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Enciclopedia Musical
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La msica es una de las ramas de las bellas artes que tiene su base en el campo artstico. Tiene que ver directamente con la esttica, es decir, la estimacin de la belleza que existe en el ritmo, la meloda, la polifona la armona y todos los elementos esenciales de la msica.
Por desgracia se ha olvidado en la vida contempornea la esencia de la msica que es para la creacin de la personalidad y la belleza de la cultura en la historia de la humanidad.

Dr. Adalberto Garca de Mendoza
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento2 ene 2015
ISBN9781463396497
Enciclopedia Musical
Autor

Dr. Adalberto García de Mendoza

EL DR. ADALBERTO GARCIA DE MENDOZA (1900-1963). Después de haber estudiado 7 años en universidades alemanas, música y filosofía, regresa a México en 1927, iniciando cursos en la Preparatoria y la Universidad Nacional Autónoma de México donde introdujo por primera vez en México la filosofía alemana siendo el primero en enseñar el neokantismo de Baden y Marburgo, la fenomenología de Husserl y el existencialismo de Heidegger de ahí que se le reconoce como el “Padre del Neokantismo Mexicano.” En 1954 recibió el primer premio internacional de filosofía Oriental convocado por las Universidades Japonesas cuyo galardón lo recibió en Japón por su alteza Imperial el Principe Takamatsu, hermano del Emperador de Japón. De 1938 a 1943 fue director del Conservatorio Nacional de Música de México. En 1962 recibió un diploma otorgado por la UNAM al cumplir 35 años como catedrático. Escribió aproximadamente setenta y cinco obras de filosofia, música, matemáticas, arte, y socialismo.

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    Enciclopedia Musical - Dr. Adalberto García de Mendoza

    Copyright © 2015 por Dr. Adalberto García de Mendoza.

    Editora: Elsa Taylor.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:            2014921276

    ISBN:                      Tapa Dura                                                         978-1-4633-9647-3

                                    Tapa Blanda                                                      978-1-4633-9648-0

                                     Libro Electrónico                                            978-1-4633-9649-7

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

    El texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960™ es una marca registrada de la American Bible Society, y puede ser usada solamente bajo licencia.

    Fecha de revisión: 26/12/2014

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Gratis desde EE. UU. al 877.407.5847

    Gratis desde México al 01.800.288.2243

    Gratis desde España al 900.866.949

    Desde otro país al +1.812.671.9757

    Fax: 01.812.355.1576

    671114

    ÍNDICE

    LIBRO PRIMERO

    CAPITULO I

    LUGAR DEL SENTIMIENTO ARTÍSTICO DENTRO DE LA CULTURA

    CAPÍTULO II

    EL VALOR DE LA MÚSICA

    CAPÍTULO III

    NATURALEZA DE LA MÚSICA. ASPECTOS EXPRESIVOS DE LA MÚSICA

    CAPITULO IV

    LUGAR DE LA MÚSICA EN EL CAMPO DE LAS BELLAS ARTES

    CAPÍTULO V

    LA MÚSICA COMO CIENCIA Y COMO ARTE

    LIBRO SEGUNDO

    PRÓLOGO A LA SECCIÓN DE TEORÍA

    CAPÍTULO VI

    EL SONIDO Y EL SILENCIO

    CAPÍTULO VII

    ENTONACIÓN

    CAPÍTULO VIII

    DURACIÓN Y MOVIMIENTO

    CAPÍTULO IX

    INTENSIDAD

    CAPÍTULO X

    RELACIONES DE ENTONACIÓN

    CAPÍTULO XI

    TIMBRE

    LIBRO TERCERO

    CAPÍTULO XII

    EL RITMO

    CAPÍTULO XIII

    MODALIDAD

    CAPÍTULO XIV

    TONALIDAD

    CAPÍTULO XV

    TONALIDAD ASPECTO ESTÉTICO

    LIBRO CUARTO

    CAPÍTULO XVII

    LA FENOMENOLOGÍA EN LA MÚSICA

    CAPÍTULO XVIII

    LA MELODÍA

    CAPÍTULO XIX

    LA MONODIA

    CAPÍTULO XX

    LA MONODIA EN EL CANTO GREGORIANO

    LIBRO QUINTO

    CAPÍTULO XXIII

    PERÍODO HISTÓRICO DE LA MÚSICA DESDE LA ÉPOCA ANTIGUA HASTA FINES DE LA EDAD MEDIA

    CAPÍTULO XXIV

    LA MÚSICA EN EL ORIENTE

    CAPITULO XXV

    LA MUSICA JAPONESA

    CAPÍTULO XXVI

    MÚSICA EN LA INDIA

    CAPÍTULO XXVII

    MÚSICA EN EL EGIPTO

    CAPÍTULO XXVIII

    LA MÚSICA EN MESOPOTAMIA

    CAPÍTULO XXIX

    LA MÚSICA EN ARABIA

    CAPÍTULO XXX

    MÚSICA EN JUDEA

    CAPÍTULO XXXI

    MÚSICA EN BIZANCIO

    CAPÍTULO XXXII

    MÚSICA EN EL OCCIDENTE

    CAPÍTULO XXXIII

    MÚSICA ROMANA

    CAPÍTULO XXXIV

    MÚSICA EN LA AMÉRICA PRECOLOMBIANA

    CAPÍTULO XXXV

    PARTE FORMAL O ESTRUCTURAL

    CAPÍTULO XXXVI

    LA MUSICA HOMOFONA Y EL CANTO RELIGIOSO DE LA EDAD MEDIA.

