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Eufonía o la ciudad musical
Eufonía o la ciudad musical
Eufonía o la ciudad musical
Libro electrónico114 páginas1 hora

Eufonía o la ciudad musical

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La búsqueda por una sociedad mejor ha ocupado la reflexión de grandes teóricos como Charles Fourier y Saint Simon, quienes nos han propuestos modelos de sociedad conocidas como utopías. Tomando como inspiración este ambiente intelectual, el compositor de la Sinfonía fantástica, nos presente en esta obra una espléndida narración en torno a una ciudad consagrada al arte musical, Eufonía. Esta ciudad en la que gobierna la armonía y el orden, será el escenario de una historia de amor y desesperación que hará evidentes los peligro y virtudes que van de la mano con las pasiones que desbordan al ser humano.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento6 mar 2019
ISBN9786071660107
Eufonía o la ciudad musical
Autor

Hector Berlioz

Hector Berlioz est un compositeur, chef d'orchestre, critique musical et écrivain français, né le 11 décembre 1803 à La Côte-Saint-André (Isère) et mort le 8 mars 1869 à Paris. Reprenant, immédiatement après Beethoven, la forme symphonique créée par Haydn, Berlioz la renouvelle en profondeur par le biais de la symphonie à programme (Symphonie fantastique), de la symphonie concertante (Harold en Italie) et en créant la « symphonie dramatique » (Roméo et Juliette). L'échec de Benvenuto Cellini lui ferme les portes de l'Opéra de Paris, en 1838. En conséquence, l'opéra-comique Béatrice et Bénédict est créé à Baden-Baden en 1862, et son chef-d'oeuvre lyrique, Les Troyens, ne connaît qu'une création partielle à l'Opéra-Comique, en 1863. Berlioz invente les genres du « monodrame lyrique », avec Lélio ou le Retour à la vie, de la « légende dramatique », avec La Damnation de Faust, et de la « trilogie sacrée », avec L'Enfance du Christ, oeuvres conçues pour le concert, entre l'opéra et l'oratorio. Faisant souvent appel à des effectifs considérables dans sa musique symphonique (Symphonie funèbre et triomphale), religieuse (Requiem, Te Deum) et chorale (L'Impériale et Vox populi pour double choeur, Sara la baigneuse pour triple choeur), Berlioz organise d'importants concerts publics et crée le concept de festival. Enfin, avec La Captive et le cycle des Nuits d'été, il crée le genre de la mélodie avec orchestre, qui se développe aussi bien en France -- où s'illustrent notamment Duparc, Chausson, Ravel et André Jolivet -- qu'à l'étranger, avec les cycles de Wagner, Mahler, Berg, Schönberg, Richard Strauss et Benjamin Britten.

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    Eufonía o la ciudad musical - Hector Berlioz

    HÉCTOR BERLIOZ

    EUFONÍA

    O LA CIUDAD

    MUSICAL

    TEZONTLE

    Primera edición, 2018

    Primera edición electrónica, 2018

    Título original: Euphonia ou la ville musicale

    Coordinación, curaduría editorial y edición: Roger Bartra y Gerardo Villadelángel

    Diseño editorial: Joseph Estavillo / La Jaula Abierta

    D. R. © 2018, Jorge Rizo Martínez, Jorge Volpi y Fernanda Barreto

    D. R. © 2018, La Jaula Abierta

    Consejo editorial: Roger Bartra y Gerardo Villadelángel

    Tonalá 319-5; 06760 Ciudad de México

    Tel. 5264-8808

    D. R. © 2018, Centro de Investigación y Docencia Económicas, A. C.

    Carretera México-Toluca, 3655; 01210 Ciudad de México

    www.cide.edu

    Tel. (55) 5727-9800

    D. R. © 2018, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-6010-7 (ePub)

    ISBN 978-607-16-5818-0 (impreso)

    Hecho en México - Made in Mexico

    ÍNDICE

    PRÓLOGO. El eco del pasado en eufonía: genealogía histórica de una utopía musical, Jorge Rizo Martínez

