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Fuerza muscular, funcionalidad y envejecimiento
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Fuerza muscular, funcionalidad y envejecimiento

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El presente libro se centra en la fuerza y sus múltiples manifestaciones, por la importancia que tiene sobre la expresión motora y el efecto generalizado sobre la homeostasis del organismo, que condicionan la relación del hombre con sí mismo, con el otro y con el entorno. Aunque el proceso de envejecimiento es irreversible, existen fuertes evidencias que apuntan a la posibilidad de influir sobre los factores físicos, ambientales y sociales que favorecen la calidad de vida de los sujetos comprometidos, permitiéndoles disfrutar de una independencia funcional mucho más prolongada en el tiempo.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 abr 2011
ISBN9789586316828
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    Fuerza muscular, funcionalidad y envejecimiento - Jhon Fredy Ramírez Villada

    Referencias

    Introducción

    El presente libro se centra en la fuerza y sus múltiples manifestaciones, por la importancia que tiene sobre la expresión motora y el efecto generalizado sobre la homeostasis del organismo, que condicionan la relación del hombre con sí mismo, con el otro y con el entorno.

    Aunque el proceso de envejecimiento es irreversible, existen fuertes evidencias que apuntan a la posibilidad de influir sobre los factores físicos, ambientales y sociales que favorecen la calidad de vida de los sujetos comprometidos, permitiéndoles disfrutar de una independencia funcional mucho más prolongada en el tiempo.

    El debate inicia con un acercamiento a los diferentes elementos conceptuales y teóricos que soportan el diseño de programas de ejercicio físico en personas mayores de 50 años con un fuerte componente de trabajo centrado en el entrenamiento de la fuerza. En este ejercicio, se revisará una gran cantidad de trabajos experimentales como los de Viitasalo, Häkkinen y Komi (1981), Larsson (1988), Bassey y Harries (1987), Rice, Cunningham, Paterson y Dickinson (1993), Izquierdo (1997), Häkkinen, Komi, Alen y Kauhanen (2000), Bassey, Fiatarone, O´Neill, Kelly y cols. (1992), Rantanen (1994), Häkkinen, Kraemer y Newton (1997), Izquierdo (1997), entre otros, en los cuales se deja claro que aunque el organismo sufre un proceso inevitable e irreversible, es posible retrasar la velocidad con que se dan dichas alteraciones y en consecuencia, ampliar la independencia y vida útil de la población longeva.

    En otro momento, se presentará una propuesta de intervención que permite la confrontación de las estrategias sobrecargas versus multisaltos, apoyada en la información recolectada con poblaciones de características variadas y donde se han encontrado adaptaciones de orden neural, estructural y funcional (Häkkinen, Kraemer y Newton, 1997; Izquierdo, 1997; Joszi, Campbell, Joseph, Davey y Evans, 1999; Kraemer, Häkkinen, Newton, Nindl y cols. 1999; Zanon, 1974; Asmunssen y Bonde-Petersen, 1974; Bosco y Komi, 1979a, 1979b, 1980, 1981).

    La parte final del escrito está destinada a explicar todos los elementos a considerar en la condición física de nuestros mayores, con unas sugerencias puntuales sobre pruebas o test de diagnóstico y control.

    Sea bienvenido a la lectura de este material, cuyo único propósito es hacer visibles las nuevas tendencias de intervención en mayores de 50 años y actualizar los conceptos propios del autor, de cara a enriquecer los programas de actividad física aplicados en el contexto colombiano.

    I. Generalidades sobre la fuerza

    La historia y la fuerza

    La fuerza muscular ha acompañado al hombre desde sus orígenes más primitivos y fue determinante para su supervivencia, permitiendo su adaptación constante al medio ambiente, a través del desarrollo de nuevos patrones y habilidades de movimiento como caminar, correr, trepar, saltar, etc. (Figura 1).

    Figura 1. Homo erectus.

    Es posible que el interés de la comunidad científica por observar, medir y analizar la expresión de tensión generada por el trabajo conjunto del sistema neural y muscular en relación con el movimiento, naciera con el avance de los primeros estudios biomecánicos y morfológicos del hombre.

    Con Hipócrates (C460 C- 377 AC), el médico más importante de la antigüedad, se impulsa el papel de la ciencia en la explicación objetiva de los fenómenos fisiológicos y del movimiento, desterrándose las supersticiones e ideas mágicas en torno al suceso de la vida (Tovar, Papp, Loss de la Vega, Gracia, Lain y cols., 1981, pp. 10-33). Su nombre está asociado con la autoría de parte de las casi setenta obras del famoso compendio médico y filosófico Corpus Hippocraticum, así como del conocido juramento hipocrático.

    La historia sigue con Claudius Galeno (129C-199) (p. 10), quien fue el más destacado médico de la antigüedad después de Hipócrates; diseccionó multitud de animales para demostrar cómo los distintos músculos eran controlados en diferentes niveles por la médula espinal, observaciones que dominaron la teoría y la práctica de la medicina durante 1400 años.

    En esta línea, escritos como los de Alfonso Borelli (1608-1679) (p. 10) incorporaron nuevas perspectivas de análisis al aplicar las leyes matemáticas al estudio de la mecánica animal y los movimientos. En su obra De Motu Animalium, se considera por primera vez a los huesos como palancas; allí también se estudiaron fenómenos como la contracción muscular y la respiración (Figura 2).

    Entre los pensadores a destacar se encuentran William Croone (1633-1684) (p. 12), quien discutió la estructura muscular, y Thomas Willis (1621-1675) (p. 13), quien expuso los primeros datos microscópicos y fisiológicos sobre el movimiento y la contracción muscular.