    CAPITULO XXXVII

    LA POLIFONIA Y LA ARMONIA

    CAPÍTULO XXXVIII

    EL MOTETE

    CAPÍTULO XXXIX

    INSTRUMENTOS MUSICALES

    BIOGRAFÍA DEL DR. ADALBERTO GARCÍA DE MENDOZA

    ENCICLOPEDIA MUSICAL

    Por el Doctor en Filosofía

    ADALBERTO GARCÍA DE MENDOZA

    Ex-Director del Conservatorio Nacional de Música

    de México y Jefe de Clases de Cultura Musical

    en la Escuela Nacional Preparatoria

    Universidad Nacional Autónoma de México

    1947

    Libro Primero

    I

    PARTE ESTETICA

    Cap. I. LUGAR DEL SENTIMIENTO ARTÍSTICO DENTRO DE LA CULTURA.

    a. La Cultura como Historia.

    b. La Cultura como integración de la personalidad.

    c. L a música en el campo del saber culto.

    d. La música como forjadora de la cultura en la historia.

    Cap. II. IDEAS SOBRE EL VALOR DE LA MÚSICA.

    a. La antigüedad clásica y la Música.

    Ideas de Confucio.

    Ideas de Platón y Aristóteles.

    b. La cultura medioeval y el arte de la Música.

    Ideas de Clemente de Alejandría.

    Ideas de Agustín de Hipona.

    c. El Renacimiento y la Música.

    Ideas de Erasmo de Rotterdam.

    Ideas de Leonardo da Vinci.

    d. La edad moderna y la Música.

    Ideas de Schopenhauer.

    Ideas de Dilthey.

    Ideas de Spengler.

    LA MÚSICA COMO BASE DE LA EDUCACIÓN

    Cap. III. NATURALEZA DE LA MÚSICA. ASPECTO EXPRESIVO DE LA MÚSICA.

    Sentido Estético de la Música.

    a. ¿Qué es la música?

    b. Teorías sobre la naturaleza última de la Música.

    c. ¿Qué expresa la música?

    d. Otros aspectos de la expresión en la Música. Tesis de Schering.

    e. Ideas de Strawinsky sobre el contenido expresivo de la Música.

    Cap. IV. LUGAR DE LA MÚSICA EN EL CAMPO DE LAS BELLA ARTES. DIVERSAS TEORÍAS SOBRE LA CLASIFICACIÓN DE LAS BELLAS ARTES.

    Teoría de Lessing. Artes del Espacio y del Tiempo.

    Teoría de Kant. Artes de Palabra, figurativa y de juego.

    Teoría de Hegel. Artes Simbólicas, Clásicas y Románticas.

    Teoría de Vischer. Artes objetivas y subjetivas.

    Teoría de Volkelt. Su orientación estética y de contenido sentimental.

    Teoría de Dessoir. Artes del espacio y del tiempo. Imitativas y no Imitativas.

    Teoría de Lipps. Artes abstractas y concretas.

    Teoría de Von Wise. Artes clasificadas por su finalidad.

    Teoría de Schmarsow. Arte de intuición espacial y temporal.

    Teoría de Wulff. Consideración Estética sobre clasificación.

    Teoría de Adler. Artes según la estimación de sus dimensiones.

    Teoría de Jordán de Urríes. Artes de diseño y de Musas. Nuestra teoría.

    Cap. V. LA MÚSICA COMO CIENCIA Y COMO ARTE SOBRE LAS LEYES FUNDAMENTALES DEL RITMO, LA MELODÍA, LA POLIFONÍA Y LA ARMONÍA.

    a. La Música en el campo de las ciencias.

    b. La Música como arte.

    c. La Música y sus bases artísticas.

    I

    PARTE ESTÉTICA

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    Porque en esto consiste ir directamente en objetos de amor; comenzar con las bellezas del mundo y sirviéndose de ellas, como de peldaños, ir ascendiendo, con aquella Beldad como meta. De un cuerpo bello a otro y desde estos a todos, de aquí a las bellas hazañas y desde éstas a las bellas enseñanzas, para que, de esta forma se termine en aquella sublime enseñanza, que no es otra cosa alguna, sino en donde se conoce lo que es en sí mismo y lo Bello en esencia.

    Del Symposion - Platón

    CAPITULO I

    LUGAR DEL SENTIMIENTO ARTÍSTICO DENTRO DE LA CULTURA

    Tepotzotlán, no presenta el aspecto luminoso de los castillos o de las catedrales, es humlde como todo lo grandioso, es recogido como todo valor, es silencioso como la verdad misma.

    Así son algunas almas que se refugian en cuerpos frágiles y desmembrados. Nada señala en el exterior su plenitud. Ni una sola nota vibra en las afueras, no obstante que el interior todo es sinfonía. Los brillantes colores y las pulidas formas de lienzos magníficos sólo iluminan gloriosamente los aposentos y hasta los más pequeños rincones del alma llena de plenitud.

    García de Mendoza Museo Nacional del Virreinato

    A) ASPECTOS DE LA CULTURA

    La Cultura como Historia.

