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Teoría Del Conocimiento
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Libro electrónico206 páginas2 horas

Teoría Del Conocimiento

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Alguna vez nos hemos de proponer descubrir la naturaleza del conocimiento para señalarnos una nueva manera de pensar y aún de vivir. No cabe duda que todo verdadero conocimiento siempre nace al amparo de una actitud espiritual. Alguien ha dicho, con justa razón que la verdad solo se revela a los ojos del amante. Es decir que se requiere la nobleza de la simpatía, el poder de la voluntad para descubrir lo que hay de oculto en la naturaleza, en el universo y en el hombre.

Según esto, todo conocimiento lleva siempre una finalidad, un propósito, un anhelo. ¿Cuáles son estos propósitos por los cuales el hombre descubre la verdad y ahonda el conocimiento? Graves pensadores han intentado esta revelación y nosotros expondremos algunas de ellas.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento13 ago 2020
ISBN9781506533605
Teoría Del Conocimiento
Autor

Dr. Adalberto García de Mendoza

EL DR. ADALBERTO GARCIA DE MENDOZA (1900-1963). Después de haber estudiado 7 años en universidades alemanas, música y filosofía, regresa a México en 1927, iniciando cursos en la Preparatoria y la Universidad Nacional Autónoma de México donde introdujo por primera vez en México la filosofía alemana siendo el primero en enseñar el neokantismo de Baden y Marburgo, la fenomenología de Husserl y el existencialismo de Heidegger de ahí que se le reconoce como el “Padre del Neokantismo Mexicano.” En 1954 recibió el primer premio internacional de filosofía Oriental convocado por las Universidades Japonesas cuyo galardón lo recibió en Japón por su alteza Imperial el Principe Takamatsu, hermano del Emperador de Japón. De 1938 a 1943 fue director del Conservatorio Nacional de Música de México. En 1962 recibió un diploma otorgado por la UNAM al cumplir 35 años como catedrático. Escribió aproximadamente setenta y cinco obras de filosofia, música, matemáticas, arte, y socialismo.

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    Teoría Del Conocimiento - Dr. Adalberto García de Mendoza

    Copyright © 2020 por Dr. Adalberto García de Mendoza.

    Editora: Elsa Taylor

    Fotografía: Patty García De Mendoza

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida

    o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico,

    incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y

    recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan

    necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier

    responsabilidad derivada de las mismas.

    Fecha de revisión: 12/08/2020

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    CONTENTS

    Prefacio

    Introducción

    1     Trabajo de teoría de conocimiento

    2     De la Pregunta sobre los hechos

    3     La pregunta sobre el derecho

    4     La pregunta sobre el derecho. Continuación

    5     Teoría del conocimiento y Psicología

    6     Conocimiento

    7     Ciencias Del Espíritu

    8     Estructura

    9     Lógica

    10   Relación de la teoría del

    conocimiento y otras ciencias

    11   Las Leyes Generales De Conexión

    (Relación) Lógica Formal

    12   Los juicios y su clasificación

    13   Los juicios y su clasificación: Continuación

    14   La lógica según Aristóteles;

    los métodos de investigación

    15   Resultados

    16   Las leyes de conclusión y el término inmediato

    17   Las leyes básicas del pensamiento lógico

    18   Leyes reales y normas del pensamiento

    19   El problema de la valides de las leyes lógicas para el mundo dado

    20   La teoría empírica

    21   Meditaciones Sobre La Ciencia Y La Cultura

    PREFACIO

    APTITUD PARA EL CONOCIMIENTO.

    Dr. Adalberto García de Mendoza.

    Alguna vez nos hemos de proponer descubrir la naturaleza del conocimiento para señalarnos una nueva manera de pensar y aún de vivir. No cabe duda que todo verdadero conocimiento siempre nace al amparo de una actitud espiritual. Alguien ha dicho, con justa razón que la verdad solo se revela a los ojos del amante. Es decir que se requiere la nobleza de la simpatía el poder de la voluntad para descubrir lo que hay de oculto en la naturaleza, en el universo y en el hombre.