    Otra referencia en el tema fue Isaac Newton (1642-1727) (p. 14), quien analizó el movimiento de los cuerpos en medios resistentes y no resistentes, enunció el principio de inercia, el principio de acción de fuerzas y el principio de acción y reacción (conocidos como las leyes de Newton), que han sido fundamentales para los estudios de biomecánica y cineantropometría, al permitir analizar la fuerza muscular.

    Figura 2. Cubierta libro De Motu Animalium

    Existen otros escritos importantes como los de Adolph Quetelet (1796-1876) (p. 15), quien interpreta los datos humanos en una curva normal de probabilidad –normas que se usan en los textos contemporáneos sobre fisiología del trabajo–; Goul (1869) (p. 16), quien publicó las primeras medidas antropométricas, espirométricas y de fuerza muscular en los soldados de la guerra civil americana; y en 1889, Edward Hitchcock Jr. y Hiram H. Seelye (p. 17), quienes presentaron un primer compendio de técnicas detalladas para la toma de medidas, que sería el primer manual dedicado al análisis de los datos antropométricos, con un valor incalculable para el análisis y comprensión de las adaptaciones acontecidas en el sistema neuromuscular en respuesta al trabajo mecánico.

    Con la entrada al siglo XIX, Matiegka (1921), Behnke (1942), Brozek (1960), Heath y Carter (1967), Behnke y Wilmore (1974), Pariskova (1977), entre otros, trabajaron arduamente en el estudio de la constitución y proporciones corporales. En estos trabajos se tuvo en cuenta el compartimiento magro y nació un interés especial por el análisis del rendimiento físico y la actividad motora humana orientada inicialmente a la capacitación de personal militar y al máximo perfeccionamiento deportivo.

    Ahora bien, los primeros trabajos de intervención a destacar son los de Delorme y Walkins (1948), quienes tras la Segunda Guerra Mundial estudiaron el efecto de los ejercicios con cargas progresivas en la fuerza y la masa muscular para el acondicionamiento y recuperación del personal militar, como también Capen (1950-1956) y Berger (1962), quienes aportaron nuevos datos relacionados con la intensidad, el volumen y la recuperación aplicada a programas de fuerza muscular, trabajos que han sentado la base de diferentes principios del entrenamiento deportivo que siguen siendo empleados.

    La capacidad condicional fuerza

    En física, la fuerza (Serway y Jewet, 2004) es cualquier acción o influencia que modifica el estado de reposo o aceleración de un objeto; puede ser considerada un vector, lo que significa que tiene módulo, dirección y sentido, siendo el Newton su unidad de medida en el sistema internacional¹.

    Para la física, la fuerza muscular es la capacidad de la musculatura para producir la aceleración o deformidad de un cuerpo, mantenerlo inmóvil o frenar su desplazamiento. En algunas situaciones este comportamiento se da por la aplicación de una resistencia propia (peso del cuerpo) o externa (objeto externo).

    Gonzalez y Gorostiaga (1995) definen muy sencillamente el concepto de fuerza en el deporte como la capacidad del músculo para producir tensión al activarse o como se entiende habitualmente al contraerse (p. 14), enriqueciendo lo expresado por Harman y Lotz (1993), quienes afirman que la fuerza es la habilidad para generar tensión bajo determinadas condiciones definidas por la posición del cuerpo, el movimiento en el que se aplica la fuerza, el tipo de activación (concéntrica, excéntrica, isométrica, pliométrica) y la velocidad de movimiento (p. 14).

    Se han ofrecido diferentes formas de conceptualizar y clasificar la fuerza en el campo del deporte (Figura 3). Por la claridad y sencillez de sus conceptos, se incluye en este escrito una división de lo expuesto por autores como Gonzalez y Gorostiaga (1995) (Figura 4), Cometti (1989), Bosco (1998) y Verkhoshansy (1990), entre otros, que faciliten la comprensión de las nociones expuestas en los diferentes capítulos:

    •Fuerza máxima isométrica: se produce cuando el sujeto realiza una contracción voluntaria máxima contra una resistencia insalvable, es decir, la resistencia externa y la fuerza interna producida poseen la misma magnitud, siendo la resultante de ambas igual a cero. Ahora bien, si esta manifestación de fuerza se hace lo más rápidamente posible, se podrá analizar la participación del sistema neural en la manifestación de otra expresión denominada fuerza explosiva.

    •Fuerza máxima excéntrica: se manifiesta cuando se opone la máxima capacidad de contracción muscular ante una resistencia que se desplaza en sentido opuesto al deseado por el sujeto (en favor de la fuerza de la gravedad). En este caso, la fuerza expresada depende de la velocidad a la que se produce el estiramiento o contracción excéntrica.

    •Es importante aclarar que las contracciones excéntricas permiten movilizar altas intensidades de carga con un gasto energético relativamente más bajo que las contracciones isométricas o concéntricas (O’Reilly y cols., 1987), lo cual advierte de su importancia en el entrenamiento por las implicaciones que tienen en las adaptaciones funcionales, neurales y estructurales, como también por la solicitud que hace del tejido blando, que unido a los ejercicios de elasticidad, podría contribuir en la rehabilitación tras lesión y la recuperación post-ejercicio (Sanchís y Ekblom, 1989).

    •Fuerza máxima concéntrica: en esta manifestación, la tensión se genera de forma máxima y en el mismo sentido al deseado por el sujeto (en contra de la fuerza de la gravedad). En ella, la fuerza muscular interna supera la resistencia a vencer.

    •Fuerza dinámica máxima:

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