    Se puede señalar a la cultura como el producto de la labor espiritual de los pueblos, de las épocas y de la historia en que florecen las ciencias, las artes y la filosofía. Es así como Burckhardt, Frobenius y Spengler nos relatan el nacimiento, el desarrollo y la decadencia de estos seres orgánicos que llevan el sello de infinitud a través de los tiempos.

    B) La Cultura como integración de la Personalidad

    Pero aquí nos hemos de referir a la cultura que sirve para integrar la personalidad humana. Esta manera de ser, lleva en su actitud, el sentido más profundo del hombre. En este aspecto, ser culto equivale, como Scheler lo indica, a realizar un microcosmos y a fructificar en una humanización creadora.

    ¿Qué es lo distintivo de un hombre culto?,

    En primer término, es el ser que se ha convertido en un microcosmos. Es decir, en él se siente y se palpa el Universo, es el momento crucial de todo lo que existe, el pináculo de las esencias que sabe reproducir, como Aristóteles lo dijera, el todo en el alma.

    Es así como Goethe y Platón tienen acuñadas sus monedas espirituales, y a través de estas mentes privilegiadas, el mundo se ha tornado una tragedia o una canción. En esta misma forma Bach y Beethoven presentan el espectáculo de la serenidad profunda y de la pasión humana desbordante. Miguel Ángel es el torbellino de la realidad corpórea, Dante es el espejo de los esoterismos encarnados en la Edad Media y Rilke es el sentimiento de la muerte en angustias de liberación.

    Goethe es un microcosmos. Todo en él es tragedia: el Fausto con la decepción de la apariencia y el anhelo de la esencia; el Werther con la decepción de la vida y el reflejo del amor. Y aun cuando hay momentos de tranquilidad y de contemplación apolíneas, sin embargo, en el fondo, siempre existe una profunda preocupación que conduce al drama de una época que ha perdido el sentido.

    Platón en cambio, es un microcosmos de serenidad. Sus diálogos son poemas de exquisita ternura. Es el amor uránico con el fulgor de un alma compenetrada del mundo de los eidos. Es la plenitud de la dicha espiritual que no acepta la sombra y la apariencia del mundo, sino que lanza su recuerdo a la región de las eternidades. Cuando se lee, se perciben momentos de profunda serenidad, mientras que en el caso de Goethe, sus instantes llevan profundidad y angustia. ¡Qué hondas palabras y qué espíritus tan diversos se encuentran en ellos! Uno es la reflexión de una vida tormentosa y caída en la decepción, el otro es la exaltación de una existencia que lleva el poder del espíritu para el deleite de lo esencial.

    En Bach, el microcosmos se ha realizado con serenidad, y a la vez con profundidad. La frase musical llena y pletórica de Prana y el desarrollo contrapuntístico y armónico, tienen el sello de la perfección que sólo en momentos de equilibrio se consigue. En cambio Beethoven, es otro microcosmos que sugiere el arrebato de la emoción y la concentración de las virtudes humanas. Es la sinceridad bruñida en acordes, timbres y melodías, el primero. Es la voluntad esculpida en ritmos y formas, el segundo.

    Mientras Bach equilibra en contrapunto, o reunión de varias voces, y perfuma el conjunto con la más bella armonía para lograr momentos de perfección y nobleza de serenidad, Beethoven es sólo armonía, es decir, una voz cantante que tiene ambiente, se recrea en las luminosidades de la floresta, en el espejismo del estanque, en el delirio de la piedad. Si Bach siempre nos lleva a la región del éxtasis, de las formas perfectas que reproducen la naturaleza última y más profunda del espíritu; en cambio Beethoven es verídico como hombre. Sus intentos los dice y llega a rectificarlos en nuestra presencia. Es así, como al final de la Novena Sinfonía, después de tres ensayos en que quiere expresar la gozosa alegría que le inspira el verso de Schiller, lo llega a lograr al fin con el desbordamiento de una melodía tan bella como la aurora empapada del sentimiento de amor que le inspira la naturaleza.

    Ciertamente que Bach tuvo titubeos y sus obras musicales son producto de muchas dubitaciones y es por eso que Ana Magdalena Bach nos dice con deliciosa ingenuidad: Él escuchaba y si deducía que no estaba bien hecho, se contrariaba. Especialmente en sus últimos años empleó mucho tiempo en pulir y repulir las obras que más apreciaba. La verdadera música no podemos más que presentirla, solía decir cuando componía.

    En esta forma los nombres de Shakespeare, Dostoiewsky, Rodin, Van Goth, Unamuno, Einstein, Proust, siempre nos llevarán a la región de los microcosmos, que son el pináculo de lo asimilado y fertilizado en la conciencia humana.

    Aspirar a la cultura, nos dice Scheller, significa buscar, con clamoroso fervor, una efectiva intervención y participación en todo cuanto, en la naturaleza y en la historia, es esencial al mundo, y no mera existencia y modalidad contingentes. Significa –como dice el Fausto de Goethe– querer ser un microcosmos.

    Este proceso, mediante el cual el mundo grande, el macrocosmos, se concentra en un foco espiritual de carácter individual y personal, el microcosmos, este convertirse, el mundo, en una persona humana por el amor y el conocimiento, no son sino dos expresiones para designar dos aspectos distintos en la consideración del mismo hondo proceso plástico que se llama cultura. El mundo se ha perfeccionado, realiter, en el hombre; el hombre debe perfeccionarse, idealiter, en el mundo. Fuente y resorte de este proceso en el hombre es el amor platónico al mundo, en el verdadero sentido: anhelo, nunca satisfecho, de íntima unión y simpatía con las esencias cósmicas de toda especie, el cual dio de una vez para siempre, su nombre a la Filosofía o amor a las esencias.