    Según esto todo conocimiento lleva siempre una finalidad, un propósito un anhelo. ¿Cuáles son estos propósitos por los cuales el hombre descubre la verdad y ahonda el conocimiento?. Graves pensadores han intentado esta revelación y nosotros expondremos algunas de ellas.

    Si el conocimiento trata de llegar a la comprensión del devenir de la naturaleza, descubrir sus propias leyes; entonces se tiene un propósito perfectamente claro: dominar al Universo. Por eso la Física descubre la naturaleza del átomo, trata de desintegrarlo y liberar su enorme energía. Por eso la Biología tiene como propósito investigar los procesos de la materia viviente y descubrir los mejores medios para encauzarla y animarla, cuando ella es benéfica. Por eso la Psicología descubre la naturaleza de los procesos del alma y trata de llegar al dominio para provecho de la Educación o de la técnica.

    Pero si el conocimiento va a la Esfera de los valores espirituales, entonces tiene como fín la integración de la personalidad. Señala un propósito de altura al tratar de realizar en toda su plenitud, al ser humano. Es el saber culto, es el conocimiento que realizando todas las fuerzas espirituales llega a convertirse en un Microcosmos y una verdadera humanización.

    Por último si el conocimiento se preocupa de encontrar el más allá después de la muerte; si responde al ansia que le hombre tiene de descubrir la trascendencia, de situarse en el mundo con una finalidad más alta que la transitoria, entonces está en el campo del saber de salvación que lleva la naturaleza de lo eterno en esa ansia que corresponde a lo más íntimo de su propio espíritu

    –––––––––––––––––––––

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    INTRODUCCIÓN

    1

    Trabajo de teoría de conocimiento

    El objeto de la teoría de conocimiento es el conocer. Lo que quiere decir esta palabra lo sabe cualquiera; si se desea un punto de prefinición exacto se podría decir: conocer algo quiere decir tener pensamientos que coinciden con este algo y de los cuales se pensó coincidiendo con el objeto de la mente.

    La palabra conocimiento se puede emplear, cuando hay primero pensamientos y en segundo objetos a las que se refieren estas imaginaciones; pero no basta la coincidencia entre el pensamiento y algo fuera de ella son haber pensado sobre esta coincidencia sin la coincidencia misma, para poder establecer el conocimiento. Si yo me imagino en la fantasía una casa, la que de casualidad coincide con una casa existente, desconocida para mí, no se puede decir que conozca yo esta casa; pero tampoco supongo yo que mi imaginación coincide con una casa ya existente, si no existe está en realidad; más bien deben coincidir estos dos hechos para que se pueda hablar de un reconocimiento de la casa: la existencia en realidad y la idea de la existencia. En este sentido se usa la palabra, según yo creo, tanto en la vida como en la ciencia, y no encuentro motivo alguno para cambiar la palabra por alguna otra.

    Podía empezar por preguntarse qué habría de indagarse científicamente sobre este conocimiento de la coincidencia entre pensamiento y objeto, al que se refiere el conocimiento y creo nada más poderme convencer suponiendo que compare el pensamiento con el objeto, o que la tome directamente del objeto mismo.

    Y según esto tendría que conformarse la teoría del conocimiento proviene de comparar nuestros pensamientos con los objetos, así es que diciéndolo en una palabra proviene de experiencia. Sobre esta expresión empírica que le es usual al pensamiento natural podemos observar desde luego algunas cosas.

    Sin duda el pensamiento sobre el cual nos basamos es exacto si nos ponemos a pensar lo que queremos decir en realidad con la palabra conocimiento; no podemos imaginarnos como podría ser posible reconocer algún objeto sin haber tenido antes alguna experiencia que se refiera a este objeto mismo.

    Sino examinamos la idea abstracta del conocimiento, sino lo que en realidad quiere decir en la vida y en la ciencia, encontraremos con asombro que esta contiene en todos los temas, mucho más de lo que creíamos que nos pudiera dar de experiencia presente.

