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Horizontes Musicales: Comentarios De Las Más Bellas Obras Musicales
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Libro electrónico404 páginas10 horas

Horizontes Musicales: Comentarios De Las Más Bellas Obras Musicales

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Texto completo de las conferencias semanales transmitidas por el comentarista musiclogo Dr. Adalberto Garca de Mendoza por la Radio difusora Metropolitana XELA en su programa Horizontes Musicales.

No cabe duda que al hablar de Chopin llega uno a la regin de los pensamientos ms ntimos, de las sugerencias espirituales ms profundas en que se encuentran todos los colores y matices emocionales, las ansias de liberacin de una patria tristemente sufrida y lejanamente martirizada. En cada nota, en cada frase de la obra de Chopin brota un quejido y tambin una rebelda. Es la Historia de Polonia. Su msica posee el misterio del dolor y la fuerza espiritual que pocos hombres han sabido idealizar y que slo los supremos intelectos descubren como diamantes ocultos en lo ms ntimo de la conciencia humana.

~Dr. Adalberto Garca de Mendoza
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento30 jun 2012
ISBN9781463331900
Horizontes Musicales: Comentarios De Las Más Bellas Obras Musicales
Autor

DR. ADALBERTO GARCÍA DE MENDOZA

MOMENTOS CULMINANTES DE SU VIDA El Dr. Adalberto García de Mendoza, reconocido como “El Padre del Neokantismo Mexicano” fue profesor erudito de Filosofía y Música en la Universisdad Nacional Autónoma de México por más de treinta y cinco años. Escribió aproximadamente setenta y cinco obras de Filosofía (Existencialismo, Lógica, Fenomenología, Epistemología) y Música. También escribió obras de teatro, obras literarias e innumerables ensayos, artículos y conferencias. Nació en Pachuca, Hidalgo el 27 de Marzo de 1900. 1919 Obtuvo el primer premio en un concurso internacional de improvisación de piano en la Universidad de Leipzig, Alemania. 1927 Regresó después de haber estudiado 7 años en varias Universidades de Alemania donde su formación filosófica se hizo en contacto con la Fenomenología, el Neokantismo, el Existencialismo y la Axiología. 1928 Impartió y fundó las cátedras de epistemología analítica y metafísica en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. También impartió clases de fenomenología introduciendo el Neokantismo de Baden y de Marburgo, la Fenomenología de Husserl y el Existencialismo de Heidegger, siendo el primer introductor y animador de las nuevas corrientes filosóficas alemanas en la Universidad Nacional Autónoma de México. 1929 Fue representante de la UNAM como conferencista en las Universidades de Tokio, Kioto, Osaka, Nagoya, Yamada, Nikko, Nara y Meiji. 1933 Fue invitado por la Universidad de Nuevo Leon para impartir un ciclo de 30 conferencias sobre fenomenología. 1940 Fue Director del Conservatorio Nacional de Música. Aqui mismo impartió clases de Estética musical y Pedagogía musicales. 1940 Recibió el Primer Premio Internacional de Filosofía convocado por la Kokusai Bunka Shintokai en conmemoración a la Vigésima Sexta Centuria del Imperio Japonés con su obra “Visiones de Oriente.” Obra inspirada en conceptos filosóficos orientales. En 1929 recibió el título de Maestro en Filosofía y más tarde en 1936 obtuvo el título de Doctor en Filosofía. También terminó su carrera de Ingeniero y más tarde terminó su carrera de Licenciado en Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México. Ingresó al Conservatorio Nacional de Música de México donde revalidó sus estudios hechos en Alemania y recibió el título de Maestro de Música Pianista. 1962 Diploma otorgado por la UNAM al cumpir 35 años como catedrático. Falleció el 27 de septiembre de de 1963 en la Ciudad de México.

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    Horizontes Musicales - DR. ADALBERTO GARCÍA DE MENDOZA

    Copyright © 2012 por Dr. Adalberto García De Mendoza.