    A este primer peldaño de la cultura débese agregar el de la humanización. Es decir, hacerse hombre en el sentido más amplio del término.

    El hombre tiene dos vías de realización, la biológica y natural de carácter contingente, y la espiritual de tendencia a lo permanente e incambiable. Es, en esta segunda vía, donde encuentra el saber culto. La naturaleza de mayor nobleza existe en el mundo. Ser hombre, es saber realizar todas las fuerzas espirituales con la más penetrante intuición y voluntad. En este sentido, la cultura significa un buscar, un hallar y un lograr el intento que descubre lo más íntimo y puro que existe en la conciencia humana. Todos los grandes hombres como Kempis, Rafael de Sanzio, Cervantes, han sabido de ese encuentro y hallazgo y por eso, sus obras permanecen con la admiración de todas las generaciones ya que llevan la naturaleza básica de la conciencia humana. El ewigen, como diríase en alemán.

    Ahora bien, este doble proceso de llegar a ser un microcosmos y un hombre, es el pináculo de la cultura. Es por ello que podemos distinguir, con Scheler, tres clases de saberes: el de dominio que trata de adueñarse de la naturaleza por medio de la ciencia o de la actividad pragmática; el culto que intenta realizar el ser a que nos hemos referido por el camino de la filosofía; y el de salvación que, en espíritus religiosos, es lo más profundo por su trascendencia.

    Sólo en épocas de florecimiento, los dos saberes últimos tienen una realización exacta y se practican con prudencia y tino. También, sólo es épocas aciagas, de poca significación para la Historia, el saber de dominio tiene preferencia sobre cualquier otro saber.

    C) LA MUSICA EN EL CAMPO DEL SABER CULTO O CREADORA DE LA PERSONALIDAD

    El problema que se nos presenta ahora es el de investigar cómo el arte musical puede conducirnos por el sendero del saber culto. Bien es cierto que alguno se imagina que la música corresponde al campo del saber de dominio. Tal como se pretende con procedimientos terapéuticos la curación de determinadas enfermedades. Pero bien sabemos que esto es una profanación para el arte, como otras muchas de nuestro tiempo.

    La música noble y de carácter superior, ciertamente eleve los sentimientos, forja una voluntad de belleza y bondad, emociona con el placer del desinterés por lo mundano y es la manifestación de un entusiasmo espiritual. Por ello sólo puede pertenecer al saber de cultura, a esa sabiduría que llega a la integración de la personalidad por los derroteros a que nos hemos referido. Constituye en el ser que la sabe apreciar un microcosmos, ya que entraña todos los sentimientos de que el hombre es capaz, nos hace estar en contacto con la naturaleza y aún con el universo y resume el palpitar de todas las noblezas del alma. Pero al mismo tiempo, nos hace mejores, sentimos en nosotros, no sólo la admiración por el mundo o un espíritu contemplados, sino la vivencia más interna de nuestro propio ser. Es, en una palabra, la vida misma, esa realidad que San Agustín describe cuando nos dice: In interiore homini habitah veritas". Suprema realización de lo que es el todo en el alma y cumbre de una vida perfectamente realizada en los valores supremos del espíritu.

    Podría imaginarse que la música también puede caber dentro del campo del saber de salvación. Y ciertamente, el Canto Gregoriano, de inspiración magnífica, nos eleva a regiones de esta naturaleza, deidificando al espíritu al darnos propia y más prístina naturaleza.

    El arte es la expresión más justa de ese sentimiento que trasciende la propia vida. Se descubre con facilidad la imaginación beatífica en la línea y el colorido de un cuadro pictórico de Fray Angélico; en la frase llena de fluidez de Agustín de Hipona o de Teresa de Jesús; en la figura dolorosa de los Cristos esculpidos por Francisco Salcillo, y es porque todas estas manifestaciones, no sólo llevan el poder de la belleza, sino que también encarnan la realidad de ese sentimiento profundo de la vida armónica que sólo se descubre en los instantes en que se medita sobre la realidad de un modo no cambiable y se llega a la intuición de lo que trasciende la existencia humana.

    D) LA MÚSICA COMO FORJADORA DE LA CULTURA EN LA HISTORIA

    Así mismo, la pregunta siguiente lleva un pensamiento relacionado con el primer aspecto de cultura en el campo de la historia: ¿Cómo la música elabora el proceso de cultura que cada pueblo tiene y que en cada momento de la historia se presenta? He aquí un nuevo problema que hay que descubrir a través de la Historia, de la Antropología Filosófica y de los problemas referidos a la Concepción de la vida.

    Ya algunos filósofos afirman, con justa razón, que los cambios fundamentales de la historia se operan en las formas del pensamiento y de la intuición, en las del ethos, al preferir un valor a otro; en el sentimiento del estilo y de la voluntad artísticos; en la concepción organológica del mundo, que se presenta especialmente en la Edad Media del Occidente, frente a la concepción mecánica que llegó a dominar después; en el cambio que hace que las agrupaciones humanas, basadas en vínculos de sangre, lleguen a la sociedad política y al Estado, y se pase de la comunidad vital a la social, y de las formas técnicas, predominantemente mágicas, a las técnicas predominantemente positivas; y por tanto, la historia depende de ciertos poderes profundos que sólo existen en la naturaleza íntima y más profunda del hombre.

