme aquí unos minutos más antes de volver al sótano —dijo Declan. Se había ofrecido a hacer guardia frente a la habitación de Lucas durante esta luna llena. Normalmente hacían turnos cada mes para que Lucas no estuviera completamente solo durante su cambio. Ben no parecía tener prisa por marcharse, así que Declan no iba a apartarlo. Además, le vendría bien algo de compañía para distraerse de su propia inquietud—. ¿O te está esperando Simon? —añadió, aunque sabía sin duda que Simon estaba dormido. Podía escuchar todos los ruidos en el castillo y sabía exactamente lo que estaban haciendo sus ocupantes.

    —Simon está dormido, de lo contrario no estaría aquí —confirmó Ben, sentándose frente a Declan. Lo estudió por un momento—. Pero ya sabías eso. Podéis oír todo lo que está pasando. —Envolvió su taza con los dedos y aspiró el aroma de su bebida caliente con aprecio. Olía a algo similar al chocolate, pero no del todo—. Si se despierta y me necesita... Si salgo a toda prisa, no es por la conversación, ¿vale?

    Declan se rio entre dientes.

    —No te preocupes. No me lo tomaré como algo personal. —Tomó un sorbo de su bebida—. No hemos tenido muchas oportunidades para hablar.

    —Es cierto, a pesar de que las cosas malvadas que intentan matarnos nos han dado un descanso. —Ben levantó la mirada de su taza—. ¿Siempre es así por aquí? Simon me asegura que no, pero, hasta ahora, parece que lo es.

    —Hazle caso a Simon —sugirió Declan—. De vez en cuando pasamos al menos un mes sin que todo se vaya al garete. —Se encogió de hombros—. Por otro lado, llevo fuera diez años y las cosas cambian. Podría ser diferente ahora.

    Escuchó susurros en el piso de arriba y gruñó. Maravilloso. Lucas probablemente también había despertado a Jonas y a Blair e iban a ir a por la segunda ronda. O quinta. Había intentado no contarlas. Por lo menos, Simon aún estaba dormido. Declan podía admitir que, al menos, ellos no eran tan ruidosos como Ben cuando estaba teniendo sexo con Simon.

    —Debe de ser difícil ver a alguien con quien solías estar con otra persona.

    El comentario de Ben lo tomó por sorpresa, no debería haber podido escuchar eso.

    —Has mirado al techo —explicó Ben—. Sé cómo me sentiría yo si fuera mi caso.

    —Yo no soy tú —señaló Declan—. ¿Siempre eres tan directo? —Mantuvo un tono sereno y reprimió sus sentimientos. Ben no solo era directo, sino también un poco demasiado observador.

    Si bien Declan siempre había sabido que Jonas Forge y él no eran almas gemelas, habían estado juntos como amigos y amantes durante mucho tiempo. Saber que llegaría el día en que Jonas encontraría a la persona con la que vincular su alma y que realmente sucediera eran dos cosas completamente diferentes. No cambió su profunda amistad, pero le iba a llevar tiempo poder verlos juntos sin tener que reprimir de forma consciente el pinchazo de celos. Aún amaba a Jonas y siempre lo haría, pero ahora estaba con Blair, el joven vampiro con el que había vinculado su alma, y ese amor nunca podría ser el que se sentía por una pareja, sino por un amigo. Blair Turner era bueno para Jonas y lo complementaba de una manera que Declan nunca podría.

    Si realmente amas a alguien, dejas que se vaya.

    Pero eso no significaba que no fuera a echar de menos lo que habían tenido.

    Ben sonrió.

    —Bueno, sí. Ahorra tiempo, ir directo al grano. —Se puso serio—. Oye, si no te gusta, no seguiré, ¿vale? Lo último que quiero es molestar a uno de los amigos de Simon y... —Se puso rojo como un tomate—. Lo siento, eso ha sido muy grosero e insensible. ¿Puedo echarle la culpa a la falta de sueño y empezar de cero? Solo pensé que te gustaría hablar con alguien sobre todo esto y Simon...

    —¿Qué? —Declan estaba bastante seguro de cuál era la opinión de Simon al respecto, pero quería escuchar el punto de vista de Ben.

    —Simon es demasiado educado para preguntar directamente, o eso dice, pero creo que solo es cuestión de tiempo antes de que lo haga. —Ben señaló al suelo—. Lucas es un buen chico, ¿sabes? Le gustas.

    —¿Disculpa? —¿Cómo es que el tema había cambiado de repente a Lucas?

    —¿En serio? —Ben puso los ojos en blanco—. Los dos estáis bien juntos, tuvisteis química desde el momento en que os conocisteis.