    Editora: Lic. Elsa Taylor

    Diseño de portada: Lupita Salas

    Pintor: Fra Angelico

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

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    ventas@palibrio.com

    407616

    Contents

    PREFACIO

    PRIMERA PARTE

    BEETHOVEN

    LA ESTÉTICA COMO ESTIMACIÓN EN SÍNTESIS DE LA EXISTENCIA

    LA BELLEZA EN EL CAMPO DE LA CULTURA

    LA LÍNEA Y EL COLOR EN LA OBRA ARTÍSTICA

    LA MISA SOLEMNE DE BEETHOVEN

    SINFONÍA NO. 3 EN MI BEMOL LA HEROICA

    QUINTA SINFONÍA DE BEETHOVEN LA TRAGEDIA

    SÉPTIMA SINFONÍA LA APOTEÓSIS DE LA DANZA

    DANZAS DE LA SÉPTIMA SINFONÍA

    LA NATURALEZA EN LA VIDA ÍNTIMA

    OCTAVA SINFONÍA EL PLACER INGENUO

    CONCIERTO NO. 2 EN SI BEMOL MAYOR PARA PIANO Y ORQUESTA

    CONCIERTO NO. 5 EN MI BEMOL MAYOR PARA PIANO Y ORQUESTA EL EMPERADOR

    CONCIERTO EN RE MAYOR PARA VIOLÍN Y ORQUESTA OP. 21

    LA LÍNEA MELÓDICA EN LA OBRA DE BEETHOVIANA

    MOZART

    MOZART

    DUO NO. 2 EN SI BEMOL MAYOR PARA VIOLÍN Y VIOLA

    JOHANN SEBASTIAN BACH

    EL CLARO–OSCURO EN LA OBRA ARTÍSTICA SUPREMA

    PASACALLE EN DO MENOR

    CONCIERTO ITALIANO

    EL CONCIERTO

    CONCIERTO BRANDENBURGO

    CONCIERTO NO. 2 EN FA MAYOR

    CONCIERTO DE BRANDENBURGO NO. 6 EN SI BEMOL MAYOR

    JOHANNES BRAHMS

    LA ESTÉTICA DE LA FORMA MUSICAL

    CONCIERTO PARA VIOLÍN Y ORQUESTA EN RE MAYOR OP. 77

    TRIO NO. I EN SI MAYOR OP. 8

    FRANZ JOSEPH HAYDN

    CUARTETO DE HAYDN OP. 51 NO. I Y TRÍO DE SCHUBERT EN SI BEMOL OP. 99 NO. I

    CUARTETOS OP. 54 NO. I

    SEGUNDA PARTE

    MENDELSSOHN

    LA SONATA EN LA PERFECCIÓN DE CUARTETO

    CONCIERTO EN MI MENOR. OP. 64

    SINFONÍA NO. IV EN LA MAYOR. OP. 90 ITALIANA

    SCHUMANN

    EL SENTIDO VITAL DE LA SONATA

    EL ROMANTICISMO DE LA IDEA EN LA MÚSICA

    CONCIERTO EN RE MENOR PARA VIOLÍN Y ORQUESTA

    TERCERA SINFONÍA OP 120. SCHUMANN. LARGO, ALLEGRO, ROMANZA, SCHERZO. LARGO, ALLEGRO. PRESTO.