    Así la música, como pensamiento y emoción supremos, ha sido también la forjadora de la cultura, señala la nobleza ciudadana en Grecia, el arrojo y valentía en Asiria y en Roma; la penetración religiosa de la Edad Media; el despertar a lo mundano en el Renacimiento, la contradicción de un movimiento apasionado en el momento actual.

    Para descubrir esta aportación, no hay necesidad de llegar a los pensamientos de los propios músicos, sino al de los hombres de basta cultura y de penetración intuitiva. Los pensamientos de estos seres representativos nos harán descubrir lo que la música ha representado en la vida de sus pueblos y de sus épocas.

    RESUMEN DEL CAPITULO I

    La cultura puede ser considerada en dos aspectos diferentes:

    Como una época de la historia, tal es la naturaleza de la investigación spengleriana; y como la integración de la personalidad según la tesis del filósofo Max Scheler. La opinión de Frobenius sobre el paideuma o espíritu de la cultura se acerca más a la primera dirección.

    La música forma parte de la historia y de las culturas universales, pero también es un factor definitivo para la integración de la personalidad y tiene aspectos diferentes de realización en cada una de las épocas y de las edades del hombre.

    Para realizar la integración de la personalidad es indispensable conseguir un proceso ascendente en el campo del saber culto. En este proceso se encuentra la conversión del hombre en un microcosmos, es decir, en un lugar crucial en que el universo se realiza plenamente en el espíritu humano; y en segundo término la completa realización de lo que constituye la naturaleza humana. En esta forma Platón, Aristóteles, Agustín, Descartes, Spinoza, etc, son protatipos de microcosmos y de humanizaciones realizadas.

    La música forma parte de este proceso, que no sólo realiza cultura, sino que sirve para que el hombre llegue a integrarse como una personalidad moral.

    TEMAS REFERENTES AL CAPÍTULO I

    La formulación de estos temas tiene por objeto el que el estudiante escoja el que más le guste o le interese, proporcionándole el maestro la orientación debida y la bibliografía más de acuerdo con la edad, los conocimientos y las tendencias del alumno. Si estos temas que se insertan a continuación no satisfacen al medio escolar en que se trabaja, es conveniente que el maestro formule los apropiados.

    1. Concepto de la cultura como elaboración de los pueblos en la Historia.

    2. Comentarios sobre el capítulo consagrado a la música y las artes plásticas de la obra La Decadencia de Occidente por Oswald Spengler y especialmente la introducción de la obra que trata de la naturaleza de la cultura, su desarrollo, decadencia y muerte.

    3. La cultura como integración de la personalidad. Las opiniones de Scheler en su obra El Saber y la Cultura, y de Keyserling en sus diferentes tratados.

    4. El sentimiento artístico en el campo de la cultura. Ideas de Schopenhauer en su obra El mundo como Voluntad y como Representación.

    5. La cultura como desarrollo del paideuma de la edad del hombre y de la época histórica. Estudio de la obra de Frobenius intitulada La cultura como ser viviente.

    6. La música como factor determinante de la cultura.

    7. La música en el campo de la educación.

    BIBLIOGRAFÍA

    Scheler, Saber y Cultura (Traducción del alemán).

    Frobenius, La Cultura como ser viviente.

    Spengler, La Decadencia de Ooccidente.

    Aristóteles, Tratado del Alma.

    Política.

    Burckhardt, Reflexiones sobre la Historia Universal, (traducción del alemán).

    Goethe, Fausto, (traducción del alemán).

    Gatz, Estética Musical, (en alemán).

    Bermejo, Prolegómenos a la Música.

    Herrera y Ogazón, Puntos de Vista.

    Winckelmann, Estética, (traducción del alemán).

    García de Mendoza, Estética Dialéctica.

    García de Mendoza, Estética Musical.

    García de Mendoza, La Música como forjadora de la Cultura.

    Spita, Bach, (en italiano).

    Chantovoine, Beethoven, (traducción del francés).

    Ana Magdalena Bach, La Pequeña Crónica, (traducción del alemán).

    EJECUCIÓN DE OBRAS

    1. Es de recomendarse la ejecución de música de diferentes culturas, señalando sus caracteres generales y específicos.

    2. Para conocer el espíritu de la música a través de la historia, recomendamos la ejecución de las siguientes obras.

    ANTIGÜEDAD

    Oriente. Obras varias de China, Japón, Java, India, etc., especialmente recomiendo la canción japonesa Ochidore y El Coro de los Derviches de Túnez.

    Grecia. Skolion de Seikilos

    El Himno a Apolo.

    El Himno al Sol de Mesomedes.

    Judea. Kol Nidrei, Eili Eili.

    EDAD MEDIA

    Misa Ambrosina.

    Misa Gregoriana.

    Cantos Litúrgicos.

    Cantos de Trovadores, Troveros, Minnesinger y Maistersinger.

    RENACIMIENTO

    De la Escuela Neerlandesa del siglo XV.

    Dufay, Kyrie de la Misa.

    Josquin Des Prés. Canciones.