    EUFONÍA O LA CIUDAD MUSICAL

    NOTA DEL TRADUCTOR

    PERSONAJES

    PRIMERA CARTA:XILEF A SHETLAND

    SEGUNDA CARTA:DEL MISMO AL MISMO

    TERCERA CARTA:SHETLAND A XILEF

    DESCRIPCIÓN DE EUFONÍA

    EPÍLOGO. Carta de relación de un eufoniano en México, Jorge Volpi

    ACERCA DEL AUTOR Y LOS COLABORADORES

    PRÓLOGO

    EL ECO DEL PASADO EN EUFONÍA: GENEALOGÍA HISTÓRICA DE UNA UTOPÍA MUSICAL

    Jorge Rizo Martínez

    Por su naturaleza armónica, el canto ha sido visto en distintos momentos como un impelente del orden y la disciplina. En la sociedad veteroeuropea, antes de que se volviera un arte autónomo y autorreferencial, la música formaba parte del quadrivium, es decir, se le relacionaba con las matemáticas y con la perfección numérica. Del mismo modo, la armonía de las esferas, una larga tradición pitagórica reinterpretada de diversas formas a lo largo de la Antigüedad y la Edad Media, explicaba que la perfección del cosmos se regía en base a proporciones musicales armoniosas, y que dicho orden macrocósmico (musica mundana) tenía su equivalente en el microcosmos terrestre e incluso en el cuerpo humano (musica humana).¹

    Una vez cristianizada esta idea, entendiendo que la música podía ayudar a recrear la perfección divina, los esfuerzos por buscar un justo medio entre los componentes de la sociedad se orientaron a la práctica vocal e instrumental como camino hacia el orden. Durante la Contrarreforma los jesuitas enseñaron el canto en su red de colegios, con el fin de guiar las conciencias hacia la prudencia, la mesura y el decoro, promoviendo la práctica de géneros musicales como lo fueron los cánticos espirituales, el oratorio, los himnos y las letanías, entre muchos otros. En una alianza con el Estado del Antiguo Régimen, la Compañía de Jesús puso mano en dichas prácticas corales para ayudar a aclarar el rol que cada persona desempeñaría en esa sociedad estamental. Como si se tratara de una pieza musical en la que el individuo canta una voz distinta previamente asignada según su tesitura, los súbditos del reino debían cumplir con su deber de Estado, es decir, con el papel que les era asignado según su estrato social.

    Lo que pretendió el reformismo católico era la rearmonización de una Respublica christiana perdida tras el cisma protestante en una Europa herida por la herejía. La utopía cristiana de una colectividad equilibrada gracias a la armonía musical, tiende sus raíces en la búsqueda del humanismo de una societas perfecta, ya presente en Aristóteles y descrita por Santo Tomás en la Summa Theologica. El orden y la unión se alcanzarían musicalmente: de boca a oreja, pues la fe se escucha (fides ex auditu). De este modo, el fiel, moldeado por el humanismo, triunfaría por sobre la masa hereje y vulgar.

    En Francia, la monarquía absoluta, buscando una nueva civilité, recurrió a la música para disciplinar gestos y acciones. Es sabido que la música jugaba un rol esencial en el entrenamiento militar y en la educación corporal de las élites.² Las transformaciones culturales de la aristocracia acabaron por moldear las buenas maneras, y el noble católico se impuso como modelo social. De entre las virtudes que debía buscar un varón ejemplar destacaba la cultura y apreciación musicales.³ Se intentaba que, mediante la práctica del canto, la voz del noble se modulara correctamente para asegurar el buen uso de la retórica, que en aquella época —bisagra entre la oralidad y el impreso— era aún el medio de reproducción de la cultura, pues facilitaba el acceso al conocimiento acumulado.⁴

    De esta forma se consolidó, a inicios de la modernidad, una nueva operatividad de la relación entre armonía política y armonía musical. Ese vínculo, abordado por no pocos pensadores políticos de la Ilustración, había sido introducido por Cicerón:

    Porque del mismo modo que en los instrumentos de cuerda o de viento, o en el mismo canto de varias voces, debe guardarse un concierto que da por su mismo ajuste unidad y congruencia a muy distintas voces, que los oídos educados no toleran que se altere o desentone, y ese concierto, sin embargo, se hace concorde y congruente por el gobierno de voces muy distintas, así también, una ciudad bien gobernada es congruente por la unidad de muy distintas personas, por

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