    SCHUBERT

    LA SONATA EN EL CONCIERTO

    CUARTETO LA MUERTE Y LA DONCELLA

    SINFONÍA NO. 8 EN SI MENOR INCOMPLETA

    LA BELLA MOLINERA

    HAYDN

    CUARTETO OP. 51 NO. 1 DE HAYDN

    TRÍO EN SI BEMOL OP. 99, NO. 1 DE SCHUBERT

    CHOPIN

    FORMA Y CONTENIDO

    EL NACIONALISMO EN LA OBRA DE CHOPIN

    EL NACIONALISMO EN LA MÚSICA

    LOS PRELUDIOS

    POLONESAS

    LAS POLONESAS COMO ESPÍRITU DE UNA NACIÓN

    PRIMER CONCIERTO EN MI MENOR OP. 2

    EL ROMANTICISMO EN EL NOCTURNO

    TSCHAIKOWSKY

    EL ROMANTICISMO EN LA MÚSICA

    QUINTA SINFONÍA

    SEXTA SINFONIA PATÉTICA

    CESAR FRANCK

    CESAR FRANCK

    SONATA PARA VIOLIN Y PIANO

    EL POEMA SINFÓNICO

    GUSTAV HOLST

    LOS PLANETAS POEMA SINFONICO

    DEBUSSY

    EL MAR POEMA SINFÓNICO

    RICHARD STRAUSS

    LA SONATA Y EL ROMANTICISMO

    POEMA SINFÓNICO OP. 30 ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA

    LA SONATA EN LA MÚSICA DE CONJUNTOS

    RAVEL

    SEGUNDA SUITE DAFNIS Y CLOE

    DVORAK

    SINFONIA NO. 8 DEL NUEVO MUNDO O EL NACIONALISMO EN LA SINFONIA

    IGOR STRAVINSKY

    EL BESO DEL HADA DIVERTIMENTO

    LA FORMA MUSICAL EN LA HISTORIA DE UNA VOLUNTAD ARTÍSTICA

    LA MÚSICA DE LA POSTGUERRA

    PRIMERA PLÁTICA

    SEGUNDA PLÁTICA

    TERCERA PLÁTICA

    LISTA DE IMÁGENES

    BIOGRAFÍA DEL DR. ADALBERTO GARCÍA DE MENDOZA

    PREFACIO

    Dr. Adalberto García de Mendoza, comentarista musicólogo, presentó esta serie de comentarios sobre las más bellas obras musicales. Dichas conferencias fueron transmitidas por la Radio difusora Metropolitana XELA de la Ciudad de México entre los años 1945 a 1953 en su programa Horizontes Musicales. En estos mismos años dio una serie de conferencias sobre temas filosóficos y culturales intituladas: Por el Mundo de la Cultura y Por el Mundo de la Filosofía, en la Radio Universidad, Radio Gobernación y la XELA. 

    Cuando joven, el Dr. García de Mendoza estudió en Leipzig, Alemania donde siguió cursos de piano y composición, triunfando en un concurso internacional de improvisación. Ingresó al Conservatorio Nacional de música donde revalidó sus estudios hechos en Alemania y recibe el título de Maestro de Música Pianista.

    Durante los años 1938 y 1943 fue Director del Conservatorio Nacional de Música de México. Aquí mismo impartió clases de Estética Musical y Pedagogía Musicales.

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    Ludwig van Beethoven

    BEETHOVEN

    Enseñad a vuestros hijos a cultivar la virtud; ella es, y no el dinero, lo que da la dicha; y yo os hablo por experiencia, porque ella ha aliviado mi miseria, aligerado mis sufrimientos. El amor a la virtud, con el amor al arte me han garantizado contra la tentación de poner fin a mis días.

    Beethoven en su testamento-Heiligenstadt.

    LA ESTÉTICA COMO ESTIMACIÓN EN SÍNTESIS DE LA EXISTENCIA

    Debe ser ameno un conocimiento que va directamente a nuestra más íntima emoción. La música debe deleitarnos, no sólo por la belleza que en sí llevan sus notas, sus melodías, sus armonías y sus ritmos; sino también por la estructura mental que en el artista se ha forjado y que tiene una significación enorme para su interpretación y comprensión.