    De la Escuela Italiana del siglo XVI.

    Palestrina, Adoramus Te de la Misa del Papa Marcelo.

    Arcadelt, Yl bianco cigno, Ave María.

    Monteverdi, "Madrigales.

    EDAD MODERNA

    De la Escuela Alemana Protestante.

    Lutero, Von Himmel Hoch (del Renacimiento).

    Bach, Cantatas.

    Haendel, El Mesías, Oratorio.

    Del Centro Europeo en el Siglo XVIII.

    Haydn, Sinfonías.

    Cuartetos

    Mozart, Sinfonías.

    La Flauta Encantada (Opera).

    Del Siglo XIX. Como transición.

    Beethoven, Sinfonías.

    Cuartetos.

    Sonatas.

    Del Siglo XIX en Estilo Romántico.

    Schubert, Sinfonía Incompleta.

    Canciones.

    Schumann, Sinfonías.

    Obras para Piano.

    Chopin, Obras para Piano.

    De la Escuela Rusa. Moderna.

    Moussorsky, Boris Godunof.

    Tchaikovsky, Concierto en Si bemol para Piano.

    Sinfonía Patética.

    Strawinsky, El Pájaro de Fuego.

    Las Bodas.

    De la Escuela Francesa Moderna.

    Franck, Coral y Fuga para Organo.

    Sinfonía en Re

    Debussy, Nocturnos (para Orquesta).

    Cuartetos en Sol menor.

    CAPÍTULO II

    EL VALOR DE LA MÚSICA

    Di me non pianger tu: ch’ e’ miei di fersi

    morendo, eterni; e nell’ eterno lume. Quando mestrai di chiuder gli occhi apersi.

    Petrarca.

    Por mí no llores, ya que mis días se hicieron con el morir, eternos; y cuando cerré mi vista para el mundo, abrí los ojos del alma en la eterna luz al contemplar a Dios.

    (Traducción libre)

    CAPÍTULO II

    IDEAS SOBRE EL VALOR DE LA MÚSICA

    ¿Qué ha pensado el oriental, el griego, el hombre del Medioevo, el del Renacimiento, el moderno y el contemporáneo de la música como factor esencial de la creación de la cultura?

    Búsqueda que descubre mundos nuevos no explorados hasta la fecha, nos presenta las variantes más íntimas de lo que ha sido la música en el campo de la cultura.

    Sendero que debe recorrerse en pensamientos de genios que no son musicales exclusivamente, sino que han abordado los problemas profundos de la cultura y no olvidan ni desconocen el enorme interés de la música. De esta manera nos encontraremos con los pensamientos de Confucio en Oriente; Platón y Aristóteles en Grecia; Agustín y Clemente de Alejandría en la Edad Media; Leibniz en la época moderna y Schopenhauer en la contemporánea.

    A. LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA Y LA MÚSICA

    IDEAS DE CONFUCIO

    Este notable filósofo chino siempre se deleitó con la audición de la música y se consignan las siguientes sentencias que guardan todavía plenitud de contenido:

    Hijos míos –decía una vez a sus discípulos– ¿Por qué no aprendéis las canciones? Las canciones sirven para estímulo; despiertan el sentimiento de la comunidad y el rencor contra la opresión y la injusticia; incitan los sentimientos de amor hacia los semejantes y del deber para con los soberanos. Además, nos enseñan a conocer todo el mundo de los pájaros y de los animales, de las hierbas y de los árboles.

    Lin Yü 17-9

    Juntamente con la música de la canción, él recomienda la instrumental:

    Verdaderamente, éste que toca lo hace con todo el corazón.

    Y así mismo se refiere a la magnificencia que guarda la música solemne:

    La conducta armónica supone, un espíritu armónico. Esta armonía del espíritu sólo se estimula por el cultivo de la música.

    El filósofo durante muchos años se dedicó a cultivar este arte y, más tarde, a través de sus libros, le encontramos recomendándola para llegar a poseer ese espíritu de comunidad, que él tanto estimó.

    Antes de este notable filósofo, los más grandes pensadores de China apoyaban la práctica de la música como un medio para llegar a la virtud. Y es tal la importancia de este arte, que se recomendaba, no como una práctica de iniciativa privada, sino como un deber inherente a las actividades del Estado.

    El Emperador Yao nos dice:

    La música enseña a unir la rectitud con la dulzura, la cortesía con la gravedad, la bondad con el valor y a despreciar los placeres por nocivos. La poesía expresa el sentimiento del alma, la música modelo de canto y armonía, une el corazón al espíritu.

    En el memorial de Ritos Li Ki, leemos lo siguiente:

    La virtud, es el principio de la naturaleza humana, la música es la flor de la virtud.

    Aquel que se halla compenetrado con la música hasta el punto de regir por ella su corazón, renacerá a la justicia, a la rectitud, a la afección, a la sinceridad. Habiendo adquirido la justicia, la rectitud, la afección y la sinceridad, estará alegre; la alegría es la clama; la calma es la eternidad; la eternidad es el cielo; el cielo es la divinidad. Él está en el cielo, sin que hable se le cree. Es la divinidad: sin que se irrite, se le teme.

