LA MENTE DE LOS VEGETALES EL NACIMIENTO DE UN NUEVO PARADIGMA
Las plantas crecen y buscan la luz. Sus raíces crecen hacia dentro en la tierra, mientras que sus tallos lo hacen hacia fuera. Cuando las raíces y los tallos se ven obstaculizados mecánicamente, cambian de rumbo. Muchas desarrollarán tallos y ramas más gruesas cuando se vean expuestas al viento. Frente a una amenaza por toxinas, muchas emiten señales que reciben las plantas vecinas y que les ayudan a resistir los daños. Estas son algunas de las muchas formas en que las plantas se cuidan a sí mismas en un mundo de circunstancias cambiantes.
Nos hemos preguntado si las plantas perciben, sienten, recuerdan o actúan. Y hemos visto que estos términos son ambiguos, que admiten interpretaciones fuertes y débiles. En las interpretaciones fuertes, que requieren que las plantas tengan representaciones genuinas (y no simplemente información débil), las plantas no perciben, sienten, recuerdan ni actúan. Por tanto, contamos con un argumento convincente para pensar que las plantas no tienen mente. Aun así, aunque las plantas no tengan representaciones, quizás sea el caso que no necesiten representaciones para tener mentes. Uno podría pensar que tienen mente porque, dicho en pocas palabras, cuidan de sí mismas. No obstante, para que esta sugerencia se torne convincente, son necesarias algunas aclaraciones.
IDEAS CONSCIENTES
Preguntemos primero: ¿las mentes requieren representaciones? Pensemos en martillar un clavo. En mi mano izquierda, entre pulgar e índice, sostengo el clavo, la punta hacia la madera. En mi mano derecha, el martillo. Centrando la cabeza del martillo en la cabeza del clavo, golpeo el clavo para hundirlo. Golpeo de nuevo, percibiendo la rigidez de la madera. Vuelvo a golpear, ajustando el martillo, mis dedos, mano, muñeca y brazo, y la fuerza con la que golpeo. Golpeo por tercera vez y la cabeza del clavo queda al ras con la superficie de la madera.
Aunque hago todas estas cosas cuando utilizo el martillo, no