    Por eso exhorto a ustedes a que dediquemos unos cuantos instantes a esta meditación que de ella hemos de sacar frutos sorprendentes. Es así que después de comprendida la forma sonata, por ejemplo, sabremos apreciar las formas creadas por Mozart o Beethoven en su justo valor y tal como deben ser interpretadas según la intención de su autor.

    Cuando Beethoven crea la Sonata Patética, lo hace a sabiendas de que no sólo cuenta su inspiración, sino además con la ciencia de la música que es un manantial que ha esparcido sus aguas desde hace muchos siglos. Si nosotros queremos comprender esta Sonata, debemos también fijarnos en esa manera de construir que señala una nueva forma de expresión.

    En todas las artes esta investigación se ha elaborado ampliamente, sobre todo en la pintura; pero desgraciadamente en la música ha faltado, es por ello que debemos iniciarla para dar a conocer a grandes rasgos el contenido sustancial de este arte.

    ¿Qué es la Estética?

    Se podría contestar con una definición que resultaría o muy académica o incompresible. Por ahora solamente diremos que es la ciencia de la belleza. Este intento de llegar a descifrar la belleza lo ha tenido el hombre desde el principio de la cultura. Se ha propuesto siempre la búsqueda de la naturaleza íntima de la verdad, de la bondad y aún de la misma Divinidad.

    La Estética Musical es el estudio de la belleza en el campo de la música. En este terreno nos vamos a encontrar con muchas ideas, teorías; pero sólo escogeremos aquellas que tienen un sentido práctico, son claras, diáfanas, y nos sirven para nuestro único objetivo: gozar de la buena música.

    LA BELLEZA EN EL CAMPO DE LA CULTURA

    Hay un estudio que los filósofos se han propuesto, y es el de saber la naturaleza de la cultura, es decir, de los valores que el espíritu ha creado y que por ellos el hombre vale ya que ha manifestado en esos valores sus más hondas satisfacciones, sus momentos más íntimos de carácter espiritual. Esta rama del saber, ya desde antes de Cristo fue planteada por Sócrates, Platón, Aristóteles y más tarde ha sido seguida por otros eminentes pensadores. Su objeto es: la estimación de la existencia, estimación justa no de lo transitorio y sólo aprovechable por un instante, sino de aquello que se hace desinteresadamente, en un ambiente de goce espiritual y al que nos hemos entregado, sin otra preocupación, que el de encontrarnos a nosotros mismos.

    Rainer María Rilke en sus Cartas censura, con justicia, esa investigación pedante sobre la belleza que son Opiniones de escuela, petrificadas y escurridas de sentido por un endurecimiento ya sin vida, o hábiles juegos de palabras en las que hoy prevalece esta opinión y mañana la opuesta. Y es que para Rilke, como para muchos que sentimos en idéntica forma, las Obras de arte son de una infinita soledad. Solamente el amor puede comprenderlas tratarlas y ser justo con ellas".

    Para lograr este alto fin recomendamos la más íntima sinceridad y, con las palabras del propio poeta, dejar que en nuestros juicios se opere el desarrollo propio, tranquilo, no perturbado que, como todo progreso, tienen que derivar de lo íntimo, sin que pueda ser instado o apremiado por nada. Dejar completarse cada impresión germen de sentimiento absolutamente en sí, en lo obscuro, en lo inefable, en lo inasequible al propio entendimiento, y esperar con profunda humildad y paciencia la hora del nacimiento de una nueva claridad: solo eso es vivir como artista; en la comprensión, como en la creación.

    Y nada más confortable que esta carta de Rilke que fuera escrita en 1903:

    Para vivir como artista no hay ninguna medida de tiempo, un año no cuenta, diez años nada son. Ser artista es: no calcular y no contar, madurar como el árbol, que no apresura sus savias y que resiste confiado las borrascas de la primavera sin temor de que no pueda llegar otro verano. Paciencia es todo.

    Ciertamente, paciencia amorosa, llena de entusiasmo tal como brota cuando se acaba de deleitar uno con la obra sublime de Bach, con la deliciosa y fina de Scarlatti o con la tormentosa de Richard Strauss.