    —No estamos juntos —dijo Declan, no estaba seguro de a dónde iba Ben con esto—. Hemos salido unas cuantas veces, sí, pero es porque disfrutamos de la compañía del otro. Se llama amistad. —Frunció el ceño, no sabía por qué sentía la necesidad de darle explicaciones a alguien que no conocía tan bien—. Si Simon-.

    —Mierda, no. —Ben sacudió la cabeza—. Él no está detrás de esto. Probablemente se molestará cuando le cuente que te he dicho que pensaba que Lucas y tú estabais... —Agitó una mano—. Ya sabes...

    —Entonces, tal vez sea mejor que no hablemos sobre algo que no es necesario comentar y así no tendrás que contárselo —sugirió Declan. Cuanto más hablaba, más nervioso se ponía Ben. Era bastante enternecedor y podía ver por qué Simon se había enamorado tan perdidamente de él.

    —Sí. —Ben estudió su taza—. Lo siento.

    —Disculpa aceptada. —Declan sonrió—. Tal vez deberíamos cambiar de tema mientras te terminas tu Milo.

    —Sí —dijo Ben de nuevo. Suspiró y se quedó en silencio—. Había un par de cosas de las que quería hablar contigo y esa no era una de ellas.

    —Me siento honrado de que sientas que puedes hablar conmigo de lo que sea que quieras hablar —dijo Declan. Se preguntaba si Ben sabía lo transparente que era. Simon tenía razón sobre que no tenía miedo de decir lo que pensaba. Por lo general, Declan hubiera apreciado la franqueza, pero esta noche quería una distracción, no una conversación sobre algo en lo que se estaba esforzando por no pensar—. Simon es mi amigo, Ben, y me gustaría pensar que nosotros también podríamos convertirnos en buenos amigos con el tiempo. Te quiere y eres bueno para él.

    —Yo también lo quiero —dijo Ben con suavidad—. Dijo que podía confiar en ti y que se podía hablar contigo. —Le miró con timidez—. Lo que dijiste antes, mon ami, eso significa «amigo mío», ¿verdad? También me gustaría que fuéramos amigos.

    —Sí, así es —confirmó Declan—. Ahora... ¿de qué querías hablar? Para alguien que es tan directo, estás siendo bastante evasivo. ¿Debería preocuparme?

    —No se te escapa nada, ¿eh?

    Declan se rio entre dientes.

    —Tengo casi trescientos años y he visto bastante a lo largo de ellos como para reconocer las cosas por lo que son. Atrévete. Sea lo que sea de lo que quieras hablar, no puede ser tan malo. Parte de vivir la vida es arriesgarse. —Sonrió con picardía—. No me pareces el tipo de hombre que se preocupa demasiado por la prudencia. Además, no muerdo. A Simon no le parecería bien que lo hiciera.

    Ben se ruborizó de nuevo, un cautivador tono de rojo intenso esta vez. Dejó su taza en la mesa. En su apartamento, Simon gruñó con suavidad, pero no se despertó. Ben cambió de posición en su asiento.

    —Simon dice que puedes pintar retratos que pueden pasar por fotografías. Me mostró algunos, son muy buenos.

    —Gracias. —Declan se hacía una idea de lo que venía a continuación, pero esperó a que Ben lo dijera de todos modos. No había tocado sus lápices o pinturas desde que había vuelto a Boggslake, aunque le había prometido a Jonas un retrato de Moose para incluir en su galería con los otros perros que había tenido a lo largo de los años.

    —Sí, bueno, mi familia está insistiendo mucho en que les envíe una foto de Simon para que puedan ver qué aspecto tiene y no ayuda el hecho de que les haya enviado fotos de prácticamente todo menos de él. —Ben era un fotógrafo aficionado y tenía algo de talento. Declan ya había llegado a la conclusión de que una forma de saber si Ben estaba entusiasmado con algo era contar el número de fotografías que había sacado—. Mi abuelo se ha esforzado por tranquilizarlos, pero no puede decir mucho sin dar a entender que conoce a Simon y eso probablemente no sea una buena idea.

    Definitivamente no es una buena idea. —Declan había conocido al abuelo de Ben cuando había visitado Boggslake en los cincuenta y lo recordaba bien. También era directo como Ben—. ¿Te gustaría uno de los dos juntos? —sugirió—. Entonces también podrías quedarte una copia.

    —¡Eso sería fantástico! —Ben sonrió de oreja a oreja—. Gracias, te debo una.

    —Es lo que hacen los amigos y Simon y yo dejamos de llevar la cuenta de ese tipo de cosas hace años. Ahora eres parte de nuestra familia y estamos aquí para ayudarnos entre nosotros. Es lo que hacemos. —Declan vació el resto de su copa. El castillo estaba tranquilo de nuevo, demasiado. Incluso Boggs brillaba por su ausencia esta noche. Normalmente, el fantasma se habría unido a la conversación, pero siempre se le había dado bien saber cuándo alguno de

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