    Maravillosas sentencias se encuentran sobre la música en muchos libros antiguos, pero principalmente en las Memorias Históricas de Sema-Ts’ien: Sema-má Ts’ten chen Ki; en los Cuatro Libros Clásicos Sén Chou y en el Canto del Palacio Imperial o Wán Chéou k’iu ko yo. Sobre todo el capítulo sobre la música del Memorial de Rito, yo ki, es de singular profundidad.

    IDEAS DE PLATÓN Y ARISTÓTELES EN GRECIA

    Platón, forjador del Idealismo en la Filosofía e inspirador de los máximos pensadores cristianos, refiriéndose a la Música nos dice en su hermosísimo tratado El Estado o la República lo siguiente:

    Tenemos, pues, que si un hombre permite que cierta Música penetre dulcemente en su alma por el canal del oído y lleve a ella esas armonías dulces, indolentes y tiernas de que acabamos de hablar, y que si se pasa toda la vida cantando con voz melodiosa y deleitándose en la belleza de los aires musicales, no hace otra cosa que adormecer la energía de su valor natural, así como el fuego ablanda el hierro, y como éste perderá su dureza que antes le hiciera inútil e inflexible; pero si en lugar de detenerse, mantiene su alma bajo el encanto, entonces su valor no tardará en disolverse y en fundirse hasta que desaparezca por completo y su alma enervada no deje de él sino un guerrero sin vida después de haber relajado todos sus resortes.

    Estas ideas las refiere Platón a esa Música que sólo adormece y que lleva, en lugar de una sana emoción, una perversa indolencia. En cambio aconseja la audición de las melodías vigorosas que sirven para alentar al verdadero hombre de estado. Aconseja la ejecución de los modos dórico y frigio, y dice:

    "No conozco todas las clases de armonía, pero déjanos aquella que pudiera imitar convenientemente el tono y los acentos varoniles de un hombre de corazón que, lanzado a la refriega o cualquiera otra acción violenta, y que precipitado a la desgracia como cuando se ve obligado por la suerte a exponerse a las heridas o a correr a la muerte, soporta en toda circunstancia los golpes de la suerte con valor inquebrantable.

    Déjanos, dice Platón al músico, también aquella otra armonía que los representa en la práctica de sus labores pacíficas, voluntarias y dulces, dirigiéndose a Zeus por la plegaria persuadiendo al hombre con sus lecciones y sus consejos, o mostrándose sensible a los ruegos, a las lecciones y a los consejos de sus semejantes, y logrando alcanzar así, siempre, la realización de sus deseos, sin enorgullecerse jamás, moderado y prudente en su conducta y contento de cuanto pueda acontecerle. Déjanos estas dos clases de armonía, enérgica la una, tranquila y apacible la otra, y que imitarán perfectamente los acentos del alma del hombre santo y valeroso, tanto en la buena como en la mala fortuna.

    Aristóteles en su tratado de la Política hace referencia al papel de la música en la educación. A primera vista el hecho de colocar esta investigación en un tratado de organización social, no tiene la menor significación. Sin embargo, en Aristóteles debe descubrirse como un intento de llevar el papel de la música al campo de la comunidad.

    La Política de Aristóteles trata de la organización de los Estados, especialmente griegos; las formas de gobierno y sobre todo, la educación del hombre para llegar a ser un verdadero ciudadano. Es decir, formula las reglas que todos los hombres deben seguir para hacer de una comunidad una asociación feliz y apta para los fines más elevados. Todo organismo social debe basarse en el hombre, y de la atención que se dé a este problema, la comunidad responderá a los más altos fines que se propone.

    Al estudiar el proceso educacional a que debe sujetarse el joven ateniense, menciona Aristóteles a la música. Este es el elogio más grande que ha recibido este arte, ya que viene de uno de los filósofos más notables de todos los tiempos.

    El Estado es para Aristóteles, no solamente la reunión del hombre que paga tributo, sino de seres que tienen propósitos comunes, se interesan unos por el bien de los otros, y sobre todo, para llegar a su debida perfección, sólo tienen capacidad los que pueden auto gobernarse.

    Las palabras de Aristóteles nos van a decir las más bellas cosas:

    Hoy la educación se compone ordinariamente de cuatro partes distintas: las letras, la gramática, la música y el dibujo. En cuanto a la música se suscitan dudas acerca de su utilidad. Ordinariamente se la mira como cosa de mero entretenimiento, pero los antiguos hicieron de ella una parte necesaria de la educación, persuadidos de que la naturaleza misma, como he dicho muchas veces, exige de nosotros, no sólo un loable empleo de nuestra actividad, sino también el uso noble de nuestros momentos de ocio.

    En realidad, la música tiende a la virtud.

    "Pero la música, ¿no es más bien uno de los medios de llegar a la virtud? Así como la gimnástica influye en los cuerpos, ¿no puede ella, la música, influir en las almas, acostumbrándolas a un placer noble y puro? Y, en fin, ¿no tiene como tercera ventaja que debe unirse a las disciplinas que procuran descanso a la inteligencia, y por ello contribuye también a perfeccionarla?

    ¿Quién negará que entusiasma a las almas? ¿Y qué es el entusiasmo, sino que una modificación puramente moral?.

    La música es pues, un verdadero goce; y como la virtud consiste en saber gozar y amar como pide la razón, la música es una verdadera virtud.

    Ahora bien, nada hay tan poderoso como el ritmo y el canto en la Música, para imitar, aproximándose a la realidad tanto como es posible, la bondad, el valor, la misma prudencia, todos los sentimientos del alma.