    Esencia y naturaleza de la vida, he allá que se han propuesto de descubrir los más grandes intelectos de la humanidad. Belleza, clamor, ingenuo, placidez espiritual, he aquí lo que los artistas realizan cuando saben estimarse en el corazón del hombre para llevar en colores o palabras, en sonido o espacios la esencia del dolor y de la alegría, la contemplación y el entusiasmo ante la magnificencia del Universo. Ciertamente este tesoro está en lienzo cuyos valores invitan a las emociones gratas, en mármoles que llevan en sus planos y en sus lienzos el sentimiento, en melodías que reproducen momentos de inspiración y en letras y danzas que siempre serán interpretadas en formas enaltecedoras para la dignidad humana.

    Y ciertamente por los valores, el hombre se hace hombre, tiene un fin definido en su existencia, es una entelequia, y por lo tanto, un propósito de voluntad, de fe, emoción y de intelecto.

    LA LÍNEA Y EL COLOR EN LA OBRA ARTÍSTICA

    Cuando se pinta se dibuja. Esta expresión de Cezanne compendia todo un tratado y una nueva doctrina para establecer los límites entre el color y la línea. Ya Leonardo da Vinci defiende el poder de la línea que limita el color y le da un valor extraordinario. Ya otros doctrinarios afirman el valor de color y niegan la importancia de la línea. En cambio el pintor del expresionismo, sabrá decirnos que cuando se pinta se dibuja y, por lo tanto, se hace una síntesis de enorme valor estético.

    Si esto acontece en el arte de la pintura, cosa parecida nos vamos a encontrar en la música. El arte dibujístico de Mozart señala una importancia definitiva a la línea y le da un carácter de perfección en todos sus momentos. El arte pictórico de Beethoven, que siempre imaginó su melodía en ambiente, sus acordes como reproducidos en los timbres de la orquesta, señala la preferencia del color sobre la línea en arte que tiene la audición interna como representativa de las pasiones y virtudes humanas. En cambio, cuando se llega a la obra de Debussy, a la manifestación que trata de captar la vida misma en su fugaz movimiento y que parece que se pierde la melodía en la neblina de las tonalidades imprecisas y en los timbres más ocultos, entonces estamos contemplando la síntesis de la línea y el color. Porque las pinceladas que entregan las disonancias, los colores avenados que se captan en una imprecisión que sólo pudo lograrse en los vitrales de las catedrales góticas, muestran el poder de la síntesis de color y que se limita en su propia naturaleza.

    La Mar de Debussy intuye en vaivén de las olas producido por la fuerza de los vientos y las atracciones lunares, empleando la precisión de la línea melódica por el colorido de sus timbres orquestales y la inquietud de sus disonancias. Es el diálogo del viento y el mar el que nos hace vivir una nueva sensibilidad.

    Es indudable que las obras máximas de Mozart y Beethoven no sólo tienen las primeras, líneas, y las segundas, color. La intuición de Mozart era suficientemente amplia para poder forjar un contenido a la línea melódica y descubrir un color a la interpretación de sus frases. Es también indudable que la obra beethoveniana siempre supo del poder de la forma que allá a lo lejos se percibe a pesar de sus preferentes ambientes armónicos y de sus claros-oscuros rembranescos. Pero tienen la fuerza necesaria; Mozart para hacernos sentir la no preferencia de la línea; y Beethoven la no supremacía del color. Aún más, no tuvieron el poder suficiente para mostrar esa síntesis suprema a que aspiraba Cezanne en la pintura y a la cual llegó el arte musical de Juan Sebastián Bach.

    La obra artística suprema es la realización sintética de los opuestos. Y así como hemos encontrado la síntesis entre claridad y oscuridad, ahora descubrimos la síntesis entre el color y la línea. Muchos ejemplos pueden mostrarse a través de las artes plásticas y de la música y estos nos dirán más de la intuición de los artistas que la simple descripción cronológica de sus obras o el análisis conceptual de sus producciones.

