Colonia Z - La isla

Por Luke Shephard

Cuando los muertos vivientes tomaron Estados Unidos, un grupo de sobrevivientes encontró seguridad al escapar a una isla remota e inestable.

Ellos trabajarán para reconstruir la sociedad, mientras tratan de sobrevivir a lo que sea que está tras ellos.

Mientras viven solos y aislados, su relativa paz se rompe cuando un grupo de Otros aparece en la isla y sus líderes deberán tomar decisiones que cambiarán para siempre sus vidas en un parpadeo.

Esto es solo el comienzo. Esta es su historia.

También disponible:

Colonia Z - Colección completa (Versión Audiobook)

Colonia Z – Colección completa (Versión eBokk) - ¡Ahorre un 60%!

Elogios para Colonia Z:

“Hasta ahora estoy muy impresionado con “Colonia Z” y se está amoldando para ser una gran serie. Los zombis son algo único dentro de lo que he visto o leído antes, y la escritura está bien hecha… La trama es interesante y llena de sorpresas inesperadas que hacen de este libro un libro apasionante. Tengo que poner mis manos en el próximo libro y saber qué sigue”.

“¡Este volumen lo hará reacomodarse en el asiento y prestar atención de seguro! Qué comienzo y qué final para Colonia Z. Aún sacudo mi cabeza por todos los sucesos impredecibles. Y, la Hora Cero en una completamente nueva dimensión… Simplemente una lectura increíble y altamente recomendada. Póngase su cinturón de seguridad para esta”.

• Idioma: Español
• Editorial: BadPress
• Fecha de lanzamiento: 14 jun 2017
• ISBN: 9781633396029

Vista previa del libro

Campamento Albión, Estados Unidos – 2032

Si Owen había aprendido algo de todos sus años de huir, esconderse y escapar de las garras de los seres que tanto habían aterrorizado a los colonos era que una buena historia podía alejar la mente de uno de los horrores del mundo.

Acurrucarse con uno de los libros de Stephen King que guardó apresuradamente en su destartalada maleta de cuero hace más de treinta años atrás, cuando azotó la tormenta era uno de los pocos consuelos que Owen sentía que aún le quedaba. Gracias a Dios tuve el suficiente tino como para, al menos, guardar esos, se decía a menudo mientras leía aquellos maltratados libros.

Pasar las páginas amarillentas, era de alguna manera, algo cuestionable. Cuando has leído tantas veces un libro como Owen había leído La danza de la muerte, lo conoces lo suficientemente bien como para susurrar las palabras mientras lo lees. El libro era algo más bien lógico a lo que aferrarse mientras la historia avanza en tu mente como una imagen de las que solían proyectarse en aquellos lugares conocidos como cines.

A menudo le molestaba a Owen que sus hijos no conocieran la belleza que tenía una gran ciudad en Estados Unidos antes de la Hora Cero, o lugares interesantes como bibliotecas o cines. No, su prole solo conocería esta isla, esta playa y este constante miedo sin nombre. Tal y como los personajes de su preciado libro se olvidaron de cómo era el mundo antes de que todo se volviera negro.

Antes de que todo comenzara a salir mal.

El llanto del bebé interrumpió las meditaciones de Owen. Aquel sonido chillón del bebé, generalmente ocurría cuando su madre estaba lejos y la hora de comer se acercaba. Un pequeño de casi veinte meses ya debería tratar de comer comida sólida en lugar de simplemente leche materna, pensaba Owen con frecuencia. Isaac, de cualquier manera, no tuvo esta opción, ya que no había nada en la isla o sus alrededores que sirviera para un niño de su corta edad.

Owen se levanto de su lugar a la sombra en la playa, mientras se sacudía la arena de sus improvisados pantalones cortos unidos por cinta adhesiva. Sabía que llegaría el momento en que tendría que enviar otra vez a sus Guerreros al mundo real, en busca de suministros y de alimentos. Por más que intentaron rescatar lo que estaba en la isla, les fue casi imposible reparar las tiendas y cabañas sin las herramientas y materiales necesarios. Especialmente luego del deterioro de casi veinte años que arrasó la isla, la que solo conservó casi cinco kilómetros de circunferencia.

Y los colonos difícilmente podrán vivir de cocos y pescado por siempre. Bien podrían ser capaces, aunque tampoco había mucho para elegir.

Owen inspeccionó la cabaña antes de entrar a tranquilizar al bebé. Su mente lógica estaba siempre alerta, preparada para arreglar una fuga y tapar un agujero, sin dar nunca la oportunidad a una tormenta o al viento de dañar su hogar y hacerlo darse cuenta de manera dolorosa de las cosas que debió haber visto antes.

La cabaña era pequeña pero pulcra. Con cerca de sesenta metros cuadrados era una modesta cabaña