    La Música es evidentemente una imitación directa de los sentimientos morales. Al oír una armonía lastimosa, como la del modo llamado Mixolidio, el alma se entristece y se oprime; otras armonías enternecen el corazón, y son las menos graves; entre estos extremos hay otra que proporciona al alma una calma perfecta, y esto es el modo dórico, único que, al parecer, causa esta última impresión; el modo frigio, por el contrario, nos llena de entusiasmo. Estas diversas cualidades de la armonía han sido bien comprendidas por los filósofos que han tratado de esta parte de la educación y su teoría nos apoya con el testimonio de los sexos. Los ritmos no valen menos que los modos. Los unos calman al espíritu, los otros lo conmueven; pudiendo ser las formas de estos últimos más o menos vulgares, de mejor o peor gusto.

    Estudiando los diversos efectos que causan en el alma los modos musicales, de una manera juiciosa y sabia recomienda Aristóteles:

    Admitimos la división de los cantos hecha por algunos filósofos y distinguimos como ellos, el canto moral, el animado y el apasionado. Partiendo de estos principios creemos que de la música se puede sacar más de un género de actividad, puesto que puede servir a la vez para instruir el espíritu y para purificar el alma.

    Para el estudio se escogerán las más morales. Cada oyente se siente entonces conmovido después de oír la música, según que ésta haya influido más o menos en él; pero todos han experimentado una especie de purificación. Por el mismo motivo, los cantos que purifican el alma nos producen una alegría pura. Los oyentes son de dos especies: los unos son libres e ilustrados y los otros groseros y mercenarios, que tienen necesidad de juegos y espectáculos para descansar de sus fatigas. Como en estas naturalezas imperiosas, el alma se ha torcido y separado de su debido camino, tienen necesidad de armonías tan degradadas como ellos y de cantos de un color falso y de una rudeza a fin con su alma. Y es natural, cada cual sólo encuentra placer en lo que responde a su naturaleza.

    Las opiniones anteriores que se encuentran en los capítulos IV, V, y VI de la Política de Aristóteles, nos muestran el pensamiento de este filósofo que viviera hace más de veintitrés siglos, y que desde entonces ha dicho las sentencias más exactas sobre la Música, como lo hiciera sobre otras muchas disciplinas, especialmente de Metafísica y de Lógica. Sólo consignaremos otras dos opiniones suyas de enorme interés:

    Rara vez el hombre consigue el objeto supremo de la vida; pero tiene con frecuencia necesidad de descanso y de diversiones; y aunque no fuera más que por el sencillo placer que causa, siempre se sacaría buen partido de la Música tomándola como un pasatiempo.

    ¿Es posible que no pueda esperarse de la música otra cosa que este vano placer que excita a todos los hombres? Porque no se puede negar que causa un placer físico, encanta sin distinción a todas las edades y a todos los caracteres. ¿O es cosa que debe de averiguarse si ejerce algún influjo en los corazones y en las almas? Para demostrar su poder moral, bastaría probar que puede modificar nuestros sentimientos. Y, ciertamente, los modifica"

    Es, por tanto, imposible, vistos todos estos hechos, no reconocer el poder moral de la música; y puesto que este poder es muy verdadero, es absolutamente necesario hacer que la Música forme parte de la educación de los jóvenes.

    En las sentencias anteriores, de estos enormes filósofos de la antigüedad clásica, se descubre un campo de perfeccionamiento cultural en que, la música, lo mismo que la Ciencia y la Filosofía, sirve para lograr este tipo de altura social como es el ciudadano.

    Si pensamos en el contenido de la educación ateniense a través de los estudios magníficos que nos ha dado Jaeger, encontramos que la paideia o educación griega, es una naturaleza superior que sólo se conseguía con el auxilio de las más grandes enseñanzas de la época homérica, de la tragedia de Esquilo, Sófocles y Eurípides; del pensamiento presocrático de los Sofistas y que llega a construir la base de un ideal de todas las épocas en las profundas sentencias de Sócrates, Platón y Aristóteles y en las pulidas oraciones de Isócrates y Demóstenes. Esta paideia tenía por objeto formar auténticos hombres, útiles para la comunidad y en ella la Música formaba parte como elemento esencial.

    B. LA CULTURA MEDIOEVAL Y EL ARTE DE LA MÚSICA

    A través de la civilización romana, llega el sentimiento griego y oriental a renacer en el Medioevo. De esta manera, los grandes Padres de la Iglesia como San Agustín, Escolásticos como Santo Tomás de Aquino y hombres de ciencia como Giordano Bruno, dedicaron sendas páginas a esta materia.

    Como ejemplos podemos recordar las palabras de Clemente de Alejandría que escribiera tanto en su Pedagogo como en sus Stromata, a fines del siglo II de nuestra era, ideas que tienen un espíritu semejante al de Aristóteles pero que pugnan ahora por el esparcimiento de la doctrina Cristiana.

    Es preciso, dice Clemente de Alejandría, aprender la música para adornar y dulcificar las costumbres. La música inútil debe ser rechazada. La que enerva las almas y las arroja a las impresiones diversas, ya impuras y voluptuosas, ya extravagantes y frenéticas, es una música nefasta.

    "El Salmista considera el arpa en un sentido alegórico para representar desde luego al Señor. Los que ponen en

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