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    Ludwig van Beethoven

    MISSA SOLEMNIS

    La Alegría Espiritual o el Sentimiento Místico de

    LUDWIG VAN BEETHOVEN

    LA MISA SOLEMNE DE BEETHOVEN

    Si las Sonatas de Beethoven expresan toda la vida de este digno músico, si las Sinfonías son la realización de las musas en su magnífica expresión de belleza; si los Conciertos corresponden a los sentimientos más delicados del estilista y los Cuartetos y música de Cámara se adentra en las intimidades sugerentes del hombre; la Missa Solemnis, es la expresión de mayor religiosidad que tuviera el genio de Bonn. Ciertamente no ha habido artista que haya sabido entregarnos todas las vivencias que el hombre tiene de más noble y de más profundo en su espíritu. Uno sabe llevar al alma popular, a la exclamación del pueblo que goza en sus amores y en sus decepciones el otro nos ha hablado de la divinidad con la más pulida polifonía, con el arrebato del creyente fervoroso y llenos de sentido trascendental; el de más allá nos entusiasma por la meditación de cada una de sus obras, por el silencio y la duda que se encuentran después de cada cadencia; y otro más nos seduce por el arrebato de las pasiones expresadas en selvas lujuriosas y en fantasías que anonadan. Pero ninguno es el hombre, es ese ser que sabe guardar en su corazón un destello de la piedad omnisciente, un amor contrariado, un arrebato infantil, un sufrimiento que embarga a toda la existencia y a una entrega a la Divinidad ingenua y placentera. Es ese el Beethoven que nos sabe ofrecer las más deliciosas melodías en todas sus obras pero que en unas ocasiones es el canto de la alegría desbordando el vaso de la embriaguez espiritual, en otras es el dolor penetrante y cruel que desdeña toda la salvación y que encuentra obscuridad y negrura en el porvenir; en otros momentos es el rugido del león ante la impiedad de los hombres, ante la injusticia de la historia y de la época que nunca ha sabido apreciar a las grandes mentes y a los corazones magníficos.

    Ese dolor es el que brota hecho sangre en algunas sinfonías de Beethoven, el que se le encuentra especialmente en la Missa Solemnis y que recóndito ahoga en la lágrima que no se ve pero se intuye, en la mayor parte de sus Sonatas y de su música de Cámara. En Beethoven el dolor se expresa con dolor, la alegría con placer, el sufrimiento con lágrimas, el amor con ternura, la piedad con oraciones. Esta es la sinceridad beethoveniana. Esta forma de expresión difícilmente la hemos de encontrar en otro artista.

    En Mozart el dolor de una vida que se inicia bajo el ropaje ilusorio de las cortes de Viena para llegar a exigir la caridad pública en sus últimos años y termina sin un amigo y en la fosa común. Dolor cruel y atormentador, no es expresado con dolor. Todo lo contrario la Flauta Mágica señala la búsqueda de la verdad y el encuentro de la misma en una iniciación, sí dolorosa, pero redentora. En Juan Sebastián Bach, a pesar de todas las mezquindades de los hombres de su época, de toda la incomprensión de los eternos mortificadores que sólo miden el tiempo y nunca sabrán estimar las obras, que se atreven a exigirle determinado empleo de modulaciones y mayor tiempo para dedicarse a la enseñanza de estúpidos estudiantes; a pesar de todo ello, no se encuentra el dolor expresado en dolor. A cada decepción hay un arrebato de fe, a cada incomprensión hay una entrega en himno de beatitud; a cada sufrimiento hay una Cantata y hay una Pasión salvadora y redentora de la humanidad. En Mozart se ríe a través de la comedia como si la riqueza inundara el misérrimo hogar del músico. En Juan Sebastián Bach hay siempre una melodía llena de regocijo, como si su vida de miserable maestro no le hubiera de hacer desear en determinados momentos abandonar su patria para arrojarse en la incertidumbre de nuevos lugares de la tierra en búsqueda de tranquilidad. Uno y otro saben responder glorificando a la verdad y a la sabiduría, entonando cánticos a la Divinidad y a la beatitud.