    Para cualquier cosa que reconozcamos como resultado de la experiencia neta nos da en todos los temas, mucho más el pensamiento, y esto es de tanta importancia que sin el mismo perdería la ciencia por completo su carácter.

    En la aritmética y en la geometría es donde más fácil se puede probar esta teoría, la exactitud absoluta que requieren estos problemas sería, la exactitud absoluta que requieren estos problemas sería, la exactitud absoluta que requieren estos problemas se puede verificar tan poco por nuestros métodos de medida aproximados como el resultado necesario que deducimos de los mismos, los que han sido sacados de experiencias realmente tenidas.

    Pero la frase puesta, guarda su valor también para la ciencia de la naturaleza. No únicamente por tratar la geología de hechos que han sucedido cuando no había aún un ojo humano para darse cuenta de ellos; no únicamente porque la teoría sintética de los gases, atribuye a los átomos y las moléculas medidas y velocidades que no solo sustraen a la observación, sino hasta la imaginación; también en la más sencilla teoría empírica, en la sencilla constancia de un hecho aislado, hay mucho que parece sobrepasarse a la experiencia.

    Vemos que dos apariciones se suceden siempre una a la otra; quiere decir que sacamos una deducción del suceso de la únicamente visible, la que a pesar de todo debemos reconocer como no perceptible ni imaginable a los sentidos. Pero seguiremos adelante.

    La ciencia de la naturaleza no se ocupa de las cosas ultraterrestres ¿pero puedo acaso percibirme alguna vez de alguna cosa que esta fuera de mi alcance? Desde luego la fisiología de los órganos de los sentidos da una contestación negativa. Prueba que por doquier y siempre median procesos sumamente complicados entre la aparición de las cosas supuestas y de la impresión que de ellas se obtienen, de tal manera que aquello que percibimos nunca es la cosa misma, sino algo muy distinto lo que podemos interpretar en dado caso como un efecto lejano de un hecho fuera de nuestro alcance, cuyo contenido apreciamos en mayor o menor parte por las cualidades de la cosa misma.

    Ni aun sirve de nada el basarse sobre teorías psicológicas o físicas de las cuales podría uno garantizar la coincidencia entre la imaginación y el objeto. porque en lugar se reconocería, basándose sobre esto, que las conclusiones psicológicas y físicas; en segundo lugar, contendría esto desde luego un círculo vicioso puesto que la prueba para el valor del conocimiento en la percepción de los sentidos fue sacada de la ciencia, la cual se funda en toda su extensión precisamente en las suposiciones del valor del conocimiento.

    Por o tanto, se saca la conclusión, que no es nueva para la filosofía, pero que ha sido completamente confirmada por la psicología, que nunca son las cosas mismas, sino siempre las impresiones, las que nos dan el conocimiento. Únicamente en opiniones sobre impresiones y estados de ánimo personales (veo colorado, siento calor, etc.), lo mismo que sobre las revelaciones entre sí (el rojo es más parecido al amarillo que al verde, la impresión de un calor excesivo es parecido al del un frío excesivo) puede uno sacar la conclusión de la certeza de la opinión con la comparación del pensamiento y el hecho. Pero en todas las opiniones sobre cosas ultraterrestres (aún la misma opinión de que hay un mundo exterior) parece ser esta comparación desde luego imposible.

    De este punto de vista se deducen desde luego dos preguntas, las que puede uno llamar: la pregunta sobre los hechos y la pregunta sobre el derecho, contenidos en la teoría del conocimiento. La primera es esta: si según lo antes dicho, las conclusiones no han sido transformadas en mayor extensión ¿según que leyes se llevó a cabo esa transformación? ¿Qué es lo que se necesita explicar de ellas, y como se puede dar una explicación sobe las mismas? La segunda en cambio sería esta: si todo aquello que llamamos conocimiento no es más que el resultado de una comparación entre nuestros pensamientos y sus objetos, sino más bien el resultado de una transformación de los datos de experiencia que se deducen de leyes del pensamiento, ¿cómo tenemos derecho de darle veracidad a este reconocimiento, es decir, de considerarlo como hecho real?

    Estas dos preguntas parecen por de pronto no tener

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