    En cambio en Beethoven, cuando el amor le niega sus goces y no hay mujer que le enjugue sus pesares, que le aliente en la lucha, que le descubra la ternura para sus sinsabores, se levanta como león bravío y arroja en la armonía o en el contrapunto, en el teclado de piano o en los timbres de la orquesta, todo su furor, toda su ira que parece descubrir una vez más las palabras siniestras de Isaías, las catastróficas de Zacarías, la lamentaciones desgarradoras de Jeremías y a la vez la rebeldía de Prometeo ante la injusticia de los dioses y de los hombres. Cuando la vida le sonríe, cuando tiene que expresar una dicha, entonces el Beethoven es toda felicidad, la melodía brota llena de placer y de entusiasmo, es ingenua a veces, es profundamente espiritual otras; pero siempre tiene ese fulgor de honda comprensión para el goce y de profunda vivencia para la alegría. Es por ello que nadie mejor que él pudo haber comprendido el verso de Schiller que dedicábase a la fraternidad universal; nadie mejor que él supo describir la Marcha Fúnebre cuando los ideales de la democracia cayeran hechos añicos ante la soberbia y la ambición. Nadie pudo ser más íntimo para todas las pasiones que guarda el hombre, para todas las delicadezas y asperezas de la existencia, para todas las angustias y felicidades salvadoras que ha poseído el ser humano; como es el Beethoven que ante la reverencia de Goethe para los soberbios de todos los tiempos, él levantara la frente y dijera, sólo debe quitarse el sombrero cuando pasa un Beethoven o un Goethe.

    Fue el rebelde de mayor pujanza que ha existido en el arte musical. Sólo Jesús ante la iniquidad mostró una rebeldía superior. Sólo Gorky ante el dolor de las masas, y Dostoievski ante la neurosis que provocan la miseria y el vicio, pudieron elevar sus gritos de rebeldía a tanta altura como los de Beethoven.

    Y es en la Missa Solemnis donde encontraremos al Beethoven religioso, devoto en el Kyrie Eleison, lleno de entusiasmo en la Gloria; suplicante en el Domine Deus; abatido y desesperado en el instante en que recuerda los dolores del mundo ensangrentando el corazón puro del Mesías; con júbilo celestial en In Gloria dei Patris; patético en el Credo; lleno de tristeza y de dolor en el Crucifixus; pero a la vez magníficamente grandioso en su Benedictus que tiene toda la belleza apolínea y que por sí solo es la glorificación más alta que ha tenido la música a través de todos los tiempos. En instantes descúbrese la idea central de la composición con el Agnus Dei en que se muestra la imploración conmovedora de misericordia. El Adagio es como todos los adagios de Beethoven, lleno de ternura, profundamente bello, entusiastamente hermoso. Para adornar esta joya, los cobres al final llevan todo su esplendor de felicidad y convencimiento. En realidad es el sentimiento central el que se encuentra aquí como en aquél pasaje famoso de los cornos para la Sinfonía Heroica.

    Cada una de las partes de la Missa Solemnis nos va a internar en las situaciones espirituales más profundamente vividas. Es la vida que florece no sólo para pedir el perdón de los pecados e internarse más tarde en el Hosanna a la Divinidad como aconteciera en el Réquiem de Mozart; no sólo para llorar la tragedia del Gólgota en la Pasión según San Mateo de Juan Sebastián Bach, sino para describirnos, a través de este drama divino, todas las potencias que tiene el espíritu humano; en alegrías y sufrimientos, en ingenuidad y comprensión. Así como al final de su Novena Sinfonía nos hace vivir todas las formas de la alegría imaginable, desde la más superficial que en el momento mismo es desechada con furor y energía, hasta la más sublime que se acoge con entusiasmo y se reproduce a través de las voces de solistas y del coro; así también aquí tendremos todas las gamas del dolor y aún de la alegría espiritual; porque no cabe duda que esta Misa señala un momento cumbre en la estética de Beethoven, una expresión máxima en el arte de la música y aún de la belleza en general.

    Actitud Espiritual

    Veamos cada una de sus partes, con el corazón bien puesto, con el entusiasmo que lleva el contemplar un cuadro de Leonardo da Vinci, una escultura de Miguel Ángel, una delicadeza maternal a través del sentimiento finamente expresado de Rafael. Una actitud espiritual siempre debe exigirse y debe tenerse cuando ante una obra de belleza se presenta uno. Esta actitud espiritual no sólo se exige en el campo de las Bellas Artes, hay quien justamente la pide para la comprensión de los fenómenos sociales, de los fenómenos jurídicos, de los acontecimientos históricos; hay quien llega más, la invoca para la intelección de las teorías científicas y para el descubrimiento de las esencias en el mismo campo de la explicación astronómica o de la especulación matemática.

    Es que durante mucho tiempo se creyó poder descubrir la naturaleza de las más bellas obras de la humanidad, con sólo el intelecto, frío y uniforme, sin entusiasmo y sin emoción. Y esto condujo a la elaboración de una ciencia despiadada, de una filosofía sin el eros uranicus, a un arte de técnica y a una interpretación mecánica y absurda. El hombre ha pensado y está sintiendo ante la tragedia que destruye vidas y obras, que es necesario llegar hasta la misma actitud para poder encontrar ese sentido que ya Novalis nos ha hecho recordar como la naturaleza última y substancial de todo lo que existe y que Tagore, lo mismo que Whitman, ha cantado en magníficos versos y que Dilthey ha sostenido como punto de partida para la comprensión de las ciencias históricas y que Lansberg ha hecho notar a través de la filosofía al decirnos, siguiendo la tradición platónica: Todo amor trae conocimiento. En realidad, el cantor de Norteamérica ya también nos ha dicho. Sólo a la vista del amante se revela la semilla oculta en el corazón de las cosas.

    Es por ello, que ahora más que nunca, la actitud que debe tenerse para oír una obra de tan valía como la que vamos a reproducir, exige de nosotros, no llegar a ella con el alma saturada de decepciones materiales, de tristezas efímeras, de mezquindades del momento, sino todo lo contrario, con una devoción de holocausto, con un fervor de creyente, con el entusiasmo del amante y con la alegría de quien ha sabido escoger de la vida lo mejor que tiene.

    Missa Solemnis

    Fue por los años de 1818 a 1822, cuando Beethoven creó esta obra magnífica. Se le compara a la Misa en si menor de Juan Sebastián Bach. Sin embargo, se nota inmediatamente una gran diferencia. Es la transición del estilo clásico al barroco el que impera en la obra de Bach y por ello la Misa es un conjunto de cuadros tonales que con su individualidad señala una serie perfectamente delimitada de conjuntos, que si bien tienen una armonía similar, en cambio poseen una individualidad característica. Las grandes obras de este autor como la Pasión según San Mateo, la Pasión según San Juan; el Gran Magnificat y la Misa en Si Menor corresponden al mismo intento polifónico; cada voz o cada parte habla su propio sentimiento; y en forma perfectamente acabada, establecen cuadros de profunda vivencia estética.

    En cambio Beethoven crea su obra en pleno período del barroco; todo se combina en grandes masas y sólo logramos distinguir unas de otras por los diversos matices que nos entregan. En el retablo que da la impresión unitaria pero que en cada una de las figuras tiene un significado y

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